Adiós a Laura

F. Enrique escribió:

Se desmiembran las voces
en un aire lejano que me acerca a tu falda
como un amante intenso
que busca tus canciones en la calle vacía
y alienta en el recuerdo la llama de tu espera.

Como un lobo enjaulado
voy vagando en tu noche y busco tu mirada
y el alma se me alumbra cuando miro tus ojos,
cuando siento tus senos en la fuente de piedra
y sigo en tu camino como un lecho de muerte
que se forma en la nube
que vuela por  mi pecho
tan apesadumbrado
por la presencia de la sombra lenta
de los requiebros que tuviste, Laura.

Vivo para tenerte en raíles sin rumbo,
en estaciones grises y compungidas
que mueren solas en la soledad
seca de los arbustos y las hojas de un banco
que no encuentran el pulso ni la lira
para volver cantando como entonces
a los bies de tu enagua,
al templo profanado
por la sensualidad lúbrica de tu piel
que alumbrara el tiempo de cerezas
que siempre vuelve a mí
cuando me siento triste entre las flores.
.

F. Enrique escribió:

Se desmiembran las voces
en un aire lejano que me acerca a tu falda
como un amante intenso
que busca tus canciones en la calle vacía
y alienta en el recuerdo la llama de tu espera.

Como un lobo enjaulado
voy vagando en tu noche y busco tu mirada
y el alma se me alumbra cuando miro tus ojos,
cuando siento tus senos en la fuente de piedra
y sigo en tu camino como un lecho de muerte
que se forma en la nube
que vuela por  mi pecho
tan apesadumbrado
por la presencia de la sombra lenta
de los requiebros que tuviste, Laura.

Vivo para tenerte en raíles sin rumbo,
en estaciones grises y compungidas
que mueren solas en la soledad
seca de los arbustos y las hojas de un banco
que no encuentran el pulso ni la lira
para volver cantando como entonces
a los bies de tu enagua,
al templo profanado
por la sensualidad lúbrica de tu piel
que alumbrara el tiempo de cerezas
que siempre vuelve a mí
cuando me siento triste entre las flores.
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