OVIDIO NASON (43 a.C.-19 d.C.). Roma Clásica

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

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Y es lo que más confirma mi conceto,
Que pobre esté teniendo á vista el oro,
Y que tenga la causa y no el efeto.

Tan cerca tengo la que siempre adoro,
Que la toco y la prendo con la mano,
Y esta proximidad causa mi lloro.

¿Qué otra cosa es querer, con el anciano
Tántalo, asir la fruta que provoca
Al apetito, y trabajar en vano?

¿Y qué otro mal que con sedienta boca
La agua buscar, que huye con presteza
Cuando la lengua se le arrima y toca?

¿Luego no gozaré de tu belleza
Sino queriendo el mar? pues su gobierno
Predomina en la fe de mi firmeza.

¿Ninguna tempestad, ningún invierno
Me ha de ver en tu torre y aposento,
Gozando de tu abrazo dulce y tierno?

Y no habiendo de menos fundamento
Cosa que el viento y mar, el gusto mío
Está fundado sobre el mar y el viento.

Y si se impide en medio del estío,
¿Qué será en aquel tiempo que bramando
El mar se muestre, y el invierno frío?

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

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¿Cómo podré nadar el golfo, cuando
Las Pléyadas, Bootes y la Cabra
Olenia estén al mundo amenazando?

Entonces, pues, te empeño mi palabra
Que pienso ser tan loco y temerario,
Que aunque le pese al mar, le nade y abra.

Porque á pesar del viento mi contrario,
En él me arrojará mi amor furioso,
Porque es mi ardor ardor extraordinario.

No pienses que prometo lo dudoso,
Ni porque está el invierno ausente entiendas
Que me jacto de bravo y animoso.

Que presto te daré bastantes prendas
De esta firme palabra que te he dado,
-Porque me quieras más y más te enciendas.

Si se mostrare el mar alborotado
Por algún tiempo y sin bonanza alguna,
Iré do estás á su pesar á nado.

Porque la muerte, ó me será importuna,
O en salvo me pondrá mi atrevimiento;
Que al atrevido ayuda la fortuna.

Si muero, habré salido con mi intento,
Pues me echará á tu playa el mar insano;
Que yendo á tí, aunque muerto, iré contento.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

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Mis exequias harás con inhumano
Llanto, que en fin habrás de enternecerte,
Y no huirá de me tocar tu mano.

Verás en mí un efecto de amor fuerte,
Y dirás con dolor acerbo y fiero:
«Yo sola fui la causa de esta muerte.»

Si de mi mal suceso el triste agüero
Te ofende, y de esta breve carta mía
Aborreces el párrafo postrero,

Deja de lamentar, el ruego envía
Junto conmigo al cielo omnipotente
Porque amanse del mar la rebeldía.

No pido que esté manso eternamente,
Sino es en el espacio que gobierno
"Mis brazos por el húmido tridente.

Llegando ahí, conjúrese el infierno*
Conturbe al mar y todo su partido;
Nunca se acabe el peligroso invierno.

Mi puerto está do estás, bien merecido»
A mi nave, la cual no halla puerto
Mejor que Sesto, cuando allí ha surgido.

Téngame allí recluso y encubierto
Bóreas, donde mi cuerpo esté glorioso,
Donde mi premio esté seguro y cierto.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

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Seré á nadar entonces perezoso,
Seré sabio, sagaz en las tormentas,
Seré cauto, prudente y temeroso.

No infamaré las ondas con afrentas,
Ni me querellaré que hay embarazos
Para nadar las aguas turbulentas.

Los bravos vientos y los tiernos brazos
Me impidan, como tienen de costumbre,
Haya dos causas, huracán y abrazos.

Cuando aplacare el mar su pesadumbre,
Mis brazos fuertes le daré por remos;
Tú cada noche encenderás la lumbre.

Y entre tanto que el tiempo amado vemos,.
Con este papel habla, que es mi amigo,
Y él sabe los secretos que sabemos.
Todo lo lee, acuéstale contigo,
Y advierte bien las cosas que dijere,
Y entiende que tras de él sus pasos sigo
Con la menor tardanza que pudiere.

FIN DE EPÍSTOLA XVII. LEANDRO A ERO.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO.

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Para que la salud que me enviaste
De palabras, con obras yo posea,
¿Oh dulce bien, que el alma me robaste!

Ven, nada el mar y ponte do te vea
Aquella que con sola tu esperanza
Se alienta, alegra, vive y se recrea.

Cualquier pequeño espacio de tardanza
Que en mi contento y gusto se atraviesa,
Tiene de eternidad la semejanza.

Perdona á quien su culpa te confiesa,
Que estoy de puro amor tan impaciente,
Que amo con impaciencia y hablo opresa.

Un fuego igual nos quema, y no igualmente,
Por ser de tí mis fuerzas desiguales;
Que en fin siempre el varón es más valiente.

Y así como los Dioses inmortales
Dieron cuerpo más tierno á las mujeres.
Así más sienten del amor los males.

Yo desfalleceré si no vinieres,
Y si tu ausencia fueres alargando,
Abreviarás mi vida y mis placeres.

Vosotros, ya las fieras acosando,
Ya labrando jardines y heredades,
La tardanza del tiempo vais pasando.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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O con los tratos que hay en las ciudades^
En la audiencia, en la plaza, do se muestra.
Variedad de diversas variedades.

También os ocupáis en la palestra
Luchando, por llevar premios honrosos
De más destreza ó más valiente diestra.

O reprimís los cursos presurosos
Con los frenos, bridones y jinetes
De los fuertes caballos animosos.

O cazáis aves ó buscáis sainetes
De engañar á los peces con anzuelo,
O entretenéis el tiempo con banquetes.

Mas yo, á quien ha privado el sacro cielo
De estos deportes, ¿qué haré en mi llanto?
Si no es amar, no tengo otro consuelo.

Eso que puedo, hago, y amo tanto,
Tanto te quiero, tanto el alma te ama,
Que es imposible encarecerte cuánto.

Otras veces platico con el ama,
Que tengo por custodia en mi aposento,
De este amoroso incendio que me inflama.

Y allá en mi combatido pensamiento
Me suspendo y admiro, contemplando
La causa de tu gran detenimiento.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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O viendo al turbio piélago bramando
Por la fuerza del viento, le maldigo,
Tus maldiciones mismas usurpando.

O en el tiempo que el mar se muestra a mí
Me quejo que no quieres, pues pudiendo
Venir no vienes donde está tu abrigo.

Y en tanto que me quejo van saliendo
Lágrimas de estos ojos, tus amantes,
Que al sordo viento están enterneciendo.

Las cuales, por salir tan abundantes,
Recoge mi nutriz y compañera
En sus manos decrépitas temblantes.

A menudo visito la ribera,
Por ver si en ella algunos pasos veo
De planta tuya, en me dejar ligera.

Gentil locura, inmenso devaneo,
Como si se pudiese en el arena
La huella conservar que yo deseo.

Muchas veces también amor ordena
Que, ó por saber de tí cual de perdido,
O para te escribir toda mi pena,

Procure de inquirir si parte á Abido
Alguna nave de mi patrio Sesto,
O si de Abido á Sesto haya venido.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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¿Para qué contaré, pues te es molesto,
Los versos dulces y amorosas quejas
Que doy á ios vestidos que te has puesto?

Los cuales cuando partes y te alejas
De mí y te vuelves, en la playa fría
Del Helesponto suspirando dejas.

Con esto paso el término del día,
Y después que la amiga noche viene
Cerrando ai sol y abriendo mi alegría;

Después que el VQÍO oscuro que contiene
Despliega sobre el orbe, y nos enseña
La mucha luz que en sus estrellas tiene,

Luego las dos ponemos (yo y mi dueña)
En la torre la lumbre vigilante,
De tu camino conocida seña.

Y en tanto que esperamos nuestro amante,
La rueca ejercitamos como es uso;
Que es nuestro y propio oficio semejante.

Por no tener el ánimo confuso.
Hilo, y el alma piensa en tu retrato
Las horas engañando con el huso.

Y si preguntas de quién hablo y trato
Mientras espero de te ver presente,
Respondo que de tí como de ingrato.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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La lengua dice lo que está en la mente,
Y así repite, porque más me cuadre,
El nombre de Leandro solamente.

—Dime (le digo al ama) ¡oh dulce madre !
¿Si habrá mi sol su casa ya dejado,
O tiene miedo de su madre y padre?

¿Piensas si ya mi luz se ha desnudado?
¿Entiendes si sus carnes delicadas
Habrá con el licor Paladio untado? —

A mis preguntas, de ella mal notadas,
Me responde de sí con la cabeza,
Que con el sueño da de cabezadas.

Después de haber hilado una gran pieza,
Vuelvo á decir:—Amiga, entiendo cierto
Que mi Leandro á navegar empieza.

Ya entiendo que en el mar, dudoso, incierto,
Sus brazos tiende, y á este golfo loco
Divide y corta, y viene á nuestro puerto.—

A hilar vuelvo, y hilo poco á poco,
Tanto, que absorto en tí mi pensamiento,
Mil veces con el huso el suelo toco.

Y tornando del éxtasi, al momento
Digo:—¿Si á la mitad de esta agua cana
Mi bien habrá llegado en salvamento?—

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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Unas veces me pongo á la ventana
Por ver si vienes, y otras veces pido
Que el cielo te dé esfuerzo y la mar llana.

De cuando en cuando, con atento oído
Escucho si oigo voz, y se me antoja
Que es tu perfecta voz cualquier ruido.

Y así, después que en esta mi congoja
La mayor parte de la noche vuela,
Me rinde el sueño y mi vigor afloja.

Y por ventura, mientras duermo vela
Mi alma, y tú, cruel, duermes conmigo,
Sin que te valga toda tu cautela.

En sueños aquí estás, yo estoy contigo^
Vienes aunque rehuyes la venida;
Mira si debo al sueño esto que digo.

Alguna vez, estando así dormida,
Me ha parecido verte estar nadando
Cerca de la ribera conocida.

Y que al salir, tus brazos alargando,
Aunque húmidos, con ellos me ceñías,
Con arcos tu venida celebrando.

También soñé que el lienzo te ponías
Que te acostumbro dar cuando en el hecho
No hay sueños ni dudosas fantasías.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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Sintió regalo el uno y otro pecho
En sentirse tocar; mas esto basta,
Que en fin es sueño y no me da provecho.

Lo demás que soñé, la lengua casta
Es justo que lo calle aunque lo sienta,
Pues la vergüenza en la mujer se engasta.

Con haberlo soñado estoy contenta,
Que en obras do el amor sus gustos mueve,
El hecho agrada, y el decirlo afrenta.

;Ay miserable! ¡cuan fingido y breve
Es este gozo que se da soñado,
Pues tú te ausentas con el sueño leve!

Permita el cielo que el rigor del hado,
Pues que somos tan firmes en amores,
Gocemos de más noble y firme estado.

Y que nuestros contentos y dulzores
No se queden sin fruto en seca rama,
O no se vayan cuando mucho en flores.

¿Por qué ha de estar en la desierta cama
Viuda tantas noches, sola y fría,
La que es tu amante, niña, bella y dama?

¿Por qué, pregunto un día y otro día,
Nadador perezoso, estás ausente,
Pues sabes que eres luz de la alma mía?

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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El mar está (confiesolo) insolente,
Y para le nadar poco tratable;
Mas el viento de ayer fué más clemente.

¿Por qué, pues todo estuvo favorable,
Perdiste la ocasión? ¿por que no viste
Que se puede mudar el mar instable?

V aunque otra vez te otorgue el golfo triste
Tan plácido su rostro y tan jocundo,
No le tendrás mejor que le tuviste.

Pero dirás que el piélago profundo
Trocó en muy pocas horas estos bienes,
Volviéndose de manso en iracundo.

Poco refugio en esta excusa tienes,
Pues cuando venir quieres á este puerto,
En menos tiempo, en menos horas vienes.

Pienso que si surgieras aquí en Sesto,
Nada de cuanto escribes te enojara,
Que aquí nada te puede ser molesto.

Ni á mí ninguna injuria me agraviara
De tiempo; que gozando á mi querido,
El mismo invierno y tiempo me ayudara.

Entonces ciertamente el estampido
De los vientos oyera con sereno
Rostro, por verte opreso y detenido.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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Nunca quisiera ver al vitreo seno,
Manso, sereno, sesgo y sosegado,
Apacible, pacífico y ameno.

Pero ¿por qué ocasión te has demostrado
Más medroso del mar que cuando estabas
Menos cobarde y más enamorado?

¿Cuál es la causa que estas ondas bravas
Recelas, que otro tiempo de animoso
Con esfuerzo y valor menospreciabas?

Acuerdóme nadaste el mar furioso
Una noche que estuvo el ronco estrecho
Tanto ó muy poco menos peligroso.

Cuando yo te decía:—El fuerte pecho
Sujeta á la razón, no nades tanto,
Que la temeridad no trae provecho.

Tanto te atreves, nada y osa cuanto
No obligues á esta triste y miserable
A que lo pague con eterno llanto.—

¿De adonde el nuevo efecto formidable
Procede? ¿Dónde está tu grande audacia?
¿Do se fué el nadador insuperable?

Mas esto recibiendo en trisca y gracia,
Sé tal cual eres, no cual ser solías,
No venga á sucederte una desgracia.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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No hagas indiscretas valentías;
Las ondas cortarás cuando las veas
Con más tranquilidad que en estos días.

Y esto con tal que el mismo que antes seas,
Con tal que nos amemos en la vida,
Así como lo escribes y deseas.

Con tal que aquella brasa, que encendida
De mi amor en tu pecho has sustentado,
No esté en ceniza helada convertida.

No temo tanto al viento alborotado,
Que mis gustos impide y mi contento,
Cuanto temo que esté tu amor trocado.

Recelo que tan poco fundamento
Tenga tu amor, que al fin se desvanezca,
Siendo mudable como el mar y el viento.

Temo también que yo no te parezca
De tanta calidad, de tanta estima,
Que tus peligros y tu amor merezca.

El riesgo temo que la causa oprima,
Y que se juzgue ser menor el fruto
Que tus trabajos, y esto me lastima.

Demás de estas razones, doy tributo
Al miedo, por haber aquí nacido
En pueblo en la nobleza poco instruto.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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Causa quizá que estés arrepentido,
Juzgando que el casar es indecencia
Dama de Sesto con varón de Abido.

Todas las cosas llevaré en paciencia,
Con tal que estando en ocio, en nueva cama,
No me atormentes con el mal de ausencia.

Primero que en los brazos dé otra dama
Te entregues, y primero que otro fuego
Consuma el fuego que en mi amor te inflama;

Y antes que el celo furibundo y ciego
Me rasgue el corazón con tal herida,
Perezca, rabie yo, muérame luego

En fin arrebatado de mi vida,
Primero que tu enorme culpa venga,
Que más quiero ser muerta que ofendida.

No te escribo estas cosas porque tenga
Indicios del dolor, que me es terrible,
Ni aun barrunto que dama te detenga.

Mas temo todo aquello que es posible;
Que ¿quién jamás amó seguramente?
jQué amador no temió lo contingible?

También obliga el verte de mí ausente,
Y estar tu pueblo de este tan distante,
Que yo juzgue por cierto lo aparente.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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¡Dichosa aquella dama que á su amante
Tiene en presencia y con su vista alcanza
Cuándo la ofende, ó si su fe es constante'

Con esto no vacila su esperanza,
La cual, como camina á descubierto,
INo Inclina á lo que es falso la balanza.

Tanto me ofende á mí lo que es incierto,
Cuanto me engaña el cometido agravio,
Y así dudando en todo, en nada acierto.

¡Oh, si algún Dios eterno, sumo y sabio
Te quisiera traer por mi contento,
Siendo mi amor tu norte y astrolabio!

O á lo menos hiciera que este viento
O tu padre la causa urgente fuese
De este largo y mortal apartamiento.

Porque si dama alguna yo supiese
Que impide nuestro gusto comenzado,
No dudes que el dolor me consumiese.

Gran culpa, gran delito, gran pecado
Cometes, si es tu intento de matarme
Con desamor5 que es mal desesperado.

Pero ni pecarás en acabarme,
Que satisfecha estoy que este recelo
En vano ha pretendido atormentarme»

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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El viento insano y el rigor del cielo,
De haberte dado ayuda arrepentidos,
Estorban tu viaje y mi consuelo.

¡Ay mísera! ¡qué voces, qué gemidos
Dan las riberas viéndose azotadas
Del mar, que en su contorno da bramidos!

Las pardas nubes densas y preñadas
Encubren con su toldo al claro día,
Dejando sus bellezas eclipsadas.

Quizá ha venido al mar la madre pía
De Heles, y llora el agua que ahora Hueve,.
En prendas del amor que la tenía.

O su madrastra el piélago remueve,
Que por le ser su nombre tan odioso,
Como su Diosa le alborota y mueve.

Siempre este golfo ha sido peligroso
Para mujeres, y la muerte intenta
Al femenino sexo temeroso.

A Heles ahogó con suma afrenta,
Y agora con su espuma y ondas fieras
Me aflige, martiriza y me atormenta.

Mas tú, oh Neptuno, con razón debieras
Tus amores tener en la memoria,
Para que los ajenos no impidieras.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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No olvides á Amimone, ni a la historia
De Tito, perfectísima doncella,
Pues fué en el mundo pública y notoria.

Alcíone también, que ya es estrella,
Tu dama fué, y la Ninfa procreada
De Alémone y de Circe por ser bella.

No es falso que en un tiempo ha sido amada
De tí la serpentígera Medusa,
Cuando era por hermosa celebrada.

Menos es cuento, ó fábula confusa,
Que amaste á la troyana Laodicea,
Que cuanto fué más rubia más te excusa.

Celeno, que á los cielos hermosea,
Fué tuya, y otras muchas que he leído,
Cuyos nombres repito acá en mi idea.

Neptuno, pues si tantas has querido,
Si has hecho tantas veces la experiencia
Del brazo, fuego y arco de Cupido,

¿Por qué es tan poca y corta tu prudencia,
Que estorbes removiendo el turbio centro
Que venga mi Leandro á mi presencia?

Feroz reprime el animoso encuentro,
Estos túmulos bravos, estas guerras
Retira allá á tu mar, á lo más dentro.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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Que esta agua, cuyo paso agora cierras,
Es incapaz de tus conflictos graves,
Pues solo sirve de apartar dos tierras.

A tí compete deshacer las naves,
O mostrarte cruel contra las flotas,
En cuyas proras su furor desbraves.

Que es afrenta decir que te alborotas
Contra un mozo que busca su fortuna
Cortando el mar sin mástiles ni escotas.

Y menor gloria, cuando venga alguna,
De aquí tendrás, que si turbado hubieras
Un arroyuelo, un charco, una laguna.

Si la nobleza y sangre consideras
De este mancebo ilustre cuanto hermoso,
Le vendrás á ayudar con muchas veras.

Es noble y su principio generoso,
Ni fué de aquel Ulises derivado,
A tí y á Troya para siempre odioso.

Aplaca tu semblante alborotado,
Conceda á dos la vida tu tridente,
Pues vivo yo en el pecho de mi amado.

Que aunque es verdad que él nada solamente
Estas tus ondas que propicias pido,
Su cuerpo y mi esperanza está pendiente.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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Demás de esto, la luz dio un estallido
(Que esta te escribo á su esplendor y llama),
Señal que por felice hemos tenido.

Y echando vino sobre el fuego el ama,
Dijo: «Mañana tres aquí estaremos;
Aquí verás á quien te quiere y ama.1»

El terno cumple convirtiendo en remos
Los fuertes brazos; cumple tu promesa
Porque al dicho del ama no faltemos.

¡Oh tú, cuya figura tengo impresa
Dentro del corazón; tú, enamorado,
No huyas de quien tuya se confiesa!

Si al Amor sigues, si eres su soldado,
Yuelve á su campo, ablanda el duro pecho,
Que estás de la bandera amotinado.

¿Por qué has de permitir que á mi despecho,
Por falta de tu dulce compañía,
Recline el cuerpo en medio de mi lecho?

No tienes que temer, cobra osadía;
Venus alentará tu atrevimiento,
Que nunca agrada á Amor la cobardía.

Y pues que fué en el mar su nacimiento,
Ella en el mar te allanará el camino,
Y amansará el rencor del sordo viento.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Muchas YecQs furiosa determino
Pasar el golfo, aunque este mar insano
Se muestra con los hombres más benino.

¿Por qué pasando Heles y su hermano
Fué más que Frixo Heles desdichada,
Quedando con su nombre el mar ufano?

Si has acaso temor que á la tornada
Será tu esfuerzo y ánimo perdido
No pudiendo sufrir carga doblada,

Haremos por tu gusto este partido:
Los dos á un tiempo el golfo nadaremos;
Desde mi Sesto yo, tú desde Abido.

En medio de estas ondas nos veremos,
Y habiéndonos besado y abrazado,
En paz á nuestras casas volveremos,

Pequeño bien es este que he pintado,
Pero más es que nada, y un tesoro
¿Qué vale si no puede ser gozado?

¡Ojalá que este honor, este decoro
Que nos obliga á amar ocultamente,
Se rindiese al amor de quien adoro!

¡Ó que el medroso amor, hecho valiente,
Despreciase el honor y la prudencia,
Dos fuertes frenos de la noble gente!

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

ERO Á LEANDRO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Dentro en mi pecho tienen competencia
Dos contrarios que luchan de contino,
Calor y yelo, amor y reverencia.

No sé cuál senda elija, ó qué camino:
Si pierdo la vergüenza, es caso feo,
Y si dejo el amor, es desatino.

Una vez que Jasón el Pagaseo
Fué á Coicos, á la Fásida Medea
Llevó en su nave por dichoso empleo.

Y aquel que vino de la playa Idea
A Esparta, de una vez y con presteza
Robó á la dama que á Dardania afea.

Mas tú, con el vigor y ligereza
Que el golfo nadas, mi beldad buscando,
Con ese mesmo dejas mi belleza-

Huyendo, vas un piélago pasando
Que es grave de pasar á los navios,
Con ir ellos á vela y tú nadando.

Pero ¡oh mancebo de invencibles bríos,
Vencedor de las aguas vencedoras,
Despreciador de mares y de ríos!

¿Procurarás en las nocturnas horas
Tratar al hondo mar con tal desprecio,
Que temas á sus ondas vengadoras?

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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Si hunde el mar las naves de gran precio,
Si su madera y hierros deja rotos,
¿Entiendes que eres tú más fuerte y recio?

Nadas un mar que es padre de alborotos,
Y pones en un golfo tus cuidados,
Que ha sido y es temido de pilotos.

Aquí suelen salir despedazados
Navios, bergantines y galeras,
Y miserables cuerpos de ahogados.

;Ay triste! que te quiero tan de veras>
Que á trueque de mirar tu rostro hermoso,
Holgara que estos miedos no creyeras.

No te vuelva esta epístola medroso;
Sé, yo te ruego, pues que sabes sello,
Más que mis persuasiones, animoso.

Ven, y en llegando cíñeme este cuello
Con esos brazos donde yo respiro,
Que á nadie de los dos pesará de ello.

Mas cuantas veces á las ondas miro,
De no sé qué temor, que quedo helada,
Y con recelo de mi mal, suspiro.

Ni estoy menos confusa y asombrada
Con la visión que anoche vi soñando.
Si puede ser visión la que es soñada,

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Aunque á los Dioses, luego en despertando,.
Víctimas ofrecí como amadora,
Mi sueño y sus agüeros anulando.

Era ya, pues, el tiempo de la aurora,
Y centellaba ya para apagarse
La luz que es tu piloto y protectora,

Guando en los sueños suelen revelarse
Visiones importantes á la vida,
Que como ciertas deben estimarse:

Entonces, pues, del sueño convencida,
Cayéndoseme el huso de la mano,
Me recliné en la cama y fui dormida.

Estando así (no es caso ó cuento vano),
Vi que un delfín con ímpetu nadaba
El mar, que estaba turbulento y cano.

Neptuno de esta parte le arrojaba,
Por otra el Aquilón le daba pena,
Y todo junto el mar le contrastaba.

Vencieron, y al delfín sobre la arena
Sacudieron de vida despojado:
Que quien se entrega al mar, él se condena.

Cualquiera mal ó bien que esté encerrado
En esta mi visión, temo y recelo,
Y tú no burles de esto que he soñado.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVIII.

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ERO Á LEANDRO. CONT.

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Si al mar tranquilo, si propicio el cielo
No vieres, y á los vientos en prisiones,
No des al mar tu barco pequeñuelo.

Cuando á tu vida en esto no perdones,
Concédele perdón á tu querida,
No queriendo ahogar dos corazones.

Bien sabes que en tu vida está mi vida.
Bien sabes que mi bienaventuranza
De ti me es derivada y procedida.

Grandes señales hay, grande esperanza
Que el piélago, que agora está intratable,
Con Bóreas hará paz, y habrá bonanza.

Entonces, cuando todo esté agradable,
Hiende esas ondas en mi amor deshecho,
Y ven donde te gocQ, mire y hable.

Y en tanto que este mar, á mi despecho^
Vedándote el nadar, de mí te aparta,
Regala el alma y entretiene el pecho
Con los regalos dulces de mi carta.

FIN DE EPÍSTOLA XVIII, ERO Á LEANDRO

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ARGUMENTO
DE LA EPÍSTOLA DÉCIMANONA.

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Geo (como dice Estrabón) fué una isla del mar
Egeo, la cual contenía cuatro ciudades, por cuya
causa fué llamada Tetrápolis: de aquí fué Aconcio,
mancebo de loables costumbres, el cual, yendo á
las fiestas que se hacían en la isla de Délo (de las
Cicladas la más noble por las muchas vírgenes que
en ella en servicio de la diosa Diana estaban) se
enamoró de Cidipe, doncella hermosísima y de
ilustre sangre, que con su madre á las mismas fiestas
había venido. Pero como no se atreviese á pedirla
por mujer, por ventura porque no era de tan
noble linaje como ella, ordenó una galana y nunca
oída astucia (que es amor muy ingenioso maestro),
y fué escribir alrededor de una muy hermosa manzana
estos versos latinos.
"Iuro tibi sané per mjrstica sacra Diana?,
Me tibi venturam comitem, sjponsamque futuram."
Juróte por Diana, sacra Diosa,
De ser, oh Aconcio, tu mujer y esposa.
Escritos los versos, echó disimuladamente la
manzana á los pies de Cidipe, estando en el templa
delante de la imagen ó estatua de Diana: ella la
alzó agradada de su vista, sin ver quién la hubiese
arrojado, y leyó los cautelosos versos, y vio haberse
prometido por mujer á Aconcio, por ser ley
inviolable que lo que se decía delante de los Ciosesen
el templo de la Delia Diana, de cualquier suerte
que se dijese se había de cumplir: tanto se hizo el
demonio reverenciar de los idólatras miserables.
Acabada la fiesta, que duraba algunos días, y vueltos
á sus casas, el padre de Cidipe, no sabiendo lo
sucedido, la prometió á otro en casamiento. Andando,
pues, ya en términos de efectuarse y cumplir
la palabra dada, ella, por la congoja y remordimiento
que en sí tenía, cayó en una terrible enfermedad;
lo cual siendo sabido por Aconcio, la
escribe esta carta, donde con bizarro artiñcio y vivaces
y concluyentes argumentos prueba ser aquella
enfermedad enviada por Diana en castigo de
haber intentado quebrantar el voto que le tenía
hecho. Es una de las mejores y más elegantes cartas
que nuestro poeta compuso, y más digna de ser
leída y admirada.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE

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No temas, pierde el miedo, que á tu amante
Aquí no jurarás con alboroto
De te casar, que ya no es importante.

Bien basta que una vez hicieses voto
De ser mi esposa; agora escucha atenta,
Y nota lo que en esta carta noto.

Lee hasta el cabo, así te veas exenta
Del mal que tienes, que sin yo tenello
Me aflige, me lastima y atormenta.

¿Qué vergüenza te ocupa el rostro bello?
Sospecho que es la misma que tuviste
Guando votabas sin mirar en ello.

Y como las mejillas encediste
Allá en el templo, agora las enciendes
Después que á leer mi carta te pusiste.

Si lo que pido aquí saber pretendes,
El sacro matrimonio es lo que pido,
No pido cosa con que tú te ofendes.

Amo con amor santo de marido,
No con amor lascivo y deshonesto
De adúltero, alevoso v fementido.

Holgara repitieses lo que puesto
Estaba en la manzana que á tus manos
Guié con puro y candido pretexto.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE

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Que allí verán tus ojos soberanos
Cómo juraste ser mi esposa amada,
Si ya los juramentos no son vanos.

Esto temí, y la Diosa siento airada:
¡Oh ilustre virgen! porque no es decente
Ser una virgen de otra despreciada.

Lo mismo temo agora de presente;
Y aunque temo ha cobrado la esperanza
Más fuerzas para amar más fuertemente,

Crece el fuego y ardor con la tardanza,
Y aquel amor que nunca fué pequeño,
Ni por un tiempo breve hizo mudanza;

Con aquel sacro y cauteloso empeño
Que de tu fe y palabra me hiciste,
Creció alentando á mí que era su dueño.

Esperanza, palabra y fe me diste;
Yo te creí, testigo me es Diana:
¿Negarás lo que así me prometiste?

Presente fué del Sol la sacra hermana,
Tu juramento oyó, y por comprobarlo
Estremeció su frente soberana.

Con mi fraude te es lícito excusarlo,
Con tal que esta mi fraude al amor sea
Padrino, á que tú quieras aceptarlo.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE

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Mi fraude ¿qué demanda? ¿qué desea
Sino es que estar en uno me consientas,
Como tu esposo que en te amar se emplea?

Por lo mismo que agora te lamentas,
Me debes elegir por dulce esposo,
Y obviar aquella que en mi daño intentas.

No soy astuto, cauto, malicioso
De mi cosecha propia, ni por uso;
Créeme que tú me has hecho cauteloso.

Y si algo de malicia aquí se puso,
Amor, que es sabio, te enlazó conmigo
Mediante las palabras que él compuso.

El mismo dictó el verso, tu enemigo,
El puso las palabras en mi mente,
Que tú juraste uniéndome contigo.

Consultando al amor quedé prudente,
Quedé astuto, sagaz; en fin, soy hombre
Que te amo y te he de amar eternamente.

Agora á mi hazaña le des nombre
De engaño, de traición, de fraude ó trama,
Agora de embaidor me ÓQS renombre,

Yo me daré por tal cuando la fama
Por traidor condenare al que procura
Poder gozar de su discreta dama.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE

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Ves vuelvo á presentarte otra escritura,
Y porque la pasión de amor me aqueja,
Reitero las palabras con fe pura.

¿Luego nueva traición se te apareja?
¿Ya tienes, por estarte persuadiendo,
Ocasión de formar contra mí queja?

Si por amarte, oh bello sol, te ofendo,
Sabrás que este inventor de ardides grandes
Mientras viviere te estará ofendiendo,

Téngote de seguir hasta que ablandes,
Tengo de pretender tu casamiento
Aunque te pese y lo contrario mandes.

Procuran otros conseguir su intento
Y robar á sus damas con violencia
De fuego y sangre y bélico instrumento.

¿Y por ganarte yo con mi prudencia,
Como si fuere culpa horrenda y rara
Se me ha de dar de aleve la sentencia?

¡Ojalá tantos lazos yo hallara
Que reprimiera así tu rebeldía,
Que por ninguna parte se librara!

Pero no faltarán, que todavía
Mil fraudes, mil engaños me han quedado,
Que en los trazar trabajo noche y día.

CONT.