Aires de Libertad

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    Mensaje por Maria Lua Jue 20 Jul 2023, 09:34

    Argentino Luna - Me fui por una Guitarra y yapa - Poema -




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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por cecilia gargantini Dom 23 Jul 2023, 14:49

    Todo muy bueno Lua lo escrito en castellano ( no sé portugués).
    "Coplas del payador perseguido", de Cafrune, siempre me emocionó.

    Gracias, besosssssssss y buen domingo
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    Mensaje por Amalia Lateano Dom 23 Jul 2023, 21:29

    Tudo com muito sentimento.
    beijos minha querida amiga

    Boa semana

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    Mensaje por Maria Lua Dom 23 Jul 2023, 21:40

    Gracias, Cecilia y Amalia!
    Estoy buscando videos con poesías gauchas
    de Argentina y de Uruguay!
    Si  queréis podéis participar!!!!
    Feliz semana!
    Besos!


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    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
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    Mensaje por Maria Lua Sáb 29 Jul 2023, 21:30

    Joca Martins - Gaudêncio Sete Luas




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    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
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    Mensaje por Maria Lua Mar 01 Ago 2023, 07:58


    Ei, amigo. - João Chagas Leite






    Hei Amigo


    João Chagas Leite


    Ei amigo

    Estou ligando pra gente tomar um mate
    Eu tenho andado tão sozinho neste aparte
    Me deu saudade de ouvir a tua voz

    Eu tenho andado
    Meio perdido na ilusão desta cidade
    Morrendo aos poucos cada dia de saudade
    Por que a vida anda difícil por aqui.

    Meu amigo
    Prepara um mate e mantém acesa a brasa
    Pois hoje mesmo estou voltando para casa
    Pra ter novo o que a vida me tomou

    Ei amigo
    Há quanto tempo a gente anda tão distante
    A nossa vida já não é mais como antes
    A gente luta pra poder sobreviver

    O tempo passa
    E a gente acaba se tornando quase estranhos
    Porem a vida não destrói os nossos sonhos
    Por que amigo é ser irmão de coração, coração

    Meu amigo
    Prepara um mate e mantém acesa a brasa
    Pois hoje mesmo estou voltando para casa
    Pra ter novo o que a vida me tomou


    _________________



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    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
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    Mensaje por Maria Lua Mar 01 Ago 2023, 08:02

    Payador. Pampa. Guitarra - Noel Guarany







    Payador, Pampa e Guitarra


    Noel Guarany



    Payador, pampa e guitarra
    Guitarra, payador, pampa
    Três legendas de uma estampa
    Onde a retina se amarra
    Payador, pampa e guitarra
    Flecos de pátria e poesia
    Alma, terra e melodia
    Sangue de um no corpo d'outro
    Botas de garrão de potro da lonca da geografia

    Payador, alma e garganta
    Emoção e sentimento
    Melodioso chamamento que da terra se levanta
    Parecendo quando canta
    Com entonação baguala
    Que as aves perdem a fala
    E o vento apaga os rumores
    Pois para escutar payadores
    Até o silêncio se cala

    Pampa, matambre esverdeado
    Dos costilhares do prata
    Que se agranda e se dilata
    De horizontes estanqueados
    Couro recém pelechado
    Que tem pátria nas raízes
    Aos teus bárbaros matizes
    Os tauras e campeadores
    Misturam sangue as cores
    Pra desenhar três países

    Guitarra, China delgada que
    Um dia chegou da Ibéria
    Para tornar-se gaudéria
    Da pampa venta rasgada
    Ao payador amasiada
    Nas soledades charruas
    Morando em quartos de luas
    Guitarra e Lua são gêmeas
    E Deus não fez duas fêmeas
    Mais lindas do que estas duas

    A guitarra, o Payador e o pampa
    Sempre afinados
    São cordas dos alambrados da vida
    Esse corredor
    Paz, liberdade, e amor
    Que nunca serão proscritos
    Porque nos ermos solitos
    Onde o canto se desgarra
    Cada alma é uma guitarra
    Presa entre dois infinitos


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    y en ese vuelo y en ese sueño
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    Mensaje por Maria Lua Mar 01 Ago 2023, 08:14



    Oração de quem mateia - Odilon Ramos - Poesia Gaúcha.







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    Mensaje por Maria Lua Mar 01 Ago 2023, 08:23


    Los gauchos del Brasil


    Hay que dejar de lado los tópicos: en la Serra Gaucha de Río Grande do Sul afloran los rasgos inesperados de un Brasil muy diferente

    Si no fuera por guiños de vegetación tropical, uno creería hallarse en algún rincón de Europa. Las colinas jugosas y campos bien cultivados, los bosques que se internan por la sierra, el aspecto atildado de los pueblos, sus casas de elegancia alpina, la gente de tez clara, todo hace pensar en el viejo Continente. En invierno, el frío atenaza la montaña y no es raro que nieve. Los rasgos no europeos, lo más indígena, también sorprende: es predio de los gauchos, ganaderos hermanos de los argentinos que hablan otra lengua, pero viven como ellos, visten como ellos, sorben el mismo mate -que aquí llaman chimarrao- con la misma unción religiosa.

    Nadie diría que esto es Brasil. Y es que hay casi tantos brasiles como estados -son veinticinco los estados brasileños-, agrupados en cinco grandes regiones. Río Grande do Sul es el más sureño, fronterizo con Uruguay y Argentina, tal vez el más diferente. El que tiene mayor calidad de vida: sus diez millones de habitantes generan el 8% del PIB nacional. Pues bien, incluso este estado es un abanico de diversidad, abarcando un litoral animado, serranías espesas, valles vinícolas, pampa, misiones históricas y otros rincones sorprendentes.

    u capital y punto de referencia es Porto Alegre. Ciudad famosa por lo que todos saben: allí aprendió a darle a la pelota Ronaldinho. Aparte de eso, es una de las ciudades más interesantes de Brasil. Con una historia que podríamos llamar propia: entre 1835 y 1845 la revolución de los Farrapos (desarrapados) mantuvo separado al territorio del resto de la nación que se estaba cuajando; sólo diez años antes de la revolución farroupilha había declarado el príncipe don Pedro la independencia de Portugal. La afluencia masiva de alemanes primero, y después de italianos y polacos, dio al estado una fisonomía definitivamente diferenciada.

    Porto Alegre presume de ser la más verde del país: los mismos árboles que vecinos

    Porto Alegre es luminosa y alegre, como su nombre indica, y presume de ser la más verde del país: los mismos árboles que vecinos (millón y medio, aproximadamente). Se alza junto a un lago que parece mar, formado por el río Guaiba, y vista desde el agua (en alguno de los cruceros que surcan sus 30 islas) semeja una metrópoli yanki, erizada de rascacielos. Sin embargo, su almendra es la de una urbe provinciana, decimonónica y amigable, con hermosos edificios como los que rodean la Praça da Alfândega, entre ellos el Museo de Arte, o el Santander Cultural, toda una institución cívica, perteneciente al banco español. La catedral neogótica, el teatro y otros edificios compiten con centros culturales de vanguardia, como la Usina do Gasômetro, antigua planta de gas.

    La llegada masiva de alemanes en 1824 levantó ciudades como Nueva Hamburgo o Nueva Petrópolis; en ésta, los apellidos y tradiciones de origen tudesco se mantienen vivos, atizados por un parque temático.

    Gramado, en plena Serra Gaucha, es la ciudad más turística del estado, con excelentes hoteles y restaurantes, sede de ferias (turismo) o festivales (cine) de alcance internacional. En la vecina Canela, el Parque do Caracol esconde entre sus cañones poblados de araucarias una cascada espectacular. Un aviso de que los secretos gauchos merecen atención sin prisas.




    https://cincodias.elpais.com/cincodias/2006/03/18/sentidos/1142652437_850215.html


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    Mensaje por Maria Lua Mar 01 Ago 2023, 09:30

    Joca Martins - Gaudêncio Sete Luas




    Gaudêncio Sete Luas


    Luiz Coronel


    A lua é um tiro ao alvo
    e as estrelas bala e bala.
    Vem minuano e eu me salvo
    no aconchego do meu pala.

    Se troveja a gritaria,
    já relampeja minha adaga.
    Quem não mostra valentia
    já na peleia se apaga.

    Marquei a paleta da noite
    com o sol que é ferro em brasa.
    O dia veio mugindo,
    pra se banhar n'água rasa.

    Pra me aquecer mate quente,
    pra me esfriar geada fria.
    Não vai ficar pra semente
    quem nasceu pra ventania


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    Mensaje por Maria Lua Mar 01 Ago 2023, 09:31

    Joca Martins - Gaudêncio Sete Luas




    Gaudêncio Sete Luas


    Luiz Coronel


    A lua é um tiro ao alvo
    e as estrelas bala e bala.
    Vem minuano e eu me salvo
    no aconchego do meu pala.

    Se troveja a gritaria,
    já relampeja minha adaga.
    Quem não mostra valentia
    já na peleia se apaga.

    Marquei a paleta da noite
    com o sol que é ferro em brasa.
    O dia veio mugindo,
    pra se banhar n'água rasa.

    Pra me aquecer mate quente,
    pra me esfriar geada fria.
    Não vai ficar pra semente
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    Mensaje por Maria Lua Lun 11 Sep 2023, 07:46


    Obrigado Patrão Velho - Os Oliveiras









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    Mensaje por Maria Lua Vie 06 Oct 2023, 09:02

    Ei, amigo. - João Chagas Leite







    Eu tenho andado
    Meio perdido na ilusão desta cidade
    Morrendo aos poucos cada dia de saudade
    Por que a vida anda difícil por aqui.

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    Pois hoje mesmo estou voltando para casa
    Pra ter novo o que a vida me tomou

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    Há quanto tempo a gente anda tão distante
    A nossa vida já não é mais como antes
    A gente luta pra poder sobreviver

    O tempo passa
    E a gente acaba se tornando quase estranhos
    Porem a vida não destrói os nossos sonhos
    Por que amigo é ser irmão de coração, coração

    Meu amigo
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    Mensaje por Maria Lua Vie 06 Oct 2023, 09:06

    Poesia Gaúcha - Retorno Bravo - Declama Odilon Ramos.




    Retorno Bravo
    Odilon Ramos

    Ali na porta do rancho, junto ao cusquito nervoso,
    o velho guasca orgulhoso olhava o filho partir.
    Também desejava ir com a mesma disposição,
    levando a lança na mão, p'ra se unir aos farroupilhas
    e pelear pelas coxilhas em defesa do rincão.

    Porém já velho e arquejado perdera a força no braço,
    tinha no lombo o cansaço do peso de muitos anos,
    mas era um dos veteranos com orgulho do passado,
    por ter a lança empunhado combatendo os castelhanos.

    Que gana tinha de ir, aquele velho guerreiro,
    de novo para o entrevero como gaúcho pelear,
    mas ficava a se orgulhar que embora velho e cansado
    tinha um filho ja criado partindo no seu lugar.

    E ali na porta do rancho, cheio de orgulho e pesar,
    viu o filho se afastar com garbo e disposição,
    montando um flor de alazão, o laço preso nos tentos,
    o poncho revoando ao vento e a lança firme na mão.

    Depois, com a estrada deserta, a noite foi se chegando,
    o pampa foi silenciando nas grotas e nos banhados
    e o velho guasca cansado no catre foi se arrimando,
    em silêncio memoriando entreveros do passado.

    Assim, a poeira dos dias cobriu o catre vazio
    do paisano que partiu do rancho para a guerrilha,
    levando na alma caudilha de guasca continentino,
    a fibra, a glória e o tino de campeador farroupilha.

    Já muitos dias depois um xirú trouxe a notícia:
    - A farroupilha milícia em que seu filho marchou
    peleando se dizimou. Morreram mas não recuaram
    e entre os bravos que tombaram dizem que o moço ficou.

    Num sentimento profundo o velho ficou calado,
    mas o seu rosto enrugado não pode a dor esconder,
    deixando livre correr, do fundo da alma ferida,
    uma lágrima sentida que ele não pode conter.

    Tristonha caiu a noite e mais triste a madrugada.
    Latia ao longe a cuscada, na quincha gemia o vento,
    e sem dormir um momento, ali no catre estirado,
    o velho ficou atado na soga do pensamento.

    Lembrou o filho em criança
    correndo o pampa em retoço,
    a melena em alvoroço soprada ao vento pampeano.
    Recordou ano por ano até que o piá ficou moço
    e ali da porta do rancho partiu p'ra revolução,
    montando um flor de alazão,o laço preso nos tentos,
    o poncho revoando ao vento e a lança firme na mão.

    Estava assim recordando, quando lá fora um gemido
    lhe fez apurar o ouvido e despertar-lhe a atenção.
    E quando ouviu uma mão, naquela hora tão morta,
    forcejar de encontro a porta como querendo arrombá-la,
    sua visão ficou clara, voltando-lhe a luz e o brilho;
    num ímpeto caudilho a porta abriu com vigor
    e estarreceu-se de horror ante a figura do filho.

    Cambaleante, ensangüentado,
    as vestes feitas em frangalhos,
    o corpo cheio de talhos dobrado pelo cansaço,
    já sem força em nenhum braço, já sem poder ver direito,
    e com o meio do peito aberto por um lançaço.

    Fitando os olhos do filho o velho ficou calado.
    Estarrecido, espantado, vendo-o ali em sua frente.
    Então gritou gravemente: - Meu filho, por que voltaste?
    Por que?
    Por que não tombaste onde tombou nossa gente?
    Maldito sejas, covarde, tu já não és mais meu filho!
    Não tens o sangue caudilho, não agüentaste o repuxo,
    deixaste teus companheiros, fugiste dos entreveros,
    tu já não és mais gaúcho!

    Então a face do guasca que peleando não tombou,
    como um lançaço estampou a ira do coração.
    Prostrando-se rudemente, naquele gesto inclemente,
    desfalecido no chão, o moço sentindo a morte
    roubar-lhe o sopro da vida, com a alma triste e ferida,
    ali prostrado no chão, sem rancor no coração
    olhou para o pai a seu lado, e já num último brado
    fez a brava confissão:

    - Meu pai, eu não fui covarde,
    honrei meu poncho e minha adaga,
    fiquei coberto de chagas mas agüentei o repuxo.
    Fui valente, fui gaúcho, peleei com todo o ardor,
    e se aqui vim escondido foi p'ra salvar do inimigo
    o pavilhão tricolor.

    Abrindo a camisa ao peito, tirou em sangue banhado
    aquele trapo sagrado que até o fim defendeu,
    e beijando-o estendeu ao pai, num último esforço,
    e depois, curvando o dorso, o bravo guasca morreu.


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    Mensaje por Amalia Lateano Vie 06 Oct 2023, 11:21

    María Lua. Bellisimas todas las Poesías.
    Me atrapa Jorge Cafrune - Coplas del Payador Perseguido !!
    En cuanto al MARTÍN FIERRO... Es mi humilde criterio, que es poesía de un
    terrateniente , dueño de mucho campo, que no valora a las mujeres.

    Para mí, y desde mi poca ciencia, no es tan bueno como lo pintan.
    Es cuestión de gusto...
    Un beso
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    Mensaje por Maria Lua Vie 06 Oct 2023, 16:29

    Gracias, Amalia!
    Estoy de acuerdo contigo!
    Feliz fin de semana!
    Besos


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    Mensaje por Maria Lua Lun 19 Feb 2024, 08:51

    Poesía gauchesca


    El gaucho es un símbolo de Sudamérica. Hombres de campo, excelentes jinetes y cuidadores de ganado… los gauchos son una parte imprescindible del desarrollo cultural y social latinoamericano.

    Florencio Molina CamposLa mezcla entre los indígenas y los españoles derivó en estos individuos solitarios y amantes de la libertad. Los gauchos fueron también importantes soldados en la lucha por la independencia americana.

    El origen de la palabra gaucho proviene del término quechua huachu, que significa huérfano o vagabundo. Fueron los españoles quienes escindieron dicho concepto en dos palabras: guacho, para referirse a los huérfanos, y gaucho, para nombrar a los vagabundos.

    En la actualidad, suele nombrarse como gaucho a todos los habitantes rurales que se dedican a la ganadería en Argentina, Uruguay, Paraguay, la Patagonia chilena, el Chaco boliviano y el estado de Río Grande del Sur en Brasil.

    ¿Y qué es la literatura y la poesía gauchesca? Se trata de un subgénero propio de Sudamérica, que trata de recrear el lenguaje de los gauchos y narrar sus costumbres. Las historias de este tipo de escritos transcurren en espacios abiertos y rurales, resaltando las culturales locales. Aunque estos textos tienen como eje central al gaucho y su estilo de vida, suelen ser escritos por autores de alto nivel socio-económico.

    La poesía gauchesca comenzó a desarrollarse en el siglo XVIII, aunque recién en el siglo XIX se afinca como género. Entre sus exponentes se destacan Bartolomé Hidalgo e Hilario Ascasubi, entre otros. Pero, sin dudas, el punto máximo de la poesía gauchesca es «Martín Fierro», de José Hernández.

    Considerada como una de las principales obras literarias argentinas, la primera parte de la historia se publicó en 1872 y, siete años más tarde, apareció la segunda. Dicen los especialistas que nadie pudo superar el retrato del gaucho que trazó Hernández al describir la forma de vida, de expresión y de pensamiento de estos hombres.

    Eduardo Gutiérrez («Juan Moreira»), Leopoldo Lugones («La guerra gaucha») y Ricardo Güiraldes («Don Segundo Sombra») son otros escritores que se destacaron en la literatura gauchesca.




    https://www.poemas-del-alma.com/blog/especiales/poesia-gauchesca


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    Mensaje por Maria Lua Lun 19 Feb 2024, 08:54

    LA NARRATIVA POSGAUCHESCA, ¿UNA POÉTICA COLECTIVA?
    PABLO ROCCA

    Universidad de la República, Uruguay

    Pocos problemas literarios de la región se han discutido más —y en peores términos— que el de la producción que emerge hacia fines del siglo XIX, cuando se agota la poesía gauchesca y que con similitudes notables comprende un área tan vasta como el sur de Brasil, casi toda Argentina y todo Uruguay. A esa nueva rama y su extensión en prosa algunos —por comodidad o pereza— la siguieron llamando “gauchesca” y otros la denominaron “criolla”, “nativista”, “criollista” o simplemente “campera”. Esta abundancia de rótulos para mirar un fenómeno que se inscribe en la línea regionalista latinoamericana no sólo indica la imprecisión teórica con que se la ha abordado sino, también, el desconcierto y el escaso acuerdo con que se enfrentó el problema cuando, hacia mediados de este siglo, este se constituyó en un asunto de vida o muerte para el destino de las letras vernáculas. Todo esto está por volverse a ver, de hecho hace décadas que en la orilla oriental del Plata no se lo ha vuelto a tocar.

    Si se conviene en que hoy asistimos a una visible decadencia de la ficción rural en Uruguay o que, en el mejor de los casos, se ha “reciclado” en algunas de las ficciones de Tomás de Mattos y Mario Delgado Aparaín (pero en ningún escritor “visible” menor de cincuenta años), si se acepta que esa ardua discusión llevó a una fractura que ha terminado por paralizar el debate, quizá no esté del todo mal empezar por el principio de la crisis de esta línea narrativa para ir después, someramente, a sus orígenes y a su apogeo.

    Luego de una extensa práctica y el casi completo imperio de la literatura de asunto rural, con la protección de una crítica en general ejercida por los mismos practicantes (Carlos Reyles, Fernán Silva Valdés y otros), en 1939Juan Carlos Onetti tiró la primera piedra contra el rancho criollo. En un puñado de artículos aparecidos en Marcha, el entonces joven escritor bifurcó su ataque: por un lado reclamó una literatura sobre la ciudad, adecuada al nuevo instrumental narrativo de vanguardia; por otra parte impugnó “la creencia de que el idioma platense es el de los autores nativistas” y la superstición de que lo “nacional” literario sólo finca en la posibilidad o, mejor, en “la obligación de buscar o construir ranchos de totora, velorios de angelito y épicos rodeos”1.

    Pocos meses antes de la publicación de su nouvelle El pozo, en 1939, Onetti escribió en Marcha a propósito de la novela de Francisco Espinóla Sombras sobre la tierra (Claridad, Buenos Aires, 2a. ed., 1939), a la que elogió, y en cierta medida “utilizó” para reforzar su proyecto en plena marcha. Las dos “virtudes” que encontró en el libro delatan esa lectura a favor de sus intereses urbanizadores: 1) “Sombras sobre la tierra demostró que era posible hacer una novela nuestra, profundamente nuestra, sin gauchos románticos ni caudillos épicos”; 2) “trsyo hacia nosotros un clima poético, sin retórica, que emana de sus personajes y sus lugares, sin esfuerzo, revelando la esencia angélica de los miserables. Evadida del naturalismo árido que la precediera [... ] tiene lugar [en la novela] la aventura humana y su absurdo”2.

    La lectura onettiana de esta novela importa aun como reflexión sobre su actitud ante la literatura rural uruguaya, a la que encuentra “paralizada, sin derroteros”. Frente a ese corpus que considera obsoleto, Sombras sobre la tierra es percibido como remedio eficaz ya que la asunción de los espacios, personajes y hablas urbanas que se patentizan en esta novela provienen de quien había hecho, apenas unos años antes, los cuentos de Raza ciega (1926). Y, siempre si miramos desde los ojos del Onetti de 1939, nadie mejor para enunciar una crítica al sistema literario posgauchesco que el propio moderado cultor de velorios de angelito (al que dedica todo un cuento titulado, precisamente, “El angelito”), nadie más útil para la demolición de ese repertorio que Espinóla, él mismo creador de chinas del pago con “trenzas largas y flexibles”, como las que se bifurcan en la hermosa cabellera de Elvira en “El hombre pálido”. De estos cuentos había dicho Borges en 1928: “En desacuerdo salvador con las habituales muestras insípidas del género criollo, la localización aquí es lo adjetivo y el yesquero, el mate y las quinchas son meros accidentes de lugar y nunca obsesiones, el autor es un poseído por destinos de hombre y no por objetos”3.

    Unos años más tarde, varios críticos de la generación del 45 aprenderán la enseñanza de Onetti (y de Borges) y la desarrollarán con algo más de cuidado y no menos vehemencia. Carlos Martínez Moreno, Rodríguez Monegal, Carlos Real de Azúa, Mario Benedetti y, en menor medida, Ángel Rama, tomaron el poder en el semanario Marcha y —salvo el último de los citados—, en la revista Número. Desde esas páginas se menospreciará o se verá con desconfianza el realismo rural de las décadas anteriores, se publicitará la necesidad de hacer literatura ciudadana, se propiciará una apertura hacia la novedad técnica y lo cosmopolita contra la exaltación del color local. Una práctica textual interesante de esta línea la aporta el propio Benedetti quien, al reeditar en 1967 el primero de sus libros de cuentos (Esta mañana, 1949), suprime “Insomnio”, un texto claramente filiado al realismo suburbano.

    Con todo, los nuevos críticos rescataron dos excepciones notables (Francisco Espinóla y Mario Arregui) y aun fueron condescendientes con otros tres ejemplos (Juan José Morosoli, Enrique Amorim y Julio C. da Rosa). No puede olvidarse que el segundo volumen de relatos de Francisco Espinóla (El rapto y otros cuentos, 1950) y el primero de Mario Arregui (Noche de San Juan y otros cuentos, 1956) aparecieron en el sello editorial de Número. De Espinóla valoraron su afán por trascender lo anecdótico, lo pintoresco y lo costumbrista —tres “errores” estéticos que estigmatizaron en los despreciados—, así como su capacidad de partir de lo local, pero con el objetivo de representar, como dijo Benedetti, “la dinámica de las almas”4. Algo similar advirtieron en los cuentos de Arregui —un coetáneo de los críticos del 45—, en quien apuntaron una renovación a fondo del instrumental lingüístico y técnico muy cerca de las búsquedas borgianas5. Aun considerando la capacidad creativa de Morosoli, Amorim o da Rosa, a Rodríguez Monegal le mereció serios reparos su frecuente confusión de “lo informe con lo espontáneo, el registro con la invención”6. Los demás fueron vistos como epígonos o discípulos de Javier de Viana o Eduardo Acevedo Díaz.

    Otra tendencia crítica del 45 estuvo répresentada en la revista Asir y, más tarde, en las páginas literarias de El Ciudadano y El País. Esta encontró en Arturo S. Visca y Domingo L. Bordoli sus ejercitantes más activos, quienes defendieron la validez de esa literatura a la que el primero de los nombrados llamó “criollista”, en tanto significaba una empresa colectiva de una serie de creadores que visualizaron estéticamente “la realidad nacional”, a la que se propusieron “consolidar”7.

    En suma, uno y otro de los equipos intelectuales más dinámicos seguían planteando el debate, en relación con la dicotomía regionalismo / cosmopolitismo, siguiendo los esquemas propuestos, básicamente, por Arturo Torres Rioseco en su libro La gran literatura iberoamericana (Emecé, Buenos Aires, 1945). Una moderada variante de las propuestas de Torres Rioseco propone Benedetti en un ensayo de 1951, poniendo en circulación otra dicotomía, arraigo versus evasión8: “El escritor americano”, dice Benedetti, “tiene a mano una angustia directa y sustancial, primitiva si se quiere, pero viviente y vivificadora. Tiene la realidad”. Pero esa constancia de lo real produce en el escritor hispanoamericano una desaconsejable ansiedad: “Prefiere que su obra se consolide por su importancia humana antes que por su refinada urdimbre literaria. Tiene demasiado que decir del personsye, del ambiente, de la reacción que prepara, de los hechos en sí, como para abdicar su ritmo ágil, desordenado, imprevisto, o detenerse a depurarlo”9.

    La cuestión del “criollismo” o “regionalismo” narrativo en Uruguay era, a comienzos de los años cincuenta, uno de los problemas más debatidos. Uno de los asiduos escritores del grupo Asir; Eliseo Salvador Porta, revisó en un artículo de 1954 la cuestión de la decadencia de la “literatura autóctona” y sus posibilidades de salir a flote. En Uruguay, a esa altura, era notoria la prosperidad de la literatura de ambiente ciudadano y aun de las formas de lo fantástico o por lo menos los discursos que rompían con el realismo decimonónico al uso en la ficción posgauchesca canónica. Tómese en cuenta que de 1947 es Nadie encendía las lámparas, de Felisberto Hernández; de 1950 es La vida breve, de Onetti; de 1951, La mujer desnuda, de Armonía Somers y de 1953, El derrumbamiento, de esta misma narradora y Quién de nosotros, de Benedetti. También para ese año 1954 era ostensible la victoria del aparato crítico que sostenía estas propuestas en desmedro de la línea que Porta llama “autóctona”.

    En lugar de atrincherarse en la defensa sin concesiones de los temas y enfoques tradicionales, Porta reconoce en esta corriente criolla una dosis fuerte de repetición. Cree que, siempre dentro de los rumbos del realismo, sería “saludable reaccionar contra esa tendencia rememorativa, de la que por fuerza resulta un tono quejumbroso [...] Salvo excepciones, pocos escritores afectos al campo paran mientes en las grandezas y miserias de los arrozales, las cooperativas agrarias, las lecherías, el Instituto de Colonización, el empleo de máquinas, etc., etc.”10. Pero Eliseo S. Porta no reformula las propuestas estéticas de lo campesino, un proceso que sí se estaba operando simultáneamente en México, donde Juan Rulfo había publicado El llano en llamas un año antes de la aparición de este artículo y un año después daría a conocer Pedro Páramo, textos que, como se sabe, contribuyeron a la liquidación del regionalismo en América Latina.

    En Transculturación narrativa en América Latina, Angel Rama examinó el naufragio de “gran parte del repertorio regionalista [...] que respondía básicamente a las estructuras cognoscitivas de la burguesía europea” y situó el aporte de Rulfo, a lo que llama “proceso de transculturación”, en dos niveles básicos: la lengua y la estructuración literaria. Para Rama, la obra de Rulfo potencia en América Latina una “búsqueda de realimentación y de pervivencia, extrayendo de la herencia cultural las contribuciones valederas, permanentes”11. De estas transformaciones se tuvo muy pronta noticia en Uruguay, ya que el mismo año de la aparición de Pedro Páramo, Mario Benedetti publicó un largo artículo en Marcha, hasta donde sabemos el primero que se escribió sobre Rulfo en el Río de la Plata, al que tituló “Juan Rulfo y las posibilidades del criollismo”12. Una docena de años más tarde, reunido en libro, el artículo pasó a llamarse “Juan Rulfo y su purgatorio a ras de suelo”. Las razones para esa relevante operación de cambio paratextual son claras: en 1967 el criollismo estaba liquidado, es decir se había cumplido a cabalidad el prospecto onettiano del 39; en cambio, en 1955 todavía respiraba —como lo prueba el antes mencionado artículo de Porta— y entonces a Benedetti le interesa mostrar a Rulfo como modelo de escritura para terminar con los “narradores hispanoamericanos que optan por refugiarse en los temas nativos” abandonando toda complejidad técnica. Por eso concluye su nota confiando en que “la aparición de Rulfo [desmonte] el relato en línea recta, la porfiada simplicidad, [...] la endósmosis de lo llano con lo chato” (p. 23).

    Por la época en que Rulfo publica su obra tan pronto incorporada al debate uruguayo, dentro de la vigorosa tendencia rural sólo Arregui y Espinóla meditan sobre el problema de la relación entre las formas y lo representado. Espinóla ingresa en una etapa de firme realineamiento estético que lo lleva casi a la parálisis de su producción narrativa y empuja su escritura anterior (los cuentos de Raza ciega, 1926) hacia un proceso de experimentación y de revisión profunda. Porque luego del segundo volumen de cuentos sólo da a conocer escasos fragmentos de la novela-fábula Don Juan, el Zorro y, en el penúltimo número de la misma revista en que Eliseo S. Porta piensa el destino de la “literatura autóctona”, divulga el cuento fantástico “Rodríguez” (Asir, núm. 38, septiembre de 1958). A medida que avanza en su composición, la peculiar narración-fábula tiende a desprenderse de los referentes locales más identificables; por su lado, “Rodríguez” es el único relato que pudo concretar de una hipotética saga de “cuentos del diablo” que había contado una y otra vez a diversos oyentes, según declaró en una entrevista de 197113. Existe en Espinóla —como se lo ha examinado en otra parte14 — un movimiento creativo que péndula entre un doble espesor oral y la recuperación de una acendrada tradición literaria (culta y popular). También algunas historias del volumen Raza ciega —como “El hombre pálido”— al que reedita en esta etapa de cambio en tres oportunidades (1936, 1961 y 1967), en cada una de ellas y aun desde la versión primigenia de “El hombre pálido”, publicada en 1924, introduce numerosas correcciones en procura de “descriollizar” el lenguaje, salpicándolo apenas con algunos rioplatenismos campesinos15.

    Quizá mejor que nadie, y con más violencia que ninguno, Mario Arregui sintetizó la principal de las fobias del núcleo intelectual moderno del medio siglo ante algunos de los llamados “criollistas”:

    Son, en general, montevideanos por adopción que se mas turban con una nostalgia casi lírica de sus años pre-montevideanos. Trabajan recurrentemente un corto número de temas, llegan poco menos que a venerar ciertos rostros del subdesarrollo y, casi siempre, pueblan sus narraciones de seres humildes —almas simples o almitas— a los que miran con ojos paternalistas y como si de algún modo planearan sobre ellos. A veces fingen ser más incultos de lo que en realidad son [... ]16.

    El grupo de Asir, en cambio, se atrincheró tras el argumento de la falsa oposición entre campo y ciudad, pero tendió a relacionar —amparado en una noción de cuño idealista y romántica— el “ser nacional” con lo “criollo”, restando jerarquía a los problemas técnicos y, por lo tanto, admitiendo el realismo a la usanza del siglo XIX o el “realismo poético”, como soluciones estéticas para cumplir con la suprema eficacia nacionalista. Sin embargo, no establecieron conexiones entre las propuestas de los uruguayos y las que en la misma época se multiplicaron por toda América Latina, en particular las muy homologables de los argentinos Guillermo House y Ricardo Guiraldes o los riograndenses Darcy Azambuya y Erico Verissimo.

    Como ha observado Beatriz González Stephan, una nota del pensamiento liberal latinoamericano del siglo XIX consiste en defender la originalidad literaria a partir de elementos nativos:

    La ideología del mestizsye [...] será la clave del criollismo literario, que es, después de todo, un efecto estético-ideológico de carácter populista del pensamiento liberal para incluir, sólo a manera de efecto, la participación de los sectores sociales excluidos del poder dentro del marco de la vida nacional17.

    Tanto Visca como Bordoli siguen esa corriente a la que, unas décadas atrás, Carlos Reyles había defendido en una conferencia en la que estudiaba los casos particulares de Espinóla y Víctor Dotti:

    El gaucho es nuestro héroe epónimo, el único tipo de hombre vital, histórico y literario que ha producido la patria uruguaya. Nada tiene de extraño, pues, que sea fuente perenne de inspiración para los escritores y los artistas y motivo de veneración para el pueblo. [...] Los narradores gauchescos tienen, a mi entender, por misión supina hacemos sentir la honda y colmada realidad campera18.

    Los escritores de los veinte, a los que preferiría llamar posgauchescos, sintieron el peso de una rica tradición cultural campesina y la constitución de un público amplio y seguro. Pero lo más significativo de este proceso en los años veinte y treinta consiste en que, mientras el país se moderniza desplazando el eje social, económico y cultural desde el campo y los pueblos a la ciudad-puerto que se agiganta —y donde se asienta el Estado centralista—, la mayor parte de los narradores prefieren ubicar sus historias en el medio rural. De manera similar a la Argentina, acontece esta paradoja de tiempos acelerados y cosmopolitas que, sin embargo, tiene a su frente una ficción nostálgica o crítica del entorno rural. Esto se evidencia en una sinonimia que se impulsa desde la clase dirigente: “el pasado rural”, dice Graciela Montaldo, “[...] es una manera de aglutinar un tiempo fracturado, cortado por la irrupción de otro tiempo, el tiempo acelerado de la modernización; de modo que tanto las ficciones como los ensayos tratan de encontrar algún sentido en aquel pasado [...]”19.

    Parece, pues, descaminado llamar “gauchesca” (como prefiere Reyles) a una literatura que se empieza a escribir alrededor de 1920 y que representa los acontecimientos narrados en un arco que va de la “revolución” florista de 1868 hasta la contemporaneidad estricta y que, por lo tanto, no puede contemplar la presencia de gauchos ni de indios, porque unos y otros han sido exterminados. Hay, eso sí, paisanos, es decir mestizos que habitan el medio rural ligados a la estructura económica capitalista, sometidos o rebeldes; hay inmigrantes que con sus costumbres y sus lenguas interpelan a la vieja sociedad criolla; hay, asimismo, algunos tímidos atisbos de medios técnicos (el telégrafo, el teléfono, el automóvil) impensables en los predecesores inmediatos y prestigiosos como los citados Acevedo Díaz, Viana y Reyles.

    El peso de la gauchesca o la literatura rural “culta” (Magariños Cervantes, Acevedo Díaz, Javier de Viana, Reyles o Benjamín Fernández y Medina), llevó a muchos escritores posgauchescos (como Elias Regules, por ejemplo) a la apología del mito nacional, pero en la mayoría de los casos sólo condicionó una estética que pudo funcionar —al igual que en la matriz— como en un auténtico “sistema”. Es cierto que algunos, como Fernán Silva Valdés o Ipuche, redujeron al máximo las hipotéticas peculiaridades del habla criolla para expresar, en un castellano académico y en acuerdo a los nuevos aportes de la vanguardia, los viejos temas del medio campero. A esto llamaron, ellos mismos, “nativismo” o incluso “gauchismo cósmico”. Pero estos desvíos —muy débiles, por lo demás, en la prosa narrativa— no hicieron sino fortalecer el interior del sistema porque se trató de pequeños fustes a los motivos ya clásicos.

    En medio de las transformaciones sociales y políticas más fuertes que sobrevienen con la consolidación del batllismo en la década del veinte, la literatura posgauchesca puede ser observada como una última resistencia a la modernización, preñada de ciertos reflejos conservadores. Esto último puede rastrearse en las aún inexploradas revistas de amplia circulación y larguísima vida que albergaron exclusivamente esta modalidad literaria, tales como El Fogón (1895-1923) y El Terruño (1917-1950).

    En los relatos posgauchescos se combina el efecto costumbrista (la construcción del ambiente y del paisaje) con el elemento humano, de ahí la utilización predominante de las técnicas realistas. En el circuito de campos y suburbios pueblerinos abundan los peones u otras modalidades del personal de la estancia-empresa (como en “Los alambradores”, de Víctor Dotti); “servidores” en las guerras civiles (como en “Las dos sentencias del capitán Lezama”, de José Monegal o “El ladero”, de Enrique Amorim); matreros taciturnos y violentos (como en “De la crónica bárbara”, de Justino Zavala Muniz); cocineras, brujas, maestras; caudillejos prepotentes (como en “Donato”, de Serafín J. García), milicos de policía o soldados de línea (como en “El milico”, de Monegal); damas semiburguesas (como en “La huésped”, atípico cuento de Adolfo Montiel Ballesteros); estancieros y comerciantes, que en general son extranjeros o de origen “gringo” (como en El caballo y su sombra, de Amorim); negros y pardos (como en “Tomás Corrales”, de Pedro L. Ipuche); paisanos viejos y chinas jóvenes (como en “Domingo”, de Yamandú Rodríguez); gringos despreciados por los criollos o que luchan por integrarse con su trabajo y su nostalgia de la tierra lejana (“Los nidos”, de Santiago Dossetti o “Los albañiles de los tapes”, de Morosoli).

    Todo este proyecto colectivo se erosiona con Arregui, con el último Espinóla y, sobre todo, con las ficciones de Tomás de Mattos y Mario Delgado quienes empiezan a publicar en las décadas del setenta y el ochenta, respectivamente, en las que por cierto se suma el aporte de la narrativa de Rulfo y sus sucedáneos. Pero en la crítica década del cincuenta no todos creían en el agotamiento del proyecto posgauchesco; algunos como el narrador Víctor Dotti seguían defendiéndolo con pasión que revela más el furor y la impotencia del derrotado que la seguridad de quien confía en la fertilidad de sus ideas. El 30 de diciembre de 1952, Dotti escribe a su amigo y colega Morosoli:

    Recién he podido terminar la lectura de tu libro. Después de Sombras sobre la tierra, de 1933, la novela uruguaya, me atrevo a pensar, no ha producido nada comparable a Muchachos (de lo publicado, se entiende). Tu obra me reafirma en mi fe del arte criollo. A pesar de [los] colonos mentales que tienen su nidal en Marcha y que es capitaneada por el pavote de Rodríguez Monegal, estoy seguro que narrativa de raíz terrígena es flor de un día20.

    Aunque resulte clara la intención nacionalista de esta literatura, otra cosa es que, como afirman Reyles y Visca, en el “criollismo” se cifre una supuesta “esencia nacional”. En todo caso, si la nación es una “comunidad imaginada” —en el sentido que propone Benedict Anderson21—, los narradores posgauchescos contribuyeron con sus historias a que hoy podamos recrear un pasado un poco más singular e híbrido.




    https://muse.jhu.edu/pub/320/oa_monograph/chapter/2587590


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    Mensaje por Maria Lua Jue 04 Jul 2024, 21:08

    Elías Regules

    Elías Regules Uriarte (Montevideo, 21 de marzo de 1861 - Ib., 4 de noviembre de 1929)1​ fue médico, profesor, escritor y político uruguayo.

    Biografía

    Elías Regules a caballo.
    Nacido en Montevideo el 21 de marzo en 1861, a los seis años se traslada con su familia a la estancia a orillas del arroyo Malbajar, cerca de Sarandí del Yí, en el departamento de Durazno. En ese año, 1867, su padre funda Sarandí del Yí. En 1874 vuelve a Montevideo a estudiar. Al año siguiente funda la Sociedad Universitaria. En 1878 se recibe de Bachiller en letras, con las calificaciones más altas.

    Carrera profesional
    En 1881 es designado alumno interno por concurso de la Clínica Quirúrgica. Se gradúa en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República en 1883.

    1884
    1885 - Catedrático de Higiene y medicina legal (1885-1928).
    1885 - Vicedecano de la Facultad de Medicina.
    1887 - Médico de salubridad durante la epidemia de cólera.
    1887 - Delegado técnico del Uruguay en el Congreso Sanitario de Río de Janeiro.
    1888 - Decano de la Facultad (1888-1897) durante 4 reelecciones; su carrera culminaría en calidad de Rector de la Universidad (1922-1928).
    1891 - Miembro del Consejo Penitenciario.
    1893 - Presidente de la Asociación Fraternidad de Socorros Mutuos, Miembro fundador de la Sociedad Universitaria en 1875, que posteriormente daría origen al Ateneo de Montevideo.
    1894 - Funda la Sociedad "LA CRIOLLA" - Embanderado en la reivindicación de las cosas del terruño el 24 de mayo de 1894 programa una fiesta campestre en una chacra en Piedras Blancas, con una excursión de jinetes desde el centro de la ciudad, a la usanza criolla y con los caballos con sus recados bien camperos. El paseo se realiza con todo éxito. Después de un almuerzo criollo Regules destaca los valores del gaucho y de las tradiciones de esta tierra y propone la fundación de una entidad para preservar esas costumbres nacionales con origen en la fundación de la Patria. Así surge la Sociedad "La Criolla". Como convinieron, el 25 de mayo se reúnen en la carpa de circo de los Hermanos Podestá y allí mismo 33 hombres echan las bases del primer movimiento tradicionalista, que hoy está vigente como entonces. El culto nativista ha entrado en el alma del pueblo.
    1898 - Miembro honorario del Consejo de Enseñanza Secundaria y Superior.
    1904 - Presidente de la comisión de Parques en la Junta de Auxilios, durante la Guerra Civil, Jefe de Expedición sanitaria a Masoller.
    1909 - Miembro del Consejo directivo de la Facultad de Medicina y Delegado de esta al Consejo Universitario.
    1912 - Presidente de la Sociedad Filantrópica Cristóbal Colón.
    1913 - Delegado del Consejo D. de Enseñanza Secundaria y Preparatoria.
    1921 - Miembro del Consejo de la Facultad de Medicina y delegado de este al Consejo Universitario. Miembro del Consejo Arbitral del Sindicato Médico del Uruguay.
    En 1922 fue nombrado Rector de la Universidad de la República durante dos períodos


    Actuación política
    Fue un destacado miembro del Partido Constitucional; representando al mismo, fue integrante del Consejo de Estado del año 1898 instituido por Juan Lindolfo Cuestas, y posteriormente diputado por Rocha en el período 1899-1903.

    Vida literaria
    Dentro de su producción literaria destaca su actuación como poeta nativista y como dramaturgo. En 1892 escribe para teatro El Entenao y Los gauchitos, obras que inician una nueva etapa en el Teatro Nacional. Fueron representadas por el Grupo de Teatro de José «Pepe» Podestá. En 1894 publica la primera edición de Versos criollos y La viveza de Juancito. En 1904 publica Pasto de cuchillas, a beneficio de la Sociedad Criolla.

    Fue creador, fundador y primer presidente de la "Sociedad Criolla", primera de su género en toda América, creada el 25 de mayo de 1894 y que hoy lleva su nombre (Sociedad Criolla Dr. Elías Regules).

    Participó junto a Javier de Viana, Antonio Lussich, El "Viejo Pancho", Juan Escayola, Martiniano Leguizamón y Domingo Lombardi entre otros, de la publicación El Fogón, la más importante que tuvo la región en género gauchesco, y que viera la luz en septiembre de 1895 fundada por Orosmán Moratorio y Alcides de María.3​

    Vida privada
    Fruto de su unión en 1886 con Statira Molins Acosta y Lara, argentina, oriunda de Gualeguaychú, nacieron Blanca, Elías, Selva, América, Sarandí y Tabaré. Elías y Tabaré se dedicaron a la medicina, al igual que su padre. Tabaré, incluso, tuvo cierta actividad como escritor. En 1900 compra su chacra "La Margarita" en Peñarol (Montevideo) donde da forma a una pequeña estancia en su forma y costumbres, constituyendo centro de una gran actividad tradicionalista y cultural.

    Falleció el 4 de noviembre de 1929 a los 68 años, en Montevideo en su chacra del barrio Peñarol, mientras paseaba por el campo acompañado de su fiel perro Camundá.

    Obras literarias
    Poesía
    Versitos criollos (1894)
    Pasto de cuchilla (1904)
    Renglones sobre postales (1908)
    Veinte centésimos de versos (1911)
    Mi pago (1924)
    Versos criollos (1924)
    Teatro
    "Martín Fierro" (1890), adaptación escénica del poema de José Hernández.
    "El entenao" (1892)
    "Los guachitos" (1894)



    *****************



    Mi tapera

    I
    Entre los pastos tirada
    Como una prenda perdida,
    En el silencio escondida
    Como caricia robada,
    Completamente rodeada
    Por el cardo y la flechilla
    Que, como larga golilla,
    Van bajando a la ladera,
    Está una triste tapera
    Descansando en la cuchilla.

    II
    Allí en ese suelo fue
    Donde mi rancho se alzaba,
    Donde contento jugaba,
    Donde a vivir empecé,
    Donde cantando ensillé
    Mil veces el pingo mío,
    En esas horas de frío
    En que la mañana llora,
    Cuando se moja la aurora
    Con el vapor del rocío.

    III
    Donde mi vida pasaba
    Entre goces verdaderos,
    Donde en los años primeros

    Satisfecho retozaba,
    Donde el ombú conversaba

    Con la calandria cantora,
    Donde noche seductora
    Cuidó el sueño de mi cuna
    Con un beso de la luna
    Sobre el techo de totora.

    IV
    Donde resurgen valientes,
    Mezcladas con los terrones,
    Las rosadas ilusiones
    De mis horas inocentes,
    Donde delirios sonrientes
    Brotar a millares vi,
    Donde palpitar sentí
    Llenas de afecto profundo,
    Cosas, chicas para el mundo
    Pero grandes para mí.

    V
    Donde el aire perfumado
    Está de risas escrito,
    Y donde en cada pastito
    Hay un recuerdo clavado;
    Tapera que mi pasado
    Con colores de amapola
    Entusiasmada enarbola
    Y que siempre que la miro,
    Dejo sobre ella un suspiro
    Para que no esté tan sola.




    http://www.jesusfelipe.es/poesia_relatos_gauchescos.htm


    https://es.wikipedia.org/wiki/El%C3%ADas_Regules


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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