La doctora había inclinado la cabeza hacia un lado y dibujaba pequeños trazos
simétricos en una hoja de papel. Después encerraba los trazos en un círculo un
poco tortuoso. Como siempre, no lograba mantener la misma actitud por mucho
tiempo. Empezaba a flaquear y a dejarse invadir por los propios pensamientos.
Lo notó, se irritó y transmitió la irritación a Tuda: «Tanta gente muriendo, tantos
“niños sin hogar”, tantos problemas irresolubles (sus problemas) y esa muchacha,
con familia, buena vida burguesa, dándose importancia». Vagamente observó que
eso contrariaba su tesis individualista: «Cada persona es un mundo, cada persona
tiene su propia clave y la de los demás nada resuelve; sólo se mira hacia el
mundo ajeno por distracción, por interés, por cualquier otro sentimiento que
sobrenada y que no es vital; el “mal de muchos” es un consuelo, pero no es
solución». Justamente porque observó que se contradecía y porque se le ocurrió
la frase del colega sobre la inconsistencia de las mujeres y porque la consideró
injusta, se impacientó aún más, queriendo, con rabia de sí misma, como para
castigarse, profundizar en la contradicción. Un minuto más y le diría a la chica:
¿por qué no visitas el cementerio? No obstante, vagamente notó las uñas sucias de
Tuda y reflexionó: es muy inquieta todavía como para obtener lecciones del
cementerio. Y además se acordaba de su propia época de uñas sucias e imaginó
qué desprecio no sentiría por alguien que le hablara entonces del cementerio
como de una realidad.
De repente, Tuda sintió que ella no le gustaba a la doctora. Y, así, junto a esa
mujer que nada tenía que ver con todas las cosas familiares, en esa sala que nunca
había visto y que repentinamente era «un lugar», pensó que estaba soñando. ¿Qué
había venido a hacer ahí? Se preguntó asustada. Todo perdía la realidad en
relación con su madre, su casa, su último almuerzo, tan pacífico —y no sólo la
confesión como el inexplicable motivo que la había conducido a la doctora—, le
habían parecido una mentira, una monstruosa mentira, que ella había inventado
gratuitamente, sólo para divertirse…
cont
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