Margarito Ledesma
Margarito Ledesma (Leobino Zavala) nació en Uriangato (México) el 28 de junio de 1887 y falleció en San Miguel de Allende el 27 de diciembre de 1974.
Comenzó sus estudios en su ciudad natal y más tarde en instituciones más céntricas, como el Colegio del Estado, donde realizó la carrera de Abogacía de la que se tituló en 1910.
Trabajó posteriormente como notario en el pueblo donde comenzó a residir, San Miguel de Allende, donde fundó también la Escuela Secundaria Comercial y de Enfermería y Obstetricia, convirtiéndose también el el director de dicho organismo. También trabajó como diputado de la federación y el estado y cumplió labores políticas de diversas envergaduras.
En lo que respecta a su vocación literaria, cultivó fundamentalmente la poesía a través de las cuales analiza y plasma las tradiciones de su pueblo con una cuota de humor. Entre sus libros publicados se encuentran "Poesías de Margarito Ledesma" y "Tradiciones y leyendas sanmiguelenses"; éste último se publicó a título póstumo.
En nuestra web podrás leer algunos de sus poemas, tales como "Himno local", "Los limpiones", "Orillejos" y "¿Por qué te tapas?". En todas ellas encontrarás a un poeta absolutamente entregado a las letras para cumplir con su tierra, para poner el palabra la cultura de su pueblo a través de un mensaje coloquial y cercano.
Fuente:
Poemas del alma / Margarito Ledesma
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Los monos enterrados
Me dijeron que venían
no me acuerdo de qué parte,
y que sabían cosas de arte
y que hartas cosas sabían.
y que venían a buscar
de esos monos enterrados,
mal hechos y mal forjados
que han dado mucho en sacar.
De esos que dicen las gentes
que los antiguos forjaban
y luego los enterraban
revueltos con sus parientes.
Son unos monos sin chiste,
con todas las patas chuecas,
que enterraban los aztecas
cuando fue la noche triste.
Y que ahora, según veo,
son cosas tan rebuscadas
que sacan buenas mantadas
y las llevan al museo.
Y duraron muchos días
buscando por dondequiera,
hasta en una nopalera
que era propia de mis tías.
Y después de harto buscar
y gastar bastantes cobres,
nada que hallaban los pobres
y hasta ya querían llorar.
Temprano se levantaban,
trabajaban todo el día,
y creo tanto les urgía
que hasta de noche escarbaban.
Y lo hacían con tanto anhelo
que casi no descansaban;
pero nada que sacaban
de abajo del entresuelo.
Y, al ver la navegación
y el mitote que traían
y que nada conseguían,
me dio algo de compasión.
Y, pensándolo tantito,
dije así: como entre dientes:
“¡ayúdales! ¡pobres gentes!
¡no seas malo, Margarito!”
Y, hablando ya en otros tonos,
les di tan fuerte ayudada,
que hallaron una mantada
de puritititos monos.
Lo malo está que no puedo
explicarles cómo fué.
tal vez algún día podré
aclararles el enredo.
Al heroico Chamacuero de Comonfort, a esta tierra bendita que me vio nacer y donde vi la luz primera, a este clamoroso lugar que, al igual de Salamanca y El Guaje, son los pueblos más limítrofes de todo el glorioso y frutífero Estado de Guanajuato y donde resuenan todos mis recuerdos, todas mis esperanzas y todas mis aspiraciones concluyentes de fraternalidad y patriotismo, le dedico esta humilde obra con toda la alma y con tantísimo cariño.
Su inútil servidor.
MARGARITO LEDESMA.
Rúbrica.
DÚO POÉTICO
I
LA PARTIDA
Adiós, Chamacuero hermoso,
ídem, rincón bendecido,
tú que fuiste humilde nido
de aguilucho poderoso.
Adiós, Paraíso encantado,
vergel de sabrosas limas,
a ti van mis humildes rimas
hoy al partir de tu lado.
Con el alma entristecida
y el corazón acongojado,
hoy me alejo de tu lado
como el que pierde la vida.
Y al sentir el desencanto
de separarme de ti,
siento loco frenesí
y he llorado tanto... tanto.
Y triste y desconsolado,
mi alma consuelo no halla...
¡Voy nomás aquí a Celaya,
a un negocio del juzgado!
Y en esa larga semana
que muy lejos de ti estaré,
yo nunca te olvidaré
ni de tarde ni de mañana.*
*Y no digo que tampoco de noche porque en la noche casi siempre se duerme uno y se le olvida todo.
II
EL REGRESO
¡Salud, Chamacuero hermoso!
¡Ídem, rincón bendecido!
Otra vez vuelvo a este nido,
feliz, contento y dichoso.
Al partir, los fieros males
me hirieron con mucho anhelo
y lloré sin un consuelo
en el Empalme de González.
Más tarde la duda ciega
me hirió con su garra fría,
y lloraba todavía
frente a San Juan de la Vega.
Fueron mis lamentaciones
cual de huérfano que grita,
al pasar por Santa Rita
y las otras estaciones.
Pero donde mi alma cobarde
tuvo la mayor batalla
fue al apiarme allá en Celaya
como a las seis de la tarde.
Allí me hirió el dolor fiero
y lloré con frenesí
al acordarme de ti,
¡oh, inolvidable Chamacuero!
Allí, al verme solitario
y tan lejos de tu suelo,
lloré sin hallar consuelo
y hasta pensé en el osario.
Allí, al mirar la distancia
tan inmensa que nos separaba,
la vida se me figuraba
como un sueño de quiromancia.
Pero afortunadamente
hoy vuelvo a tus benditos lares
y de nuevo mis cantares
embalsaman el ambiente.
Y aquí, con honor sincero,
te juró de buena fe
que no te abandonaré,
¡oh, inolvidable Chamacuero!
***
Y luego le seguimos: de este cuero saldrán muchas correas, verdadediós.
MIS OTROS PERROS
Para todos los perros que he tenido
y para los que supongo que más tarde he de tener,
es para mí un verdadero placer
dedicarles este agradable corrido.
Porque el perro es el amigo del hombre
y de toda la humanidad,
y bien vale su cariñosa amistad
que de flores y versos el camino se le alfombre.
Porque si no nos preocupamos de su vida
y no tratamos de tenerlo grato,
nos puede dar un mal rato,
pegándonos una fuerte mordida
o arrancándonos la suela de un zapato.
Trátenlo, pues, con buena voluntad,
aunque le tengan algo de recelo,
y, sin dejar de alzarle pelo,
búsquenle una buena conformidad.
Y por eso a todos los perros amigos
gustoso les dedico esta merecida poesía,
pues es muy posible que se llegue algún día
en que todos seamos valiosos testigos.
¿Testigos de qué? — ¡Pues de qué ha de ser!
De todas las cosas que puedan suceder.
NOTA. — Ni de chanza llegué yo a pensar que me fuera a salir tan bonito este Cantar de Perros. Si lo he sabido mejor le pongo Cantar de otra cosa. Aunque, pensándolo bien, el perro es un animal muy inteligente y agradecido, que yo creo que sólo le faltó un grado para ser gente, y está bien ponerlo en letras de molde. Lo que sí no me gustó nadita fue que la persona que me hizo el favor de corregirme esta bonita poesía tuvo la bondad de quitarle un perro pinto, un amamellado y otro color ceniza que yo le había puesto, porque esos son los perros que me acuerdo de haber tenido en mi vida, aparte de otros que no me acuerdo; pero la persona, creyendo que yo no la oía, dijo que ya eran muchos perros y que con los tres que dejó era más que bastante, y hasta me parece que todavía le parecieron muchos, según la cara que hizo. Yo tuve que aguantarme por no tener una diferencia con tan bondadosa persona; pero siempre no dejé de sentir algo feo. Aunque, por otra parte, puede que hasta bien haya salido. A ver si así escarmiento y se me quita la maña. ¡Quien me lo manda por andar de ofrecido, dando a corregir mis poesías! De repente hasta se me afigura que me cuadra más como yo las hago. Pero, siempre quién sabe, puede que mejor convenga pensarlo bien y no hacer las cosas al aventón y a lo que salgan, porque después andamos con los arrepentimientos y las dispensas.
O TEMPORA! O MORES!
También este letrero es consejo de don Nacho el de la Botica.
No sé por qué será, pero estoy viendo
que las novias se están despercudiendo
y no platican ya por el balcón;
sino que, sin decir ni agua va,
ni tampoco avisarle a su mamá,
se van con el novio al Estación
y allí platican sin interrupción
hasta que oyen que suena la oración
de la noche.
Tampoco sé por qué, pero he notado
que las viejas y jóvenes han dado
en andar chupe y chupe sin parar,
y que traen el cigarro entre los dedos
y, al estar platicando sus enredos,
no dejan ni un momento de chupar,
ni tampoco dejan de murmurar;
sino que todo es hablar y hablar
de la gente.
Tampoco hallo por qué, pero yo he oído
que en vez de aquel tan agradable ruido
que en las noches había en la población,
pues tocaban guitarras, bandolinas
y pianos y bandurrias y ocarinas
y a veces hasta un dulce bandolón;
sólo se oyen los gritos destemplados
de esos roncos fonógrafos rayados
que gritan cual furiosos condenados,
sin parar.
Tampoco hallo el motivo de otras cosas
muy extrañas, muy raras y curiosas
que veo, que noto y oigo en el lugar,
que me hacen ver que todo está cambiando,
que poco a poco vamos caminando
sin saber dónde iremos a parar
si en el la orilla de algún profundo mar
o en algún apestoso muladaro dónde.
NOTA. — Mucho les recomiendo se fijen en los estrangotes.
OTRA. — La verdad, ya no me están cuadrando muchote los consejos y las ayudadas de don Nacho el de la Botica, pues, además de que es muy mandón, como si el libro fuera suyo, mucho me estoy recelando que los letreros que me aconseja no estén bien, pues el otro día unos muchachos me gritaron desde detrás de una esquina: "¡Adiós, Becleriano! ¿Dónde dejaste el Gloria Munde?"
NOTA DEL EDITOR. — Me permito recordar a los lectores que, entre las composiciones de esta obra, hay una que lleva el título de BECQUERIANA y otra el de SIC TRANSIT GLORIA MUNDI, sugeridos ambos por don Nacho. Seguramente que a ellas se refiere el señor Ledesma en la nota anterior.
PLEITO DE COBIJAS
Pues hoy amaneció la novedá
de que Don Juan, el tío de Las Clavijas,
tuvo un tremendo pleito de cobijas
con su mujer, la güera Soledá.
Dicen que se acostaron muy temprano,
porque desde la tarde ya hacia frio,
sin que hubieran tenido ningún lio
y los dos con un humor bastante ufano.
Mas parece que, ya en la madrugada,
Don Juan quiso voltiarse de ladito,
y jaló las cobijas un tantito,
y dejó a la mujer descobijada.
Doña Chole, al sentirse en ese plan,
trató de remediar la situación,
y les dio a las cobijas un jalón
y, sin querer, descobijó a Don Juan.
Y Don Juan, todavía medio dormido,
sin saber ni la causa ni el origen,
gritó con fuerte voz: “¡No descobijen!”,
y jaló el cobertor y echó un bramido.
Y Doña Soledá, muy asustada,
entre dormida aun y entre despierta,
sintió que la dejaban descubierta
y le dio otro jalón a la frazada.
Mas Don Juan, a su vez, muy sorprendido
y todavía entre sueños y algo inerte,
les dio a las tilmas un jalón tan fuerte
que también Doña Chole dio un bramido.
Y, como eran así dos voluntades,
que jalaban con rumbos diferentes,
llegaron a ponerse tan renuentes
que de una colcha hicieron tres mitades.
Lo peor es que, al estarse jaloniando,
a oscuras y enojados de ribete,
no dejaron de darse algún moquete,
y dicen que ya se andan divorciando.
Mas la culpa de tales asonadas
y de tales disgustos cobijeros,
la tienen los demontres de obrajeros
por hacer tan angostas las frazadas.
HORAS DE PASIÓN
Era una noche silenciosa y fría,
el trueno con su ruido ensordecía
y se oia por dondequiera
la música callejera
del fuerte aguacerazo que caía.
Se sentía un fuertísimo calor,
el calorón que anuncia las tormentas,
y descargas eléctricas violentas
caian alrededor.
Todo callaba, todo estaba quieto,
y solo por momentos
se veian los relámpagos violentos
de aquel aguacerazo tan escueto.
No había faroles en la población;
todo estaba apagado, todo el calma...
solo yo aqui, adentro del alma,
miraba una grán iluminación.
¡SI!.... La iluminación de la ventrura,
la iluminación de la dicha y el placer,
porque yo tanteaba que aquella mujer
tenia que amarme con locura.
Y con paso feliz y rebosante
me apersoné al instante
para arrimarme junto a su ventana,
y hablarle de este amor tan importante
que no piensa en el mañana.
Y le platiqué todos mis amores,
y le dije muy recio que la amaba,
mientras llovía y relampagueaba
y la tormenta hacia muchos horrores.
Y entre aquel aguacero tas espeso,
en medio de aquella noche tan obscura,
se oyó una demostración de ternura,
es decir, el tronido de un beso.
Y otra vez nuestros labios se juntaron
para darnos otro beso,
Yo le dí uno en el pescuezo,
y entonces........ ¡la llamaron!
En el inter, el trueno ensordecía
y se oia por dondequiera
la música callejera
del fuerte aguacerazo que caía.
COMO JULIETA Y ROMERO
El corazón humano de la gente
es cual vejiga que se llena.
Echándole mas aire que el prudente,
se va infle y infle hasta que truena.
Y como el mio tambien es de cristiano,
se ve muy atariado y sumergido,
pues si siguen cargándole la mano,
en dia menos pensado da el tronido.
Ya los ves, tus papás no se convencen
y no me dejan platicar contigo.
Está muy bien, yo no los contradigo;
pero siempre está bueno que se piensen.
Pues no pueden hallarse muchas veces
personas como yo, que sean honradas,
que sepan aguantar sus peladeces
y que no anden con chismes ni asonadas.
Yo procuro granjiarlos cuanto puedo
y les doy la banqueta y los saludo;
pero nomás se quedan como un mudo
y me echan unos ojos que dan miedo.
Y aunque vean que uno sufre y que se afana,
parece que les tiene sin cuidado.
Ya ves, ya remacharon la ventana
y al zaguán le metieron un candado.
Y de arrimarme a tu balcón no hay modos,
ni pisando quedito y sin botines,
pues sale tu mamá y avienta orines
y grita cosas para que oigan todos.
En verdad que yo ya me desespero,
y si siguen así estos asuntos,
no hay mas remedio que enyerbarnos juntos,
como lo hizo Julieta con Romero.
DISGUSTO ARREGLADO
Don Procopio me atrasó
con un seco que me dió;
pero yo lo amiserié
con un ¡zas! que le aventé.
Y así parejos los dos,
le dimos gracias a Dios,
y no fue necesidad
de quebrantar la amistad.
Pues él solo se quejó
que la boca se le hinchó,
y yo nomas me quejé
que un diente me resmillé.
Pero en resumen total
no resultamos tan mal,
y por eso entre ambos dos
le dimos gracias a Dios.
Y después del sofocón
y ya sin mala intención,
seguimos nuestra amistad
con toda regularidad.
FANTASMAS
Por el camino desierto
y entre aquella noche escueta,
vi que traficaba un muerto,
que era el alma de algún poeta.
Dando panicosos gritos,
andaba a tontas y a locas
y se azotaba en las rocas
como lo hacen los malditos.
Y agarrando mucho vuelo
y haciendo mucha boruca,
se revolcaba en el suelo
y se rescaba la nuca.
Y echando brincos violentos
se alargataba en las peñas,
y hacía muchos espamentos
y hasta algo de malas señas.
Y luego mas enojado
y con voz medio platónica,
gritaba desesperado:
"¿Donde estás, mujer felónica?".
Y se hicaba de rodillas
y, en su cólera traidora,
se golpeaba las costillas,
sonando como tambora.
Y echando un largo suspiro,
gritaba con voz platónica:
"¿ Donde estás, que no te miro ?
¿ Donde estas mujer felónica?".
Era una visión horrible,
era una cosa tan fiera,
que se asustaba cualquiera
con ese espanto infalible.
Y yo tambien me asusté
y allí me puse a temblar,
tanto que luego me hinqué,
como queriendo rezar.
Pero, por mas que trataba
de acordarme de algún rezo,
solo ronquidos echaba
y hasta me dolía el pescuezo.
Luego con cierto recelo,
el espanto, poco a poco,
se revolcaba en el suelo,
como si estuviera loco.
Y echaba muchas bravatas
y hasta algo de maldiciones,
y se oían los revolcones
que se daba entre las matas.
No sé si sería un difunto
o si sería La Llorona,
pues andaba todo junto,
gritando como persona.
Y en esa furia tan loca,
se me arrimó un tanto cuanto,
y vi salir de su boca
un olor de camposanto.
Entonces, muy asustado
y viendo lo irremediable,
quise correr para un lado,
para no ser responsable.
Y, corriendo a troche y moche,
por no hacer un disparate,
me trepé en un cazahuate
y allí me pasé la noche.
Despues, en la madrugada,
abrí los ojos con ansia;
creyendo hallar la fragancia
de su boca resmillada.
Y aquí fué lo mero malo,
algo que no tiene nombre:
¡ Al apiarme de aquel palo,
ni señas hallé del hombre!
Entonces, con harto miedo,
temblando y de mala traza,
me fuí corriendo a mi casa
a contarles el enredo.
Y esto no es cuento, es lo cierto;
ésta es la historia completa
de haberme salido un muerto
que era el alma de algún poeta.
Lo creo porque, cuando andaba
haciendo aquellos esfuerzos,
entre los gritos que echaba
se oían unos como versos.
Y yo, que entiendo ese asunto,
pensé, sin hallar ni un pero:
"Margarito, ese difunto
es el alma de un compañero".
Y esta es la causa y razón
y tambien es el motivo
por lo que esta cosa escribo
con toda satisfacción.
¿Por qué te tapas?
Al pasar junto a mi lado,
te tapas con el rebozo.
¿Pues qué crees estoy sarnoso
o que estoy descomulgado?
Pues no tengo nada de eso,
pues mi defecto mayor
es el tenerte este amor
que sin miedo te confieso.
Si no tienes voluntad
siquiera de contestarme,
yo creo que no hay necesidad
ni menos de avergonzarme.
Mucho menos todavía
de enredarte en el rebozo,
pues ya desde el otro día
te dije no estoy sarnoso.
La gente se entiende hablando
y aunque digas no me quieres,
yo he de seguir batallando,
porque así son las mujeres.
POR EL TABACO
Don Piedá vende un tabaco
que ya ni la disimula,
pues le cai al hombre flaco
como patada de mula.
Pues al que quiere chupar
y sentirse satisfecho
le da una tos en el pecho
que hasta se quiere hogar.
Y todo nomas por nada,
nomás por ganarse un tlaco.
Es bueno que la Acordada
no admitiera ese tabaco.
Y si porfía en admitirlo
aunque de mal resultado,
pues yo, con no consumirlo,
mi negocio está arreglado.
Pues no quiero que por tonto
me venga una garraspera
y luego, así de pronto,
se me seque la mollera.
Pues dicen que el mal tabaco
da resultados an malos
como si a un cristiano flaco
le pegaran unos palos.
DIVAGACIONES
Yo nunca he podido comprender
por que la vida se pasa tan pronto,
lo mismo para el hombre de mucho saber
que para el hombre ataimado y tonto.
Yo nunca he podido darme cuenta,
con todo y que mi gana es mucha
por qué apenas llega uno a los ochenta,
por mas que le haga la lucha.
Y navegando en ese mar de dudas,
he llegado a pensar a veces
que el hombre sufre muchos reveses
y muchas dificultades muy rudas.
Pero me conformo y digo:
- ¿ para que buscarle de otro modo,
si el hombre no es mas que ceniza y lodo
y al final tendrá su premio o su castigo?
Es la ley incomprendible del Destino
que ningún mortal puede cambiar:
¡Hoy nos dedicamos a puro disfrutar;
pero se acaba la fuerza a medio camino!.
Quítense, pues, de preocupaciones
y de calentaderos de cabeza,
y..... ¡ a disfrutar con franqueza
de todos los placeres y distracciones!.
Y si al pronto la ronca campana
nos anuncia el fin de la Criación,
entonemos a la vida un hossana
y vámonos sin resistencia al panteón.
Porque, con deseos o sin ellos,
ese es el fin de todo mortal.
Se acaban de la vida los resuellos
y entonces si nos va retemal.
Pero, ¿ por que calentarnos la cabeza
ni tener el alma intranquila,
habiendo tan espumiante cerveza
y tan cristalinas copas de tequila ?
Dejemos, pues, las preocupaciones
y, olvidándonos del toque funeral,
entonemos unas agradables canciones,
bebiéndonos unas copitas de mezcal.
Y si porfía en admitirlo
aunque de mal resultado,
pues yo, con no consumirlo,
mi negocio está arreglado.
Pues no quiero que por tonto
me venga una garraspera
y luego, así de pronto,
se me seque la mollera.
Pues dicen que el mal tabaco
da resultados an malos
como si a un cristiano flaco
le pegaran unos palos.
EN LA FIESTA TITULAR DEL LUGAR
A las dos de la mañana
comenzaron los tronidos,
y hubo algunos atrevidos
que hasta aventaban la bala.
Las cámaras relumbraban
en toda la población,
y hubo gente de a montón
que del susto se ensuciaban.
La música recorrió
todo el centro de las calles,
y hubo chistosos detalles
de una vieja que se ahogó.
Pues, ¿hasta cuando esa maña
podrán las viejas quitarse,
esas mañas de embriagarse
andando en tierras extrañas?
Dicen que a don Evaristo
se le perdió la frezada
y que no ha encontrado nada,
por mas que se ha puesto listo.
Don Lucas el del Empalme
también perdió la cobija,
y es muy facil que la exija
y que solo así se calme.
Andaba uno de Celaya
que dicen que a la mera hora
se le perdió la señora,
y que todavia no la halla.
Y otro que en ese momento,
por andarse dando vuelo,
le llevaron su jumento
y lo dejaron en pelo.
A don Juan, el de Apaseo,
de los cuetes tuvo antojo,
y le apagaron un ojo,
y dicen que quedó muy feo.
En fin, entre tanta bola,
hubo muchas contingencias,
pues hubo las coincidencias
de que portaban pistola.
Después se siguió la misa,
quemaron enchorizados,
y a los que estaban hicados
les ardieron la camisa.
Tanto que hasta al señor cura
lo pusieron en un brete
y prohibió que echaran cuete
en medio de la apretura.
Muy buenas danzas vinieron
de toda la cercanía,
y bailaron noche y dia,
y unos hasta se murieron.
Y allí andaban incansables
los locos y cabezones,
haciendo muchas visiones
y chistes muy agradables.
De las bandas, no se diga:
le tupieron tan macizo
que mi compadre Narciso,
se enfermó de la barriga.
Hubo bandas muy sonoras,
y iban con buenas trazas,
que cuartiaron muchas casas
con las puritas tamboras.
Como a cosa de las dos,
tenían hinchada la boca,
nomás de estar toca y toca,
sin encomendarse a Dios.
A medio dia fué lo bueno......
Al prender los monigotes
todititos los bigotes
le quemaron a un sereno.
Y a la mujer de el Sabroso,
el que vende nieve y agua,
le sollamaron las naguas,
y le ardieron el rebozo.
Y a la tía de doña Cuca,
la que vende bocadillos,
le ofendieron los tobilllos
y le tostaron la nuca.
A las tres hubo banquetes,
y en la casa de don Pablo,
parece que bailó el Diablo,
pues hubo muchos moquetes.
Tanto que a Miguel el Güero,
que era de los mas felices,
le achataron las narices
con un zapato de cuero.
En la tarde hubo rosario,
cuetes, música y danzantes;
así que el padre vicario
tubo que acabar cuanto antes.
Los súchiles y parandes
que compusieron este año,
pues, ¿para que los engaño?,
pues estuvieron bien grandes.
En la plaza era un mitote
que ya nadie le acertaba,
pues el que no se peleaba
andaba tras de un garrote.
Después, al anochecer,
hasta dolía la conciencia,
pues era una pestilencia
que no hallábamos que hacer.
Andaban muchos borrachos,
otros, bastante indigestos,
y, como había muchos puestos,
se empachaban los muchachos.
Don Juan el de Las Pälmitas
andaba tan borrachento
que hasta se quemó el asiento
en un perol de carnitas.
Y don Valentín Anaya,
que siempre carga sus triques,
nomás le hacia siriniques
a una arriero de Celaya.
A don Gil, el del mercado,
lo llevaban los serenos
con una oreja de menos
y toditito basquiado.
Dicen que en una cantina
la cosa estuvo tan fuerte
que hasta hicieron una muerte
adentro de la cocina.
La tienda de don Piedá
se la bebieron entera,
y hubo tanta borrachera
que hasta parecía humedá.
Era tan grande la bola
que parecían alacranes:
¡Que ya agarran matacanes!
¡que ya sacan la pistola!.
Que en la orilla del bordo
taparon uno con tierra,
y, como motín de guerra,
que se train un puerco gordo.
Que hicieron un estropicio,
que hirieron a doña Cuca.....
En fin, había tal boruca
que parecía el dia del juicio.
Y no obstante, con todo esto,
tuvieron tanta paciencia
que a la misma Presidencia
la pusieron de pretesto.
Y los músicos de viento
tocando como si nada,
con toda la boca hinchada,
sin descansar un momento.
Los de Rincón de Tamayo
dieron tantas audiciones,
que hasta estrenaron calzones,
para salir en el gallo.
Los de Neutla daban trazas,
por el ruido y la violencia,
de ponerse en competencia
para cuartiar hartas casas.
En la noche comenzaron
a prender los corredores,
y naguas y cobertores
con las chispas se quemaron.
Y que sigue una palmita,
y que empiezan los castillos,
y toditos los chiquillos
se arrimaron en lorita.
Y luego el maistro cuetero,
con un vestido muy charro,
les fué pegando el cigarro.....
¡y que empieza el tronadero!.
Los buscapiés corrian
en todas las direcciones,
y, del susto, en los rincones
las mujeres se metían.
A una mujer en las naguas
un buscapiés le cayó,
y del susto que llevó
hasta se hizo de las aguas.
Un castillo, al darle juego,
sin mas ni mas reventó,
y un indio, que se arrimó
de un cuetazo lo hizo ciego.
Y aunque no tuvo el cuetero
la culpa del sucedido,
todo el gentio, ofendido,
se le fué como aguacero.
Y al mirar ese mitote,
temiendo una contingencia,
ordenó la Presidencia
que lo encajarán al bote.
Entonces toda la bola,
como perros con un hüeso,
se lo llevaron en peso
para echarlo a la chirola.
Y así terminó la fiesta,
presando al maistro cuetero,
¡Hasta el año venidero
si Dios la vida nos presta.
UNA MANDA A SAN JUAN DE LOS LAGOS
Habiéndome tocado la contingencia
de quebrarse la tabla del excusado,
de buenas a primeras me vi anegado
en un mar de bastante pestilencia.
Y al verme soterrado en cosa blanda,
sin poder resollar casi siquiera,
no hubo remedio, pues mandé una manda
para poder salirme para afuera.
Y entonces un alma compasiva
su mano me tendió bastante grata
y por medio de un gancho y una riata
pudo pronto sacarme para arriba.
Mas ya comprenderán que todo el mundo
me hacía muchos mitotes y mucho asco,
pues era yo como si fuera un frasco
lleno de algún aroma muy inmundo.
Pero con todo yo me dí de santos
que me tocara así la buena suerte,
pues peor hubiera sido hallar la muerte,
y luego los mitotes y los llantos.
Así es que sin andar con sevasivas
ni espuesto a las habladas de la gente,
dije: - Lo mas pronto es lo mas decente,
y no te hagas para atrás mientras vivas.
Y no anduve con trámites ni amagos,
agarré mi maleta y mi bufanda,
y que me voy para pagar mi manda
al pueblo de San Juan de Los Lagos.
Pues lo que mas armonía me hizo
fue que, no estando mucho en la miseria,
al tiempo que cumplía mi compromiso
me divertía un ratito con la feria.
Y ya en el camino carrocero,
divisé para todos los caminos
y vi que iban muchos peregrinos,
pero yo había llegado mas primero.
Esto ya me quitó todo recelo,
pues fué el empiezo de mi buena suerte,
pues, siendo mi asno de color canelo,
muy voluntarioso y andador y fuerte,
comprendí que ponía todo su esmero
para que yo llegara mas primero.
Así es que, muy feliz y casi ufano
y como todo humilde peregrino,
iba yo por el monte y por el llano,
al trote zas y zas de mi pollino.
Y a Dios haciendo votos muy seguidos
por el favor de mi asno, que es canelo,
pues habia peregrinos mas fundidos
que sin burro andaban por el suelo.
Fué un viaje algo pesado, pero contento
por montones de sierras y serranías,
y andábamos tan recio como el viento,
caminando de noche y hasta de dias.
Nos dormíamos en medio de los arroyos,
de carrera voltíabamos las esquinas
y en los ranchos y casas que había gallinas
nos comíamos las yemas y hasta los pollos.
Pero no se me olvida de un asunto
que en medio nos pasó de unos caminos,
y fué que nos hallamos un difunto
revuelto con los otros peregrinos;
y muy serio y callado, como si nada,
iba muy misterioso, muy calladito,
y nomás eche y eche un ulfatito
meramente de tierra medio mojada.
Y al vernos asustados el sacerdote
y mirar lo malamente que la cosa andaba,
nos dijo algo disgusto: - No hagan mitote;
es un muerto que debe también su manda,
y que viene a pagarla muy calladito
y revuelto entre todos, como si nada;
pues ¿que no ven ustedes el ulfatito
que le sale, de tierra medio mojada?.
Y predicó muy largo de ese asunto,
diciendo que cada año, llueva o no llueva,
se pega casi siempre algún difunto
que va a pagar la manda que tal vez deba.
Y nos dijo: "No le hablen, déjenlo quieto,
y váyanse callados, como si nada;
no vaya a desarmársele el esqueleto
y nos pase una cosa medio pesada.
Y tambien otra cosa que se me olvidaba.
Un peregrino quiso pasara el rato
y aventó un pistolazo sobre un pato
y a una mujer ya mero se lo pegaba.
Y entonces, enojados los celadores,
viendo que estaban prohibidos los pistolazos,
le dieron una zurra de garrotazos,
y de la garrrotiza pasó a mejores.
Y en medio de un arroyo lo sepultamos,
y ya libres de aquella contrariedad,
no hubo nuevos disgustos y continuamos
sin quebrantar las reglas de la amistad..
Y al fin llegamos todos hasta San Juan
y pagamos la manda, que es secreta,
y luego unos se fueron a la roleta
y otros a los albures y al carcamán.
Y como a mi me dieron recio y tupido
y casi me dejaron a raiz y en pelo,
jugué ya de enfadado mi asno canelo
y me quedé tan solo con lo vestido.
Y tuve que volverme para mis llanos
a pié y algo cansado de las andadas,
con la cara y la nuca llena de granos
y un sies noes de dolores en la quijada.
Pero en volver de nuevo otra vez pienso,
pues vi cosas muy buenas y muy curiosas,
pues había un gentilismo bastante extenso
y vendimias y bailes y hartas cosas.
Y me acuerdo que andaba de brigilante
un charro muy decente y hasta ladino
que era como a manera de Comandante
y todos lo nombraban señor Paulino.
Y se agarró a balazos y armó mitote
y bailó sobre un puesto de tacos fritos,
y les dió de guantadas a dos inditos
porque no le percharon un guajolote.
Y a las gentes que andaban por la banqueta
les dió de caballazós con el caballo,
y encima de una mesa se comió un gallo
y moquetió a los dueños de la roleta.
Quebró los garrafones de muchas tiendas,
manumitió dos veces al empresario
y, en fin, armó un mitote tan temerario
que hasta vino el resguardo de las haciendas.
Y aseguraba todos que no le hacía,
que era muy amigote del Presidente,
que siempre le ayudaba toda la gente
y que a los mas planchados se los comía.
Y que nomás ya junto con su pandilla,
hacía cera y pabilo a la población,
y no era cosa facil ir a prisión
ni quitarle el destino cosa sencilla.
Y comenzaron a ayudarle todos,
echando gritos y hartas maldiciones
y hasta diciendo que con esos modos
ni lo corrían ni entraba en las prisiones.
Mas con todo y lo mucho que lo ayudaron,
siempre salió raspado don Paulino,
pues al fin le quitaron el destino,
pero la carcel no se la quitaron.
HAY QUE COSAS....!
Se han visto cosas muy duras
en estas revoluciones.
Estropicios, quemazones,
golpizas y colgaduras.
Al señor don Evaristo,
mayordomo de La Palma,
por poco le sacan el alma,
pues estaba muy malquisto.
Le rebanaron los pies
con un machete filoso
y hasta el cuero cabelloso
querían voltiarle al revés.
Las narices le achataron
con las patas de un caballo
y para darse mas gallo,
hasta un oido le picaron.
Le dijeron hartas cosas
que no se pueden decir.....
En fin, lo hicieron sufrir
vergüenzas muy vergonzosas.
Le jalaron las patillas,
le flamiaron el asiento
y para mayor aumento,
le metieron zancadillas.
Le dieron hartos pisones
en los callos de los pies,
y con buñiga de res
le emporcaron los calzones.
Le doblaron las orejas,
le arrancaron el bigote,
lo hicieron correr al trote
con una pantuflas viejas.
Entre todos le pegaron
un montón de cachetadas,
y le dieron de patadas,
y en el común lo aventaron.
Y después de esta contienda
y de tan grandes fracasos,
le aventaron de balazos
y se fueron de la hacienda.
Por eso digo y repito
que en estas revoluciones
hay que andar con precauciones
y tener su valorcito
LA REINA DEL CARNAVAL
Carmelita, no se apene
con lo que ha sucedido.
Bastante nos ha podido
y muy disgustados nos tiene.
Casualmente lo leí
en "La Voz de Guanajuato",
y, la verdad, un mal rato
pasó con lo que dice allí.
Pero miro con agrado
que usted anda muy serena,
como si no le diera pena
con eso que le ha pasado.
Así es mejor, ya lo creo;
mas vale disimular
y no ponerse a llorar
cuando le hacen a uno el feo.
Pero, de cualquier manera,
es muy grande disvafor
que enfrente del Gobernador
esa cosa sucediera.
Y en frente de otras mas gentes
que podían protestar
y aturdir y hasta chiflar
a esos hombres imprudentes.
Pues no es cosa bienhechora
nada menos que en un teatro,
en donde no hay dos ni cuatro,
le digan a uno: "SEÑORA".
Y en fiestas que no son bravas,
sino serias y decentes,
vayan saliendo esas gentes
con una batea de babas.
Porque no era festival,
ni corrida, ni afianzón;
sino la Coronación
de la Reina del Carnaval.
Y en fiesta tan exquisita,
salen a lora de lora
diciéndole a usted "SEÑORA"
en lugar de "SEÑORITA".
Y no uno, sino tres,
fueron los de esa herejía:
el que dijo la poesía
y uno antes y otro después.
Y los tres, al unísono
y con una voz sonora,
le decian a usted "SEÑORA"
en mero en frente del trono.
Y si eso salía muy mal
con cualesquier señorita,
salía pior con Carmelita,
la Reina del Carnaval.
Si no estaban al corriente
de si es soltera o casada,
no ir saliendo con esa empanada
delante de tanta gente.
Sino informarse primero,
con cuidado y precaución,
y no andar en procesión,
como en la luna de febrero.
Y si no estaban seguros
de si es casada o señorita,
decirle a usted "CARMELITA"
y salir así de apuros.
Y no meterse de pronto
en camisa de once varas,
y andar viendo malas caras
y haciendo papel de tonto.
A mi me cayó en lo vivo
y siento feo todavía,
tanto que desde ese dia,
he andado muy pensativo.
Y piense y piense nomás
como será bueno hacer:
si pasar a proceder
o ya no meterse en mas.
Y hasta consulté a la almohada
el modo de procurar
que dejen ya de pensar
que usted es gente casada.
Y después de andar perplejo,
pensando en lo que necesita,
estimada Carmelita,
le voy a dar un mal consejo.
Que le pida al señor Cura
la copia certificada
de que usted no está casada
ni allí ni en la Jefatura.
Y vea luego al Presidente
y allí tambien le procuren
otra copia en que aseguren
que usted es independiente.
Y después vaya al Juzgado
y a las demás dependencias,
que le extiendan referencias
de que nunca se ha casado.
Y vaya en una carrera
a la Oficina de Rentas,
para que vean en sus cuentas
que usted es gente soltera.
Y para que en forma impropia
no sigan con ese urdimbre,
que en la Oficina del Timbre
también le den otra copia.
Y luego ya con todo eso
y ya con tanta constancia,
se va usté a la Comandancia
a levantar un proceso.
Y si con tantos detalles
se ve que ni así obedecen,
que luego luego los presen
y salgan a barrer calles.
A ver si así se les quita
esa maña malhechora
de decirle a usted "SEÑORA",
en lugar de "SEÑORITA".
PASION
¡Háblame! que tu voz arrolladora
me siga donde yo ande, Manuelita.
Mi pecho silencioso necesita,
sentir cual los fulgores de la aurora.
¡Mírame! Son tus ojos tan sombríos
que parecen el lucero de la tarde.
Cuando me miras hasta la alma me arde
y empieza luego con sus desvarios.
¡Ámame! Nada valgo, pero si acaso
llegas a amarme con amor ardiente,
pasaré entre la bola de la gente,
y haber si pueden estorbarme el paso.
Voz, miradas y amor, todo de un tiro,
quiero tener en esta vida amarga,
y así la vida se me ha de hacer mas larga
y ya no habrá ni llanto ni suspiro.
Y envuelto en los fulgores inviolables
de tu voz, de tu amor y de tu mirada,
ya no podrán gritar ni decir nada
esos que andan por ahí de miserables.
Pues ya cierto y seguro de los confines
de ese amor tan inmenso que me abrasa,
podré toseles recio a los catrines
que se paren enfrente de tu casa.
Escucha mi clamor y mi triste grito.....
¡Que me hables, que me ames, que me mires
y que siempre que llores y que suspires
te acuerdes de este pobre Margarito!
¿ COMO LE HARÉ ?
Le mandé una cartita con Delfina,
y no me contestó;
le mandé otra con Luis el mandadero,
y no la recibió;
le envié un ramo de flores con tía Sixtos,
y mucho se enojó;
y ayer, que le tosí dos o tres veces,
ni siquiera voltió.
Yo quiero que me digan con franqueza
como le voy a hacer
con tantos quebraderos de cabeza
causa de esa nujer.
Si paso por enfrente, se me esconde;
si le escribo una carta, no responde;
no se asoma al zaguán ni a la ventana;
a misa siempre va con la mamá;
en la calle siempre anda con su hermana,
y si hay bailecito, nunca va.
Nunca la veo en una serenata;
tampoco va el domingo a la Estación.
por eso estoy creyendo solo trata
de ponerme en terrible paragón.
Yo no estoy cierto si lo hará deadrede
o por temor a enojo familiar;
si será deveras que no puede
o la hará para hacerme repelar.
Mas como el modo no me proporciona
de declararle este amor inmenso,
la verdad...... mejor pienso
poner los ojos en otra persona.
Sirve que así me quito
de andar como el perrito,
para allá y para acá,
muy serio, muy chistoso y muy travieso,
nomás siguiendo el güeso,
mientras la gente... ¡ja, ja, ja!.
Y así me dejo ya del quebradero,
y me evito tambien que la cristiana
me ande nomás con hoy y con mañana,
como si fuera un triste limosnero.
EPIGRAMAS
A la sombra de los sauces
se andaba pasiando Juan.....
No hay remedio, así es la vida:
¡Donde las toman las dan!
Una noche en la partida
me saqué como diez pesos.....
No hay remedio, así es la vida:
¡Tienes que darme unos besos!
Dicen que sale un fantasma
trepado sobre un birloche.....
No hay remedio, así es la vida:
¡No andes saliendo de noche!
Y en fin, para no cansarte,
no digo lo que te toca......
No hay remedio, así es la vida:
¡Mejor cállome la boca!
PARA UNA INGRATA
Esos mercurios de la luna
que solo brillan ya de noche
se me afiguran el reproche
de algún piedrazo en la laguna.
Y los fulgores de esa esfera
que brilla allá en el firmamento,
se me afiguran el lamento
de algún mortal que feneciera.
¡Mujer ingrata y importuna
que no haces caso de este amor!
¡Ni que tuvieras el fulgor
que nos retacha de la luna!
¡Ni que fueras ese globo
que brilla allá en el firmamento
y yo estuviera como el bobo
nomás mirando el monumento!
Y ni que fueras una estrella
tan relumbrante como el sol,
de esas que dejan una juella
de verde nacar y arrebol.
Es necesario que te expliques
y no andes ya con ese enredo,
y que no creas te tengo miedo,
pues facil es que te perjudiques.
Porque si sigues de importuna
y me comienzas con perjurios,
piensa nomás en los mercurios
que cain ya noche de la luna.
HIMNO LOCAL
Coro
Ciudadanos: Al grito de alarmas,
que a ninguno le falte el valor,
y que todos agarren sus armas
al sonar la campana mayor.
I
Ciña, ¡oh, pueblo!, tu frente bendita
con coronas de mirtos y rosas,
y que todas las gentes valiosas
se recuerden del grán Comonfort.
Mas si alguno se atreve arbitrioso
a meterse en tus centros poblados,
que toditos se vengan armados
para echar para afuera al traidor.
II
Por si al caso llegara a ofrecerse,
nadien debe negar su presencia.
Que se junten en la presidencia
y trayendo sus armas los mas.
Pues la seña será la campana
o cualquier otra cosa sonora,
y que todos, a lora de lora,
no se vayan a hacer para atrás.
III
Ya lo saben: cuando oigan la seña,
nadien se ha de quedar escondido,
pues es bueno formar mucho ruido,
y echar gritos, si al caso los ven.
Y que todos avienten pedradas
y les griten muy recio y violento
y que avienten balazos al viento
y, si hay modo, a pegarles tambien.
IV
¡Chamacuero!; tus hijos te ofrecen
defenderte con todo y su vida
cuando alguna gavilla o partida
venga al son de quererte ofender.
Pues si quieren echársete encima
al pretesto que train muchas gentes,
ya verá ese confin de valientes
como aquí los hacemos correr.
Coro
Ciudadanos: Al grito de alarmas,
que a ninguno le falte el valor,
y que todos agarren sus armas
al sonar la campana mayor.
POR UNA BAILADORA
¡Que chulo y que bonito baila Nacha!
Se estira y se alarga cual culebra,
y luego hasta parece que se quiebra
de tanto que se dobla y que se agacha.
Sabe bailar las jotas y cuadrillas,
remolinea la pierna y alza el brazo,
y luego hasta le truena el espinazo
en ese baile que hace sentadillas.
También sabe otros bailes muy decentes
que dicen aprendió en la Capital,
no se si estará bien o estará mal,
pero veo les agrada a las gentes.
Otras veces con un sombrero chato
y un tápalo de barbas, muy floriado,
se pasea sola de uno a otro lado
y cante y cante toditito el rato.
Pero en el baile que hubo en La Palmilla,
traía unos choclos nuevos de charol,
y me dió un taconazo en la espinilla
que me hizo ver estrellas y hasta el sol.
Y yo le dije que no había cuidado,
que ni tantito así me había dolido;
pero ¡mentira!, me quedó morado
y hasta un tanto cuanto renegrido.
Y sentí unos dolores tan violentos
que hasta de vomitar me dieron ganas,
y todavía como a las tres semanas
me estaba untando árnica y fomentos.
Y por esa razón tal vez sería,
o por otros motivos mas pesados;
pero ¡palabra! que desde ese dia
no me cuadran muchote sus bailados.
POR LAS CONTRIBUCIONES
Eso de las contribuciones
anda por aquí muy duro,
Si no pagas, te aseguro
que se adjudican tus posesiones.
Pues aunque grites y te enfades,
si no te pones muy chango,
te pasa lo que en Durango:
que te especulan tus propiedades.
Y si el caso se complica
y llega a cosas mayores,
los señores inspectores
te apean hasta la basinica.
Y no andes con evasivas
ni quieras sacarles tratos,
porque esos hombres ingratos
te sientan por mientras vivas.
No empieces, pues, con idea
ni comiences a negarte,
pues pueden arcabucearte
y nada se negocea.
Dicen que a los que se nieguen,
los tratan sin compasión,
y avientan al aventón
y péguenle al que le peguen.
Por eso yo te aconsejo
que tu te pongas muy chango,
no sea que, como en Durango,
te quiten hasta el pellejo.
REMEMBRANZAS
Tus ojos son dos globos de topacio
que se ven relumbrar desde muy lejos
y que echan resplandores y reflejos,
cual la iluminación de algún palacio.
Tu boca es de esas urnas celestiales
resguardadas por angélicas milicias
y bastante ajuariadas de delicias,
como la miel de los panales.
Tus oidos son dos rosas de alabastro
y tus pestañas, negras cual cabellos,
les tapan a tus ojos los destellos,
sin dejar ni siquiera rastro.
Tu sólida y esplendorosa dentadura
es una ensarta de diamantes,
y tus labios dos mariposas palpitantes
que aletean en la noche obscura.
Tus manos desparraman hartos dones,
tus pies son un manojo de claveles,
y entusiasmas a todos los donceles
y haces palpitar sus corazones.
Cuando miro tu cuerpo, no vacilo:
clarito veo que un parecido toma
al de la Venus que fundió allá en Roma
un escultor que se llamaba Milo.
Y tus modos y andados tan decentes,
cual una estatua de la antigua Grecia,
aquí toda la gente los aprecia
y les cuadran a todos los pudientes.
Eres Cleopatra, Elena de Troya,
mucho te me afiguras a Lucrecia,
y cuando vas saliendo de la iglesia,
nomás relumbras, cual si fueras joya.
Yo solo una cosa solicito
y atentamente te pido este favor:
¡Que no olvides a tu servido
el humilde poeta Margarito!
NO LES HAGAN CASO
Me iba a bañar al rio
y me resbalé en la orilla,
y me raspé una rodilla
y me dió bastante frio.
Pues fuí a parar hasta el fondo,
vestido y tal como estaba,
y, la verdad, ya me andaba,
pues me caí en lo mas hondo.
Y, al verme todo mojado
y chorreando de agua y lodo,
y muy raspado de un codo,
me puse medio asustado.
Y me decían los fisgones
que el vestido me quitara
y que siempre me bañara,
pero yo le dije: "¡Nones!".
Pues ¿como habia de bañarme
después de haberme caido
con todito y vestido?
¡Eso era para risfriarme!.
Así es que me fuí a mi casa
y me bebí un ponche caliente
y una friega de aguardiente
y baños de pies con mostaza.
Y me dormí todo el dia
y en la noche otro ratito,
y ya mas recobradito,
les platico la avería.
LAS ELECCIONES
Yo no había visto elecciones
como las nuevas de ayer.
Grito, palos, mojicones
y piedrazos a mas ver.
Las urnas de votaciónes
no eran urnas ni eran nada,
pues eran unos cajones
con la tapa desclavada.
Y los que estaban sentados
en la mesa, de respeto,
puros descuacharrangados,
casi sin ningún objeto.
A todos los que votaban
en contra del candidato
mucho que los carniciaban,
pasando así muy mal rato.
Y todo fué para nada
porque, echando maldiciones,
llegó al fin una parvada
y se robó los cajones.
Pues llegaron los malditos
nomás de golpe y porrazo,
echando pedradas, gritos,
y hasta uno que otro balazo.
Y de esos modos tan tristes
se acabó la función.
La verdad, para esos chistes,
mejor que no haya elección.
PORTADA
No me importan las burlas de los necios
ni la envidia ni habladas de algún tonto,
pues siempre a los combates estoy pronto,
llevando como lanza mis desprecios.
Ni temo a las jugadas de la suerte
ni a los recios golpazos del Destino,
y seguiré adelante mi camino,
porque siempre me he sentido fuerte.
Nada me importa la tormenta airada
ni el huracán con su asustante ruido,
porque simpre valeroso y atrevido
seguiré sin importarme nada.
Y aunque vea que el Destino traicionero
trata de agarrarme en una emboscada,
yo seguiré sin importarme nada
y llevando a media cabeza mi sombrero.
Pues solo ambiciono el galardón bendito
de que al cair hasta adentro de la nada,
pueda decir toda la gente honrada:
"Aqui yace El Poeta Margarito".
OREJILLOS
¿Quién me llama la atención?
-El Estación.
¿Quién hay que mis pesares calme?
-El Empalme.
¿Y quién sofoca mis males?
-De González.
Por eso mi pobre corazón
tiene unas ganas fatales
de pasiarse por el Estación
del Empalme de González.
¿Qué como cuando hago rimas?
-Unas limas.
¿Qué pueblo es el que más quiero?
-Chamacuero.
¿Y quién murió alrededor?
-Comonfort.
Por eso con gran sabrosor
seguiré haciendo mis rimas
y gustando de las limas
de Chamacuero de Comonfort.
¿En dónde se ahogó mi tío?
-En el río.
¿Dónde tu amor te pedí?
-También allí.
¿Dónde juego a la baraja?
-En La Laja.
Por eso, si no hace frío
en días que no se trabaja,
luego lloro y luego me río
junto al río de La Laja.
LOS LIMPIONES
Le dije a don Epitacio:
Si la cara va a limpiarse,
hágalo sin apurarse,
con cuidado y muy despacio.
Saque el paño poco a poco,
o como quiera sacarlo,
pero, cuando vaya a usarlo,
no lo haga usted a lo loco.
Revíselo cuidadoso
antes de ir a proceder,
para que así pueda ver
si no hay algo sospechoso.
No vaya a hacerlo violento
y nomás al aventón
ni vaya a darse el limpión
como quien limpia un jumento.
Pues le puede suceder
lo que a Luis le sucedió,
que la sangre se sacó
y él ni lo echaba de ver.
O puede pasarle a usté
lo que a don Juan le pasó,
que todo se tasajió
y no supo ni por qué.
Y por más que le buscaba
el motivo y la razón,
se hacía pura confusión
y nadita que le hallaba.
Por eso les digo a todos:
"Limpíense con mucho tiento,
despacio y con buenos modos,
no nomás al ai te aviento".
Margarito Ledesma (Leobino Zavala) nació en Uriangato (México) el 28 de junio de 1887 y falleció en San Miguel de Allende el 27 de diciembre de 1974.
Comenzó sus estudios en su ciudad natal y más tarde en instituciones más céntricas, como el Colegio del Estado, donde realizó la carrera de Abogacía de la que se tituló en 1910.
Trabajó posteriormente como notario en el pueblo donde comenzó a residir, San Miguel de Allende, donde fundó también la Escuela Secundaria Comercial y de Enfermería y Obstetricia, convirtiéndose también el el director de dicho organismo. También trabajó como diputado de la federación y el estado y cumplió labores políticas de diversas envergaduras.
En lo que respecta a su vocación literaria, cultivó fundamentalmente la poesía a través de las cuales analiza y plasma las tradiciones de su pueblo con una cuota de humor. Entre sus libros publicados se encuentran "Poesías de Margarito Ledesma" y "Tradiciones y leyendas sanmiguelenses"; éste último se publicó a título póstumo.
En nuestra web podrás leer algunos de sus poemas, tales como "Himno local", "Los limpiones", "Orillejos" y "¿Por qué te tapas?". En todas ellas encontrarás a un poeta absolutamente entregado a las letras para cumplir con su tierra, para poner el palabra la cultura de su pueblo a través de un mensaje coloquial y cercano.
Fuente:
Poemas del alma / Margarito Ledesma
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MARGARITO LEDESMA
(LEOBINO ZAVALA)
POESIA ESCOGIDA
HUMORISTA INVOLUNTARIO
1887/1974
(LEOBINO ZAVALA)
POESIA ESCOGIDA
HUMORISTA INVOLUNTARIO
1887/1974
Los monos enterrados
Me dijeron que venían
no me acuerdo de qué parte,
y que sabían cosas de arte
y que hartas cosas sabían.
y que venían a buscar
de esos monos enterrados,
mal hechos y mal forjados
que han dado mucho en sacar.
De esos que dicen las gentes
que los antiguos forjaban
y luego los enterraban
revueltos con sus parientes.
Son unos monos sin chiste,
con todas las patas chuecas,
que enterraban los aztecas
cuando fue la noche triste.
Y que ahora, según veo,
son cosas tan rebuscadas
que sacan buenas mantadas
y las llevan al museo.
Y duraron muchos días
buscando por dondequiera,
hasta en una nopalera
que era propia de mis tías.
Y después de harto buscar
y gastar bastantes cobres,
nada que hallaban los pobres
y hasta ya querían llorar.
Temprano se levantaban,
trabajaban todo el día,
y creo tanto les urgía
que hasta de noche escarbaban.
Y lo hacían con tanto anhelo
que casi no descansaban;
pero nada que sacaban
de abajo del entresuelo.
Y, al ver la navegación
y el mitote que traían
y que nada conseguían,
me dio algo de compasión.
Y, pensándolo tantito,
dije así: como entre dientes:
“¡ayúdales! ¡pobres gentes!
¡no seas malo, Margarito!”
Y, hablando ya en otros tonos,
les di tan fuerte ayudada,
que hallaron una mantada
de puritititos monos.
Lo malo está que no puedo
explicarles cómo fué.
tal vez algún día podré
aclararles el enredo.
Al heroico Chamacuero de Comonfort, a esta tierra bendita que me vio nacer y donde vi la luz primera, a este clamoroso lugar que, al igual de Salamanca y El Guaje, son los pueblos más limítrofes de todo el glorioso y frutífero Estado de Guanajuato y donde resuenan todos mis recuerdos, todas mis esperanzas y todas mis aspiraciones concluyentes de fraternalidad y patriotismo, le dedico esta humilde obra con toda la alma y con tantísimo cariño.
Su inútil servidor.
MARGARITO LEDESMA.
Rúbrica.
DÚO POÉTICO
I
LA PARTIDA
Adiós, Chamacuero hermoso,
ídem, rincón bendecido,
tú que fuiste humilde nido
de aguilucho poderoso.
Adiós, Paraíso encantado,
vergel de sabrosas limas,
a ti van mis humildes rimas
hoy al partir de tu lado.
Con el alma entristecida
y el corazón acongojado,
hoy me alejo de tu lado
como el que pierde la vida.
Y al sentir el desencanto
de separarme de ti,
siento loco frenesí
y he llorado tanto... tanto.
Y triste y desconsolado,
mi alma consuelo no halla...
¡Voy nomás aquí a Celaya,
a un negocio del juzgado!
Y en esa larga semana
que muy lejos de ti estaré,
yo nunca te olvidaré
ni de tarde ni de mañana.*
*Y no digo que tampoco de noche porque en la noche casi siempre se duerme uno y se le olvida todo.
II
EL REGRESO
¡Salud, Chamacuero hermoso!
¡Ídem, rincón bendecido!
Otra vez vuelvo a este nido,
feliz, contento y dichoso.
Al partir, los fieros males
me hirieron con mucho anhelo
y lloré sin un consuelo
en el Empalme de González.
Más tarde la duda ciega
me hirió con su garra fría,
y lloraba todavía
frente a San Juan de la Vega.
Fueron mis lamentaciones
cual de huérfano que grita,
al pasar por Santa Rita
y las otras estaciones.
Pero donde mi alma cobarde
tuvo la mayor batalla
fue al apiarme allá en Celaya
como a las seis de la tarde.
Allí me hirió el dolor fiero
y lloré con frenesí
al acordarme de ti,
¡oh, inolvidable Chamacuero!
Allí, al verme solitario
y tan lejos de tu suelo,
lloré sin hallar consuelo
y hasta pensé en el osario.
Allí, al mirar la distancia
tan inmensa que nos separaba,
la vida se me figuraba
como un sueño de quiromancia.
Pero afortunadamente
hoy vuelvo a tus benditos lares
y de nuevo mis cantares
embalsaman el ambiente.
Y aquí, con honor sincero,
te juró de buena fe
que no te abandonaré,
¡oh, inolvidable Chamacuero!
***
Y luego le seguimos: de este cuero saldrán muchas correas, verdadediós.
MIS OTROS PERROS
Para todos los perros que he tenido
y para los que supongo que más tarde he de tener,
es para mí un verdadero placer
dedicarles este agradable corrido.
Porque el perro es el amigo del hombre
y de toda la humanidad,
y bien vale su cariñosa amistad
que de flores y versos el camino se le alfombre.
Porque si no nos preocupamos de su vida
y no tratamos de tenerlo grato,
nos puede dar un mal rato,
pegándonos una fuerte mordida
o arrancándonos la suela de un zapato.
Trátenlo, pues, con buena voluntad,
aunque le tengan algo de recelo,
y, sin dejar de alzarle pelo,
búsquenle una buena conformidad.
Y por eso a todos los perros amigos
gustoso les dedico esta merecida poesía,
pues es muy posible que se llegue algún día
en que todos seamos valiosos testigos.
¿Testigos de qué? — ¡Pues de qué ha de ser!
De todas las cosas que puedan suceder.
NOTA. — Ni de chanza llegué yo a pensar que me fuera a salir tan bonito este Cantar de Perros. Si lo he sabido mejor le pongo Cantar de otra cosa. Aunque, pensándolo bien, el perro es un animal muy inteligente y agradecido, que yo creo que sólo le faltó un grado para ser gente, y está bien ponerlo en letras de molde. Lo que sí no me gustó nadita fue que la persona que me hizo el favor de corregirme esta bonita poesía tuvo la bondad de quitarle un perro pinto, un amamellado y otro color ceniza que yo le había puesto, porque esos son los perros que me acuerdo de haber tenido en mi vida, aparte de otros que no me acuerdo; pero la persona, creyendo que yo no la oía, dijo que ya eran muchos perros y que con los tres que dejó era más que bastante, y hasta me parece que todavía le parecieron muchos, según la cara que hizo. Yo tuve que aguantarme por no tener una diferencia con tan bondadosa persona; pero siempre no dejé de sentir algo feo. Aunque, por otra parte, puede que hasta bien haya salido. A ver si así escarmiento y se me quita la maña. ¡Quien me lo manda por andar de ofrecido, dando a corregir mis poesías! De repente hasta se me afigura que me cuadra más como yo las hago. Pero, siempre quién sabe, puede que mejor convenga pensarlo bien y no hacer las cosas al aventón y a lo que salgan, porque después andamos con los arrepentimientos y las dispensas.
O TEMPORA! O MORES!
También este letrero es consejo de don Nacho el de la Botica.
No sé por qué será, pero estoy viendo
que las novias se están despercudiendo
y no platican ya por el balcón;
sino que, sin decir ni agua va,
ni tampoco avisarle a su mamá,
se van con el novio al Estación
y allí platican sin interrupción
hasta que oyen que suena la oración
de la noche.
Tampoco sé por qué, pero he notado
que las viejas y jóvenes han dado
en andar chupe y chupe sin parar,
y que traen el cigarro entre los dedos
y, al estar platicando sus enredos,
no dejan ni un momento de chupar,
ni tampoco dejan de murmurar;
sino que todo es hablar y hablar
de la gente.
Tampoco hallo por qué, pero yo he oído
que en vez de aquel tan agradable ruido
que en las noches había en la población,
pues tocaban guitarras, bandolinas
y pianos y bandurrias y ocarinas
y a veces hasta un dulce bandolón;
sólo se oyen los gritos destemplados
de esos roncos fonógrafos rayados
que gritan cual furiosos condenados,
sin parar.
Tampoco hallo el motivo de otras cosas
muy extrañas, muy raras y curiosas
que veo, que noto y oigo en el lugar,
que me hacen ver que todo está cambiando,
que poco a poco vamos caminando
sin saber dónde iremos a parar
si en el la orilla de algún profundo mar
o en algún apestoso muladaro dónde.
NOTA. — Mucho les recomiendo se fijen en los estrangotes.
OTRA. — La verdad, ya no me están cuadrando muchote los consejos y las ayudadas de don Nacho el de la Botica, pues, además de que es muy mandón, como si el libro fuera suyo, mucho me estoy recelando que los letreros que me aconseja no estén bien, pues el otro día unos muchachos me gritaron desde detrás de una esquina: "¡Adiós, Becleriano! ¿Dónde dejaste el Gloria Munde?"
NOTA DEL EDITOR. — Me permito recordar a los lectores que, entre las composiciones de esta obra, hay una que lleva el título de BECQUERIANA y otra el de SIC TRANSIT GLORIA MUNDI, sugeridos ambos por don Nacho. Seguramente que a ellas se refiere el señor Ledesma en la nota anterior.
PLEITO DE COBIJAS
Pues hoy amaneció la novedá
de que Don Juan, el tío de Las Clavijas,
tuvo un tremendo pleito de cobijas
con su mujer, la güera Soledá.
Dicen que se acostaron muy temprano,
porque desde la tarde ya hacia frio,
sin que hubieran tenido ningún lio
y los dos con un humor bastante ufano.
Mas parece que, ya en la madrugada,
Don Juan quiso voltiarse de ladito,
y jaló las cobijas un tantito,
y dejó a la mujer descobijada.
Doña Chole, al sentirse en ese plan,
trató de remediar la situación,
y les dio a las cobijas un jalón
y, sin querer, descobijó a Don Juan.
Y Don Juan, todavía medio dormido,
sin saber ni la causa ni el origen,
gritó con fuerte voz: “¡No descobijen!”,
y jaló el cobertor y echó un bramido.
Y Doña Soledá, muy asustada,
entre dormida aun y entre despierta,
sintió que la dejaban descubierta
y le dio otro jalón a la frazada.
Mas Don Juan, a su vez, muy sorprendido
y todavía entre sueños y algo inerte,
les dio a las tilmas un jalón tan fuerte
que también Doña Chole dio un bramido.
Y, como eran así dos voluntades,
que jalaban con rumbos diferentes,
llegaron a ponerse tan renuentes
que de una colcha hicieron tres mitades.
Lo peor es que, al estarse jaloniando,
a oscuras y enojados de ribete,
no dejaron de darse algún moquete,
y dicen que ya se andan divorciando.
Mas la culpa de tales asonadas
y de tales disgustos cobijeros,
la tienen los demontres de obrajeros
por hacer tan angostas las frazadas.
HORAS DE PASIÓN
Era una noche silenciosa y fría,
el trueno con su ruido ensordecía
y se oia por dondequiera
la música callejera
del fuerte aguacerazo que caía.
Se sentía un fuertísimo calor,
el calorón que anuncia las tormentas,
y descargas eléctricas violentas
caian alrededor.
Todo callaba, todo estaba quieto,
y solo por momentos
se veian los relámpagos violentos
de aquel aguacerazo tan escueto.
No había faroles en la población;
todo estaba apagado, todo el calma...
solo yo aqui, adentro del alma,
miraba una grán iluminación.
¡SI!.... La iluminación de la ventrura,
la iluminación de la dicha y el placer,
porque yo tanteaba que aquella mujer
tenia que amarme con locura.
Y con paso feliz y rebosante
me apersoné al instante
para arrimarme junto a su ventana,
y hablarle de este amor tan importante
que no piensa en el mañana.
Y le platiqué todos mis amores,
y le dije muy recio que la amaba,
mientras llovía y relampagueaba
y la tormenta hacia muchos horrores.
Y entre aquel aguacero tas espeso,
en medio de aquella noche tan obscura,
se oyó una demostración de ternura,
es decir, el tronido de un beso.
Y otra vez nuestros labios se juntaron
para darnos otro beso,
Yo le dí uno en el pescuezo,
y entonces........ ¡la llamaron!
En el inter, el trueno ensordecía
y se oia por dondequiera
la música callejera
del fuerte aguacerazo que caía.
COMO JULIETA Y ROMERO
El corazón humano de la gente
es cual vejiga que se llena.
Echándole mas aire que el prudente,
se va infle y infle hasta que truena.
Y como el mio tambien es de cristiano,
se ve muy atariado y sumergido,
pues si siguen cargándole la mano,
en dia menos pensado da el tronido.
Ya los ves, tus papás no se convencen
y no me dejan platicar contigo.
Está muy bien, yo no los contradigo;
pero siempre está bueno que se piensen.
Pues no pueden hallarse muchas veces
personas como yo, que sean honradas,
que sepan aguantar sus peladeces
y que no anden con chismes ni asonadas.
Yo procuro granjiarlos cuanto puedo
y les doy la banqueta y los saludo;
pero nomás se quedan como un mudo
y me echan unos ojos que dan miedo.
Y aunque vean que uno sufre y que se afana,
parece que les tiene sin cuidado.
Ya ves, ya remacharon la ventana
y al zaguán le metieron un candado.
Y de arrimarme a tu balcón no hay modos,
ni pisando quedito y sin botines,
pues sale tu mamá y avienta orines
y grita cosas para que oigan todos.
En verdad que yo ya me desespero,
y si siguen así estos asuntos,
no hay mas remedio que enyerbarnos juntos,
como lo hizo Julieta con Romero.
DISGUSTO ARREGLADO
Don Procopio me atrasó
con un seco que me dió;
pero yo lo amiserié
con un ¡zas! que le aventé.
Y así parejos los dos,
le dimos gracias a Dios,
y no fue necesidad
de quebrantar la amistad.
Pues él solo se quejó
que la boca se le hinchó,
y yo nomas me quejé
que un diente me resmillé.
Pero en resumen total
no resultamos tan mal,
y por eso entre ambos dos
le dimos gracias a Dios.
Y después del sofocón
y ya sin mala intención,
seguimos nuestra amistad
con toda regularidad.
FANTASMAS
Por el camino desierto
y entre aquella noche escueta,
vi que traficaba un muerto,
que era el alma de algún poeta.
Dando panicosos gritos,
andaba a tontas y a locas
y se azotaba en las rocas
como lo hacen los malditos.
Y agarrando mucho vuelo
y haciendo mucha boruca,
se revolcaba en el suelo
y se rescaba la nuca.
Y echando brincos violentos
se alargataba en las peñas,
y hacía muchos espamentos
y hasta algo de malas señas.
Y luego mas enojado
y con voz medio platónica,
gritaba desesperado:
"¿Donde estás, mujer felónica?".
Y se hicaba de rodillas
y, en su cólera traidora,
se golpeaba las costillas,
sonando como tambora.
Y echando un largo suspiro,
gritaba con voz platónica:
"¿ Donde estás, que no te miro ?
¿ Donde estas mujer felónica?".
Era una visión horrible,
era una cosa tan fiera,
que se asustaba cualquiera
con ese espanto infalible.
Y yo tambien me asusté
y allí me puse a temblar,
tanto que luego me hinqué,
como queriendo rezar.
Pero, por mas que trataba
de acordarme de algún rezo,
solo ronquidos echaba
y hasta me dolía el pescuezo.
Luego con cierto recelo,
el espanto, poco a poco,
se revolcaba en el suelo,
como si estuviera loco.
Y echaba muchas bravatas
y hasta algo de maldiciones,
y se oían los revolcones
que se daba entre las matas.
No sé si sería un difunto
o si sería La Llorona,
pues andaba todo junto,
gritando como persona.
Y en esa furia tan loca,
se me arrimó un tanto cuanto,
y vi salir de su boca
un olor de camposanto.
Entonces, muy asustado
y viendo lo irremediable,
quise correr para un lado,
para no ser responsable.
Y, corriendo a troche y moche,
por no hacer un disparate,
me trepé en un cazahuate
y allí me pasé la noche.
Despues, en la madrugada,
abrí los ojos con ansia;
creyendo hallar la fragancia
de su boca resmillada.
Y aquí fué lo mero malo,
algo que no tiene nombre:
¡ Al apiarme de aquel palo,
ni señas hallé del hombre!
Entonces, con harto miedo,
temblando y de mala traza,
me fuí corriendo a mi casa
a contarles el enredo.
Y esto no es cuento, es lo cierto;
ésta es la historia completa
de haberme salido un muerto
que era el alma de algún poeta.
Lo creo porque, cuando andaba
haciendo aquellos esfuerzos,
entre los gritos que echaba
se oían unos como versos.
Y yo, que entiendo ese asunto,
pensé, sin hallar ni un pero:
"Margarito, ese difunto
es el alma de un compañero".
Y esta es la causa y razón
y tambien es el motivo
por lo que esta cosa escribo
con toda satisfacción.
¿Por qué te tapas?
Al pasar junto a mi lado,
te tapas con el rebozo.
¿Pues qué crees estoy sarnoso
o que estoy descomulgado?
Pues no tengo nada de eso,
pues mi defecto mayor
es el tenerte este amor
que sin miedo te confieso.
Si no tienes voluntad
siquiera de contestarme,
yo creo que no hay necesidad
ni menos de avergonzarme.
Mucho menos todavía
de enredarte en el rebozo,
pues ya desde el otro día
te dije no estoy sarnoso.
La gente se entiende hablando
y aunque digas no me quieres,
yo he de seguir batallando,
porque así son las mujeres.
POR EL TABACO
Don Piedá vende un tabaco
que ya ni la disimula,
pues le cai al hombre flaco
como patada de mula.
Pues al que quiere chupar
y sentirse satisfecho
le da una tos en el pecho
que hasta se quiere hogar.
Y todo nomas por nada,
nomás por ganarse un tlaco.
Es bueno que la Acordada
no admitiera ese tabaco.
Y si porfía en admitirlo
aunque de mal resultado,
pues yo, con no consumirlo,
mi negocio está arreglado.
Pues no quiero que por tonto
me venga una garraspera
y luego, así de pronto,
se me seque la mollera.
Pues dicen que el mal tabaco
da resultados an malos
como si a un cristiano flaco
le pegaran unos palos.
DIVAGACIONES
Yo nunca he podido comprender
por que la vida se pasa tan pronto,
lo mismo para el hombre de mucho saber
que para el hombre ataimado y tonto.
Yo nunca he podido darme cuenta,
con todo y que mi gana es mucha
por qué apenas llega uno a los ochenta,
por mas que le haga la lucha.
Y navegando en ese mar de dudas,
he llegado a pensar a veces
que el hombre sufre muchos reveses
y muchas dificultades muy rudas.
Pero me conformo y digo:
- ¿ para que buscarle de otro modo,
si el hombre no es mas que ceniza y lodo
y al final tendrá su premio o su castigo?
Es la ley incomprendible del Destino
que ningún mortal puede cambiar:
¡Hoy nos dedicamos a puro disfrutar;
pero se acaba la fuerza a medio camino!.
Quítense, pues, de preocupaciones
y de calentaderos de cabeza,
y..... ¡ a disfrutar con franqueza
de todos los placeres y distracciones!.
Y si al pronto la ronca campana
nos anuncia el fin de la Criación,
entonemos a la vida un hossana
y vámonos sin resistencia al panteón.
Porque, con deseos o sin ellos,
ese es el fin de todo mortal.
Se acaban de la vida los resuellos
y entonces si nos va retemal.
Pero, ¿ por que calentarnos la cabeza
ni tener el alma intranquila,
habiendo tan espumiante cerveza
y tan cristalinas copas de tequila ?
Dejemos, pues, las preocupaciones
y, olvidándonos del toque funeral,
entonemos unas agradables canciones,
bebiéndonos unas copitas de mezcal.
Y si porfía en admitirlo
aunque de mal resultado,
pues yo, con no consumirlo,
mi negocio está arreglado.
Pues no quiero que por tonto
me venga una garraspera
y luego, así de pronto,
se me seque la mollera.
Pues dicen que el mal tabaco
da resultados an malos
como si a un cristiano flaco
le pegaran unos palos.
EN LA FIESTA TITULAR DEL LUGAR
A las dos de la mañana
comenzaron los tronidos,
y hubo algunos atrevidos
que hasta aventaban la bala.
Las cámaras relumbraban
en toda la población,
y hubo gente de a montón
que del susto se ensuciaban.
La música recorrió
todo el centro de las calles,
y hubo chistosos detalles
de una vieja que se ahogó.
Pues, ¿hasta cuando esa maña
podrán las viejas quitarse,
esas mañas de embriagarse
andando en tierras extrañas?
Dicen que a don Evaristo
se le perdió la frezada
y que no ha encontrado nada,
por mas que se ha puesto listo.
Don Lucas el del Empalme
también perdió la cobija,
y es muy facil que la exija
y que solo así se calme.
Andaba uno de Celaya
que dicen que a la mera hora
se le perdió la señora,
y que todavia no la halla.
Y otro que en ese momento,
por andarse dando vuelo,
le llevaron su jumento
y lo dejaron en pelo.
A don Juan, el de Apaseo,
de los cuetes tuvo antojo,
y le apagaron un ojo,
y dicen que quedó muy feo.
En fin, entre tanta bola,
hubo muchas contingencias,
pues hubo las coincidencias
de que portaban pistola.
Después se siguió la misa,
quemaron enchorizados,
y a los que estaban hicados
les ardieron la camisa.
Tanto que hasta al señor cura
lo pusieron en un brete
y prohibió que echaran cuete
en medio de la apretura.
Muy buenas danzas vinieron
de toda la cercanía,
y bailaron noche y dia,
y unos hasta se murieron.
Y allí andaban incansables
los locos y cabezones,
haciendo muchas visiones
y chistes muy agradables.
De las bandas, no se diga:
le tupieron tan macizo
que mi compadre Narciso,
se enfermó de la barriga.
Hubo bandas muy sonoras,
y iban con buenas trazas,
que cuartiaron muchas casas
con las puritas tamboras.
Como a cosa de las dos,
tenían hinchada la boca,
nomás de estar toca y toca,
sin encomendarse a Dios.
A medio dia fué lo bueno......
Al prender los monigotes
todititos los bigotes
le quemaron a un sereno.
Y a la mujer de el Sabroso,
el que vende nieve y agua,
le sollamaron las naguas,
y le ardieron el rebozo.
Y a la tía de doña Cuca,
la que vende bocadillos,
le ofendieron los tobilllos
y le tostaron la nuca.
A las tres hubo banquetes,
y en la casa de don Pablo,
parece que bailó el Diablo,
pues hubo muchos moquetes.
Tanto que a Miguel el Güero,
que era de los mas felices,
le achataron las narices
con un zapato de cuero.
En la tarde hubo rosario,
cuetes, música y danzantes;
así que el padre vicario
tubo que acabar cuanto antes.
Los súchiles y parandes
que compusieron este año,
pues, ¿para que los engaño?,
pues estuvieron bien grandes.
En la plaza era un mitote
que ya nadie le acertaba,
pues el que no se peleaba
andaba tras de un garrote.
Después, al anochecer,
hasta dolía la conciencia,
pues era una pestilencia
que no hallábamos que hacer.
Andaban muchos borrachos,
otros, bastante indigestos,
y, como había muchos puestos,
se empachaban los muchachos.
Don Juan el de Las Pälmitas
andaba tan borrachento
que hasta se quemó el asiento
en un perol de carnitas.
Y don Valentín Anaya,
que siempre carga sus triques,
nomás le hacia siriniques
a una arriero de Celaya.
A don Gil, el del mercado,
lo llevaban los serenos
con una oreja de menos
y toditito basquiado.
Dicen que en una cantina
la cosa estuvo tan fuerte
que hasta hicieron una muerte
adentro de la cocina.
La tienda de don Piedá
se la bebieron entera,
y hubo tanta borrachera
que hasta parecía humedá.
Era tan grande la bola
que parecían alacranes:
¡Que ya agarran matacanes!
¡que ya sacan la pistola!.
Que en la orilla del bordo
taparon uno con tierra,
y, como motín de guerra,
que se train un puerco gordo.
Que hicieron un estropicio,
que hirieron a doña Cuca.....
En fin, había tal boruca
que parecía el dia del juicio.
Y no obstante, con todo esto,
tuvieron tanta paciencia
que a la misma Presidencia
la pusieron de pretesto.
Y los músicos de viento
tocando como si nada,
con toda la boca hinchada,
sin descansar un momento.
Los de Rincón de Tamayo
dieron tantas audiciones,
que hasta estrenaron calzones,
para salir en el gallo.
Los de Neutla daban trazas,
por el ruido y la violencia,
de ponerse en competencia
para cuartiar hartas casas.
En la noche comenzaron
a prender los corredores,
y naguas y cobertores
con las chispas se quemaron.
Y que sigue una palmita,
y que empiezan los castillos,
y toditos los chiquillos
se arrimaron en lorita.
Y luego el maistro cuetero,
con un vestido muy charro,
les fué pegando el cigarro.....
¡y que empieza el tronadero!.
Los buscapiés corrian
en todas las direcciones,
y, del susto, en los rincones
las mujeres se metían.
A una mujer en las naguas
un buscapiés le cayó,
y del susto que llevó
hasta se hizo de las aguas.
Un castillo, al darle juego,
sin mas ni mas reventó,
y un indio, que se arrimó
de un cuetazo lo hizo ciego.
Y aunque no tuvo el cuetero
la culpa del sucedido,
todo el gentio, ofendido,
se le fué como aguacero.
Y al mirar ese mitote,
temiendo una contingencia,
ordenó la Presidencia
que lo encajarán al bote.
Entonces toda la bola,
como perros con un hüeso,
se lo llevaron en peso
para echarlo a la chirola.
Y así terminó la fiesta,
presando al maistro cuetero,
¡Hasta el año venidero
si Dios la vida nos presta.
UNA MANDA A SAN JUAN DE LOS LAGOS
Habiéndome tocado la contingencia
de quebrarse la tabla del excusado,
de buenas a primeras me vi anegado
en un mar de bastante pestilencia.
Y al verme soterrado en cosa blanda,
sin poder resollar casi siquiera,
no hubo remedio, pues mandé una manda
para poder salirme para afuera.
Y entonces un alma compasiva
su mano me tendió bastante grata
y por medio de un gancho y una riata
pudo pronto sacarme para arriba.
Mas ya comprenderán que todo el mundo
me hacía muchos mitotes y mucho asco,
pues era yo como si fuera un frasco
lleno de algún aroma muy inmundo.
Pero con todo yo me dí de santos
que me tocara así la buena suerte,
pues peor hubiera sido hallar la muerte,
y luego los mitotes y los llantos.
Así es que sin andar con sevasivas
ni espuesto a las habladas de la gente,
dije: - Lo mas pronto es lo mas decente,
y no te hagas para atrás mientras vivas.
Y no anduve con trámites ni amagos,
agarré mi maleta y mi bufanda,
y que me voy para pagar mi manda
al pueblo de San Juan de Los Lagos.
Pues lo que mas armonía me hizo
fue que, no estando mucho en la miseria,
al tiempo que cumplía mi compromiso
me divertía un ratito con la feria.
Y ya en el camino carrocero,
divisé para todos los caminos
y vi que iban muchos peregrinos,
pero yo había llegado mas primero.
Esto ya me quitó todo recelo,
pues fué el empiezo de mi buena suerte,
pues, siendo mi asno de color canelo,
muy voluntarioso y andador y fuerte,
comprendí que ponía todo su esmero
para que yo llegara mas primero.
Así es que, muy feliz y casi ufano
y como todo humilde peregrino,
iba yo por el monte y por el llano,
al trote zas y zas de mi pollino.
Y a Dios haciendo votos muy seguidos
por el favor de mi asno, que es canelo,
pues habia peregrinos mas fundidos
que sin burro andaban por el suelo.
Fué un viaje algo pesado, pero contento
por montones de sierras y serranías,
y andábamos tan recio como el viento,
caminando de noche y hasta de dias.
Nos dormíamos en medio de los arroyos,
de carrera voltíabamos las esquinas
y en los ranchos y casas que había gallinas
nos comíamos las yemas y hasta los pollos.
Pero no se me olvida de un asunto
que en medio nos pasó de unos caminos,
y fué que nos hallamos un difunto
revuelto con los otros peregrinos;
y muy serio y callado, como si nada,
iba muy misterioso, muy calladito,
y nomás eche y eche un ulfatito
meramente de tierra medio mojada.
Y al vernos asustados el sacerdote
y mirar lo malamente que la cosa andaba,
nos dijo algo disgusto: - No hagan mitote;
es un muerto que debe también su manda,
y que viene a pagarla muy calladito
y revuelto entre todos, como si nada;
pues ¿que no ven ustedes el ulfatito
que le sale, de tierra medio mojada?.
Y predicó muy largo de ese asunto,
diciendo que cada año, llueva o no llueva,
se pega casi siempre algún difunto
que va a pagar la manda que tal vez deba.
Y nos dijo: "No le hablen, déjenlo quieto,
y váyanse callados, como si nada;
no vaya a desarmársele el esqueleto
y nos pase una cosa medio pesada.
Y tambien otra cosa que se me olvidaba.
Un peregrino quiso pasara el rato
y aventó un pistolazo sobre un pato
y a una mujer ya mero se lo pegaba.
Y entonces, enojados los celadores,
viendo que estaban prohibidos los pistolazos,
le dieron una zurra de garrotazos,
y de la garrrotiza pasó a mejores.
Y en medio de un arroyo lo sepultamos,
y ya libres de aquella contrariedad,
no hubo nuevos disgustos y continuamos
sin quebrantar las reglas de la amistad..
Y al fin llegamos todos hasta San Juan
y pagamos la manda, que es secreta,
y luego unos se fueron a la roleta
y otros a los albures y al carcamán.
Y como a mi me dieron recio y tupido
y casi me dejaron a raiz y en pelo,
jugué ya de enfadado mi asno canelo
y me quedé tan solo con lo vestido.
Y tuve que volverme para mis llanos
a pié y algo cansado de las andadas,
con la cara y la nuca llena de granos
y un sies noes de dolores en la quijada.
Pero en volver de nuevo otra vez pienso,
pues vi cosas muy buenas y muy curiosas,
pues había un gentilismo bastante extenso
y vendimias y bailes y hartas cosas.
Y me acuerdo que andaba de brigilante
un charro muy decente y hasta ladino
que era como a manera de Comandante
y todos lo nombraban señor Paulino.
Y se agarró a balazos y armó mitote
y bailó sobre un puesto de tacos fritos,
y les dió de guantadas a dos inditos
porque no le percharon un guajolote.
Y a las gentes que andaban por la banqueta
les dió de caballazós con el caballo,
y encima de una mesa se comió un gallo
y moquetió a los dueños de la roleta.
Quebró los garrafones de muchas tiendas,
manumitió dos veces al empresario
y, en fin, armó un mitote tan temerario
que hasta vino el resguardo de las haciendas.
Y aseguraba todos que no le hacía,
que era muy amigote del Presidente,
que siempre le ayudaba toda la gente
y que a los mas planchados se los comía.
Y que nomás ya junto con su pandilla,
hacía cera y pabilo a la población,
y no era cosa facil ir a prisión
ni quitarle el destino cosa sencilla.
Y comenzaron a ayudarle todos,
echando gritos y hartas maldiciones
y hasta diciendo que con esos modos
ni lo corrían ni entraba en las prisiones.
Mas con todo y lo mucho que lo ayudaron,
siempre salió raspado don Paulino,
pues al fin le quitaron el destino,
pero la carcel no se la quitaron.
HAY QUE COSAS....!
Se han visto cosas muy duras
en estas revoluciones.
Estropicios, quemazones,
golpizas y colgaduras.
Al señor don Evaristo,
mayordomo de La Palma,
por poco le sacan el alma,
pues estaba muy malquisto.
Le rebanaron los pies
con un machete filoso
y hasta el cuero cabelloso
querían voltiarle al revés.
Las narices le achataron
con las patas de un caballo
y para darse mas gallo,
hasta un oido le picaron.
Le dijeron hartas cosas
que no se pueden decir.....
En fin, lo hicieron sufrir
vergüenzas muy vergonzosas.
Le jalaron las patillas,
le flamiaron el asiento
y para mayor aumento,
le metieron zancadillas.
Le dieron hartos pisones
en los callos de los pies,
y con buñiga de res
le emporcaron los calzones.
Le doblaron las orejas,
le arrancaron el bigote,
lo hicieron correr al trote
con una pantuflas viejas.
Entre todos le pegaron
un montón de cachetadas,
y le dieron de patadas,
y en el común lo aventaron.
Y después de esta contienda
y de tan grandes fracasos,
le aventaron de balazos
y se fueron de la hacienda.
Por eso digo y repito
que en estas revoluciones
hay que andar con precauciones
y tener su valorcito
LA REINA DEL CARNAVAL
Carmelita, no se apene
con lo que ha sucedido.
Bastante nos ha podido
y muy disgustados nos tiene.
Casualmente lo leí
en "La Voz de Guanajuato",
y, la verdad, un mal rato
pasó con lo que dice allí.
Pero miro con agrado
que usted anda muy serena,
como si no le diera pena
con eso que le ha pasado.
Así es mejor, ya lo creo;
mas vale disimular
y no ponerse a llorar
cuando le hacen a uno el feo.
Pero, de cualquier manera,
es muy grande disvafor
que enfrente del Gobernador
esa cosa sucediera.
Y en frente de otras mas gentes
que podían protestar
y aturdir y hasta chiflar
a esos hombres imprudentes.
Pues no es cosa bienhechora
nada menos que en un teatro,
en donde no hay dos ni cuatro,
le digan a uno: "SEÑORA".
Y en fiestas que no son bravas,
sino serias y decentes,
vayan saliendo esas gentes
con una batea de babas.
Porque no era festival,
ni corrida, ni afianzón;
sino la Coronación
de la Reina del Carnaval.
Y en fiesta tan exquisita,
salen a lora de lora
diciéndole a usted "SEÑORA"
en lugar de "SEÑORITA".
Y no uno, sino tres,
fueron los de esa herejía:
el que dijo la poesía
y uno antes y otro después.
Y los tres, al unísono
y con una voz sonora,
le decian a usted "SEÑORA"
en mero en frente del trono.
Y si eso salía muy mal
con cualesquier señorita,
salía pior con Carmelita,
la Reina del Carnaval.
Si no estaban al corriente
de si es soltera o casada,
no ir saliendo con esa empanada
delante de tanta gente.
Sino informarse primero,
con cuidado y precaución,
y no andar en procesión,
como en la luna de febrero.
Y si no estaban seguros
de si es casada o señorita,
decirle a usted "CARMELITA"
y salir así de apuros.
Y no meterse de pronto
en camisa de once varas,
y andar viendo malas caras
y haciendo papel de tonto.
A mi me cayó en lo vivo
y siento feo todavía,
tanto que desde ese dia,
he andado muy pensativo.
Y piense y piense nomás
como será bueno hacer:
si pasar a proceder
o ya no meterse en mas.
Y hasta consulté a la almohada
el modo de procurar
que dejen ya de pensar
que usted es gente casada.
Y después de andar perplejo,
pensando en lo que necesita,
estimada Carmelita,
le voy a dar un mal consejo.
Que le pida al señor Cura
la copia certificada
de que usted no está casada
ni allí ni en la Jefatura.
Y vea luego al Presidente
y allí tambien le procuren
otra copia en que aseguren
que usted es independiente.
Y después vaya al Juzgado
y a las demás dependencias,
que le extiendan referencias
de que nunca se ha casado.
Y vaya en una carrera
a la Oficina de Rentas,
para que vean en sus cuentas
que usted es gente soltera.
Y para que en forma impropia
no sigan con ese urdimbre,
que en la Oficina del Timbre
también le den otra copia.
Y luego ya con todo eso
y ya con tanta constancia,
se va usté a la Comandancia
a levantar un proceso.
Y si con tantos detalles
se ve que ni así obedecen,
que luego luego los presen
y salgan a barrer calles.
A ver si así se les quita
esa maña malhechora
de decirle a usted "SEÑORA",
en lugar de "SEÑORITA".
PASION
¡Háblame! que tu voz arrolladora
me siga donde yo ande, Manuelita.
Mi pecho silencioso necesita,
sentir cual los fulgores de la aurora.
¡Mírame! Son tus ojos tan sombríos
que parecen el lucero de la tarde.
Cuando me miras hasta la alma me arde
y empieza luego con sus desvarios.
¡Ámame! Nada valgo, pero si acaso
llegas a amarme con amor ardiente,
pasaré entre la bola de la gente,
y haber si pueden estorbarme el paso.
Voz, miradas y amor, todo de un tiro,
quiero tener en esta vida amarga,
y así la vida se me ha de hacer mas larga
y ya no habrá ni llanto ni suspiro.
Y envuelto en los fulgores inviolables
de tu voz, de tu amor y de tu mirada,
ya no podrán gritar ni decir nada
esos que andan por ahí de miserables.
Pues ya cierto y seguro de los confines
de ese amor tan inmenso que me abrasa,
podré toseles recio a los catrines
que se paren enfrente de tu casa.
Escucha mi clamor y mi triste grito.....
¡Que me hables, que me ames, que me mires
y que siempre que llores y que suspires
te acuerdes de este pobre Margarito!
¿ COMO LE HARÉ ?
Le mandé una cartita con Delfina,
y no me contestó;
le mandé otra con Luis el mandadero,
y no la recibió;
le envié un ramo de flores con tía Sixtos,
y mucho se enojó;
y ayer, que le tosí dos o tres veces,
ni siquiera voltió.
Yo quiero que me digan con franqueza
como le voy a hacer
con tantos quebraderos de cabeza
causa de esa nujer.
Si paso por enfrente, se me esconde;
si le escribo una carta, no responde;
no se asoma al zaguán ni a la ventana;
a misa siempre va con la mamá;
en la calle siempre anda con su hermana,
y si hay bailecito, nunca va.
Nunca la veo en una serenata;
tampoco va el domingo a la Estación.
por eso estoy creyendo solo trata
de ponerme en terrible paragón.
Yo no estoy cierto si lo hará deadrede
o por temor a enojo familiar;
si será deveras que no puede
o la hará para hacerme repelar.
Mas como el modo no me proporciona
de declararle este amor inmenso,
la verdad...... mejor pienso
poner los ojos en otra persona.
Sirve que así me quito
de andar como el perrito,
para allá y para acá,
muy serio, muy chistoso y muy travieso,
nomás siguiendo el güeso,
mientras la gente... ¡ja, ja, ja!.
Y así me dejo ya del quebradero,
y me evito tambien que la cristiana
me ande nomás con hoy y con mañana,
como si fuera un triste limosnero.
EPIGRAMAS
A la sombra de los sauces
se andaba pasiando Juan.....
No hay remedio, así es la vida:
¡Donde las toman las dan!
Una noche en la partida
me saqué como diez pesos.....
No hay remedio, así es la vida:
¡Tienes que darme unos besos!
Dicen que sale un fantasma
trepado sobre un birloche.....
No hay remedio, así es la vida:
¡No andes saliendo de noche!
Y en fin, para no cansarte,
no digo lo que te toca......
No hay remedio, así es la vida:
¡Mejor cállome la boca!
PARA UNA INGRATA
Esos mercurios de la luna
que solo brillan ya de noche
se me afiguran el reproche
de algún piedrazo en la laguna.
Y los fulgores de esa esfera
que brilla allá en el firmamento,
se me afiguran el lamento
de algún mortal que feneciera.
¡Mujer ingrata y importuna
que no haces caso de este amor!
¡Ni que tuvieras el fulgor
que nos retacha de la luna!
¡Ni que fueras ese globo
que brilla allá en el firmamento
y yo estuviera como el bobo
nomás mirando el monumento!
Y ni que fueras una estrella
tan relumbrante como el sol,
de esas que dejan una juella
de verde nacar y arrebol.
Es necesario que te expliques
y no andes ya con ese enredo,
y que no creas te tengo miedo,
pues facil es que te perjudiques.
Porque si sigues de importuna
y me comienzas con perjurios,
piensa nomás en los mercurios
que cain ya noche de la luna.
HIMNO LOCAL
Coro
Ciudadanos: Al grito de alarmas,
que a ninguno le falte el valor,
y que todos agarren sus armas
al sonar la campana mayor.
I
Ciña, ¡oh, pueblo!, tu frente bendita
con coronas de mirtos y rosas,
y que todas las gentes valiosas
se recuerden del grán Comonfort.
Mas si alguno se atreve arbitrioso
a meterse en tus centros poblados,
que toditos se vengan armados
para echar para afuera al traidor.
II
Por si al caso llegara a ofrecerse,
nadien debe negar su presencia.
Que se junten en la presidencia
y trayendo sus armas los mas.
Pues la seña será la campana
o cualquier otra cosa sonora,
y que todos, a lora de lora,
no se vayan a hacer para atrás.
III
Ya lo saben: cuando oigan la seña,
nadien se ha de quedar escondido,
pues es bueno formar mucho ruido,
y echar gritos, si al caso los ven.
Y que todos avienten pedradas
y les griten muy recio y violento
y que avienten balazos al viento
y, si hay modo, a pegarles tambien.
IV
¡Chamacuero!; tus hijos te ofrecen
defenderte con todo y su vida
cuando alguna gavilla o partida
venga al son de quererte ofender.
Pues si quieren echársete encima
al pretesto que train muchas gentes,
ya verá ese confin de valientes
como aquí los hacemos correr.
Coro
Ciudadanos: Al grito de alarmas,
que a ninguno le falte el valor,
y que todos agarren sus armas
al sonar la campana mayor.
POR UNA BAILADORA
¡Que chulo y que bonito baila Nacha!
Se estira y se alarga cual culebra,
y luego hasta parece que se quiebra
de tanto que se dobla y que se agacha.
Sabe bailar las jotas y cuadrillas,
remolinea la pierna y alza el brazo,
y luego hasta le truena el espinazo
en ese baile que hace sentadillas.
También sabe otros bailes muy decentes
que dicen aprendió en la Capital,
no se si estará bien o estará mal,
pero veo les agrada a las gentes.
Otras veces con un sombrero chato
y un tápalo de barbas, muy floriado,
se pasea sola de uno a otro lado
y cante y cante toditito el rato.
Pero en el baile que hubo en La Palmilla,
traía unos choclos nuevos de charol,
y me dió un taconazo en la espinilla
que me hizo ver estrellas y hasta el sol.
Y yo le dije que no había cuidado,
que ni tantito así me había dolido;
pero ¡mentira!, me quedó morado
y hasta un tanto cuanto renegrido.
Y sentí unos dolores tan violentos
que hasta de vomitar me dieron ganas,
y todavía como a las tres semanas
me estaba untando árnica y fomentos.
Y por esa razón tal vez sería,
o por otros motivos mas pesados;
pero ¡palabra! que desde ese dia
no me cuadran muchote sus bailados.
POR LAS CONTRIBUCIONES
Eso de las contribuciones
anda por aquí muy duro,
Si no pagas, te aseguro
que se adjudican tus posesiones.
Pues aunque grites y te enfades,
si no te pones muy chango,
te pasa lo que en Durango:
que te especulan tus propiedades.
Y si el caso se complica
y llega a cosas mayores,
los señores inspectores
te apean hasta la basinica.
Y no andes con evasivas
ni quieras sacarles tratos,
porque esos hombres ingratos
te sientan por mientras vivas.
No empieces, pues, con idea
ni comiences a negarte,
pues pueden arcabucearte
y nada se negocea.
Dicen que a los que se nieguen,
los tratan sin compasión,
y avientan al aventón
y péguenle al que le peguen.
Por eso yo te aconsejo
que tu te pongas muy chango,
no sea que, como en Durango,
te quiten hasta el pellejo.
REMEMBRANZAS
Tus ojos son dos globos de topacio
que se ven relumbrar desde muy lejos
y que echan resplandores y reflejos,
cual la iluminación de algún palacio.
Tu boca es de esas urnas celestiales
resguardadas por angélicas milicias
y bastante ajuariadas de delicias,
como la miel de los panales.
Tus oidos son dos rosas de alabastro
y tus pestañas, negras cual cabellos,
les tapan a tus ojos los destellos,
sin dejar ni siquiera rastro.
Tu sólida y esplendorosa dentadura
es una ensarta de diamantes,
y tus labios dos mariposas palpitantes
que aletean en la noche obscura.
Tus manos desparraman hartos dones,
tus pies son un manojo de claveles,
y entusiasmas a todos los donceles
y haces palpitar sus corazones.
Cuando miro tu cuerpo, no vacilo:
clarito veo que un parecido toma
al de la Venus que fundió allá en Roma
un escultor que se llamaba Milo.
Y tus modos y andados tan decentes,
cual una estatua de la antigua Grecia,
aquí toda la gente los aprecia
y les cuadran a todos los pudientes.
Eres Cleopatra, Elena de Troya,
mucho te me afiguras a Lucrecia,
y cuando vas saliendo de la iglesia,
nomás relumbras, cual si fueras joya.
Yo solo una cosa solicito
y atentamente te pido este favor:
¡Que no olvides a tu servido
el humilde poeta Margarito!
NO LES HAGAN CASO
Me iba a bañar al rio
y me resbalé en la orilla,
y me raspé una rodilla
y me dió bastante frio.
Pues fuí a parar hasta el fondo,
vestido y tal como estaba,
y, la verdad, ya me andaba,
pues me caí en lo mas hondo.
Y, al verme todo mojado
y chorreando de agua y lodo,
y muy raspado de un codo,
me puse medio asustado.
Y me decían los fisgones
que el vestido me quitara
y que siempre me bañara,
pero yo le dije: "¡Nones!".
Pues ¿como habia de bañarme
después de haberme caido
con todito y vestido?
¡Eso era para risfriarme!.
Así es que me fuí a mi casa
y me bebí un ponche caliente
y una friega de aguardiente
y baños de pies con mostaza.
Y me dormí todo el dia
y en la noche otro ratito,
y ya mas recobradito,
les platico la avería.
LAS ELECCIONES
Yo no había visto elecciones
como las nuevas de ayer.
Grito, palos, mojicones
y piedrazos a mas ver.
Las urnas de votaciónes
no eran urnas ni eran nada,
pues eran unos cajones
con la tapa desclavada.
Y los que estaban sentados
en la mesa, de respeto,
puros descuacharrangados,
casi sin ningún objeto.
A todos los que votaban
en contra del candidato
mucho que los carniciaban,
pasando así muy mal rato.
Y todo fué para nada
porque, echando maldiciones,
llegó al fin una parvada
y se robó los cajones.
Pues llegaron los malditos
nomás de golpe y porrazo,
echando pedradas, gritos,
y hasta uno que otro balazo.
Y de esos modos tan tristes
se acabó la función.
La verdad, para esos chistes,
mejor que no haya elección.
PORTADA
No me importan las burlas de los necios
ni la envidia ni habladas de algún tonto,
pues siempre a los combates estoy pronto,
llevando como lanza mis desprecios.
Ni temo a las jugadas de la suerte
ni a los recios golpazos del Destino,
y seguiré adelante mi camino,
porque siempre me he sentido fuerte.
Nada me importa la tormenta airada
ni el huracán con su asustante ruido,
porque simpre valeroso y atrevido
seguiré sin importarme nada.
Y aunque vea que el Destino traicionero
trata de agarrarme en una emboscada,
yo seguiré sin importarme nada
y llevando a media cabeza mi sombrero.
Pues solo ambiciono el galardón bendito
de que al cair hasta adentro de la nada,
pueda decir toda la gente honrada:
"Aqui yace El Poeta Margarito".
OREJILLOS
¿Quién me llama la atención?
-El Estación.
¿Quién hay que mis pesares calme?
-El Empalme.
¿Y quién sofoca mis males?
-De González.
Por eso mi pobre corazón
tiene unas ganas fatales
de pasiarse por el Estación
del Empalme de González.
¿Qué como cuando hago rimas?
-Unas limas.
¿Qué pueblo es el que más quiero?
-Chamacuero.
¿Y quién murió alrededor?
-Comonfort.
Por eso con gran sabrosor
seguiré haciendo mis rimas
y gustando de las limas
de Chamacuero de Comonfort.
¿En dónde se ahogó mi tío?
-En el río.
¿Dónde tu amor te pedí?
-También allí.
¿Dónde juego a la baraja?
-En La Laja.
Por eso, si no hace frío
en días que no se trabaja,
luego lloro y luego me río
junto al río de La Laja.
LOS LIMPIONES
Le dije a don Epitacio:
Si la cara va a limpiarse,
hágalo sin apurarse,
con cuidado y muy despacio.
Saque el paño poco a poco,
o como quiera sacarlo,
pero, cuando vaya a usarlo,
no lo haga usted a lo loco.
Revíselo cuidadoso
antes de ir a proceder,
para que así pueda ver
si no hay algo sospechoso.
No vaya a hacerlo violento
y nomás al aventón
ni vaya a darse el limpión
como quien limpia un jumento.
Pues le puede suceder
lo que a Luis le sucedió,
que la sangre se sacó
y él ni lo echaba de ver.
O puede pasarle a usté
lo que a don Juan le pasó,
que todo se tasajió
y no supo ni por qué.
Y por más que le buscaba
el motivo y la razón,
se hacía pura confusión
y nadita que le hallaba.
Por eso les digo a todos:
"Limpíense con mucho tiento,
despacio y con buenos modos,
no nomás al ai te aviento".
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