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    H.D. (Hilda Doolittle) (1886-1961)

    Pedro Casas Serra
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 14 Ago 2022, 05:06

    .


    H.D. Hilda Doolittle, más conocida por sus iniciales H.D. (Bethlehem, Pensilvania, Estados Unidos, 10 de septiembre de 1886–Zúrich, Suiza, 27 de septiembre de 1961), fue una poeta, escritora y cronista estadounidense.

    Se la reconoce principalmente por su asociación con las figuras clave del avant-garde del siglo XX, especialmente el grupo de poetas imagistas, aunque sus obras posteriores muestran un claro desvío del modelo imagista hacia una versión distintivamente femenina de poesía y prosa modernista.

    Juventud y obra

    Hilda Doolittle nació en Bethlehem, Lehigh Valley, Pensilvania.​ Su padre, Charles Doolittle, era profesor de astronomía en la Universidad de Lehigh, y su madre, Hellen Wolle, era practicante en la Hermandad de Moravia y sentía un fuerte interés por la música.​ En 1895, Charles Doolittle Fue nombrado “Flower Professor" de astronomía, título honorario que se da al catedrático de astronomía en la Universidad de Pensilvania, y la familia se trasladó a una casa en Upper Darby, uno de los suburbios afluentes de Filadelfia

    Doolittle fue al instituto Religious Society of Friends, situado en la Quince con Race, de dónde se graduó en 1903. Un año antes conoció y se hizo amiga de Ezra Pound, el cual vendría a desempeñar un papel muy importante tanto en su vida privada como en el desarrollo de sus ideas literarias. En 1905, Pound le regaló un fajo de poemas de amor unidos por el título colectivo Hilda’s Book.

    Ese mismo año, Doolittle asistió al Bryn Mawr College para estudiar literatura griega clásica, pero abandonó después de tres trimestres a causa de su pobre salud y de sus malas notas, aunque estando en la universidad, conoció a los poetas Marianne Moore y William Carlos Williams. Su primer trabajo publicado, una colección de historias infantiles, se publicaron en el periódico de una iglesia local entre 1909 y 1913, la mayoría bajo el pseudónimo Edith Gray. En 1907, Hilda y Pound se comprometieron, a pesar de que su padre no aprobaba la unión y para cuando Doolitle (padre) se iba hacia Europa el compromiso ya estaba roto. Alrededor de este periodo, Hilda comenzó una relación con una joven estudiante de arte, Frances Josepha Gregg, y después de vivir gran parte de 1910 en Greenwich Village, se marchó a Europa con Gregg y la madre de ésta en 1911.

    Conexión entre sus obras y su vida personal

    Doolittle era una de las figuras que lideraban la cultura bohemia en Londres durante las primeras décadas del siglo. Su obra se reconoce por la utilización de modelos de la literatura clásica y la exploración del conflicto entre la atracción y el amor lésbico y heterosexual, hablando así de su propia bisexualidad, tema fuertemente conectado con su vida. Aunque posteriormente se casaría y tendría hijos, a lo largo de su vida y de forma regular buscó amantes de ambos sexos además del compañero/a que tuviese en ese momento.

    En su poesía más reciente explora también temas de la épica tradicional, como la violencia y la guerra, pero desde un punto de vista feminista. H.D. fue la primera mujer en ser galardonada con la medalla de la Academia Americana de las Artes y las Letras.

    H.D. Imagista

    Pound llevaba ya un tiempo viviendo en Londres, donde había empezado a moverse en el círculo de poetas que se reunían en el restaurante Eiffel Tower en el Soho para discutir sobre la reforma de la poesía contemporánea a través del verso libre, el tanka y el haiku, así como de la necesidad de eliminar toda la verborrea innecesaria de los poemas. Después de que H.D. llegara a Inglaterra, mostró a Pound algunos de los poemas que había escrito durante el periodo anterior y él se mostró impresionado por lo similares que eran las ideas de H.D. con lo que él había estado argumentando en las discusiones del círculo de poetas, de modo que la presentó, junto con otro poeta, Richard Aldington, el cual se convertiría en su marido.

    En 1912, durante una reunión con H.D. en la sala de té del Museo Británico, Pound firmó una poesía de ésta con el nombre H.D. Imagiste, creando un nombre para la artista que la acompañaría durante el resto de su carrera como escritora, a pesar de que más adelante ya solo se quedara con las siglas. Ese mismo año, Harriet Monroe comenzó a publicar la revista Poetry y pidió a Pound que actuara como editor de los artículos traducidos. En octubre, éste añadió tres poemas bajo el título “Imagistas” cortesía de H.D y Richard Aldington. En noviembre, otros tres de poemas de Aldington aparecieron en la sección de Poesía y en junio tres de H.D.: "Hermes of the Ways" ("Hermes de los caminos"), "Orchard" ("Huerto") y "Epigram". El imagismo como movimiento literario fue lanzado proponiendo a H.D. como su principal exponente.

    Aunque los modelos originales del pensamiento imagista se basaran en la poesía japonesa, el modo de escribir de H.D. se acerca más al de la lírica grecolatina y especialmente a los Poemas de Safo, que habían sido redescubiertos en aquella época, un interés que compartía con Aldington y Pound, cada uno de los cuales compuso versiones de las obras de los grandes poetas griegos. En 1915, H.D. y Aldington iniciaron la Serie Traducciones de Poetas, panfletos con la traducción de los clásicos griegos y latinos menos conocidos. En total, H.D. publicó tres volúmenes de traducciones del griego: Choruses from the Iphigeneia in Aulis (Los coros de la Ifigenia de Aulis) (1916), Choruses from the Iphigenia in Aulis and the Hippolytus of Euripides (Coros de la Ifigenia en Aulis y el Hipólito de Eurípides) (1919) y El Ion de Eurípides (1937), así como una obra de teatro original basada en el modelo griego llamada Hippolytus Temporizes (1927).

    H.D. continuó su asociación con el grupo imagista hasta el último artículo de la antología Some Imagist Poets de 1917. Junto con Aldington, se había encargado de la mayor parte del trabajo editorial de la antología de 1915. Su obra también aparece en el trabajo de Aldington Imagist Anthology 1930. Toda su obra poética hasta el final de los años 30 la escribió como imagista, lo que se caracerizaba por un uso restringido del lenguaje, una estructura retórica basada en la analogía más que en la metáfora, la comparación el simbolismo y una pureza clásica en la estructura exterior que frecuentemente enmascara la energía dramática subyacente. Este estilo de escritura no estaba libre de críticos. En un artículo especial sobre imagistas en la revista The Egoist en mayo de 1915, el poeta y crítico Harold Monro calificó las primeras obras de H.D. como «poesía insignificante», que denotaba «o pobreza imaginativa o una contención innecesariamente excesiva».

    Oréade, uno de sus primeros y más reconocidos poemas, el cual fue publicado en la antología de 1915, sirve para ilustrar este primer estilo:

       Oread

       Whirl up, sea—
       Whirl your pointed pines.
       Splash your great pines
       On our rocks.
       Hurl your green over us—
       Cover us with your pools of fir.

       Oréade (traducción libre)

       Revuélvete, mar—
       Revuelve tus puntiagudos pinos.
       Salpica tus grandes pinos
       En nuestras rocas.
       Lanza tu verdor sobre nosotros—
       Cúbrenos con tus charcas de abeto.

    Primera Guerra Mundial y periodo posterior

    Hilda y Pound comenzaron una relación antes de la Primera Guerra Mundial durante la cual H.D. también mostró un interés romántico por una mujer llamada Frances Josepha Gregg. Hilda, Gregg y la madre de Gregg viajaron a Europa, donde Hilda comenzó a tomarse más seriamente su carrera como escritora. La relación con Gregg se enfrió y Hilda conoció a otra mujer, Brigit Patmore. Patmore era una entusiasta de la escritura, y ambas mujeres comenzaron una relación. Fue Patmore quien presentó a H. D. y Richard Aldington.

    H.D. se casó con Aldington en 1913. su primer y único hijo en común, una niña, murió en el parto en 1915, tras lo cual ambos se distanciaron y él se echó una amante. Poco después, Aldington fue llamado a las armas para servir en el ejército y H.D. comenzó a relacionarse, según las fuentes de forma platónica, con el escritor D.H. Lawrence. En 1916, aparece publicada su primera obra, Sea Garden (Jardín junto mar), y se convierte en editora asistente de la revista The Egoist, tomando el puesto de su marido. En 1918, su hermano Gilbert, que era soldado, murió en el frente. H.D. se trasladó a vivir con un amigo de Lawrence, Cecil Gray, y se quedó embarazada de él. Cuando Aldington volvió del servicio activo ya no era el mismo hombre, la Guerra lo había cambiado y se separaron oficialmente.

    Hacia el final de la Guerra, en 1918, H.D. había conocido a la escritora británica Bryher (Annie Winifred Ellerman), la cual se convertiría en su amante durante el resto de su vida. Vivieron juntas hasta 1946, aunque ambas buscaron amantes fuera de esa relación, frecuentemente compartiendo a los hombres. En 1919, nace la hija de H.D., Frances Perdita Aldington (aunque su padre no era Aldington, sino Gray) tras lo cual H.D. sobrevivió a una fuerte afección de gripe española. Su padre, el cual nunca se recuperó de la muerte de Gilbert, murió también. Durante esta época, H.D. escribió una de sus menos conocidas proclamas en poesía, Notes on Thought and Vision, publicada en 1982. En ella, habla de los poetas, incluyéndose a ella misma, como pertenecientes a un grupo de visionarios de élite con el poder de "cambiar completamente la corriente del pensamiento humano".

    En esa época intentó rescatar su relación con Aldington, pero él sufría de los efectos de la Guerra, posiblemente trastorno de estrés postraumático, y se alejaron, viviendo vidas completamente separadas, pero sin divorciarse hasta 1938. Desde 1920 en adelante, su relación lésbica con Bryher se hizo más intensa y la pareja viajó por Egipto, Grecia y los Estados Unidos antes de instalarse definitivamente en Suiza. En 1921, Bryher se vio envuelta en un matrimonio de conveniencia con Robert McAlmon, lo que permitió a este poder financiar sus intentos de publicación en París usando el dinero de su mujer para la imprenta de su revista Contact. Tanto Bryher como H. D. tuvieron relaciones con McAlmon en este tiempo. Bryher y McAlmon se divorciaron en 1927.

    Novelas, películas y psicoanálisis, siguiente etapa

    A principios de los años 20, H.D. comenzó a escribir lo que había planeado como tres ciclos de novelas. El primero de estos ciclos, Magna Graeca, consiste en las novelas Palimpsest (1921) y Hedylus (1928). Estas obras exploran la vocación poética utilizando las herramientas típicas de la literatura clásica, en particular las de una mujer en una cultura literaria patriarcal. El siguiente ciclo sería el del Madrigal, que consiste en HERmione, Bid Me to Live ("Ofréceme vivir"), Paint It Today y Asphodel ("La mujer del pirata" o "Asphodel").

    Estas obras son en una gran parte autobiográficas y tratan temas como el desarrollo de la mujer artista y el conflicto con su bisexualidad. Probablemente a causa de su similitud con la vida de la autora y con las vidas de sus amigos y amantes, la mayoría de estas novelas no fueron publicados hasta después de su muerte. En cambio Kora and Ka y The Usual Star, dos novelas del ciclo Borderline, fueron publicadas en 1933.

    1927 fue un año significativo en la vida de H.D. Como escritora, completó la primera novela del ciclo Madrigal, HERmione, que está basada en la atracción que ella sentía por el amor lésbico y el heterosexual. En lo que respecta a su vida personal, su madre murió ese año, su amante lesbiana Bryher se divorció de su marido, McAlmon, amante de ambas, sólo para casarse con el nuevo amante de H.D, Kenneth Macpherson.

    Después de esto, H.D., Bryher y Macpherson vivieron juntos en lo que la poeta y crítica Barbara Guest denominó un "ménage à trois" En noviembre de 1928, H.D. descubrió que estaba embarazada pero decidió abortar.

    Entre ellos organizaron la revista Close Up y formaron el grupo de cine "POOL" para escribir sobre películas y también crear las suyas propias. Una sola película de ese grupo de cine ha perdurado completa, Borderline (1930), en la que actúan H.D. y Paul Robeson. La obra tiene elementos en común con el ciclo de novelas Borderline, explora los estados psíquicos extremos y su emergencia hacia la realidad. Además de actuar en la película, H.D. escribió un panfleto explicativo para complementarla, que fue publicado en Close Up.

    Problemas psicológicos, la paranoia ante otra guerra mundial

    En 1933, H.D. viaja a Viena para acudir a un análisis con Sigmund Freud. Hacía tiempo que estaba interesada por sus ideas, como es evidente en el panfleto Borderline así como algunos de sus trabajos anteriores. Fue referida a través del psicoanalista de Bryher a causa de su creciente paranoia acerca del advenimiento de la segunda guerra mundial. La primera la había destrozado emocionalmente: su hermano muerto en la guerra, su marido sufría trastorno de estrés postraumático a causa de las experiencias en combate, y creía firmemente que el tumulto de la guerra había causado de forma indirecta la pérdida de su bebé. Concretamente creía que había sido el shock ante la noticia del hundimiento del RMS Lusitania lo que provocó de forma directa el aborto.

    La aparición de Adolf Hitler señalaba otra guerra inmensa, idea que encontraba intolerable y que la causaba una cantidad considerable de estrés. Escribió Writing on the Wall, las memorias de éste análisis, a la vez que Trilogy y lo publicó 1944; en 1956 lo volvió a publicar junto a Advent, un diario del análisis con el título Tribute to Freud.

    Durante y después de la Segunda Guerra Mundial

    H.D. y Bryher pasaron la totalidad de la segunda guerra mundial en Londres. Tiempo en el cual H.D. escribió The Gift, una memoria de su infancia y vida familiar en Bethlehem, Pensilvania, en la cual reflexiona sobre la gente y los sucesos de su pasado que ayudaron a convertirla en escritora. The Gift se publicó eventualmente en 1982. Escribió también Trilogy, publicada como The Walls do not Fall ("Los muros no se hunden") en 1944, Tribute to the Angels en 1945 y The Flowering of the Rod en 1946. Este poema en tres partes sobre su experiencia en el bombardeo de Londres (The Blitz) forma parte del grupo de poemas denominado junto con Pisan Cantos de Ezra Pound y Little Gidding de T.S. Eliot como uno de los mayores exponentes de la literatura modernista en respuesta a la Guerra desde un punto de vista civil. Los poemas también representan el primer fruto de su nueva manera de escribir poesía, con un tono mucho más flexible y conversacional y empleando también la dicción como enfoque general de la experiencia. Las líneas iniciales de The Walls do not Fall señalan clara e inmediatamente la ruptura de H.D. con su poesía anterior: An incident here and there, / and rails gone (for guns) / from your (and my) old town square. (Un incidente aquí y allí/ y barandillas retiradas (para pistolas)/ de tu (y mi) vieja plaza del pueblo.)

    Después de la guerra, H.D. y Bryher no siguieron viviendo juntas, a pesar de que siguieron en contacto para encuentros ocasionales. H. D. se trasladó a Suiza donde, en la primavera de 1946, sufrió un colapso nervioso severo y acabó acudiendo a una clínica hasta el otoño de ese mismo año. Aparte de algunos viajes a Estados Unidos, H.D. permaneció el resto de su vida en Suiza. A finales de los 50, volvió a recibir más tratamiento, esta vez bajo el psicoanalista Erich Heydt. A petición suya, escribió End to Torment, una memoria de su relación con Ezra Pound, el cual permitió que los poemas de Hilda's Book fueran incluidos en la publicación.
    Obras finales

    Durante esta última década, se dedicó a escribir una cantidad considerable de poesía; notablemente Helen in Egypt ("Elena en Egipto") (1952–54), una deconstrucción feminista de la épica, tan centrada en el hombre, la cual usa la obra Elena de Eurípides como base para una reinterpretación de la Guerra de Troya y, por extensión, la guerra en sí. Algunos críticos, incluyendo a Jeffrey Twitchell-Waas consideran esta obra como una respuesta a la obra de Pound Cantos, la cual ella admiraba.

    Los otros poemas de esta época son "Sagesse", "Winter Love" y "Hermetic Definition". Los tres fueron publicados póstumamente bajo el título colectivo Hermetic Definition (1972). "Hermetic Definition" (el poema) tiene como base su amor por un hombre 30 años más joven que ella y la línea 'Tan lenta es la rosa en abrirse' del "Canto 106" de Pound. Escribió "Sagesse" en la cama, tras haberse roto la cadera en una caída, esta obra sirve en cierta manera como una conclusión a Trilogy, al estar parcialmente escrito en la voz de una joven superviviente del bombardeo de Londres que se encuentra aterrorizada ante la posibilidad de una bomba atómica. "Winter Love" escrito junto a End to Torment usa a la Penélope de Homero como narradora para reinterpretar el material de la historia en forma poética. Por una temporada, se planteó añadirlo como un apéndice a Helen in Egypt.

    En 1960, H.D. estaba en EE. UU para recoger la medalla de la Academia Americana de las Artes y las Letras. Mientras volvía a Suiza, sufrió un infarto en julio de 1961 y murió un par de meses después en la Klinik Hirslanden de Zúrich. Sus cenizas fueron llevadas a Bethlehem, y enterradas en el panteón de la familia en el cementerio de Nisky Hill el 28 de octubre. El epitafio consiste en los siguientes versos de un poema de su primera etapa:

       So you may say,
       Greek flower; Greek ecstasy
       reclaims forever

       one who died
       following intricate song's
       lost measure.


       Puedes decir,
       Flor griega; El éxtasis griego
       Reclama para siempre

       A aquellos que murieron
       Siguiendo la medida perdida
       De intrincadas canciones.

    Legado

    El redescubrimiento de la obra de H.D. en los años 70 coincide y está impulsada por el surgimiento del feminismo y de la crítica literaria feminista que encuentra mucho que estudiar en el análisis de los papeles asignados a cada sexo, que tan típico es en las obras de H.D. Concretamente, estos críticos que trabajaban en desafiar la lengua inglesa estándar desde los entresijos de la literatura modernista, basándose en las obras de escritores como Pound, Eliot o James Joyce, restauraron en su posición la importancia de H.D. en la historia del movimiento.

    Su trabajo también ha servido recientemente como modelo para bastantes mujeres poetas que trabajan siguiendo la tradición modernista en la actualidad. Algunos ejemplos incluyen a Barbara Guest, Denise Levertov y a poetas del lenguaje como Susan Howe. Sin embargo, su influencia no se limita a mujeres, muchos otros, incluyendo al poeta Robert Duncan y Robert Creeley, han reconocido su deuda con ella.

    ( Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )


    *


    Algunos poemas de H.D., de su obra No caen las murallas (primera parte de Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa:


    4

    Alberga un hechizo, por ejemplo,
    cada concha de mar:

    constante, el embate del agua
    nada puede contra el coral,

    el hueso, la piedra, el  mármol
    labrados desde dentro por ese artesano,

    el habitante de la concha:
    ostra, almeja o molusco

    es el maestro escultor
    que trabaja el prodigio en piedra;

    pero ese ermitaño fláccido y amorfo
    que ahí mora, como el planeta,

    siente la finitud,
    limita la órbita

    de su ser, su casa,
    templo, ermita o santuario:

    abre los portales
    a intervalos fijos:

    urgido por el hambre
    se abre al flujo de la marea:

    ¿y el infinito? no,
    solo un poco de cada:

    siento mi propio límite,
    mi valvas se cierran en seco

    si el peso inabarcable del océano
    me invade: el agua infinita

    no puede romperme, huevo en mi concha;
    cerrada, completa, inmortal,

    un círculo perfecto, coozco la marea,
    su empuje y su calma

    tan bien como la luna;
    la oscuridad del pulpo

    nada puede contra
    su fría inmortalidad;

    así, a mi modo, sé
    que la ballena

    no puede dirigirme:
    resiste tu órbita pequeña, inmóvil,

    limitada, y del tiburón
    de la circunstancia externa

    te escupirán las fauces:
    sé indigerible, dura, avara,

    y así, en reclusión,
    engendra de ti misma,

    generosamente,
    esa valiosa perla.



    6

    En mí (la oruga), sin duda,
    no hay otra virtud que esta:

    la constancia; escapé de la tela de araña,
    la garra del ave, el pico rapaz,

    me aferré a una brizna de hierba,
    al revés de una hoja

    mientras el  vendaval
    la arrancaba de su tallo;

    ecapé y exploré
    el bosque de espino,

    me arrastró la lluvia
    por el valle de una hoja;

    me posó en la hierba,
    donde asta junto a asta engalanadas

    formaban entre sí una maraña
    de joyas engastadas

    de niebla,
    la de cada bandera en su asta:

    indiferente a la multiplicidad
    de tan vasta belleza,

    como vuestro gran ojo sombrío de Górgona
    no es capaz de enfocar

    ni calcular, saco provecho
    de cada calamidad;

    me abro paso;
    devorando hoja de vid y de morera,

    voy encontrando, parásita, alimento;
    cuando exclamáis con asco:

    un gusano en la hoja,
    un gusano en el suelo,

    un gusano en la espiga,
    continúo impenitente;

    porque sé que Dios, Nuestro  Señor,
    me será revelado cuando yo,

    la oruga laboriosa,
    haya tejido mi propio sudario.



    8

    Con los cuernos, el disco o la serpiente erguida
    revelamos nuestra condición:

    aunque estos, las dos plumas o el loto
    sean, nos decís, frívolo adorno

    del intelecto;
    los poetas somos inservibles,

    más que eso:
    nosotros, reliquias genuinas,

    portadoras del saber secreto,
    retazos vivientes

    de la banda que lleva el iniciado
    dentro de los santuarios

    no solo somos "in-útiles",
    somos "patéticos":

    esta es la nueva herejía;
    pero si ni siquiera entendéis lo que las palabras dicen,

    ¿cómo os atrevéis a juzgar
    lo que las palabras callan?

    con todo, revelan las antiguas escrituras
    que estamos de nuevo en el principio:

    os queda un largo camino por recorrer,
    caminad con cautela, dirigíos con respeto

    a quienes han completado el ciclo de la oruga,
    pero también antes fueron los dioses aplastados

    y los ídolos y su secreto guarda
    la misma palabra humana,

    el sueño banal
    o trivial; las insignias

    en la cresta de la garza,
    el lomo del áspid,

    los enigmas y escrituras pometen, como antaño,
    protección para el escriba;

    este precede al sacerdote,
    es nada menos que el segundo tras el Faraón.



    9

    Thot, Hermes, el estilo,
    la tablilla, el cálamo y la pluma perdurarán

    aunque formen nuestros libros una alfombra
    de humeante ceniza bajo los pies;

    y aunque ilustren los libros ardiendo
    el más perverso

    y el más mezquino gesto
    de la mezquina naturaleza del hombre,

    dadnos, dadnos libros,
    gritan otra vez,

    infolios, manuscritos o viejos pergaminos
    nos servirán de cartuchos;

    la ironía es una verdad amarga
    envuelta en exigua burla,

    y al nombre de Hatshepsut aún lo rodea
    lo que llaman el cartucho.



    10

    Mas nosotros luchamos por la vida,
    luchamos, dicen, para respirar,

    ¿y de qué nos sirven nuestros garabatos?
    esto - lo llevamos con nosotros

    más allá de la muerte: Mercurio, Hermes, Thot
    inventaron la escritura, las letras, la tablilla;

    las notas escogidas de la lira o la flauta
    sobre papiro o pergamino

    son mágicas, se hallan impresas
    en alguna parte de la atmósfera

    por siempre; recuerda, oh Espada,
    eres la hermana menor, la última en nacer,

    tu Triunfo, exultante hoy,
    terminará algún día,

    en el principio
    existía el Verbo.



    15

    Demasiado viejos para ser útiles
    (en edad y en experiencia,

    somos una sola raza)
    y no lo suficiente como para estar muertos,

    somos los custodios del secreto,
    los portadores, los hilanderos

    del hilo intangible y excelente
    que religa a la humanidad entera

    al saber del mundo clásico,
    a la antigüedad;

    nuestra dicha es única; son para nosotros
    uva, cuchillo, taza y espiga

    símbolos eternos,
    y cada objeto concreto

    posee un valor abstracto, intemporal
    en el sueño paralelo

    cuyo idéntico sigilo conocemos
    desde Nínive y Babel.



    20

    Ahora entiendo claramente
    que el  Espíritu Santo,

    enigma misterioso de la infancia,
    es el Sueño;

    esa vía de inspiración
    está siempre abierta,

    y abierta a todos;
    hace de mediador, de intérprete,

    del pasado los símbolos explica
    con imágenes de hoy,

    fusiona el futuro lejano
    con la más remota antigüedad,

    explica sin rodeos
    en la sencilla ecuación del sueño

    la más profunda filosofía,
    revela el secreto del alquimista

    y sigue al Mago
    en el desierto.



    23

    Llévame a casa
    donde los canales

    fluyen
    entre orillas de lirios:

    donde la garza
    tiene su nido:

    donde la mantis
    ora sobre el juncal:

    donde exclama el saltamontes:
    Amén, Amén, Amén.



    26

    ¿Cuál será nuestro fruto?
    ¿cuál la flor?

    ¿qué sabor poseemos?
    ¿qué específico cura-naciones

    alberga nuestra hoja? ¿bálsamo,
    albahaca? ¿o es nuestra

    la aguja, la hoja puntiaguda
    de la palma?

    ¿nacimos de isla o de oasis
    o fuimos plantados,

    sin fruto, a la orilla del sembrado,
    para esparcir la sombra

    sobre los recolectores
    en la canícula del mediodía?



    33

    Midamos la derrota
    en términos de pan y carne,

    y los continentes
    en la extensión relativa

    de los campos de trigo; no enseñemos
    lo que mal aprendimos

    y no nos benefició;
    no preparemos

    pócimas curativas a los muertos
    ni inventemos

    colores nuevos
    para ojos ciegos.



    39

    Hemos recibido demasiados dogmas
    y muy pocas garantías,

    demasiados: mas no se ha demostrado
    lo suficiente que esto, esto, esto

    es herejía: sé, y siento
    el significado que ocultan las palabras;

    son anagramas, criptogramas,
    pequeños estuches, adecuados

    para incubar mariposas...



    43

    Pero no caen las murallas,
    no entiendo por qué;

    hay un ssss-silbido,
    una nueva dimensión,

    desconocida del relámpago;
    estamos indefensos,

    polvo y pólvora anegan los pulmones,
    nuestros cuerpos chocan

    al cruzar las puertas desgoznadas,
    ceden los dinteles

    formando un aspa;
    caminamos sin descanso

    bajo un aire leve
    que se espesa en niebla cegadora,

    entonces nos apartamos
    sin demora, porque ni del aire

    podemos fiarnos,
    denso donde habría de ser fino

    y tenue
    donde las alas se separan y abren,

    y el éter
    pesa más que el suelo,

    y el suelo se comba
    como en un naufragio;

    no conocemos reglas
    por las que guiarnos,

    somos navegantes, exploradores
    de lo desconocido,

    lo no registrado;
    carecemos de mapa;

    quizá arribemos a puerto,
    a cielo.





    Algunos poemas de H.D., de su obra Tributo a los ángeles (segunda parte de Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa:


    1

    Hermes Trimegisto
    es patrón de los alquimistas:

    ingenioso, hábil y curioso,
    la mente es su reino;

    su metal el mercurio,
    oradores, ladrones y poetas sus clientes;

    por tanto roba, Oh Orador,
    y saquea, Oh Poeta,

    toma lo que la antigua iglesia
    encontró en la tumba de Mitra,

    vela, manuscrito y campana;
    toma lo que la nueva iglesia ha despreciado

    y destrozado;
    recoge los fragmentos del cristal roto

    y con tu fuego y aliento
    funde e integra,

    re-invoca, re-crea
    el ópalo, el ónix,  la obsidiana

    esparcidos ahora en fragmentos
    que los hombres pisotean.



    4

    No en nuestro tiempo, Oh Señor,
    se muda la espada en arado,

    no en nuestro tiempo, el cuchillo
    se sacia de vida y de sangre

    para podar la viña estéril;
    no hay para el espino hoja de parra,

    ni para la corona flor de vid;
    no en nuestro tiempo, Oh Rey,

    calma tu voz la tempestad
    otra vez rugiente.



    8

    Ve, lustra el crisol
    y en el cuenco destila

    una palabra bien amarga, marah,
    otra más amarga aún, mar,

    aguas saladas, divisorias, seductoras,
    fuente de vida, fuente de lágrimas;

    ve, lustra el crisol
    y enciende la mecha

    debajo, hasta que marah-mar
    semezclen y confundan

    y cambien y se alteren:
    mer, mere, mère, mater, Maia, María,

    Estrella del Mar,
    Madre.



    10

    En el surco arado
    el agua de lluvia

    mostraba los bordes astillados
    como un espejo roto,

    y en el cristal,
    como en una lanza pulimentada,

    la estrella Héspero brillaba,
    blanca, lejana y luminosa,

    incandescente y cercana,
    Venus, Afrodita, Astarté,

    estrella del este,
    estrella del oeste,

    Lucifer al alba,
    Héspero al crepúsculo.



    12

    Rápido, aviva la llama,
    Afrodita, santo nombre,

    Astarté, casco y mástil
    de barcos hundidos tu estrella perdieron,

    olvidaron la luz en el crepúsculo,
    olvidaron la oración al alba;

    vuelve, Oh santísima,
    Venus cuyo nombre se emparenta

    con venerar,
    venerador.



    18

    Para Uriel, no un templo
    sino cualquier lugar,

    los espacios abiertos y las plazas
    son fragantes;

    comienza como antaño el festival,
    con un zureo de paloma;

    para Uriel, no un templo
    sino los bosques sagrados del Amor,

    los que en Tiro y Tebas se secaron,
    florecen de nuevo en otra parte.



    24

    Cada hora, cada momento
    posee su propio ángel de la guarda;

    minuto a minuto, el tictac del reloj
    completa la órbita prescrita;

    mas esta curiosa perfección mecánica
    no debiera separar, sino unir

    nuestra vida, este eclipse momentáneo
    con aquella otra...



    25

    ... donde no hay necesidad
    de luna para resplandecer
    ,

    pues marcaba su tictac los minutos
    (el reloj sobre mi cabecera,

    la esfera débilmente iluminada)
    cuando llamó la Señora;

    yo charlaba distraída
    con amigos en la habitación contigua,

    cuando advertimos la entrada
    llena de luz - buscamos la puerta,

    no había puerta
    (era un sueño, claro está)

    y justo ahí estaba ella,
    en el rellano de la escalera.



    26

    Qué extraño, dijo uno de nosotros,
    está ahí de verdad,

    ¿por qué habrá venido?, me pregunto,
    otro dijo:

    ¿reside algún poder
    entre nosotros tres,

    una suerte de imán
    que atraiga lo sobrenatural?

    (aunque todo, convinimos,
    parecía natural);

    no sé qué dije yo
    o si dije algo siquiera,

    porque antes de poder hablar
    me di cuenta de que lo había soñado,

    de que estaba despierta en el lecho,
    de que la intensa luz

    era el rostro fosforescente
    de mi pequeño reloj,

    y el débil toque en la puerta
    era el tictac del reloj.



    27

    Con todo, de un modo intangible,
    más presente que nunca, ella estaba;

    como si, milagrosamente,
    se hubiera trasladado a nuestro tiempo,

    arte que precisa de pericia
    hasta en el huésped más avezado,

    porque no debemos olvidar
    que algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.



    29

    La hemos visto
    por todo el mundo:

    Nuestra Señora del Jilguero,
    Nuestra Señora de los Candelabros,

    Nuestra Señora del Granado,
    Nuestra Señora de la Silla,

    la hemos visto, emperatriz
    magnífica en pompa y gracia,

    y la hemos visto
    con una sola flor

    o junto a un ramillete,
    en un jarrón, de clavellinas;

    la hemos visto con el pelo
    recogido en redecilla,

    o el rostro recortado
    contra el velo azul y las estrellas;

    hemos visto su cabeza inclinada
    bajo el peso de una imperial corona,

    o también, grácil muchacha, la hemos visto
    envuelta en un halo dorado;

    la hemos visto con arco, palomas
    y un corazón como un amorcillo;

    vestida con delicadas sedas
    traídas de todo el Levante

    y adornada de perlas llegadas
    desde la ciudad de Constantino;

    hemos visto sus mangas
    de todos los tonos posibles,

    de damasco y ornamental brocado;
    cierto es

    que mucho la han mimado los pintores;
    cieto, ni una línea jamás erraron

    en su dulce movimiento de cabeza
    o en la fina sombra de los párpados bajos

    o entreabiertos; la encontráis
    (o encontrabais) por doquier,

    en claustros, museos, catedrales,
    subiendo las escaleras del palacio.



    35

    Debimos, entonces, de agradarle
    los que no repudiamos nuestra herencia

    junto a la tumba;
    debió de agradarle

    la dispersa compañía de pluma y pincel,
    que no negaron su legado;

    debimos de agradarle,
    pues con tanta bondad nos miraba

    bajo su lluvia de velos,
    y llevaba un libro.



    39

    Aunque más que el Ángel de la Guarda
    o un Espíritu propicio,

    del terror primigenio la otra cara
    de la moneda es ella;

    ella es la no temida, la no-combatida,
    mas no es la simbólica figura

    de paz, caridad, castidad, bondad,
    fe, esperanza, merced;

    no es la Justicia con los ojos
    vendados como los de Cupido;

    su simbólica pureza de paloma os aseguro,
    que su rostro era inocente e inmaculado

    os aseguro, y sus velos
    como los de la Esposa del Cordero,

    mas no estaba con ella el Cordero,
    ni como Esposo ni como Hijo;

    no estaba dividida su atención,
    somos nosotros su esposo y cordero;

    su libro es nuestro libro; escrito
    o no escrito, revelarán sus páginas

    la historia de un Pescador,
    la historia de uno o varios vasos,

    los mismos - diferentes - los mismos atributos,
    diferentes y, empero, los mismos de antaño.



    43

    Y el punto en el  espectro
    en que todas las luces se hacen una,

    es blanco, y el blanco no es el no-color
    como se nos enseña de pequeños,

    sino el pleno color;
    donde las llamas se mezclan

    y las alas se encuentran, donde el arco
    de la perfección tocamos,

    estamos satisfechos, contentos,
    comenzamos de nuevo;

    Yo, Juan, he visto. Yo atestiguo

    del arco iris las plumas, la entrada del cielo

    y las murallas pintadas,
    las columnatas de jaspe;

    pero cuando la joya
    se funde en el crisol,

    no encontramos cenizas, ni ceniza-de-rosa,
    ni un gran jarrón con un ramo de lirios,

    ni vas spirituale
    ni tampoco rosa mystica,

    sino un ramillete de clavellinas
    o un rostro como la rosa de la Navidad.

    ------------

    Esta es la floración de la vara,
    esta es la floración del calcinado leño,

    ante el que, Zadkiel, damos gracias
    pues de nuevo despertamos de la muerte y vivimos.


    Londres, 17-31 de mayo de 1944




    Algunos poemas de H.D., de su obra La floración de la vara (tercera parte de Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa:


    1

    Oh las relucientes vestiduras,
    los relucientes vestidos:

    no imaginéis Su rostro
    ni Sus manos,
    no imaginéis
    cómo nos situaremos
    ante Él;

    recordad la nieve
    sobre el Hermón;

    no miréis abajo
    donde la genciana azul

    refleja su forma geométrica
    sobre el témpano-de-hielo;

    no os dejéis impresionar
    por la geometría de la perfección

    porque incluso ahora
    el imponente estandarte

    deja en sombra la cabeza del puente;
    hemos mostrado

    que podemos resistir;
    hemos vencido

    la frustración, la rabia,
    el fuego amargo de la destrucción;

    atras dejemos las ciudades en llamas
    (hicimos cuanto pudimos),

    hemos dado hasta no tener más que dar;
    compasión, ay, más que amor, es lo que dimos;

    habiendo dado todo, todo abandonemos;
    la compasión sobre todo abandonemos

    y sigamos ascendiendo
    hacia el amor - resurrección.



    5

    Satisfecha, insatisfecha,
    saciada o en la inanición,

    esta es el ansia eterna,
    la desesperación, el afán de equilibrio

    en la variante eterna;
    comprendéis esa llamada apremiante,

    la exigencia de un momento dado,
    el deseo de gozar, el deseo de vivir,

    el deseo no solo de sobrevivir,
    el deseo de volar, de alcanzar metas,

    el deseo de reposo tras el largo vuelo;
    mas ¿quién conoce el ansia extrema

    de las otras - aves reales o quizá ya
    míticas - que buscan sin descanso

    hasta caer desde el punto más alto de la espiral
    o el centro más profundo de un círculo estrechándose?

    pues recuerdan, recuerdan, al girar o en suspensión,
    lo que fue una vez - recuerdan, recuerdan -

    no se desviarán - han conocido
    la gloria, el fruto que sacia - han vuelto:

    ¿y qué si las islas ya no existen? ¿si las aguas
    cubren las Hespérides? prefieren recordar,

    recordar los manzanos de oro; oh,
    no las compadezcáis al verlas caer una tras otra,

    porque exhaustas, inertes, ciegas se abaten,
    si bien en manifiesto arrobo,

    porque suya es el hambre
    del Paraíso.



    6

    Así, antes quisiera ahogarme recordando,
    que tostarme en atolones tropicales

    en los mares de coral; antes ahogarme
    recordando, que posarme en rama de abeto o pino,

    allí donde derraman las grandes estrellas
    su fuerza nutricia, Arturo

    o los zafiros de la Corona Boreal;
    antes batir mi ala en el viento, gritando a las otras:

    vuestro girar es tan absurdo,
    tan fútil vuestro revoloteo

    en derredor - sin fundamento
    valáis - yo busco el cielo;

    sin la visión voláis,
    yo veo ante mí y tras de mí,

    lo que dicen los hombres no es - yo recuerdo,
    recuerdo, recuerdo - vosotras habéis olvidado:

    creéis, sin haber completado la mitad,
    que ha terminado vuestro ciclo,

    mas vuestro obstinado girar repetís - otra vez, otra vez, otra vez;
    otra vez el acero afilado en la piedra;

    otra vez de calavera la pirámide;
    de los muertos me compadecí,

    oh blasfemia, la piedad es una piedra en el pan,
    solo el amor es santo y el éxtasis de amor

    que gira y gira y gira en torno a un centro
    temerario, tenaz, ciego a la realidad,

    que sabe que aquí están las islas de los Bienaventuraos
    pues aguas inmensas no podrán apagar el fuego del amor.



    8

    Estoy llena de gozo,
    la primera o la última

    de un rebaño o un enjambre soy;
    estoy llena de mosto;

    llevo la marca de una palabra,
    de un leño ardido,

    extraído de ascua incandescente,
    sin cortes, sin huellas del acero;

    soy la primera o la última en renunciar
    al hierro, al acero y al metal;

    he andado hacia delante,
    he andado hacia atrás,

    he avanzado desde el bronce y el hierro
    hasta la Edad de Oro.



    9

    No soy fantasía poética
    sino una realidad biológica,

    un hecho: una entidad
    como ave, insecto, planta

    o célula de un alga;
    vivo; estoy viva;

    cuidado: ignoradme,
    negadme, no me reconozcáis,

    evitadme; porque esta realidad
    - éxtasis - es contagiosa.



    15

    Ella dijo, he oído hablar de ti;
    con irónica reverencia, él murmuró irónico:

    no he tenido el placer,
    fija ya la mirada en la puerta entreabierta;

    ella comprendió; de nuevo la desairaba,
    pero cerró a propósito la puerta;

    ahí se plantó, apoyando la espalda
    en la puerta; extendió los brazos,

    otra barrera más,
    y su chal se deslizó hasta el suelo;

    su rostro era muy blanco,
    los ojos más grandes y oscuros

    que muchos cuya hondura luminosa
    a un sinfín de poetas inspiraran;

    ¿los ojos? a muchas mujeres conocía él;
    era el cabello - libre y abundante;

    su permanencia allí, sin velo,
    en la casa de un extraño, era indecente.



    16

    Soy María, dijo, de una ciudad-torre,
    por lo menos un tiempo hubo una torre,

    pues Magdala es una torre;
    Magdala está en la costa;

    soy María, dijo, de Magdala,
    soy María, dijo, una gran torre,

    por mi voluntad y mi poder,
    María será mirra;

    soy María - oh, hay muchas Marías,
    (pero yo soy Mara, amarga), seré María-mirra;

    soy aquel árbol de mirra de los gentiles,
    los paganos; hay idólatras,

    hasta en frigia y Capadocia,
    que ante dioses mutilados se arrodillan

    y queman incienso a la Madre de las Mutilaciones,
    a Atis-Adonis-Tammuz y su madre, que era mirra;

    una mujer afligida
    que tuvo un hijo en pecado;

    lloró amargamente hasta que un dios pagano
    la convirtió en árbol de mirra;

    soy María, lloraré amargamente,
    amargamente... amargamente.



    19

    Soy María, la flor de incienso del árbol del incienso,
    con mi plegaria y mis lágrimas, yo misma me convertiré en mirra;

    soy María y si me disuelvo
    seré una torre...
    Señor, le dijo,

    no necesito pan ni vino,
    ni ninguna otra cosa que podáis ofrecerme,

    y se anudó el chal muy digna,
    dio la vuelta y levantó el pestillo.



    19

    El caso es que está escrito exactamente
    la casa se llenó del olor del ungüento;

    eso fue después y no en tan pequeña casa,
    quizá ya fragante de ramas y guirnaldas,

    pues era aquello un banquete, una fiesta;
    todo lleno de risas y de gran alegría,

    aunque Judas Iscariote torciera la boca
    mascullando Extravagante entre dientes

    porque el perfume de nardo, si bien no muy intenso,
    tenía esa esencia sutil, indefinible

    que dura mucho y cuesta más;
    Judas susurró algo a su vecino

    y luego empezó a hablarse de los pobres;
    pero María, sentada en el suelo,

    como un niño en una fiesta, no prestaba atención;
    se afanaba des-haciendo con soltura

    las trenzas largas y compactas
    de su extraordinaria melena.



    22

    Y Simón, el anfitrión, pensó:
    no se puede seguir consintiendo;

    algo parecido había visto
    en una imagen pagana

    o en la puerta de piedra labrada
    de algún templo marino prohibido;

    era la criatura
    así representada,

    sentada en la orilla o sobre roca,
    llamada Sirena,

    ninfa-del-mar, nereida;
    dicen de ella que cantaba,

    que El-canto-de-sirena era mortal,
    que la estela del cabello precedía a los naufragios;

    no ha sido invitada,
    se inclinó a susurrar

    al oído de su Huésped,
    no la conozco.



    27

    Y Gaspar (pues sin duda era Gaspar el mercader)
    al principio no la reconoció;

    era frágil, delgada, no llevaba pulseras
    ni ningún otro adorno, y con el chal

    envolviendo su cabeza y sus hombros
    no se hacía notar, no parecía

    una sirvienta llevando un recado, sino alguien
    de confianza, de parte de una gran dama;

    la discreción en persona
    con su túnica oscura y su tocado;

    Gaspar no la reconoció
    hasta que el chal se le cayó al suelo,

    y reconoció entonces no solo a María
    tal como decían las estrellas (Venus en ascendente

    o Venus en conjunción con Júpiter
    o comoquiera que él llamase a estos fuegos errantes),

    sino que, cuando vio la luz de su cabello
    igual que luna llena sobre un río perdido,

    Gaspar
    recordó.



    30

    Al agacharse a coger el chal lo vio,
    y al levantarse, en ese medio-segundo,

    vio la mancha de luz
    como una grieta en la tercera joya

    de la derecha, en la segunda diadema,
    una semilla, grieta o mancha de luz,

    y en ese punto de sombra,
    estaba todo el secreto del misterio;

    literalmente, al rozar casi su mano la de ella,
    y mientras le tendía el chal,

    la mancha, grieta, semilla o grano
    se abrió como una flor.



    31

    Y la flor, contenida
    en esa minúscula semilla o grano

    se abrió en círculo pétalo por pétalo,
    y cada pétalo estaba separado

    y al mismo tiempo unido, de algún modo,
    por una fuerza de atracción

    a su centro dinámico;
    y siguió ensanchando el círculo

    y supo que seguiría abriéndose
    hasta el infinito;

    pero antes de perderse
    por completo fuera del tiempo,

    vio las islas de los Bienaventurados,
    vio las Hespérides,

    vio los círculos y círculos de islas
    en torno a la Atlántida, la isla-centro perdida;

    vio que la leyenda sacrosanta
    transmitida aún existía,

    vio las tierras de los bienaventurados,
    las tierras prometidas, perdidas;

    en aquel medio-segundo vio
    la evolución entera

    de nuestra y su civilización en esta,
    su y nuestra tierra, antes de Adán.



    36

    Y la nieve cayó sobre el Hermón,
    el lugar de la Transfiguración,

    y la nieve cayó sobre el Hebrón,
    donde anémonas florecieron la pasada primavera,

    cuya rosa, escarlata, azul y rojo
    Él comparó con la túnica de un rey,

    mas ni Salomón, Él dijo,
    se vistió como una de ellas;

    y la nieve cayó en los almendros
    y coronó las moreras

    igual que la cabaña de un pastor o un guardabosques
    en las colinas del Líbano,

    y la nieve cayó
    en silencio... en silencio...



    43

    Mas ella habló, así que la miró,
    era tímida, sencilla y joven;

    dijo: Señor, qué magnífica la fragancia,
    como de todas las cosas juntas en flor;

    mas Gaspar sabia que el sello del vaso estaba intacto;
    no sabía si ella sabía

    que la fragancia emanaba del manojo de mirra
    que ella misma estrechaba en sus brazos.

    Londres, 18-31 de diciembr de 1944


    H.D., Trilogía), Lumen, 2008, en traducción de Natalia Carbajosa.




    Última edición por Pedro Casas Serra el Lun 15 Ago 2022, 05:23, editado 1 vez


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    H.D. (Hilda Doolittle) (1886-1961) Empty Re: H.D. (Hilda Doolittle) (1886-1961)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 15 Ago 2022, 04:04

    Reconozco que es imposible seguir todas las exposiciones. Pero he leido los dos poemas de Hilda que has puesto en NO A LA GUERRA y me han gustado mucho. Así pues, te doy las gracias por partida doble.

    Abrazo.


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    H.D. (Hilda Doolittle) (1886-1961) Empty Re: H.D. (Hilda Doolittle) (1886-1961)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 15 Ago 2022, 04:57

    Gracias a ti, Pascual, por tu interés.

    Un abrazo.
    Pedro


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 15 Ago 2022, 05:55

    .


    Algunos poemas de H.D. de su obra Helena en Egipto, Igitur, 2007, en traducción de Alfredo Martínez:


    Palinodia, Libro Uno, 8

    Ella tiene miedo, también. Así que necesita esta protección. Ha intentado ocultar su identidad con mofa, "soy una mujer de placer". Sabe lo que los griegos piensan de ella, y aquí está Grecia encarnada, el héroe-dios; náufrago cierto; sin embargo, aunque herido, porta consigo la amenaza de la autocracia. Ella ha perdido la casta. El aún es Aquiles. ¿O quién es ella? Ella dice que la Helena sobre las murallas era un fantasma. Entonces, ¿qué es esta Helena? ¿Son ambas fantasmas? Y si está convencida de ello, ¿por qué suplica a la llama que Aquiles enciende "déjame amarle, como Tetis, su madre"? ¿Tiene miedo de perder incluso su identidad fantasmal? ¿Y qué? Tetis - Isis - Afrodita - no fue culpa suya.
    ....Oh, no, pero ella será acusada eternamente por ello y lo presiente. Ennegrecerá su rostro como la profética
    femme noire de la antigüedad. Pero no funciona. Aquiles está aquí para acusarla. ¿Por qué? Hemos de acusar a alguien. Hécate, una bruja, un buitre, y finalmente, como si él hubiera agotado su ordinaria invectiva, la tacha dejeroglífico. Esto es casi divertido, ella debe detenerle, él es después de todo el hijo de una diosa del mar. Ella ha llamado a Isis, la Afrodita egipcia, la causa primordial de toda la locura. Pero hay otra nacida del mar más cerca, su propia madre. De nuevo, piensa en ella y recuerda a Aquiles su origen divino. "Oh, hijo de Tetis." Es suficiente. ¿Se puede hacer callar a un fantasma? Él lo intenta. El final es inevitable.

    ¿Cómo podría ocultar mis ojos?
    ¿cómo podría velar mi faz?
    ¿con ceniza o carboncillo de las ascuas?

    saqué una vara ennegrecida,
    pero él me la arrancó,
    la arrojó,

    "¿qué encantamiento es este?
    ¿qué arte ejercitarás con un haz de leña?
    ¿eres Hécate? ¿eres una bruja?

    ¿un buitre, un jeroglífico,
    el signo o el nombre de una diosa?
    ¿qué tipo de diosa es este?

    ¿dónde estamos, quién eres?
    ¿dónde se halla esta costa desolada?
    ¿quién soy? ¿soy un fantasma?"

    "estás vivo, oh, hijo de Tetis,
    como nunca lo has estado."
    entonces me agarró de la muñeca,

    "Helena, maldición de Grecia,
    te vi sobre las murallas,
    ningún arte queda bajo tu poder,

    robaste los elegidos, la flor
    del tiempo todo, de la historia toda,
    mis hijos, mis legiones;

    por ti se quemaron las naves,
    oh maldita, oh envidiosa Isis,
    tú, tú, buitre, jeroglífico";

    "a Zeus pongo por testigo", dije,
    "que fue él, Amón soñó toda esta
    fantasmagoría de Troya,

    fue un sueño y una fantasía";
    Oh Tetis, Oh madre-mar,
    rogué mientras me agarraba el cuello

    con el acero despiadado de sus dedos,
    déjame libre, déjame olvidar,
    déjame perderme...........


    Oh Tetis, Oh madre-mar, rogué bajo su capa,
    déjame recordar, déjame recordar,
    pra siempre, esta Estrella en la noche.




    Palinodia, Libro Dos, 8

    Siendo Helena de Troya, haya o no caminado sobre las murallas, rechaza el conocimiento. Que los muros del templo florezcan con "el indescifrable manuscrito de Amón." "No es necesario "leer" el acertijo. El patrón es suficiente y es bello.

    ¿Es el Hado inexorable?
    ¿lo decreta Zeus, para siempre,
    que el Amor nazca de la Guerra?

    Oh, Eros de las alas flamígeras,
    Oh, Orus de las plumas doradas,
    que mi corazón se llene de paz,

    dejadme que le traiga a este lugar;
    solo, ¿camina por la playa,
    se pregunta por las estrellas errantes,

    balanceándose como delante del mástil,
    "la estación es diferente,
    estamos lejos de - de -"

    qué congoja, qué insaciable
    dolor, ardiendo en sus tendones,
    cuando recuerda la flecha

    que robó la Inmortalidad
    y le hizo Mortal;
    que la búsqueda imperiosa de Helena

    por este templo, para resolver el acertijo
    escrito sobre las Murallas,
    se deshaga, como el manto de una sacerdotisa;

    ninguna sacerdotisa lo llama a mí,
    no lo pregunta ni quiero saber
    cuál es o deja de ser la respuesta,

    ya se atreva con las profundidades del infierno como Orfeo,
    ya desafie el carro del sol como Faetón,
    ya robe, como Prometeo robó,

    el conocimiento prohibido a los cielos,
    ya rompa la ley,
    (perdóname, oh Zeus, dador de leyes),

    ya convierta como Circe convirtió
    a los hombres en cerdos;
    ya desobedezca su poder,

    mientras las mujeres caen, barridas
    por la guadaña de su segura mirada;
    ya ría mientras caen;

    ya encuentre, aquí y allá,
    una muchacha para mudar de placer,
    cuando cansado tras la refriega

    su elegida duerma en sus tiendas;
    ya robe aquí y allá un niño,
    aquí y allá, donde sea,

    atrayendo a la juventud a la batalla;
    ya engañe, mienta -
    (¿era valiente? ¿un inmortal

    desafiando la mortalidad?) -
    ya arrase una ciudad,
    una mujer, o se ponga una corona

    que no ganó por méritos -
    sacó como saca un imán
    el mineral de la piedra?

    ¿el oro de la escoria?
    ¿la muerte de la vida?
    ¿era inevitable la Guerra?

    Amón-Zeus, déjame no preguntar
    sino buscarle y conocer el Sol,
    oculto tras el sol de nuestro día visible.



    Palinodia, Libro Tres, 8

    Pero Helena todavía quiere "una respuesta clara". Intuye que Aquiles se la puede dar. Pero retrasa el momento de hacerle directamente la pregunta que le informará de todo. Cuando  lo hace, es dando un rodeo. Ella sabe que su nombre er Helena, en Esparta, en Grecia. Pero quiere sber de la otra, la que "caminaba sobre las murallas". No le pregunta directamente a Aquiles si reconoce en ella a la Helena de su primera acusación "te he visto sobre las murallas". ¿Es acaso esta Helena aquella Helena? Aquiles parece excusarse de mala gana por su grosería, "estaba asustado". Quien no lo estaría al encontrarse de súbito con la causa primera "de todo tiempo, de toda historia". ¿Destino, Muerte, Reintegración, Resurrección? ¿Qué era ella entonces, si, en efecto, estaba allí, en Troya? Su respuesta es inequívoca y definitiva, "una fuente de agua en aquel desierto... moríamos de sed".

    "¿Estabas envelesada en tu oración?"
    "no, Aquiles, quería una respuesta clara
    a tu pregunta;"

    "¿mi pregunta?"
    "cómo era el sueño;"
    "yo te pregunté cómo era el velo;

    los caminos de la mar se interponen
    entre la respuesta y tú;"
    "me llamaste Helena;"

    "ese era tu nombre;"
    "¿era mi nombre?"
    "en Esparta, en Grecia;"

    "¿y caminaba sobre las murallas?"
    "aún te puedo ver, una bruma
    o una fuente de agua

    en aquel desierto; moríamos de sed;"
    "pero tú nunca pronunciaste mi nombre
    hasta que me llamaste..."

    "sssshh... basta...
    tenía miedo del mal,
    en un lugar maligno".



    Palinodia, Libro Cuatro, 8

    Así parece. Se puede pensar que el mismo Aquiles pierde estatura con las excusas. ¿Puede excusarse? ¿O está negociando, tratando en cierto sentido de ganar tiempo? Ahora, superficialmente parecen aceptar el mal menor. En realidad, ambos están ocupados con el pensamiento de la reconstrucción, él en "retomar la costa donde se encuentra la isla de Faros", ella en establecer o restablecer los antiguos Misterios.

    No... pronuncié malvadas palabras,
    olvídalas, no las repitas;
    solo contesta a mi pregunta,

    ¿cómo es que Helena en Egipto
    y Helena sobre las murallas
    están juntas y sin embargo separadas?

    ¿cómo se han cruzado los caminos?
    ¿cómo se han cruzado los círculos?
    ¿cómo expresar o cómo encuadrar el problema?

    Yo, también, me lo pregunto y me lo planteo
    aunque no estoy embelesado
    como tú en este templo de Amón,

    y raramente estoy aquí;
    mientras trabajo para retomar la costa
    donde se encuentra la isla de Faros,

    pide al oráculo que revele,
    Helena, cómo fue el sueño,
    cómo era el velo de Citerea.



    Palinodia, Libro Cinco, 8

    Helena compara a Clitemnestra y a Ifigenia con "un cisne y un cisne joven". La divinidad de ambas es más fuerte que todas las fuerzas materiales reunidas contra ellas. Deben olvidar la guerra y sus consecuencias (pero no, esto está totalmente sin resolver). Sin guerra, no habría habido Aquiles ni "Estrella en la noche".

    Has visto alguna vez un cisne,
    cuando amenazas su nido -
    dos cisnes, pero ella estaba sola,

    ella que nunca estaba sola;
    las alas de un cisne furioso
    pueden circundar la tierra,

    pueden llevar a los demonios
    de nuevo al Tártaro,
    pueden medir el cielo en su envergadura;

    un cisne y un cisne joven
    eran más fuertes que todos los ejércitos,
    en formación sobre las barrancas

    y las colinas de Áulide;
    ella había nacido de un Cisne,
    y yo y nuestros hermanos,

    somos hijos de Zeus;
    he de esperar, he de volver a preguntarme
    sobre el destino que me ha traído aquí;

    con seguridad, ella debe olvidar,
    ella debe olvidar el pasado,
    y yo debo olvidar a Aquiles...

    -----------------

    ... pero nunca la brasa
    nacida de este extraño ataque,
    nunca su enfado,

    nunca el fuego,
    nunca el brasero,
    nunca la Estrella en la noche.



    Palinodia, Libro Seis, 8

    Pero incluso ahora no es suficiente. Ella parece haberse identificado con su propia hija, Hermíone, con la hija de su hermana, Ifigenia, y con Clitemnestra, su hermana gemela, "una rama, una raíz en lo oscuro". Ahora ella parece equiparar a Orestes, el hijo de su hermana, con Aquiles. Ella había dicho de Aquiles: "deja que le ame, como Tetis a su madre". Ahora de Orestes, "¿ha encontrado a su madre?, ¿la encontrará alguna vez?, ¿puedo ocupar yo su lugar?" Recrea toda la trágica escena. Helena es el drama griego. De nuevo, ella misma es la escritura.

    Hermíone e Ifigenia
    están protegidas,
    no necesitan ayuda;

    pero ¿y Orestes,
    el hijo de mi hermana, mi hijo,
    a expensas del Destino,

    perseguido por las Furias?
    ¿ha encontrado a su madre?
    ¿la encontrará alguna vez?

    ¿puedo ocupar yo su lugar?
    esperaré pero no indefinidamente;
    oraré junto al lago sagrado;

    Aquiles me encontrará allí,
    donde flor sobre flor, sagradas,
    esperan la venida de la Luz;

    observaré y me maravillaré,
    perdida en un éxtasis,
    esperando el Milagro,

    el beneficioso peso del Sol
    abriendo, revelando cada estrella...
    nenúfar a nenúfar.



    Palinodia, Libro Siete, 8

    ¿El Sueño? ¿El Velo? Obviamente, Helena ha caminado en el tiempo a otra dimensión. Pero los símbolos intemporales, hieráticos pueden ser comparados con símbolos temporales. Helena misma se había dado cuenta de esto, en su primer encuentro con Aquiles, "la forma de este pájaro es su letra, la llaman jeroglífico". Hay otros jeroglíficos, Tetis le ha recordado, un saltamontes, un pez volador, un pulpo - estos son símbolos griegos de una diosa griega de los mares- "Helena, vuelve a casa".

    No trates de despertar a los muertos;
    el ejército incomparable
    con Helena y Aquiles

    no están muertos, ni perdidos;
    las islas son benéficas (no lejanas),
    Pafos, las Cícladas;

    una simple concha en espiral puede contar
    una historia más antigua
    que estos misterios;

    enfrentarse a los mares desconocidos,
    Aquiles espera, y la vida;
    más allá de estos pilones y de estas puertas,

    está la magia del viento, el temporal;
    el misterio de un árbol del bosque
    que susurra sus secretos sobre Citerón,

    tiene un significado más sutil
    que esta piedra escrita
    o las hojas del papiro;

    que el éxtasis rija
    y la arena espumosa,
    y el viento y el granizo,

    la lluvia, el aguanieve y la nieve apabullante
    que se eleva y cae,
    oculta, revela,

    (el real
    y el velo aparente),
    Helena, vuelve a casa.




    Leuké (L'isle blanche), Libro Uno, 8

    Ahora Paris nos recordaría su vida anterior como pastor y "cazador de lobos". Fue su llamada a Troya (tras años de destierro y olvido) como Príncipe, inferior tan solo al gran Héctor, la que había causado su muerte. "La muerte habita en la ciudad", nos dice. No parece culpar a Helena de su muerte.

    Aprende de mí (este es Paris) -
    abandona los obeliscos y las ciudades,
    las torres y los baluartes;

    Salvador es el nombre de mi dardo,
    los pastores de Ida me llamaron
    defensor y protector, cazador de lobos;

    desenvainé mi fuste,
    mas bien un asta amarrada a un cuchillo de caza;
    Ave, Salvador, adiós,

    (conocían la plaga),
    la Muerte te espera
    estaba en la despedida del pastor,

    la Muerte habita en la ciudad
    susurró el saludo,
    advirtió el  adiós.



    Leuké (L'isle blanche), Libro Dos, 8

    Ella, dice él, murió, eso es todo lo que hay. Se encuentran aquí en Leuké. Hay un misterio pero ocurre todo el tiempo. No hay nada nuevo. Un árbol que es derribado o arruinado por la escarcha florece otra vez... "ahora está oscuro en Leuké".

    Soy el primero en toda la historia
    en decir: ella murió, murió, murió
    cuando cayeron las Murallas;

    ¿qué misterio hay más sutil que este?
    ¿qué embrujo hay más potente?
    vi la granada,

    arruinada por el invierno,
    vi la granada en flor
    y la fruta hendida en la rama del verano;

    espero un milagro tan simple,
    tan inevitable como este...
    ahora está oscuro en Leuké.



    Leuké (L'isle blanche), Libro Tres, 8

    Helena aparece "con el velo roto". Cuando Afrodita se le había aparecido en su delirio, Paris había dicho: "una prenda hecha jirones, doblada sobre mi rodilla, mientras ella se inclinaba sobre mí. Ahora la prenda de Helena, "velo", está "roto". ¿Es la prenda de la aparición sinónimo del "velo" de Helena? ¿Es la "prenda hecha jirones" en ambos casos, un símbolo? Paris ha aceptado y debe aceptar, "una prenda hecha jirones", o una manifestación incompleta o parcial de la visión, pero Helena estaba melosa y elegante, su "vestido la protegía", mientras ella "descendía de la proa pintada". Él dice, "tu sandalia brillaba como la plata, por ello te conocí, te habría conocido en cualquier lugar". Pero ahora, ella ha adoptado los atributos de otra. Cierto, Paris se había referido a sí mismo y a Helena como "Adonis y Citerea". Pero ahora se vuelve a ella, "¿te atreves a imitarla a Ella?" Helena le está abandonando. Sentimos que ha renunciado, con sus "sandalias de plata", a toda reivindicación sobre el mundo y su pasada afiliación a él. Camina, "descalza hacia la puerta".

    ¿Fue su poder tan nimio que te atreves
    a aparecer ahí ante mí,
    con la ropa hecha jirones, con el velo roto?

    estabas melosa al anochecer,
    mientras descendías de la proa pintada
    hacia la hilera de remeros,

    tu sandalia brillaba como la plata;
    por eso te conocí
    te habría conocido en cualquier lugar;

    estabas melosa pero no simple,
    tu vestido te protegía
    como una imagen en Egipto;

    ¿cuánto llevamos aquí?
    si recordé a Enone,
    nombré a otra; ¿eres tú esa otra

    o te atreves a imitarla a Ella?
    tú que estabas melosa y tranquila,
    con sandalias de plata,ahora caminas

    descalza hacia la puerta;
    detente; dilúyete en la nada;
    rompe el encanto;

    disuélvete como el fuego;
    no repitas
    el gesto inimitable de Afrodita.




    Leuké (L'isle blanche), Libro Cuatro, 8

    Teseo percibe el peligro para Helena de recapitular su propia apoteosis. "Una cosa es, Helena, vencer a la Muerte, otra cosa regresar. Ella ha regresado, ha hablado de Paris como Eros-Adonis "qué escarlata, qué morado, qué fuego", Teseo exclama. Pero Helena le contradice, el fuego es "más brillante que el sol del mediodía, pero más blanco que la escarcha". De nuevo, he aquí el "destello en los cielos al mediodía que ciega el sol". Teseo se percata de que "todo era un sueño hasta el regreso de Aquiles", pero quisiera recordar, revitalizar y reanimar a Helena. "Incluso un Espíritu ama la risa, ¿reías tú con Aquiles? No".

    ¿Qué flor de las lánguidas aguas?
    el nenúfar, dices;
    qué flor con una corona de oro

    o un corazón o alma o cintura,
    una flor dentro de una flor;
    qué escarlata, qué morado, qué fuego

    de rosa y de brillante ciclamen;
    ninguno, ninguno de esos, dices,
    sino más brillante que el sol,

    más brillante que el sol del mediodía,
    pero más blanco que la escarcha,
    más blanco que la nieve,

    más blanco que el blanco banco de arena
    que reposa como conchas del fondo,
    polvo de conchas -

    - polvo de cráneos, digo;
    qué belleza, qué éxtasis, qué peligro,
    una incertidumbre insoportable,

    demasiado alta la flecha, demasiado tenso el arco,
    incluso un Espíritu ama la risa,
    ¿reías tú con Aquiles? No.



    Leuké (L'isle blanche), Libro Cinco, 8

    Es una voz heroica, la voz de Helena de Esparta. Los amores de Aquiles, los amores de Helena de Troya parecen efímeros y triviales junto a su apasionada devoción y dedicación a "la furia del mar, el trueno de la batalla, gritando, y a las Murallas".

    Teseo, padre-dios, ¿que hay de esa
    y de aquella otra, de los que hablas,
    los amores de Aquiles?

    ¿me importa? ya no me importaba
    ni tampoco a él le importaba
    cuando me encontró;

    oh, el oleaje del mar,
    oh, la marejada,
    oh, el poderoso impulso

    de la proa de roble,
    el crujido de las vigas de roble,
    el balanceo del mástil,

    era solo un barco pequeño, el último,
    (sí, lo llamabamos carabela),
    pero era una Nave para todos;

    ¿viajaban con él los Espíritus?
    ¿o habían venido antes?
    pero escucha - no importa,

    ellos, a Aquiles y a mí
    ya no nos importaban;
    oh, la furia del mar,

    el trueno de la batalla,
    gritando, y las Murallas
    y las flechas; oh, la belleza de las flechas

    todas poirtando acabamiento, liberación;
    ¿amo la Guerra?
    ¿soy Helena?



    Leuké (L'isle blanche), Libro Seis, 8

    Y Helena comprende, si bien no sabemos exactamente qué es lo que comprende. Para ella, "todo es muy sencillo". Dice: "había oscuridad, Aquiles y la guerra, había luz con el Argo, la búsqueda".

    Isis, sí Cipris, el ciprés,
    la Tumba de Amor,
    la tumba del Amor;

    sí - rompe, el fuego,
    hace añicos el blanco mármol;
    lo veo, de pronto lo veo todo,

    la Concha, la Tumba, el Cristal,
    Tindáreo, mi padre terrenal, y Zeus
    o Amón-Zeus en el cielo,

    y yo soy solo una hija;
    no, no, no soy una madre,
    que Cipris tenga a Amor,

    que Isis tenga a Horus,
    que Leda tenga a Zeus,
    y Hécuba, a Príamo,

    y Hécuba, a Paris,
    y Yocasta, a Edipo,
    y Yocasta, a Antígona;

    ¿la Esfinge? está suficientemente claro;
    el cristal de nieve refleja
    los siete arcos,

    (¿cómo se han encontrado los arcos?)
    había oscuridad,
    Aquiles y la guerra,

    había luz
    con el Argo, la Búsqueda;
    ¿reconciliar? ¿reconciliar?

    ¿día, noche, malo, bueno?
    no hay por qué resolver el acertijo,
    es muy sencillo.




    Leuké (L'isle blanche), Libro Siete, 8

    Y ahora hay una oración, una oración dirigida al héroe-rey Teseo ("oh, padre-dios"), en lugar de aquella más distante abstracción del principio, "Amón, padre de todas las cosas". La pregaria tendrá su respuesta, Helena lo sabe. Es una simple oración por Aquiles: "que encuentre el camino".

    Hay una oración,
    que encuentre el camino;
    oh, padre-dios, acércate,

    ayúdame a empujar el barco,
    debe navegar lejos, lejos;
    ayúdame, Capitán del Argo,

    a volver a reunir la multitud,
    para que ninguno de los héroes se pierda,
    enséñame a recordar,

    (hay una plegaria,
    que encuentre el camino),
    enséñame a no recordar.




    Eidolon, Libro Uno, 8

    Helena parece despertar - ¿esto fue un sueño, un delirio? Ha estado tumbada donde Teseo la dejó, "todo es como era antes". Pero está sola, aunque ella sabe que "Teseo vendrá si le llamo". ¿Está oscura la estancia? Despierta a una confusión de imágenes, "un catafalco, unas andas, otra vez un templo". ¿Fue en vano todo su esfuerzo? Alguien la ha engañado, "el manuscrito era una trampa". ¿Dónde se halla? ¿En "una tumba; un pequeño cuarto"? Su corazón y su cabeza están angustiados por igual. Pero ahora recuerda "cómo salió dando traspiés de la nieve". Sí, ha "vuelto a casa".

    No veo a Aquiles,
    Paris está lejos, lejos -
    fue un sueño, un catafalco, unas andas,

    otra vez un templo, corredores infinitos,
    una voz para seducir, una voz para proclamar,
    el manuscrito era una trampa;

    un nombre de incienso,
    no puedo recordar,
    ¿sandarac? ¿sándalo?

    mi corazón palpitando,
    mi cabeza encerrada en un anillo, en una banda,
    alguien definido como cristal,

    y una tumba: ¿un cuarto pequeño?
    una candela, una vela, entonces
    una llamarada esplendorosa, una marca

    que arde en largos vestíbulos,
    encontraríamos de nuevo la felicidad;
    pero él nos injurió - ¿quién? ¿quién?

    me pregunté a mí misma quién dijo esto,
    quién habló (si acaso), quién contestó;
    ¿fue Paris el que desafió el beso

    que le engendró él mismo?
    un nombre del que se predijo
    que traería la ruina - ¿ruina?

    soy yo, Helena, la que recibió la culpa;
    ¿qué fuego sobre Troya?
    no, es solo el pálido resplandor

    del brasero; recuerdo
    que salí dando traspiés de la nieve;
    me senté aquí, me tumbé aquí,

    y todo es como era antes;
    Teseo vendrá si le llamo;
    ¿qué fuego sobre Troya? ¿alguna vez estuve allí?



    Eidolon, Libro Dos, 8

    Ahora solo hay una canción y preguntas retóricas que ya han sido contestadas.

    ¿Falló la cuerda del arpa,
    o se inclinó la balanza
    con la Justicia eterna?

    ¿era un velo al viento
    un mensaje, un signo
    de que la espera había terminado?

    ¿siete años? decían que fueron diez;
    me detuve al comienzo de la escalera,
    la famosa escalera de caracol,

    y oí los gritos
    pero no me importaron,
    pues Aquiles estaba muerto;

    ¿cómo forzaron la puerta?
    ¿cómo incendiaron las Torres?
    para mí eso nada era

    ¿quién había esperado los años interminables,
    fueron siete años?
    ¿fue un día?

    una flecha salió de la puerta
    y Paris viró bruscamente, pero yo me había ido
    antes de que Paris cayera;

    ¿falló la cuerda del arpa?
    ¿era nulo el poder de Afrodita
    después de todo?



    Eidolon, Libro Tres, 8

    "Así que ella al final hizo trampa". No es dado a la humana o sobrehumana inteligencia e inventiva escapar a la "fatal atracción del mar".

    ¿Se rasgaban sus ojos a la vieja usanza?
    ¿era griega o egipcia?
    no era su propio barco

    sino una quilla extranjera
    la que le había traído aquí;
    el Viejo que la manejaba

    la llamaba carabela;
    una carabela - ¿qué es eso?
    ¿fenicia? así que al final hizo trampa,

    ella, Emperatriz y fatal atracción del mar,
    Reina de los Mirmidones,
    Regenta de los cielos y del círculo de estrellas;

    le había prometido inmortalidad
    pero había olvidado sumergir el talón
    del niño Aquiles

    en el agua amarga,
    Estige, ¿verdad?
    oh, descuidada, incalificable madre,

    oh, Tetis...
    así que ella al final fracasó,
    y peor que el fracaso,

    la burla, post-mortem,
    ir tropezando por un trecho
    de conchas y algas dispersas,

    para encontrar otra
    cuyos ojos se rasgan a la vieja usanza;
    ¿es griega o egipcia?



    Eidolon, Libro Cuatro, 8

    Sin duda el encantamiento, la magia, en ese momento igual que retrospectivamente, es abrumador. No podría haber sido soportado sino "por ella". Era a Tetis a quien Helena oraba, en su primer encuentro con Aquiles. Ahora el "momento eterno" retorna y "nos quedamos mirando fijamente por sobre las ascuas ardientes".

    Por ella, está claro,
    (¿estás cerca, estás lejos?)
    por ella, somos Uno.

    no para el otro,
    pues nos quedamos mirando fijamente
    por sobre las ascuas ardientes,

    y aún así no se ha decidido
    si Aquiles se gira y descuartiza
    a Circe, la encantadora,

    la Hécate del fuego de las brujas,
    si gruñe,
    convertido en león o pantera

    u otro, lobo u oso;
    todos parecen acecharla
    mientras ella espera

    y el círculo se estrecha;
    ¿lo que ella invocó
    la destrozará?

    se acerca, se acerca -
    hasta que sentí el contacto
    del acero despiadado de sus dedos...

    pues he prometido otro
    blanco cuello a una diosa,
    pero no a nuestra señora de Áulide.




    eEidolon, Libro Cinco, 8

    Pero con "la atracción de la guerra", el héroe olvidó "la magia de las pequeñas cosas", y de su madre "el simple deseo de que aprendiera a gobernar un reino", hasta que al final "se detuvo a recordar, pero staba abrasado con una agonía, la pregunta que no tiene respuesta".

    Conocía el truco, la magia
    de las pequeñas cosas, cómo los campesinos
    traían a su madre la cosecha

    y no las gavillas,
    pero él había sido atraído desde Esciros
    donde ella escondía a su hijo,

    suplicando al rey que lo instruyera,
    como el Centauro Quirón había hecho,
    en las leyes y las artes de la paz;

    pues nadie podía igualar su juventud
    en la carrera, él hasta entonces iba por delante
    de los otros, parecía correr solo,

    y nadie podía enseñarle nada
    sobre las maneras del pájaro o la bestia,
    y nadie se atrevía a tensar el arco

    donde el joven Aquiles estaba;
    las suyas eran las flechas de Quirón;
    el de ella era un simple deseo

    de que él aprendiera a gobernar un reino,
    pero había olvidado Esciros,
    olvidado sus votos de lealtad

    al rey, olvidado sus votos de matrimonio
    con la hija del rey;
    había seguido el magnetismo de la guerra,

    y nunca hubo uno más valeroso,
    mejor entre los héroes,
    pero él miraba y miraba

    a través del humo y de las ascuas ardientes,
    y se preguntaba por qué había olvidado
    y por qué solo ahora recordaba.



    Eidolon, Libro Seis, 8

    Alguien más grande que Helena debe contestar, aunque quizá no entendamos completamente la significación del Mensaje.

    Paris antes de Egipto, Paris después,
    es Eros, mientras Tetis,
    la madre-mar, es Pafos;

    así que el dardo del Amor
    es el dardo de la Muerte,
    y el secreto no es secreto;

    el camino sencillo
    refuta al final
    la amenza del Laberinto,

    se ve la Esfinge,
    se da muerte a la Bestia
    y el nido del Fénix

    revela la más íntima
    clave o indicio hacia el resto
    del misterio;

    no hay antes ni después,
    no hay más que un momento
    que ninguna alegría infinita puede dispersar

    que ningún pensamiento de pasada felicidad
    puede tentar ni disipar;
    ahora conozco lo mejor y lo peor;

    las estaciones giran en torno
    a una pausa en el ritmo infinito
    del corazón y del cielo.




    EIDOLON

    Pero qué podía Paris saber del mar,
    su latido y larga reverberación,
    su retumbante y delicado eco,

    el oleaje que conjura un hechizo
    en la arena, el liquen de las rocas,
    el musgo marino, la arena,

    y de nuevo y otra vez, la arena;
    ¿qué sabe Paris de las crestas y hondonadas
    de las dunas, del camino de la mar?

    ¿qué podía saber de los barcos
    de su hogar de Ida,
    el estrépito y el rocío de la espuma,

    el viento, el farallón, la pizarra rota,
    la infinita soledad
    cuando una nunca está sola?

    solo Aquiles podía romper su corazón
    y el mundo por un símbolo,
    un recuerdo olvidado.



    H.D. (Hilda Doolittle), Helena en Egipto, Igitus, 2007
    Traducción de Alfredo Martínez


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    Mensaje por cecilia gargantini Jue 18 Ago 2022, 15:40

    Cada tanto, cuando no hay tanto trabajo de moderación, me gusta venir por acá, para ver qué descubro.
    Si bien he dejado ya algunas actividades, hay otras que aún conservo y el tiempo a veces es escaso.
    Me encantó esta autora que no conocía. En especial el siguiente poema:

    Hemos recibido demasiados dogmas
    y muy pocas garantías,

    demasiados: mas no se ha demostrado
    lo suficiente que esto, esto, esto

    es herejía: sé, y siento
    el significado que ocultan las palabras;

    son anagramas, criptogramas,
    pequeños estuches, adecuados

    para incubar mariposas...


    Gracias, querido Pedro!!!!!!!!!! Ya volveré...
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 19 Ago 2022, 03:12

    Muchas gracias, Cecilia, por tu interés, que me anima a seguir introduciendo reseñas sobre autores que no figuraban en el foro pese a sus méritos.

    Un abrazo.
    Pedro


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