POESÍA SOCIAL EN MÉXICO
CARMEN VILLORO
FUERA DE LA ANTOLOGÍA DE POESÍA JALISCIENSE CONTEMPORÁNEA
8. PARÉNTESIS
Hacer paréntesis es entrar en una dimensión distinta, como cuando uno se
despoja de las ropas y el cansancio y se introduce en el agua tibia de una
tina. Mi primer acercamiento a la concepción del paréntesis la encuentro
en el recreo, ese momento en que sonaba el timbre y entrábamos en el
espacio atemporal donde el juego, el sol, las golosinas, nos regresaban la
infancia olvidada en los cuadernos. Luego supe que había paréntesis,
atemporales también, pero más largos: las vacaciones cambiaban de signo
el mundo, no importaba que permaneciéramos en la misma ciudad; la casa,
los padres, los amigos, hasta la misma luz eran distintos. Después entendí
que el amor era un paréntesis. Ya podía desplomarse el mundo entero si los
labios se tocaban húmedos, si las manos encontraban otras manos
dispuestas, si el cuerpo todo se abandonaba al contacto de otro cuerpo.
Estas imágenes conllevan la sensación de gozo. Me pregunto si hay
paréntesis duros o difíciles. ¿Era la tarea un paréntesis?, ¿la cita con el
dentista? ¿Es hacer un paréntesis recoger la cocina, lavar los trastes, hacer
fila en una oficina pública para pagar los impuestos? No, estas experiencias,
si bien implican un cambio de actividad, una inserción abrupta en el fluir
del día, deberían estar encerradas entre corchetes, que son rígidos y
angulosos, fríos como todo lo marcado por la línea recta. Los paréntesis son
curvos; cada uno de ellos -el que abre y el que cierra- indican pausas
suaves, transiciones amables por las que puede resbalarse el tiempo como
una gota de agua sobre la superficie de una fruta. Los signos del paréntesis
no encierran, protegen; no enmarcan, cuidan. Entre el menguante y el
creciente del paréntesis sólo tiene cabida la poesía.
Además del gozo, el paréntesis está tocado por la lentitud. Con el
paréntesis disminuye la velocidad del discurso, se frena el pensamiento, se
permite la reflexión. Cuando aparece el paréntesis se ejecuta un salto de
nivel, una invitación a cambiar la extensión por la profundidad, por eso sus
signos sugieren las capas de una cebolla: un paréntesis adentro de un
paréntesis, adentro de un paréntesis y sucesivamente, podría llevarnos al
núcleo, a Dios, a la verdad.
En el mundo adulto no hay recreo y las vacaciones se reducen tan
sólo a un par de días, pero existen otras actividades encerradas (no me
gusta la palabra), contenidas entre paréntesis: la sobremesa, la
contemplación de una fogata, la siesta, el cine y el fútbol; pero ninguna más
cercana a mi concepción del paréntesis que la lectura, experiencia de gozo,
lentitud, profundidad. Abrir un libro o una revista en medio de la prisa es
reconciliarse con el niño atemporal, el hombre mágico, el ser pensante,
todo al mismo tiempo. No es casual que los niños cuando aprenden a leer -
los codos en la mesa- coloquen su cabeza entre las manos y éstas sostengan
con su curvatura el rostro, de la misma manera que los signos detienen las
palabras.
A veces me pregunto si el tiempo de la vida se encuentra entre
paréntesis. Si es ella un inciso dentro de otra frase; si antes y después existe
una oración que puede retomarse. Pero como no tengo la respuesta, me
regreso a la imagen de la tina tibia mientras pienso que ya ni chingan los
arquitectos de ahora que sólo ponen regaderas en los baños.
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