Aires de Libertad

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Pascual Lopez Sanchez
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 28 Feb 2018, 05:48

    MICHÈLE NAJLIS


    OTROS POEMAS

    24.-

    Amando a la intemperie
    sin tregua ni resguardo
    como el noble samurai
    que lucha con su sombra
    y muere.

    25.-


    Ebria de amor
    en el último tercio de la noche
    me entrego,
    ardo y giro, ardo y giro
    en la exacta geometría de la danza.
    Todo para nada.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 28 Feb 2018, 05:51

    MICHÈLE NAJLIS


    OTROS POEMAS

    26.-

    Fuego de amor quemando la memoria.
    Fuego de viento
    inasible
    insaciable.
    Fuego de amor en la memoria

    27.- 

    A la sombra de Tu sombra
    extravié mi corazón.
    Ahora voy tras él
    interrogándome


    _________________
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 28 Feb 2018, 05:53

    MICHÈLE NAJLIS


    OTROS POEMAS

    28.-

    Fuego de amor quemando la memoria.
    Fuego de viento
    inasible
    insaciable.
    Fuego de amor en la memoria

    29.-

    A la sombra de Tu sombra
    extravié mi corazón.
    Ahora voy tras él
    interrogándome



    Fuego de amor quemando la memoria.
    Fuego de viento
    inasible
    insaciable.
    Fuego de amor en la memoria

    27.- 

    A la sombra de Tu sombra
    extravié mi corazón.
    Ahora voy tras él
    interrogándome


    _________________
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 28 Feb 2018, 06:25

    MICHÈLE NAJLIS

    ESTUDIO CRÍTICO

    EL VIENTO ARMADO DE MICHÈLE NAJLIS:

    "HACIA UNA ÉTICA DE LA
    REVOLUCIÓN SANDINISTA"

    (José María Mantero.
    Xavier University.)

    Desde el final de la revolución sandinista en 1979, la crítica se
    ha centrado en analizar los textos escritos en Nicaragua durante la
    década de los ochenta desde una óptica que estudia la dinámica entre el
    programa político sandinista y la construcción de una cultura popular
    pos-revolucionaria.1 Pocos estudios, sin embargo, han explorado cómo
    la literatura nicaragüense pre-revolucionaria de los sesenta y la primera
    parte de los setenta logró plasmar las que serían las bases ideológicas
    de la revolución sandinista. Escritoras como Michèle Najlis, Gioconda
    Belli, Rosario Murillo, Daisy Zamora, Yolanda Blanco y Vidaluz
    Meneses, por ejemplo, pertenecen a una generación que presenció el
    nacimiento del Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1961, la
    victoria de la revolución sandinista en 1979 y la pérdida de las
    elecciones en 1990 contra Violeta Chamorro y la Unión Nacional de
    Oposición. Según John Beverley y Marc Zimmerman, estas mujeres
    “evolved out of a relatively privileged, upper-class subject position in a
    process that combined increasing awareness in issues of class in the
    context of Sandinista militancy with an increasing—though not always
    explicitly feminist—commitment to women’s liberation” (105). En el
    caso de Michèle Najlis (1946), sus poemas (Augurios [1980], Ars
    combinatoria [1988], Cantos de Ifigenia [1991] y La soledad sonora
    [2005]) y su prosa (Caminos de la estrella polar [1990]) contextualizan
    las convulsiones de la sociedad nicaragüense desde una perspectiva que
    participa en la voz colectiva y que, a la vez, no desecha la
    particularidad. Su primera obra, El viento armado (1969), anuncia la
    trayectoria humanista que tomaría su poesía y demuestra que la
    conciencia de la opresión es un paso fundamental hacia una
    comprensión del otro y, subsecuentemente, hacia la construcción de
    una ética revolucionaria sandinista.
    El DRAE define la ética como un “conjunto de normas
    morales que rigen la conducta humana,” unas pautas que pensadores
    posteriores matizarían dentro una hermenéutica histórica para
    desarrollar una filosofía de la moralidad que ofrece un marco
    epistémico para el comportamiento humano. Para Georg Hegel, por
    ejemplo, una comunidad ética más amplia nos permite cultivar una
    relación más amplia con nuestros derechos individuales: “The right of
    individuals to be subjectively destined to freedom is fulfilled when they
    belong to an actual ethical order, because their conviction of their
    freedom finds its truth in such an objective order, and it is in an ethical
    order that they are actually in possession of their own essence or their
    own inner universality” (Elements sec. 153). Según Hegel, un orden
    ético guía al individuo y conecta su subjetividad particular a la
    comunidad humana al obligarle a vincular su libertad -o liberaciónindividual
    a un destino colectivo nacido del equilibrio entre sus deseos
    o impulsos subjetivos y las normas de conducta de su sociedad. Unos
    sesenta años más tarde, hacia finales del siglo XIX, Ernest Belfort Bax
    igual subrayaba la necesaria sumisión de la moralidad individual a lo
    social: “Morality in practice means at basis the habit of identifying
    personal interest with social interest; the satisfaction of self outside of,
    or even in antagonism to, the immediate interests of the self” (“The
    Ethics of Socialism”). A diferencia de Hegel, quien conectaba la
    subjetividad individual a lo social, Bax buscaba una transformación de
    lo individual y una trascendencia del egoísmo particular al sobreponer
    lo colectivo a lo individual. En otras palabras, la distinción entre el bien
    y el mal radicaba en poder sobreponer los intereses comunitarios a los
    intereses propios. Durante esa misma época, el escritor italiano Achille
    Loria exponía su noción de una “ética final” que denunciaba los
    excesos del capitalismo y llamaba la atención a la imposición de una
    moralidad doble que requiere la subordinación de las clases marginadas
    -lo que él denominaba una “ética de la obediencia”- y promueve una
    moralidad capitalista que mantiene a raya a los más oprimidos (21-22).2
    Más cercano a nuestro tiempo, el teólogo Dietrich Bonhoeffer resaltaba
    la necesidad de pasar a la acción y de colocar cualquier discurso ético
    dentro de un marco histórico que contextualiza a sus sujetos, lugares y
    momentos (271), ya que “Timeless and placeless ethical discourse
    lacks the concrete warrant which all authentic discourse requires”
    (270).
    Las ideas de Hegel, Bax y Bonhoeffer, entre otros, sobre la
    moralidad sirvieron para examinar el papel de la Iglesia y el
    pensamiento socialista en la formación de una nueva sociedad y para
    establecer una parte de la base teórica para la teología de la liberación.3
    Durante la década de los sesenta, el pensamiento de la liberación que se
    forjó en América Latina tuvo sus orígenes en el Segundo Concilio
    Vaticano (1962-65) y en el Consejo Episcopal Latinoamericano de
    Medellín, Colombia (1968). Teólogos y pensadores como el mexicano
    Leopoldo Zea, el brasileño Paulo Freire y el peruano Gustavo Gutiérrez
    elaboraron una filosofía de la liberación arraigada en la realidad diaria
    vivida por millones de latinoamericanos. En sus escritos y desde sus
    distintas perspectivas, concordaban que tal realidad sólo se podía
    transformar si se empezaban a matizar, a contextualizar y a comprender
    las causas de la pobreza material, si se emprendía el camino a seguir
    hacia la liberación y si se procuraba solidarizarse con otros a través de
    acciones específicas que transcendieran la mera retórica vacía.
    En su día, gran número de teólogos latinoamericanos
    expresaron su acuerdo con estos principios. Las conclusiones de la IIª
    Conferencia del episcopado latinoamericano en 1966, por ejemplo,
    buscaban especificar aún más las posibles denotaciones de “la
    pobreza;” y el documento “Pobreza en la Iglesia” distinguía entre tres
    tipos de pobreza: “a) la pobreza como carencia de los bienes de este
    mundo; b) la pobreza espiritual; y c) la pobreza como compromiso que
    asume [. . .] la condición de los necesitados de este mundo para
    testimoniar el mal que ella representa y la libertad espiritual frente a los
    bienes” (Richard y Ellacuría 1030). En su obra Teología de la
    liberación (1971), Gustavo Gutiérrez subraya que “la pobreza significa
    [. . .] muerte. Carencia de alimento y de techo, imposibilidad de atender
    debidamente a necesidades de salud y educación, explotación del
    trabajo, desempleo permanente, falta de respeto a la dignidad humana e
    injustas limitaciones a la libertad personal en los campos de la
    expresión, lo político y lo religioso” (22). En su época, el pensamiento
    de la liberación latinoamericano manifestó que la pobreza material
    representaba en sí un delito contra la dignidad humana y declaraba que
    tal injusticia no originaba en una desigualdad congénita e inmutable
    sino en las estructuras del quehacer diario de los seres humanos.
    Las causas históricas y las consecuencias explícitas para las
    víctimas indican que la pobreza material produce y está íntimamente
    ligada a la marginación, algo manifestado abiertamente por uno de los
    fundadores del FSLN, Carlos Fonseca. Consecuentemente con esta
    noción, cualquier liberación de la pobreza llega vinculada a un
    desengaño y sufrimiento cuyas respectivas tomas de conciencia
    “constituyen así la tierra abonada para la esperanza” (Boff
    “Sufrimiento” 1317). A pesar de desentenderse a la clase media, de ser
    excesivamente idealista y de pecar de haber romantizado la pobreza, la
    definición de “liberación” que iban fraguando los pensadores de la
    liberación durante los años sesenta y setenta no era simplemente una
    abstracción teológica o espiritual. En el contexto del pensamiento de la
    liberación, el sacerdote jesuita Ignacio Ellacuría afirmó que “La
    liberación es, por lo pronto, un proceso. Un proceso que en lo personal
    es, fundamentalmente, un proceso de conversión y que en lo histórico
    HPR/65
    es un proceso de transformación, cuando no de revolución”
    (“Liberación” 694). Por ello, “lo personal” y “lo histórico” se funden en
    un río que proviene de dos corrientes: “La liberación se entiende, por
    tanto, como liberación de toda forma de opresión y como liberación
    para una libertad compartida, que no posibilite o permita formas de
    dominación” (Ellacuría “Utopía” 417). Consecuentemente, la
    solidaridad humana nace del deseo doble de eliminar las
    manifestaciones materiales de la opresión y de construir en adelante
    ese mundo mejor percibido por el pensamiento de la liberación como la
    construcción del Reino de Dios en la Tierra y por Carlos Fonseca como
    una nueva Nicaragua liderada por sandinistas que sabrían “vincular la
    teoría revolucionaria con la práctica concreta en que actúa” (“¿Qué es
    un sandinista?”).
    La posibilidad de trabajar por eliminar las injusticias y forjar
    un mejor mundo también se percibe en la trayectoria personal de
    Michèle Najlis. En una entrevista con Margaret Randall, por ejemplo,
    la escritora subraya la profunda distinción entre los que simplemente
    hablaban de la solidaridad y aquellos que la ejemplificaban plenamente.
    Al recordar su tiempo en el colegio de monjas La Asunción, Najlis
    destaca las ideas de una de sus maestras, la Madre Mireille, sobre las
    diferencias de clase y la necesidad de cada uno de concientizarse: “Y
    cuando nos enseñaba religión, hablaba de los pobres, de la
    responsabilidad que conllevan los privilegios” (Najlis “La solidaridad”
    96). En otro momento, la escritora igual recuerda a sus amigas del
    colegio y las compara con las religiosas que se encargaban de su
    educación, subrayando la incipiente conciencia política que había
    empezado a florecer en ella y que le había permitido ver a sus
    compañeras de otra manera: “Los comunistas que conocí parecían
    ejemplificar las ideas que las hermanas nos habían enseñado mucho
    mejor que mis compañeras de clase, que se decían cristianas” (“La
    solidaridad” 98). Tras pasar seis meses en París en 1965, a la edad de
    diecinueve años, vuelve a Managua y se matricula en la Universidad
    Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), donde se hizo miembro del
    Frente Estudiantil Universitario. Después del terremoto de 1972 en
    Managua, se fue a vivir a San José, Costa Rica, y se alistó al Partido de
    Vanguardia Popular, el equivalente del Partido Comunista de Costa
    Rica. Como se puede percibir, estos detalles de su juventud sirven para
    ilustrar un desarrollo ético arraigado en la realidad de su país y en el
    contacto con individuos que buscaban hacer patente la conexión entre
    la teoría y la acción revolucionaria. La conciencia de clase que fue
    adquiriendo Najlis se produjo, en parte, por la evidente afinidad entre el
    comunismo y las nociones “solidarias” de las monjas del colegio La
    Asunción. Por otra parte, ella destaca implícitamente la falta de
    solidaridad de sus “compañeras de clase” y cómo el tipo de
    cristianismo que profesaban era una simple y superficial abstracción.
    Por la exploración continua y la afirmación de sus creencias
    personales a través de la poesía, los versos de Najlis frecuentemente
    hacen hincapié en la polifonía de la liberación y desarrollan una
    implícita ética de comportamiento individual y comunitario. La
    escritora Daisy Zamora ha subrayado la condición precursora e
    innovadora de su poesía al escribir sobre sus primeros poemas que “El
    terreno [poético] era nuevo, desconocido; pero una expresión
    cuidadosamente elaborada y la temperatura sostenida, hicieron de sus
    textos logros pioneros de una poesía amatoria y a su vez, combativa”
    (43). Sobre su obra Cantos de Ifigenia, Amy Kaminsky destaca su
    esencia transgresiva (52), y Henry Cohen observa que el carácter
    feminista de los poemas en Ars combinatoria ofrece también una crítica
    de la religión institucionalizada (71, 73). Con respecto a El viento
    armado, Kaminsky declara que “The poems in this collection bear
    witness to the popular Sandinista struggle” (50), mientras Beverley y
    Zimmerman sostienen que esta obra “quickly became one of the most
    important literary expressions the insurrectionary period produced”
    (89). A pesar de los análisis críticos que exploran las relaciones más
    transparentes entre el discurso femenino y la subversión política, la
    poesía de Najlis permanece relativamente desconocida frente a
    paisanos suyos como, por ejemplo, Ernesto Cardenal y Gioconda Belli.
    Fundado en 1961 como el Frente de Liberación Nacional, el
    Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se inspiró en la
    revolución cubana y en otros movimientos de liberación nacional que
    emergían de África y Asia. En la década de los sesenta sus miembros
    participaban en una resistencia de baja intensidad contra la dictadura de
    Somoza al contar con una presencia pequeña entre estudiantes
    universitarios en la ciudad de León. Como escribió Carlos Fonseca, uno
    de los fundadores:
    El Frente Sandinista surgió abriéndose paso en medio de la
    tiniebla impuesta por la clase explotadora. Inspirándose en el
    dolor y la miseria padecidos por los sectores populares, quiere
    rescatar las más nobles tradiciones de la colectividad
    nicaragüense, no limitándose a evocarlas con palabras, sino a
    revivirlas en la acción, aunque ello signifique atravesar duras
    pruebas.
    Publicado en Guatemala en 1969, El viento armado emergió de la
    realidad cotidiana nicaragüense y ofrecía un discurso ético que se
    inspiraba en el pensamiento de la liberación que nació durante los años
    sesenta en América Latina y que paulatinamente asentó las bases de
    una ética revolucionaria nacional. Tales bases incluían una conciencia
    de la hegemonía somocista, la liberación de la opresión y la
    enunciación de una solidaridad con los más marginados.
    En El viento armado, la voz narrativa denuncia la injusticia
    sufrida por el pueblo y cómo ésta, en palabras de Paulo Freire, “Se
    nutre del amor a la muerte y no del amor a la vida” (81). El poema
    “Rompí la cáscara de huevo” declara: “Abrí los ojos / y vi / la
    superficie dolorosa de una tierra agonizante” (53). En “Para que
    conozcas,” Najlis escribe sobre “la tortura secreta / que acecha el
    doblar de una esquina, / y el látigo que azota pedazos olvidados de tu
    piel” (55). Los dos poemas recalcan la íntima conexión entre
    sufrimiento y concienciación. El despertar metafórico que ocurre al
    “[abrir] los ojos” le permite a la narradora finalmente presenciar la
    angustia del pueblo. Esa “tierra agonizante” que sirve de marco para la
    “superficie dolorosa” recalca el doble filo de una opresión que
    construye estructuras de sufrimiento y que lleva al desconsuelo y a la
    pesadumbre diaria de una vida deshumanizante. El dolor físico del
    “látigo” que puede obligar a uno a ausentarse emotivamente durante el
    momento de mayor tormento es tan patente como “la tortura secreta” de
    la incertidumbre ante lo que puede ocurrir al salir de su casa. A lo largo
    del poema, los versos subrayan la esencia polifacética de una opresión
    totalizadora que busca anidarse en el ser humano para meterle miedo y
    rebajarle al nivel más ínfimo de la existencia.
    El poema “Aquí está” ofrece una visión del sufrimiento y de
    su posible futura superación para solidarizarse con otros. Los primeros
    versos declaran que “El fruto de tu vida esperando ser cortado / seguirá
    creciendo” (63) y denuncian la posiblemente inevitable conclusión
    trágica de cualquier persona que se involucra en la lucha contra la
    opresión. “El fruto de la vida” llegará a su fin por acciones de otros, los
    que buscan apartarlo de su camino elegido; este fruto, sin embargo,
    “seguirá creciendo” a través del impacto que tuvo durante su vida, esos
    círculos concéntricos que se irán ampliando y cuyo destino final
    desconocemos. “Pequeño grano de trigo,” sigue el poema, “escucha tu
    germinación dolorosa / y comprende que muchas vidas forman ahora la
    tuya / comprende que los frutos que murieron aún riegan tu sangre”
    (63). Los seres humanos estamos conectados por la opresión y su
    patente superación, y nuestro sufrimiento forma parte del ciclo vital: a
    la vez que nuestra labor y desazón se alimentan de los que comparten
    nuestras condiciones de vida, nuestras acciones igual inspiran a otros a
    sacrificarse por la comunidad humana, por el pueblo. Como indicó Bax,
    se crece al identificar el interés personal con el social, al tomar
    conciencia que nuestras vidas están enlazadas a otros y que la opresión
    superada contribuye a construir lazos de solidaridad. Por ello, lo
    esencial es actuar contra cualquier tipo de opresión. Como escribe
    Najlis en el poema “Cuando todo hiere,” “como el salmón, / remonta la
    corriente / con toda la furia de tu ira. / No desesperes / el agua romperá
    las piedras” (19). Lo esencial en la lucha es canalizar la rabia para
    poder derrotar al que intenta a su manera condicionar y limitar la vida
    humana a través del miedo y del olvido. Hasta el esfuerzo más ínfimo
    participa en la lucha contra ese enemigo aparentemente imbatible y, en
    su momento, todo esfuerzo, toda opresión sufrida en cuerpo y alma,
    llevará a “[romper] las piedras.”
    La lucha contra la opresión lleva al combatiente a una
    solidaridad con otros que le obliga a entrar en contacto con lo que más
    tememos para poder superarlo. En “Sentirte, conocerte, saberte,” la
    narradora subraya otra vez la desesperación del ser humano: “Conocer
    el hambre / y la fuerza más allá del hambre, / del golpe y más allá del
    golpe; / conocer el miedo, y a través de él, / sobre él / caminar hacia ti
    mismo, / hacia todos” (23). No se niegan “el hambre,” “el golpe” ni “el
    miedo,” ni se intenta restar importancia a lo que éstos suponen ya que
    se vivieron de cerca, íntimamente. Su alcance, sin embargo, recae en
    recordar que hay un “más allá” del momento inmediato que permitirá
    una conexión más profunda con uno mismo que es inseparable de
    conocer más y mejor a los que comparten la lucha y, como el
    combatiente, forman parte del pueblo. Por ello, los tormentos y las
    torturas se entienden como parte íntegra de un inevitable triunfo, libre
    de sufrimiento y compartido por todas las víctimas. En el poema “Los
    inocentes,” Najlis escribe que “Los inocentes alzaron los fusiles y los
    cuerpos caídos; / los inocentes se alzaron como un sol que no se oculta;
    / los inocentes clamaron / y su clamor fue oído por multitud de pueblos,
    / sangraron / y su sangre regó toda la tierra” (39). El término “los
    inocentes” trasciende el contexto nicaragüense y describe a aquellos
    que están aliados contra el enemigo, recordándonos rebeliones justas
    contra los opresores. Frente a la inmoralidad, todos son “inocentes”
    que, inspirados por el ejemplo de los combatientes, deciden tomar
    armas y sacrificarse por un objetivo que trasciende las limitaciones y el
    sufrimiento del momento. Con la fundación del Frente Sandinista en
    1961, gran número de estudiantes universitarios en León y Managua se
    vieron involucrados en la lucha contra Somoza. Los golpes y la tortura
    que sufrían a manos de la temida Guardia Nacional llevó a unos a dejar
    los estudios y la actividad política, a otros a vivir clandestinamente en
    el extranjero y a un pequeño grupo a huir hacia la sierra del norte, en la
    frontera con Honduras, para seguir la lucha desde allí. La salida de
    estudiantes, sin embargo, no disminuye el número de fieles a la lucha
    contra Somoza, todo lo opuesto: la muerte de los mártires y la sangre
    que “regó toda la tierra” servirá de abono e iluminación para otros y
    traerá, inevitablemente, como consecuencia final, la derrota del
    enemigo y una “liberación histórica” que, como sostiene Leonardo
    Boff, “se hace a base de una alianza de sufrimiento, de dolor, de
    muerte” (1315).
    La liberación que se plantea en los poemas se expresa a través
    de dos caminos complementarios: uno que reconoce la liberación de
    condiciones opresoras y la liberación hacia un mejor futuro, marco y
    contexto de una ética más justa cuyos ideales los representaban los
    precursores del FSLN, el Movimiento Nueva Nicaragua (MNN) y su
    sucesor el Frente de Liberación Nacional (FLN). Tales organizaciones
    se inspiraron en movimientos extranjeros de emancipación que, como
    el FLN de Argelina o la revolución cubana, buscaban derrocar el
    antiguo orden colonialista y establecer una nueva sociedad. Según
    HPR/70
    Ignacio Ellacuría, “[N]o basta con una mera ‘liberación de’; se requiere
    de una ‘liberación para’ o una ‘liberación hacia’ la libertad, que sólo
    podrá ser plena, cuando sea libertad de todos” (“Utopía y profetismo”
    418). Ese “clamor” que se oye en el poema “Los inocentes” de Najlis
    sirve de antesala a una liberación de la violencia nacida en el mismo
    combate contra la injusticia. Los versos de “Rompí la cáscara de
    huevo” vislumbran un mejor futuro a raíz de una dolorosa separación y
    liberación del pasado: “Rompí la cáscara del huevo / y la luz / fue tan
    hermosa / que no pude vivir. / Abrí los ojos / y vi / la superficie
    dolorosa de una tierra agonizante” (53). La metáfora del huevo que
    emplea aquí Najlis tiene un significado doble, ya que destaca la cáscara
    -esa coraza que le impide entrar en contacto auténtico con su entorno- y
    el impulso necesario para despedazarla. Tal impulso nace,
    metafóricamente, de una toma de conciencia inspirada en el
    conocimiento de sus circunstancias vitales y en el entrar en comunión
    con otros a través de la lucha común contra el enemigo. Esa “superficie
    dolorosa” y esa “tierra agonizante” que se advierten están íntimamente
    ligadas a su nacimiento ético y al compromiso que asume con el
    sufrimiento de su pueblo durante y después de la batalla. Nicaragua, su
    “tierra agonizante,” había sido testigo a finales de los años cincuenta y
    la década de los sesenta de la evolución dolorosa de los movimientos
    de liberación nacional a través de la vida y muerte de organizaciones
    revolucionarias como el MNN, el FNN, el Partido Socialista
    Nicaragüene (PSN), la Juventud Democrática Nicaragüense (JDN), la
    Juventud Revolucionaria Nicaragüense (JRN) y el Frente Unitario
    Nicaragüense (FUN).
    El poema que sigue, “Para que conozcas,” vuelve a referirse a
    la figura del pájaro para recalcar la doble condición paradójica de
    cualquier liberación: “Para que conozcas la esencia innegable / de la
    gravedad y la alegría / es preciso que comprendas el vuelo del ave / que
    deja el nido para ser más fuerte” (55). Los dos extremos emotivos, “la
    gravedad” y “la alegría,” ni se contradicen ni se enfrentan, sino que
    representan simplemente los polos complementarios de esos primeros
    pasos hacia una liberación que, juntos, construyen. La seguridad que
    ofrece el nido no evita que éste se abandone para que el ave se
    fortalezca al dejar atrás el terreno conocido. Para el final, la narradora
    vuelve a las palabras del comienzo y añade un elemento que conecta el
    individuo a la comunidad que le rodea: “Para que conozcas la esencia
    innegable / de la gravedad y la alegría / has de comprender el canto que
    nace / en los hombres hermanos, / en los aires hambrientos, / en los
    cuerpos caídos” (55). En la conclusión, la comprensión de la misma
    “gravedad” y “alegría” tiene su origen en la solidaridad y en el
    sufrimiento. Por ello, en este poema se juntan la liberación de la
    opresión y la liberación hacia una mejor existencia: la camaradería, la
    violencia, el mismo entorno que pide renovación y corrección, reflejan
    lo que Leonardo Boff ha llamado “la esperanza que transfigura el
    sentido de sus suplicios” (“Sufrimiento” 1314) y manifiestan el difícil
    camino de la ética revolucionaria sandinista.
    Para la narradora, poder matizar y divisar la liberación final
    hacia esa tierra prometida libre de agonía y absolutismo somocista es el
    objetivo de un proceso de liberación del ser humano que culmina,
    según Ellacuría, en “una libertad compartida, que no posibilite o
    permita formas de dominación” (“Utopía y profetismo” 417). El texto
    “Nosotros, los hijos del sol” ofrece una larga lista de acciones y labores
    que compartieron los camaradas y que hace hincapié en cómo estas
    tareas ayudaron a forjar un futuro más solidario, más ético:
    Nosotros, los hijos del sol,
    los que escribimos en las sombras del crepúsculo,
    los que caminamos a través de la noche,
    los que surgimos en la luz de la mañana,
    los descalzos en el seno de la tierra,
    los que sembramos los campos,
    [. . .]
    los que tenemos la sangre poblada de lagunas
    y el cuerpo cubierto de volcanes
    [. . .]
    nosotros rompimos las cadenas y emprendimos el camino.
    (41)
    La variedad de quehaceres nace primero y ante todo de la lucha por
    crear lo que Enrique Dussel ha descrito como “Un hombre nuevo
    histórico, más allá de la relación de dominación que oprime a los
    pueblos subdesarrollados” (293). Las labores que especifica Najlis
    entran en diálogo con la construcción de lo que el pensamiento de la
    liberación llamó el Reino de Dios en la tierra y aluden a tareas públicas,
    ocultas e íntimas que, por igual, contribuyen a la revolución. El juego
    semántico entre la luz y la oscuridad -el “sol,” “la mañana,” “la noche”
    y el “crepúsculo”- retrata la condición extrema y despejada de labores
    que implican una claridad ética, especialmente para los que perciben
    una penetrante conexión entre su existencia y la de su tierra. Para ellos,
    la disolución de “las cadenas” y el comienzo de un nuevo “camino” los
    llevará, esperadamente, hacia una liberación de la opresión y hacia una
    tierra prometida construida por la lucha revolucionaria. De la misma
    manera, el FSLN nace de una filosofía que anteponía la acción a la
    teoría. Comentando los comienzos de la acción revolucionaria en los
    años sesenta, Carlos Fonseca escribió que “En cuanto a la composición
    de lo que podríamos llamar grupos revolucionarios, deben señalarse
    que eran de extracción artesanal y obrera con un bajísimo nivel político
    e ideológico” (Fonseca Nicaragua Hora 0). Para conjugar el elemento
    activo con el teórico, Fonseca reinterpretó la figura históricamente
    estática de Sandino para centrarse en su trayectoria y en la metahistoria
    nicaragüense (Palmer 101). Sandino, según Fonseca, encarnaba ambas
    liberaciones: la emancipación de la opresión estadounidense,
    oligárquica y capitalista y la construcción de una nueva Nicaragua
    inspirada en una moralidad socialista. A partir de 1974, cuando el
    FSLN se dio a conocer a nivel nacional con el asalto a la casa de
    Chema Castillo, a la organización se la conocería en Nicaragua como la
    legítima sucesora de Sandino (Palmer 103). Con la muerte de Fonseca
    en 1976, individuos como Tomás Borge, Ricardo Morales Avilés y
    Omar Cabezas (Palmer 101-102) hacían patente la influencia que había
    tenido Fonseca en la formación de la ética revolucionaria sandinista y
    en la formación de un concepto de solidaridad nacional que trascendía
    los límites temporales.
    La solidaridad que se percibe en los versos de El viento
    armado nace de una conciencia histórica del pasado que encarna la
    renovada ética solidaria expresada por Fonseca. Según Dietrich
    Bonhoeffer, lo ético es “a concrete relation between the giver and the
    receiver of commands; formal reason is not a socially constructive
    principle but a principle of atomization, and society consists solely in
    the concrete and infinitely manifold relationships of responsibility of
    HPR/73
    men for one another” (273). En su carta “Desde la cárcel,” escrita en
    1964, Fonseca subraya la necesidad de solidarizarse con todos los
    elementos de la sociedad: “Hagamos esfuerzos por atraernos a la lucha
    a las más extensas capas de la población, comenzando por supuesto con
    los obreros, campesinos y estudiantes, pero llegando también a cierto
    sector de los ricos.” En sus poemas, Najlis subraya la necesidad de
    tener presente el pasado para tomar conciencia de esa “responsibility of
    men for one another” de Bonhoeffer y reconectar con toda la sociedad.
    El poema “A la hora de partir” comienza: “A la hora de partir los
    recuerdos se agarran de mis huellas / como novias que quisieran no
    llorar, / como niños que sueñan con una leche muy lejana, / como un
    pan duro tirado a media calle” (25). Aunque “los recuerdos” que se
    mencionan serán propios de la voz narrativa, las connotaciones que
    evocan se despliegan entre la multitud del pueblo: novias que lloran,
    niños constantemente hambrientos y ese pan abandonado e inútil que
    no alimentará a nadie hacen del poema un canto a la solidaridad al
    incorporar la innegable particularidad histórica de la narradora a la
    polifonía del pueblo. Su salida, por ende, no sólo requiere atraer a otros
    a la lucha sino, más importante, ir hacia otros cuyo sufrimiento le toca
    en lo más profundo. “Ya tú sabes que murió,” declara en otro poema,
    “y sabes dónde está la tumba del hermano, / aquel hermano que no tuvo
    sepultura. / Tú lo sabes / porque tu corazón es tierra que lo cubre” (51).
    Y otro texto, “Las viejas tribus,” apunta “Las viejas tribus regresan / no
    como quien llama hacia el pasado, / sino como el arma que palpita, /
    como el jefe que habita en el rebelde, / como la voz conjunta que nos
    viene desde dentro” (57). El descanso del “hermano” que murió queda
    ligado a su tumba y al recuerdo, y “las viejas tribus” son la expresión
    de un pueblo hastiado, cansado de sufrir, unido en rebelión antigua y
    plasmando lo que Jon Sobrino, en su descripción del Reino de Dios, ha
    denominado “trascendencia e historia, salvación y liberación, esperanza
    y práctica, lo personal y lo comunitario-popular” (474). Como escribió
    Fonseca en 1970, se asume la alianza entre el sandinismo y el espíritu
    cristiano que brotaba en aquellos años inspirado por la filosofía de la
    liberación: “Es fundamental en el Frente Sandinista la unidad entre los
    verdaderos revolucionarios y los verdaderos cristianos, es la unidad que
    forjaron fusil en mano de la América oprimida, el comandante Ernesto
    Che Guevara y el sacerdote Camilo Torres” (“Mensaje al pueblo de
    HPR/74
    Nicaragua”). Los “verdaderos,” uno se imagina, son los que viven una
    vida auténtica de sacrificio y acción por un futuro libre de injusticia. La
    solidaridad, por ende, es la integración del prójimo en tal proyecto y la
    expresión de un programa ideológico que incorpore ese “fusil en mano”
    a la plasmación popular de la revolución.
    En los poemas de Najlis, la proyección solidaria hacia un
    mejor futuro se expresa a través de la encarnación del hombre nuevo y
    la construcción de esa sociedad nueva anhelada por Fonseca, libre de
    una opresión y marginación somocista apoyada implícitamente por los
    EE.UU. La otredad, fuente de inquietudes éticas, se convierte en
    concepto solidario al servir de enlace histórico entre el yo y el nosotros.
    El poema “Cuando la isla” ofrece una serie de dualidades que
    proyectan la esperanza de una futura sociedad: “Cuando el hijo del
    pobre sea el hijo del hombre, / cuando el campo y el pueblo sean como
    marido y mujer,” “cuando la canción olvidada de un niño en la montaña
    / suene en el conjuro de las puestas de sol” (87). Más que uniones, las
    parejas de nociones que ofrece Najlis son proyecciones de lo particular
    a lo universal: que los pobres representen un reto para toda la sociedad,
    que todo el pueblo tenga conciencia de la íntima riqueza rural, que la
    voz infantil retumbe por la tierra. La unión de conceptos aparentemente
    antitéticos surge también en el “Mensaje al pueblo de Nicaragua” de
    Fonseca: “Si es motivo de tristeza saber que por siglos nuestra tierra
    nicaragüense sufre opresión inhóspita, debe ser motivo de alegría
    continuar el porfiado combate de las sucesivas generaciones populares
    que nos han precedido.”
    Las ideas de Najlis y Fonseca representan una esperanza: que
    la toma de conciencia sea auténtica y se arraigue en la sociedad de
    forma dinámica. En el poema, su uso del subjuntivo, sin embargo,
    implica que aún está por llegar esa mejor sociedad. Consecuentemente,
    los versos finales del poema encarnan el resultado lógica de estas
    deseadas uniones y tomas de conciencia al declarar rotundamente
    “entonces, el hombre comprenderá el lenguaje de su propio canto” (87).
    Hasta que no ocurra esa conexión entre lo individual y lo social,
    nuestras propias palabras carecerán de sentido y peso, y nuestra
    “música” resonará como simple divagación solipsista. Como escribe
    Juan Hernández Pico,
    La solidaridad humana implica, en primer lugar, la afirmación
    de una condición humana común a los diversos grupos
    sociales. [. . .]
    En seguida, la solidaridad humana reconoce que esa condición
    humana común no es sólo un dato constitutivo de la realidad
    humana, sino una tarea histórica colectiva, con la que hay que
    cargar éticamente. (134)
    En sus poemas, Najlis asume la responsabilidad de “cargar” con el peso
    del prójimo para dejar de lado las necesidades individuales mezquinas
    por las del pueblo, especialmente si éste sufre de marginación. “La
    modestia facilita, quizá en muchos casos decisivamente, la vida
    colectiva, la actividad de un conjunto de personas” (“¿Qué es un
    sandinista?”). Dentro del universo de nuestras particularidades, la
    “condición human común” retratada en los versos de Najlis sirve como
    el anfiteatro de la justicia: desde ella se puede soñar con y entrar en la
    posibilidad de una mejor vida.
    En los poemas de El viento armado, la solidaridad y la
    elaboración de una nueva ética revolucionaria encuentran sus raíces en
    el sufrimiento, el sacrificio y la lucha solidaria e histórica. Por ello, una
    nueva ética debería ser, como escribieron Hegel, Bax y Bonhoeffer,
    entre otros, la conciencia de la íntima e histórica conexión entre la
    moralidad individual y la social. Por algo escribió Fonseca en “Qué es
    un sandinista?” que el inconveniente individual está subyugada por la
    utilidad colectiva: “Hay cuestiones que molestan en lo personal, pero
    nuestra obligación es subordinarlo todo a los intereses de la causa
    Sandinista, a los intereses del subyugado pueblo nicaragüense, a los
    intereses de los explotados y oprimidos de Nicaragua.” Para el
    pensamiento de la liberación, elaborado en América Latina en los años
    sesenta, la pobreza era el pecado más grave de sociedades que
    requerían de procesos materiales de liberación. La decepción con el
    FSLN y sus máximos dirigentes no llegaría hasta años más tarde, en la
    década de los noventa, cuando Najlis comprobó que “todos tenían un
    precio” (“La solidaridad” 108) y que la hipocresía aún reinaba en
    Nicaragua.4 Como ha escrito Bruno Bosteels, tal desenlace y
    transformación de la ética pos-revolucionaria no debería sorprendernos:
    “[B]oth through the critique of the logic of commitment and through
    the crisis of the revolutionary ideal now turned state regime, the
    meaning of ethics undergoes a profound displacement” (20).
    Como documento que precede por casi una década a la
    revolución sandinista de 1977, la colección de poemas El viento
    armado refleja la ética sandinista que iban forjando pensadores como
    Carlos Fonseca. Tal ética anticipa la construcción de una hermenéutica
    revolucionaria cuyos principios se basarían, en su momento, en la
    identificación de la opresión, en la liberación de injustas estructuras y
    condiciones de vida y en la necesaria solidaridad con otros miembros
    de la comunidad humana. Como han escrito John Beverley y Marc
    Zimmerman, la poesía de escritoras nicaragüenses como Najlis,
    Gioconda Belli, Vidaluz Meneses y Daisy Zamora, entre otras,
    trasciende fronteras, se enfrenta a sus circunstancias y ofrece la
    posibilidad de imaginar y construir una mejor vida: “Their poetry is
    experimental, social, directly political, expressing expectation, hope,
    and faith in the Sandinista future, and anger and outrage over a war that
    leads to death and destruction, casting doubt over that future” (106). A
    través de sus versos, Najlis nos ofrece una voz poética que parte de la
    actualidad y que, a la vez, se atreve a profetizar y a proyectarse hacia
    una futura sociedad en Nicaragua en la que se encarnan “otros valores
    que humanizan la vida y hacen más cálidas las relaciones entre los
    seres humanos” (Tamayo 147).
    4 En una entrevista con Klaas Wellingaa tras la derrota del FSLN en las elecciones de
    1990, Najlis declaró que “Una cosa que a mí no me gusta nada es que haya gente que
    durante los diez años del sandinismo, jamás se atrevieran a hacer una crítica. No sólo no
    se atrevieron a hacer una crítica sino que, como les dije una vez: ‘Ustedes deben tener
    hernias lumbares de tantas reverencias que hicieron’ ” (Wellingaa 153-154).


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 28 Feb 2018, 06:56

    MICHÈLE NAJLIS

    Bien, con la siguiente entrevista a la uatora que nos ocupa terminamos con ella para dar paso a otra Poeta nicaragüense


    Vidaluz Meneses nace en Managua el 28 de mayo de1944. Cursa el Bachillerato en el Colegio La Asunción. Se incorpora a la lucha social desde principios de los años setenta. Formalmente colabora con el Frente Sandinista de Liberación Nacional desde el año 1977.
    Es poetisa, articulista y promotora cultural. Es licenciada en Humanidades con mención en Bibliotecología, de la UCA.
    Después del triunfo de la Revolución, dirigió el sistema de bibliotecas de Nicaragua y fue Vice-Ministra de Cultura. Ha recibido numerosas distinciones por su amplio y valioso trabajo cultural. Su obra poética incluye los libros Llama guardada (1974), El aire que me llama (1982), y La antología Poética 1974-1990 Llama en el aire (1991). Actualmente es Decana de la Facultad de Artes y Letras de la UCA y es activista social y promotora cultural1.
    A lo largo de la lucha por la libertad, en Nicaragua muchas fueron las vidas que cambiaron radicalmente, que dieron un vuelco de ciento ochenta grados. La historia de la lucha del pueblo nicaragüense está sembrada sobre el manto hecho por todas las historias personales, las batallas diarias y los sacrificios cotidianos. En este contexto, las mujeres sobresalen por su voluntad inquebrantable, su amor profundo por la familia y, al mismo tiempo, la defensa sin grietas por un mundo y una Nicaragua que supere el machismo y el trato desigual a la mujer.
    Las dos prominentes mujeres que nos acompañan en este diálogo, se distinguen de forma especial porque optaron por la solidaridad, por el amor y el perdón. Sin dejar que los hechos y las circunstancias –algunas muy dolorosas– desmembraran sus anhelos, lucharon por la familia, por la mujer, por una Nicaragua igualitaria.
    Mónica: Vidaluz, algo que seguramente la gente ya no recuerda es que vos sos hija del General Meneses. Me parece que en tu condición, integrarse a la lucha requería de mucho coraje, pero seguir luchando después que tu padre muere a manos de grupos guerrilleros, es todavía más difícil. Contanos esa parte, yo sé que es dura.
    Vidaluz: Bueno, lo que pasa es que a él lo jubilaron en el año 1976, más o menos después de treinta años de estar en la Guardia Nacional; entonces me alegré porque yo me identificaba con todos los grupos progresistas y siempre me comprometía por la justicia, no con algo específico, pero sí con la justicia y en ningún partido político.
    Una cosa dificilísima para mí era enfrentar a mi papá, porque él era un militar. Había otros casos que conocí después, como el de Martha Cranshaw, cuyo papá era un somocista, pero político. En mi caso, mi papá era un militar y lo que planteaba el Frente era la lucha armada. Era difícil. Yo lograba hacerme un espacio entre los grupos cristianos o firmaba cosas o escribía, o me sumaba, como te decía, a huelgas universitarias, etcétera.
    Entonces cuando a mi papá lo jubilan, para mí es un alivio porque yo digo, bueno pues, puedo avanzar porque no me tengo que enfrentar con nada militar; a pesar de que nunca se me ocurrió, por mi personalidad, la lucha armada; eso era una cosa más difícil por mi condición familiar y por mi condición de cristiana. Porque los cristianos en esos años nos planteábamos que era un desafío la lucha armada, hasta que vino todo el Concilio Vaticano, los documentos de Medellín, y se comenzó a hablar de la violencia institucionalizada, y de alguna manera empezaron a surgir estudios teológicos que justificaban luchar con las armas en contra de la opresión.
    Fue un alivio cuando jubilaron a mi papá, porque él va a pasar a la vida civil, ya está, entonces no me tengo que enfrentar directamente con él. Sin embargo, más o menos un año después, Somoza le dice que lo quiere mandar de Embajador a Guatemala, y allí funcionó la disciplina militar. Él le acepta, y yo le digo: –No acepte, no acepte, mejor váyase a descansar ya, dedíquese a sus cosas. Pero no, mi papá era un hombre joven y activo. Imagino que se sintió comprometido, era una prolongación de su compromiso, porque ya existía una cosa que tal vez más adelante se puede estudiar psicológicamente: y es la figura de Somoza y lo que influía en los militares, ya no se diga en la gente que militaba en su partido.
    Entonces él se va a Guatemala como diplomático. Sin embargo, como en ese tiempo ya se estaba agudizando la lucha e iba avanzando el Frente, existía también un arreglo entre ejércitos centroamericanos de reprimir a la guerrilla y a los movimientos revolucionarios. Pero al mismo tiempo existía una solidaridad revolucionaria de los movimientos guerrilleros, y a mi papá lo emboscan en una calle: él iba un sábado para la barbería, lo pasó un carro y lo ametrallaron; él quedó vivo todavía, le dieron cuatro balazos, uno de ellos en la médula, fue una cosa tremenda.
    Yo, más o menos me había preparado para cualquier cosa. Ya en aquel tiempo mi casa era casa de seguridad, y yo pensaba: Él o yo, si lo sorprenden aquí, o me llevan presa o quién sabe qué pude pasar. Esas cosas terribles. Cuando él se va a Guatemala, pensé que había menos posibilidades de que algo malo ocurriera, pero cuando pasa allá, aunque yo había pensado que algo podía ocurrir, para mí fue espantoso.
    Entonces me tocó ir a Guatemala en una avioneta que consiguió uno que fue Ministro de Salud en el somocismo, el doctor Edmundo Bernheim, con uno de mis hijos y mi hermana menor. Entonces mi papá dura vivo como dos semanas. El atentado ocurrió el 16 de septiembre de 1978, y el 29 de septiembre murió.
    Fragmento del Comunicado del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP):
    …tras la pantalla de Embajador de Nicaragua, ha escondido su verdadera función: la de coordinar el apoyo mutuo entre la Guardia Nacional y el Ejército Guatemalteco, y entre el régimen somocista y el gobierno reaccionario de nuestro país. Meneses Cantarero ha coordinado planes represivos policiales y maniobras contra guerrilleras a nivel centroamericano. Tras la pantalla de Embajador de Nicaragua, ha coordinado la represión contra los movimientos populares revolucionarios y el apoyo mutuo entre los gobiernos más reaccionarios de la región. Es un promotor de los planes del CONDECA, del Ejército Unido Centroamericano (un plan en desarrollo entre los Ejércitos de Guatemala, El Salvador y Nicaragua), y de la represión coordinada de los regímenes reaccionarios centroamericanos en contra de los movimientos populares democráticos y revolucionarios.
    Esta acción ha sido una muestra de solidaridad del EGP, a la lucha del Frente Sandinista de Liberación Nacional. El Frente Sandinista lucha por liberar a Nicaragua de la dictadura somocista y de todas las ataduras económicas, sociales, políticas y militares que han mantenido al Pueblo de Nicaragua en la explotación, la miseria, la opresión y la represión de los grandes ricos nacionales y extranjeros, que han actuado durante los últimos cuarenta años, alrededor de la sangrienta dinastía de los Somoza. El Frente Sandinista y el Pueblo de Nicaragua, cuentan con la solidaridad del Pueblo de Guatemala y con la solidaridad y el apoyo del EGP.
    Yo era de un grupo cristiano. El padre Amando López2 –que era extraordinario– y los jesuitas, me recomendaron con los padres de Guatemala; y el padre Amán, un jesuita, me llegó a acompañar al hospital, vio a mi papá, estuvo con él. Mi papá estaba sereno, no decía nada, nada. Pero estaba súper delicado, le habían dado un balazo en la médula, estaba bien complicado. Y no sé por qué razón, la gente de la Embajada de Nicaragua le llevó la televisión, y él pudo ver bombardeos y cosas de aquí, que me imagino que le causaron un shock nervioso tremendo.
    El asunto es que él fue empeorando hasta que murió. Todo ese tiempo fue tenso, porque él está cuidado por todos lados, y los rumores eran de que podían entrar a rematarlo, además que el doctor que lo atendía estaba amenazado. Bueno, ¡una tensión espantosa!
    Y a mí también me dicen que ya no llegue con ese padre Amán, porque ese padre era comunista. Llegaron mis abuelos, mis tíos, bueno, toda la familia. Entonces llegó una monja, y por suerte después llegó otro padre de su pueblo, con él se confesó, comulgó y todo3.
    Última postal a mi padre, General Meneses:
    Debiste haber cumplido años hoy y ya no estás, para tu bien.
    Guardo tus palabras y tu postrera ansiedad por mi destino,
    porque la historia no te permitió vislumbrar este momento,
    mucho menos comprenderlo.
    El juicio ya fue dado.
    Te cuento que conservo para mí sola tu amor generoso.
    Tu mano en la cuchara dándole el último desayuno al nieto,
    haciendo más ligera la pesada atmósfera de la despedida.
    Cada uno en su lado, como dos caballeros antiguos y nobles
    abrazándose, antes del duelo final, fatal.
    Mónica: ¿Cómo comenzaste a tener conciencia y a participar en la lucha?
    Vidaluz: Creo que jugó un papel bien importante la base cristiana desde la infancia. A esa etapa la llamo como una religión mágica, muy linda, el Niño Dios, las pláticas de mis tiitas, que fue una base ¡claro! Pero en la adolescencia, como andábamos en cada pueblo con mi papá, me tocó entrar al sexto grado en La Asunción de León, y después me vine para Managua.
    Las monjas de La Asunción promovían la entrega, la generosidad. Después, la madre Mireille, que era una madre francesa activísima, nos llevaba semanalmente a un barrio pobre que se encontraba detrás del Colegio, que era el barrio La Tejera, a repartir carne. Si querés, eran prácticas maternalistas o paternalistas, como les diríamos después; pero mal que bien, te va sembrando sensibilidad eso de poder ver cómo vive la gente a la orilla de tu colegio elegante, en una miseria y en una situación espantosa. El colegio La Asunción para mí fue una gran revelación, a pesar de que había compañeras que se peleaban con las monjas.
    Me gustaba cómo presentaban el Cristo: nos ponían un barquito –seguro que Michelle se debe acordar porque era de un lado al otro del aula– que representaba las misiones. Es la edad de la adolescencia, donde vos te identificás con los héroes, con la justicia. Los héroes eran esos sacerdotes y esas monjas. En ese barquito que uno veía colgado, ibas caminando porque ibas ayudando con contribuciones, oraciones, dinero y todo para que el barco avanzara a las misiones en Japón, en África, en donde hasta los mataban por la fe.
    Entonces todo eso me iba pasando a nivel cristiano, y como me gusta escribir, escribí unos poemas. Casi todos los chavalos de mi época, de trece a dieciséis años, estaban en contra de la dictadura, por la justicia, y algunos influidos por los aires del marxismo se van comprometiendo. Son mis amigos y además son buenos chavalos, buenas chavalas; también me van sembrando la preocupación, empiezo a ver la injusticia, que realmente las cosas no se pueden mejorar si no se cambian las estructuras y todo lo que viene después. Entonces yo empiezo a escribir.
    Mónica: Michelle, antes que existiera el Frente Sandinista, te involucraste en la organización revolucionaria. ¿Desde cuándo empezaste a ser revolucionaria y cómo? ¿Qué te motivó?
    Michelle: Vidaluz y yo fuimos compañeras en el Colegio La Asunción, y siempre que coincidimos y empezamos a hablar, terminamos hablando de las monjas de La Asunción, a las que recordamos con gran cariño, porque efectivamente eran una cosa rara en ese tiempo.
    Fijate que cuando las teresianas, en la década de los ochenta, comienzan a llevar a sus alumnas a los barrios pobres de Managua, se hizo un escándalo; ahora imaginate que estas monjas de La Asunción lo hacían en los años sesenta, con un grupo de chavalas de clase media para arriba y eso se hacía todas las semanas, o a repartir carne o a enseñar a leer o catequesis. Eso nos puso en un contacto directo con la miseria de este país; pero además, yo siempre digo que empecé a ser poeta y a ser revolucionaria por vaga…
    A mí me encanta la naturaleza nicaragüense, la siento en la piel, en los poros y cuando empieza el invierno para mí esto es una maravilla. Por cierto que tuve un novio que decía que yo tenía organismo de rana, que cuando empezaba a llover yo empezaba ¡croac, croac! Y efectivamente, cuando empezaban las lluvias, yo no podía resistir la tentación. El Colegio quedaba a la orilla del lago; entonces yo venía de mi casa caminando y doblaba a la derecha, pero cuando empezaba el invierno, doblaba a la izquierda, y me iba por la línea del tren; una vez me fui a pie hasta la punta de Chiltepe.
    Mónica: Pasando por todos los barrios de la costa del lago que son muy pobres, como Acahualinca.
    Michelle: ¡Exacto! Entonces allí fui descubriendo un mundo que, de no haber sido vaga, tal vez por mi situación de clase, por la seguridad que yo tenía en mi casa y que me habían dado mis padres, quizá no lo hubiera descubierto o lo hubiera descubierto más tarde. Entonces eso, junto con la sensibilidad que cultivaban las monjas, y que nosotras que éramos tocaditas al mal la verdad, provocó que, como dice Vidaluz, empezara a hacerme una serie de preguntas.
    Acordate que estamos hablando de antes del Concilio Vaticano II. A alguien que hacía preguntas sociales inmediatamente le caía la etiqueta de comunista, y pues a mí me interesó el asunto, comencé a leer libros de marxismo y encontré allí respuestas que por otros lados no encontraba; con el inconveniente que era marxismo de manuales y marxismo que en ese tiempo y, con justa razón, reaccionaba con mucha violencia contra la iglesia institucionalizada que durante siglos se ha puesto –es doloroso pero hay que decirlo– se ha puesto sistemáticamente al lado de los opresores y los contrarios han sido excepciones.
    Entonces me involucro, empiezo a estudiar, me acuerdo que éramos grandes amigos con Luis Rocha y Luis era militante del Frente, y allí me encuentro con otros amigos que también eran militantes. Me acuerdo que siendo chavala, estando todavía en el Colegio, imaginate, fui a parar a una reunión con el Comandante Víctor Tirado.
    Mónica: ¿Fuiste a parar?
    Michelle: Fui a parar, sí; él se reunía con otro señor que a mí me parecía muy grande y muy importante, para hablar sobre la posibilidad de crear un frente único en Nicaragua. Todavía no me explico qué representaba ni por qué estaba yo allí. Pero las cosas, fui a parar allí4.
    Pues así empezó y por eso es que la experiencia de la pobreza, la experiencia del paisaje, la conciencia de la injusticia y al mismo tiempo la sensibilidad poética en todas nosotras, es algo que va unido, tanto en Vidaluz como en Gioconda, en Ana Ilse, como en las otras escritoras, ¿verdad? Como el feminismo, son cosas que van surgiendo simultáneamente y de manera muy natural.
    Mónica: Yo quería preguntar a ambas como poetisas. Michelle, hiciste tu primer libro en el año 1969, El Viento Armado, y luego, Augurios y Ars Combinatoria. Vidaluz publicó La Llama Guardada, en 1975, después hiciste otro que se llama El Aire que me Llama y, finalmente, una antología, Llama en el Aire, de 1990.
    Díganme, en el caso de cada una de ustedes, ¿qué importancia tuvo ser poetas? ¿Cómo conjugaron la vida revolucionaria con la esencia de la poesía?
    Michelle: Yo tengo que decir algo sinceramente y en honor a la verdad. Durante los años de lucha contra la dictadura o durante los años de gobierno sandinista, yo nunca me sentí restringida ideológicamente en el quehacer poético, siempre sentí que yo podía escribir sobre lo que me diera la gana. El problema no iba tanto por allí, el problema era el tiempo, porque estábamos involucradas, como todas las personas en este país, en tantas cosas que no teníamos tiempo. Ser poeta requiere un determinado estado de ánimo, un determinado cultivo de ese estado de ánimo y ese es el tiempo que no teníamos. Y luego, en la práctica, los conflictos que se daban, pero no era por imposición de temas o de actitudes poéticas, no iba por ese lado.
    Vidaluz: En el caso mío, comparto bastante lo que dice Michelle, y pienso que en algunas entrevistas he dicho que no puedo separar la poesía, mi fe y la vida misma, la revolución, la necesidad de transformar la realidad hacia una sociedad más justa.
    Entonces, igual me sentí porque a la Revolución opté por mi propia voluntad, yo escribía lo que vivía, como vivía la Revolución y lo que sentía. Allí hay también poemas de cuando mis hijos se van, que son otras rupturas tremendas, pero estoy entusiasmadísima con la Revolución y una de mis hijas se queda conmigo hasta el final, y los otros no; entonces pensaba que esa era la opción correcta, y todo eso está en la poesía, es la vida y es lo mismo.
    Mónica: Por favor léenos un fragmento de este poema Muro de Lamentaciones.
    Vidaluz: Cuando perdimos las elecciones y después en los años 1990, con este poema cerré un libro como para cerrar esa etapa. Ese fragmento dice:
    Esta vez no ahogaré la memoria.
    Asumiré los muertos y la separación de los amantes
    que es otra forma de morir
    no deambularé esquizofrénica por el mundo
    sino con el estandarte del holocausto vivido.
    No ahogaré sus voces que claman
    por el reino que no hemos podido construir
    No ignoraré la sangre en el barro
              el alarido del fondo de las entrañas
    el rugido de la multitud acumulada en el pecho.
    Michelle: Ese poema, creo que fue importante para vos, Vidaluz, y fue importante para muchísima gente, porque sentimos que habías expresado y habías condensado ese lamento. Había sido como una catarsis que nos permitía decir: Bueno, ahora levantémonos y empecemos a tratar de caminar. Muchos lo sentimos así.
    Vidaluz: Sí, es catarsis, como dice Michelle, y cuando lo escribí, ¡fue terrible! Y allí quisiera haber tenido la valentía de ustedes dos. La Michelle es de mi generación, y yo le digo a ella aquí: siempre tenemos que trabajar en dúo.
    Felizmente la vida nos volvió a colocar juntas. Hay veces que debemos escuchar la voz profética, y a vos Michelle, te corresponde la parte fuerte, y si otra vez hay que ir a conciliar, entonces tengo que ir yo. Igual vos, Mónica, que sos tan valiente. Yo escribo estos poemas, pero realmente los quisiera decir como ustedes, con esa vehemencia y con esa fuerza.
    Michelle: Y es que además, en el caso de tus poemas, Vidaluz, muchas veces son poemas tremendamente dolorosos, y a mí me pasa como a Mónica, ¿cuántas veces no he llorado leyendo tus poemas o leyendo las cosas que vos decís? Entonces no es raro que haya poemas que vos misma no podés leer sin ponerte a llorar.
    Mónica: En esta selección de Francisco de Asís Fernández, Poesía Política Nicaragüense, escogió seis poemas tuyos, Michelle; uno se llama Nos persiguieron en la noche, otro A los mártires de Bocay, otro Los inocentes alzaron los fusiles, Los cuerpos caídos, Nosotros los hijos del sol y Ya tu sabes que murió. Este último es bellísimo, ¿nos lo podrías leer?
    Michelle: A ver si no me pongo a llorar yo también, porque se me hace un torozón. Y es que este poema, además, si mal no recuerdo, lo escribí cuando murió El Chelito Moreno5, quien era un chavalo precioso, era un muchacho transparente. El poema dice:
    ¿Ya tú sabes que murió?
    Y sabés dónde está la tumba del hermano
        aquel hermano que no tuvo sepultura.
    Tú lo sabes porque tu corazón es tierra que lo cubre
    y nuestros días flores nuevas para florecer su tumba.
    Mónica: Bellísimo, bellísimo. Este poema lo escribiste hace como treinta y tres años. ¿Y ahora siguen escribiendo?
    Michelle: Seguimos escribiendo.
    Vidaluz: Hasta que la muerte nos funda con ella.
    Mónica: En este libro cerraste con la parte final de un bellísimo poema de Bertolt Brecht, A los hombres futuros. También son palabras importantísimas en estos momentos.
    Michelle:
    Y, sin embargo, sabíamos
    que también el odio contra la bajeza
    desfigura la cara.
    También la ira contra la injusticia
    pone ronca la voz.
    Desgraciadamente nosotros,
    que deberíamos preparar el camino para la amabilidad
    no pudimos ser amables.
    Mónica: Esto, me imagino yo, tiene que ver con el período después de la pérdida de las elecciones, es decir, una especie de autocrítica de lo que no se pudo hacer, que se pudo hacer mejor o no se hizo.
    Vidaluz: Es autocrítica en un sentido y es explicación; no justificación, pero sí explicación de actitudes que teníamos en la Revolución. Es interesante el tema de la reconciliación, del perdón, que es bien difícil. Muchas veces me pregunté eso en la Revolución. Yo decía, puedo entender perfectamente que amigas mías cuyos padres fueron toda su vida perseguidos y masacrados por el somocismo, tuvieran una reacción visceral, apenas explicable, que era lógica; pero en mi caso era al revés, era muy doloroso para mí dar el paso que di y después construir.
    De todas maneras, pensaba que así como estas personas que fueron profundamente heridas a lo largo de la historia de su vida, fueron capaces de trabajar con mucho amor, yo también podría hacerlo. Luego pensé que la Revolución es construida a partir del amor, y no en base al resentimiento, a pesar de que teníamos grandes discusiones con amigas que se consideran marxistas y que han estudiado marxismo. Ellas me decían: –Es que vos sos cristiana, no ves que el Che Guevara decía que había que odiar al enemigo. Porque a veces la lucha era tan dura, que tenías que ser firme y entonces allí tenés que arrugar la cara. Vos misma, Mónica, que has sido una mujer tan bonita, pero has tenido que pelear durísimo, seguramente la gente te ve brava en la televisión. Es lo que dice Brecht: “La lucha contra la injusticia pone ronca la voz y te arruga la cara”.
    Mónica: De lo que se trata es de no llenarnos de odio contra el odio, de no llenarnos de amargura luchando contra la injusticia, o sea que todas esas luchas no deben ser hechas desde la amargura, sino desde la óptica de construir una sociedad diferente.
    Vidaluz: Michelle ha trabajado esos temas muy interesantes en la parte teológica que le corresponde en el Centro Ecuménico Antonio Valdivieso, sobre todo cuando le ha tocado exponer el tema de la reconciliación. Cuando hablo con Michelle, decimos, bueno, el perdón es en base a que haya un reconocimiento de la falta de parte del otro, es decir, no es tan sencilla la cosa.
    Michelle: Perdón es reconciliación, y para que haya reconciliación es necesario empezar por reconocer el daño que hiciste, y buscar a la otra persona y reconocer tu falta, pedirle perdón; entonces la otra persona te perdona, te acepta, te acoge, se reconcilia.
    Yo he dicho muchas veces también que cuando se habla del perdón, hay mucha manipulación de los oprimidos, por ejemplo: con facilidad se le dice a una mujer mal tratada, a una niña violada o a un pobre que no tiene trabajo, es que tenés que perdonar y ¿perdonar a quién?, ¿quién le está pidiendo perdón? Si el perdón es reconciliación, es un proceso. Es complejo pero bueno, en esas estamos, ¿verdad?
    Muchas veces son las personas que han sido más heridas, física y emocionalmente, las que nos han dado el ejemplo; como algunos combatientes de ambos bandos que de repente se encontraron y se dieron cuenta que en el fondo luchaban por lo mismo. Más conmovedor aún, las madres de caídos de ambos bandos que han sido capaces de dar ese paso.
    Mónica: Michelle, ¿nos contás la historia de la manta en el Estadio Nacional?
    Michelle: En la inauguración de la serie de béisbol, aquel estadio estaba repleto; estaba Somoza allí y sacamos una manta, la más grande que yo he visto en mi vida, atravesaba el estadio de un lado a otro y decía “¡No más Somoza!” Ésa es una de las cosas que he hecho con una mayor velocidad: correrme de la Guardia después que sacamos la manta. Si hubieran sido olimpiadas, seguras que las gano.
    No nos capturaron a todos porque nos ayudó mucho la gente. Quiero contar una anécdota impresionante. Salí abrazada con un compañero que, desgraciadamente, no me puedo acordar quién es. Salimos apercollados como si estuviéramos romanceando, y la gente nos ayudó a salir, y cuando estábamos afuera, un guardia que estaba cuidando en el Estadio, nos paró un taxi, nos montó, y me dijo: –Correte, mamita, que si te agarran te matan. Si esa persona me está oyendo, pues me encantaría que algún día me diera una llamada, para vernos y poderle dar un abrazo.
    Mónica: ¿Y dónde surgió la idea?
    Michelle: La idea surgió de la cabeza de la mamá de la Mayra Vega. Su mamá fue la del invento. Debo decir que nunca pensamos en las consecuencias que aquello iba a tener para la gente que estaba en el estadio, y mucha gente sufrió y hubo muertos. Desgraciadamente fue algo que se nos salió de las manos, pensábamos en el peligro para nosotros, no en que la represión iba a caer sobre el resto de la gente.
    Los participantes éramos como veinte y algunos cayeron presos, como Casimiro Sotelo y María Teresa García; otros logramos escapar.
    Después de eso hicimos otra operación. Era una fiesta en el Año Dariano, no sé si era el centenario de algo, pero una fiesta muy notable en homenaje a Rubén Darío y habían venido personalidades de la cultura del mundo entero. Entonces se nos ocurrió hacer otra manta que decía: “Año Dariano sin Tirano”, pero el problema era ahora cómo nos metíamos al desfile, porque ya nos conocían. Entonces nos fuimos, iba la Hortensia Rivas, que en ese tiempo era opositora, Carlos Sáenz y yo. Hicimos una lira o un corazón de claveles rojos –no preciso bien– que decía “UNAN-Managua”.
    Entonces fuimos en el desfile, todos bien portaditos, lo sentimos por el maestro Darío, no era fingido; pero por supuesto, detrás de la canasta iba la mantita, y ya cuando estábamos como a cincuenta metros del monumento a Rubén Darío, sacamos la manta.
    No me acuerdo si estaba Somoza, pero sí estaba el Ministro de Educación y todas las personalidades de la cultura que habían sido invitadas. Entonces ese fue otra notición. Pusimos las flores, abrimos la manta, dejamos la manta allí en el monumento de Darío, y salimos en carrera, ya íbamos sabidos de que debíamos salir en carrera.
    Mónica: Para recordar la historia, cuando los hechos del 22 de enero de 1967, la oposición era encabezada por Fernando Agüero como candidato a la presidencia y por Pedro Joaquín Chamorro, el principal propagandista de esa candidatura. Organizaron una manifestación con la cual se pretendía poner en jaque a la dictadura. Quisiera que Michelle aclarara su participación en la marcha masacrada del 22 de enero de 1967. ¿Ibas en esa manifestación del 22 de enero? Porque se difundió la especie de que vos andabas armada y de francotiradora, ¿es verdad?
    Michelle: Es cierto que andaba en esa manifestación. La leyenda es que yo andaba empujando la silla del poeta Ciro Molina y que él llevaba una ametralladora oculta en la silla, que yo la saqué, y que con ella maté al primer guardia. Pero no es cierto. Es cierto que iba Ciro, es cierto que iba yo. No es cierto que Ciro llevara ametralladora y tampoco que yo fuera empujando su silla. Creo que los pueblos inventamos, necesitamos leyendas, ¿verdad?, y sobre un hecho tejemos una serie de cosas y de fantasías.
    La verdad es que en un cierto momento un señor conservador llegó, y a la mitad del recorrido de la manifestación, me dijo: –Hijita, córranse y llévense a su gente, porque esto está vendido. También me dijo: –Es la primera vez que ustedes van a la cabeza de la manifestación. Nunca este movimiento ha permitido que los estudiantes vayan a la cabeza, siempre han tratado de opacarlos, y ahora van a la cabeza, ponete a pensar porqué será. No lo recuerdo porque ya me está fallando la memoria, pero es un hombre a quien también quisiera darle un abrazo de agradecimiento.
    Yo voy en la manifestación con eso en la cabeza, lo voy hablando con algunos compañeros, y cuando llegamos donde ahora es la Asamblea Nacional, llegó Luis Rocha con la misma información, y dijo: –Miren esto, aquí hay una jugada muy fea, hay que llevarnos a toda la gente que nos podamos llevar.
    Y al pobre Ciro, la leyenda le salió muy cara. Fue perseguido y estuvo preso.
    Oyente: Habla Edmundo Narváez Sánchez. Quiero saludar a Michelle Najlis y recordarle cuando en el año 1963 ella llegaba con Silvio Mayorga allá por donde era el cine Managua media cuadra al lago.
    Michelle: ¡Efectivamente, verdad! Cuando teníamos toda la ilusión de que íbamos a construir el reino de los cielos, que íbamos a inventar un país. Muchas gracias por tu llamada Edmundo, efectivamente son tiempos que recordamos con amor se nos encoge el corazoncito, ¿verdad? Gracias por tu afecto y por tu llamada.
    Oyente: Buenos días, Mónica, buenos días Michelle, habla Ezequiel Orozco. Recuerdo cuando leíste allá en el Auditorio 12 de la UNAN aquel poemario Como los Santos, de Leonel Rugama, con tu voz y tu forma tan peculiar y tan rica de leerlo. He sido un enamoradísimo de los poemas de Leonel; pero en tu voz, esa vez cuando los leíste, salía una dulzura y toda una belleza. ¿Lo recordás?
    Michelle: Sí, me acuerdo bien, y es un poema que siempre me conmueve, y creo que nos da la pauta, hay que insistir en querer vivir como los santos.
    Mónica: Quisiera hablar con ambas, que han tenido varios matrimonios, del tema de los hijos y de la familia. En el caso de Vidaluz, yo hablaba de cómo su compromiso le había significado arrancarse trozos de su misma vida. El caso de su padre, unos dirían ajusticiado, otros dirían asesinado, por los guerrilleros guatemaltecos, es decir, parte de la gente con la que ella estaba luchando. Después del triunfo de la Revolución, te tenés que separar de tu esposo, porque tu esposo se vuelve contrarrevolucionario y vos decidís y optás por quedarte con la Revolución, con sus imperfecciones, porque también es tuya; entonces se parte tu familia, se te van unos hijos y se quedan otros. Eso debe ser una cosa espantosa.
    Cuéntenme de su relación como mujeres con estos hijos. Quiero que hablemos ahora un poco sobre cómo están viendo la vida como revolucionarias, como mujeres, como madres.
    Michelle: Ah, yo encantada, el problema es que podemos hablar aquí hasta las cinco de la tarde y todavía nos quedamos cortas, porque aquí estamos tres tías zorras fascinadas con nuestros zorritos. Yo quiero decir brevemente que mis hijos son la gran felicidad de mi vida. Es donde yo me siento realizada. Tengo tres hijos: Túpac, Ximena y Camilo.
    Oyente: Habla Mayra Vega. Estoy gozando escuchándolas a las tres, porque esas dos chavalas que tenés allí son mis amigas de Colegio, tanto Vidaluz como Michelle. Soy de las muchachas de La Asunción, de las influenciadas por Madre Mireille. Quiero darles un saludo a las muchachas, siempre les voy a decir las muchachas, como mi abuelita que, cuando llegaban a jugar canasta las señoras de setenta años, decía: –Pongan la mesa para las muchachas.
    Me acuerdo que en el caso de Vidaluz, éramos compañeras de bus. Cuando pasábamos buscándolas por su casa a ella y a sus hermanas, Vidaluz me enseñaba los poemas que escribía; era chavala, tenía como catorce o quince años, y yo maravillada, no podía creer que aquellas cosas tan lindas pudieran salir de aquella muchacha tan jovencita, porque parecía como que fuesen de una mujer que tuviera una intensa vida espiritual, y de hecho la tenía, para haberlos escrito así.
    Michelle, ¿por qué no te contás la anécdota aquella de la toma de la Escuela de Periodismo por un grupo de mujeres, te acordás? Nunca he escuchado que se hable de esa acción. Fue para una Convención de los liberales, donde se iba a escoger de nuevo a Somoza como candidato. Fue una acción muy linda de las mujeres.
    Michelle: Era, como dice Mayra, para la Convención del Partido Liberal, cuando se escoge entre comillas o sin comillas –como queramos– a Somoza como “candidato”, y entonces habíamos decidido un grupo de mujeres hacer una manifestación de mujeres enlutadas y fíjate que allí hubo otro caso interesante.
    Un somocista me llegó a buscar y me dijo: –Mirá, hay orden de matar en esa manifestación. No te digo que no la hagan, que no protesten, pero no quiero que las maten. Y nos consiguió la llave de la Escuela de Periodismo y nos dio la ruta. Nos dijo: –La caravana de Somoza va a pasar por tales y tales lugares y en esa ruta queda la Escuela de Periodismo, métanse allí.
    Por supuesto, yo dudé de lo que el hombre me estaba diciendo, no había ninguna razón para creerlo, y le pregunté: – ¿Por qué me decís esto? Y me dice: –Porque cuando me muera quiero que quede alguien que les diga a mis hijos que alguna vez no fui tan hijo de p… como he sido el resto de mi vida.
    Nos dio la llave de la Escuela de Periodismo, y nos metimos, y allí estuvimos en huelga de hambre. Doña Angélica Balladares, quien vivía pegado a la Escuela, a través de un huequito que había en la separación de la pared, nos pasaba lo necesario: medicinas, ropa, y recibíamos todo el apoyo de la gente.
    Te digo que son cosas que te dan idea de la calidad humana que puede subsistir, por mucha corrupción que haya en una persona.
    Vidaluz: A veces no, a veces eso queda aplastado.
    Oyente: Sólo quiero recordarle cuando fuimos a la misa de San Antonio, de Julio Oscar Romero, un muchacho que lo mataron allá por el Cine Victoria. Estábamos en la misa y nosotros salimos porque la Guardia nos llegó a sacar, y salimos en carrera a refugiarnos allá donde una familia Gómez, frente a donde fue el Hospital. Usted y otro más se fueron hasta el fondo, y nos refugiamos debajo de las camas, ¿no se acuerda de eso?
    Michelle: Sí, sí me acuerdo, efectivamente, y además creo que es muy importante conservar la memoria de todas estas cosas, no sólo para mirar atrás, para mirar el pasado. Un pueblo que conserva la memoria, es capaz de vivir su presente y mirar hacia el futuro. Y ahorita, una de las cosas que quieren, es que nuestro pueblo pierda la memoria de su historia, y cosas como las que han relatado los compañeros que han llamado, Edmundo, Ezequiel, Mayra, y el compañero que habló de último, hay que rescatarlas, hay que grabarlas en la memoria para que sepamos que tenemos historia y que tenemos futuro.
    Mónica: ¿Lograste decirle a los hijos del agente somocista que te dio esa información, que su padre no era tan malo?
    Michelle: No, no, le he perdido la pista completamente, no tengo idea, pero me gustaría decirle a sus hijos que no siempre fue tan hijo de p…, que hubo un momento de nobleza en su vida.
    Vidaluz: Volviendo a tu pregunta de los hijos, en el caso mío, tengo cuatro hijos y ocho nietos. Tengo dos mujeres y dos varones. Felizmente el amor estuvo por sobre todo, entonces hemos tenido una vivencia muy rica. Las separaciones han sido como nubes que fueron superadas. Nos queremos muchísimo.
    Las dos hijas mujeres viven en Nicaragua: Vidaluz, que siempre estuvo conmigo, y Carla, la mayor, que es una chavala con el mérito de que se fue muy jovencita, y sufrió la ruptura, el divorcio, la separación entre su papá y yo. La Revolución era otro factor de conflicto en mi pareja.
    Mónica: Durante la Revolución, Michelle fue irredenta, varias veces fue expulsada del Frente porque decía lo que pensaba, porque expresaba sus puntos de vista diferentes. Michelle ha criticado duramente el machismo existente dentro de la militancia, dentro de las filas del Frente Sandinista, así como la falta de debate ideológico.
    Podríamos pasar horas hablando de esto, de cómo nos descubrimos como mujeres con derechos y cómo esa lucha por las mujeres se convierte en parte fundamental de nuestro compromiso revolucionario, permanente, con la gente. Al respecto Michelle dice: “Los machos, no los hombres, son seres de cabello corto y de ideas ídem”.
    Michelle: Esa es una paráfrasis de un texto de Oppenheimer que dice que las mujeres somos seres de cabellos largos e ideas cortas; entonces yo le di vuelta y hago la diferencia entre machos y hombres. Mientras los machos son seres de cabellos cortos e ideas igualmente cortas; los hombres son seres encantadores, maravillosos, nos gustan, los queremos, pero los machos se pierden a sí mismos. Para empezar pierden su masculinidad.
    Sentirte mujer y sentirte defensora de sus derechos es algo que ha sido característica de nuestra generación. Somos una generación de transición, salimos de un mundo tremendamente patriarcal y estamos inventando un modelo de feminidad, gente como vos, como la Doris Tijerino o como la Rosario Aguilar.
    Mónica: Michelle, ¿ya no estás dando clases en la Universidad?
    Michelle: Ya no. Tengo un programa en Radio Universidad desde hace ya casi cinco años. Es un programa en que hacemos comentarios bíblicos. Mi redescubrimiento del cristianismo ha sido la gran felicidad mía en estos últimos años.
    Mónica: Para mí ha sido sorprendente porque vos no tenés la historia, la trayectoria religiosa que tenía Vidaluz.
    Michelle: Pues fijate, a mí me marcó muy profundamente la vivencia religiosa en el Colegio de La Asunción, y mi ruptura con el cristianismo fue muy dolorosa, porque se dio en la adolescencia, ya que en el cristianismo de ese tiempo no encontraba las respuestas a las preguntas que me hacía, incluso era mal visto hacerse las preguntas y a eso se debe que yo me alejé.
    Cuando regreso, descubro en el cristianismo una propuesta de utopía, una propuesta de sociedad mucho más radical que la que habíamos intentado incluso durante la Revolución Sandinista, con principios de fraternidad, de igualdad, de asumir cada quien su libertad de manera responsable, de tal forma que el líder fuera aquel que sirve a los demás, y que eso no fueran palabras, sino que fuera cierto.
    Entonces descubro una cosa que me deja maravillada, deslumbrada, que me refuerza mi combatividad, que me hace muy feliz y que me da la capacidad de seguir aportando a la utopía de mi país, a la que yo no renuncio.
    Ahora soy estudiante de Teología y estoy feliz estudiando en el Seminario Bautista. Es el único lugar en este país donde una mujer puede estudiar Teología. Y debo decir que estoy muy agradecida, tanto con los profesores, como con mis compañeros y compañeras de clases, en quienes he encontrado una cosa preciosa, muy linda y de mucha exigencia, nos tienen con la lengua de fuera. Estudiamos griego, hebreo, cualquier cantidad de cosas, y todos nos aprietan el pescuezo.
    Mónica: Se quiere un espíritu muy especial, a la edad de ustedes, a nuestra edad, ¿verdad? Yo también sigo estudiando, creo que siempre voy a seguir estudiando. Emprender el estudio cuando uno ya pasó cierta edad, permite darnos cuenta de que realmente nunca es tarde para comenzar algo que uno quiere.
    Michelle: Así es. Yo hasta me compré mi mochila y voy de mochila al Seminario y me siento feliz.


    12 de mayo del 2001


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 03:20

    Yolanda Blanco (Managua, 1954) pertenece al grupo de escritoras que irrumpió en los años setenta en el panorama poético nicaragüense.12​( WIKIPEDIA)



    Yolanda Blanco se inició en la poesía a principios de la década de los setenta. Sus mentores fueron el narrador Juan Aburto (compañero de trabajo del padre de la poeta y el primer ojo entrenado en leer sus poemas y guiar su rigor autocrítico) y el poeta Ernesto Gutiérrez, quien indicó lecturas a la joven poeta y profundizó y amplió su visión de mundo, a partir de las clases de literatura e historia del arte que éste impartía en la Universidad Autónoma de Nicaragua (UNAN), con sede en León.
    La edición del libro de Yolanda Blanco Así cuando la lluvia (León, julio de 1974) fue la primera de la serie de publicaciones con las que el entonces incipiente conglomerado de escritoras enriqueció el panorama poético nicaragüense. Hasta la década de 1970, el oficio poético en Nicaragua había sido ejercido por poetas varones; con cimeras excepciones como Carmen Sovalbarro (poeta vanguardista que cantó a Sandino) María Teresa Sánchez (promotora literaria, editora y antologista) y Mariana Sansón (autora de una poesía excepcional y muy suya, cuya casa fue lugar de encuentro de poetas y pintores en la ciudad universitaria de León, y a quien Blanco considera también uno de sus mentores.
    Blanco cursó estudios de Literatura y Arte en Nicaragua, Francia y Venezuela. Siendo estudiante universitaria, organizó en 1974 y en 1975, en el Paraninfo de la UNAN de León, los primeros recitales de las mujeres poetas, acontecimiento que marcó un hito en el mundo literario del país centroamericano.3
    Durante los años setenta, Blanco se sumó a los esfuerzos por la creación de una nueva sociedad en Nicaragua. Sin embargo, en 1978, la forzaron a mudarse a Venezuela cuando la casa de su familia fue invadida injustificadamente por funcionarios sandinistas. Paralelamente, durante los años ochenta, aunque ya era una reconocida poeta joven, Blanco no fue promocionada por el régimen sandinista porque no pertenecía a dicho partido.45
    Entre 1978 y 1985 Yolanda Blanco vivió en Caracas, donde participó de Calicanto, taller literario dirigido por Antonia Palacios, y de los recitales en los que los grupos Tráfico y Guaire expusieron la nueva poesía que transformó la literatura venezolana.6
    En 2005, ganó el 'Mariana Sansón', premio nacional de poesía organizado anualmente por la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), con el poemario De lo urbano y lo sagrado.7
    Blanco vive actualmente en la ciudad de Nueva York donde se desempeña como traductora y practicante de artes taoístas.8

    OBRA LITERARIA



    • Así cuando la lluvia. León, Nicaragua: Editorial Hospicio, 1974
    • Cerámica sol. León, Nicaragua: Editorial UNAN, 1977
    • Penqueo en Nicaragua. Managua, Nicaragua: Editorial Unión, 1981
    • Aposentos. Caracas, Venezuela: Pen Club de Venezuela, 1985
    • De lo urbano y lo sagrado. Managua, Nicaragua: Ediciones ANIDE, 2005

    La obra poética de Yolanda Blanco se ha movido a lo largo de tres ejes: la identificación con la Naturaleza mediante la celebración de la lluvia, el verano, los insectos y los árboles (en Así cuando la lluvia) rituales que evolucionaron hasta convertir a la poeta en una sacerdotisa indígena, en Cerámica Sol; el discurso reinvindicativo por una sociedad justa e igualitaria (en Penqueo en Nicaragua) que testimonia la insurrección popular contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, en septiembre de 1978; y el papel de la mujer como co-creadora con la Naturaleza, en Aposentos.
    Estos tres ejes se fusionan en De lo urbano y lo sagrado, poemario en el que la poeta co-celebra con la naturaleza sacra y consustancialmente y donde se transmuta en varios poetas nicaragüenses que vivieron en la urbe por excelencia, Nueva York: Rubén Darío, Salomón de la Selva, José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal logrando plasmar un retrato del siglo XX.
    El poema “Oración” (del libro Aposentos y escrito durante la estadía de la poeta en Francia, en 1976), es considerado un poema emblemático de la poesía de género, puesto que propone un nuevo espíritu que abarca lo sexual, lo político y también lo religioso:)9
    En nombre del pubis
    y de los senos
    y de la santa mente
    crezca mujer

    Amén.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 03:26

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS

    1.- EXPONGO MI CUERPO

    Expongo mi cuerpo.
    Exhibo el cuerpo a sesgo.
    Me expongo decúbito prono.
    Desnudo mi cuerpo entero.
    A la mujer
    a las mujeres las muestro:
    ¡Ellas enseñan los dientes
    el trasero
    el subdesarrollo
    su lado deficitario
    su sexo parco probo irredimido!
    ¡Ah que el cuerpo al cuerpo salve!
    ¡Que lo levante en vilo
    Que lo asiente
    que él vindique este
    cuarto mundo proletario!


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 03:30

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS

    2.- ALGO DE MÍ RECONOZCO.

    Algo de mí reconozco
    en esa florecita blanca
    algo de mí se sacude ese pájaro
    revoloteando
    estoy
    lo sospecho
    en una piedrita
    de ese nido de oropéndolas
    me levanto
    y me convierto en árbol
    me recuesto
    y soy una yedra sostenida por un sauce
    huelo a mí
    en este palito
    que destrozan mis dientes
    voy en mechas de maizales
    estoy amanecida como esa cañada
    y soy una hoja seca
    que soban los venados
    algo muy mío
    han transparecido esta tarde
    las montañas.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 03:33

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS

    3.-ENCUENTRO INESPERADO CON ALEJANDRO EN ...

    Pues sí,
    sigo y me veo igual.
    No me han cazado.
    Lo arisco aún me dura o el parapeto sigue conmigo.
    Todavía corcovea mi cuerpo a caballo
    y oigo boleros, trajino diccionarios,
    las serenatas bullen dulzonas en mis oídos
    y sumo y multiplico (muy lejos el dividir o el restar).
    ¿La misma todavía, idéntica Yolanda?
    Digo, es mi decir.
    Pero, ¿a tus ojos igual?
    ¿A la luz de diez años igual?

    Dándoteme en exacta palabra,
    digamos que ya los años comienzan a trabajarme:
    ve mi copete, mi pava con canas
    ve esta línea rondándole a mis ojos,
    —perceptible pata de gallo si hay luz brava—
    ¿soy yo la tu muchacha apretada a tu abrazo?
    ¿Quepo en tu idea de mí?

    De por medio: carretas de días acontecidos,
    distintos soles, separadas nubes,
    muy otros los acentos,
    ajenos el pan, la mesa de estudio
    y ni un asomo que afiance o aleje.

    Muchacho que fuiste amarrado a mi baile,
    ¿es éste el mismo bolero?
    ¿es ésta aquella guaracha?
    ¿Soy yo, sos vos?

    En el haber tenemos:
    las fiestas de la U.N.A.N.,
    las guitarras que abrazamos,
    esos rones y textos preguntados,
    el Coyolar, el atrio de Zaragoza,
    León entero.
    Ayer en León, vos y yo.
    Vos, funcionario sandinista,
    yo, oficiosa de la palabra.

    Y tanto ¡ay! que nos reclama:
    mi lunar de canas,
    tu mujer, tu panza indomable
    y esta nunca más siempreverdeante juventud
                                                      desdibuján
                                                                            do
                                                                                    nos.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 03:37

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS

    4.- ORACIÓN 

    En nombre del pubis
    y de los senos
    y de la santa mente
    crezca mujer

    Amén.

    5.- VENÍ, LLUVIA, VENITE.(*)

    Vení, lluvia, venite
    dejate venir hasta cansarte
    correte por estos lados
    después más para allá
    date gusto, agüita,
    son todos tuyos los campos
    sólo por vos
    esperan abiertos los surcos.

    (*) En una fuente diferente este poema viene con el título de EL SILENCIO. La primera fuente es Poemas del Alma; la segunda, sin embargo, corresponde a una página de escritoras nicaragüenses.


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Jue 01 Mar 2018, 05:45, editado 2 veces


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 03:38

    YOLANDA BLANCO

    POEMA

    6.- LLUEVE

    Llueve
    en Teotecacinte, Cusmapa
    en Tepesomoto, Cuspire, Saslaya.
    Grandes charcos
    cubrieron los caminos del Sinecapa,
    el Tule, Yaoya y Mayales.

    Si vas a Limay llevá capote;
    y también llueve en el Macuelizo
    en Ciminguasca y Alcayán.

    Todo es verdecito en Tisey, en Totumbla.

    Garúa en Güisisil.
    Truena en Yeluca y Apají.
    En Nandasmo temporal seguido.

    Me he mojado en toda Nicaragua.
    Ya llueve.


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Jue 01 Mar 2018, 05:24, editado 1 vez


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 05:35

    LA PRENSA - CULTURA


    YOLANDA BLANCO, nuestra poeta ecofeminista.

    Con su quinto poemario, "DE LO URBANO Y LO SAGRADO" (Managua, Anide, 2005), obtuvo el premio del concurso nacional de poesía escrita por mujeres.
    Aunque nacida en la capital de Nicaragua, fue en León donde Yolanda Blanco (17 de noviembre, 1955) reveló su vocación poética. Mientras cursaba estudios generales en la UNAN, dio a luz el poemario Así cuando la lluvia (Editorial La Salle, 1974), pleno de pureza telúrica, abierto al invierno y al coloquio con los árboles.
    En esos versos primerizos, Yolanda manifestaba su asombro ante la naturaleza y su instinto de integrarse a la misma; por algo declaraba adivinar “la frutal esencia / el amor que aguardo / como jugoso níspero”.
    Luego, siendo alumna de Artes y Letras en la UCA, se consagró a recrear el canto prehispánico —acaso imitando El Jaguar y la Luna de Pablo Antonio Cuadra—, en Cerámica sol (separata de Cuadernos Universitarios, 1977). Allí opta por la celebración mítica, según su prólogo: “Un ardiente afán me ha impulsado a sembrar la palabra primigenia, el decir ab-origen de aquellos tiempos cuando todas las cosas eran dioses y diosas”.
    Una selección de ambos títulos, prologada por Franklin Caldera, se insertaría en la revista Lengua (núm. 27, septiembre, 2003): “Once poemas risueños”.

    Tributo a la lucha popular

    A raíz de la insurrección de septiembre del 78, Yolanda se trasladó con su familia a Venezuela. Desde allí aportaría su tributo a la lucha popular con Penqueo en Nicaragua (Managua, Editorial Unión, 1981), donde figura esta elegía colectiva, sustentada en un recurso de la poesía náhuatl. “La muerte ante sus casas / se les disfrazó de guardia. // Cayeron bajo el horror de los cohetes. / Perseguidos desaparecieron. / Ráfagas de galil los desgarraron. / Chavalos quinceañeros / veinteañeros / los muchachos: / Han caído como caen las frutas / cuando están a punto. / Brindaron su sazón a Nicaragua” (“Los cadáveres del pueblo”).
    En Caracas, graduada de licenciada en Letras, se integró al taller literario Calicanto y ––tras un peritaje en artes modernas conferido por L’ Institute de La Touraine, Francia, que le facilitara conocer a Rimbaud en su lengua–– editó su cuarto poemario: Aposentos (Caracas, conTextos del Pen Club, 1984). Se trata de una insurrección primordial contra la autoridad patriarcal, marcada por la confesionalidad y la apología de la mujer a través de su sexo. De ahí su rezo: “En nombre del pubis / y de los senos / y de la santa mente / crezca mujer. // Amén” (“Oración”).
    Desde 1985 radica en Nueva York y se dedica a la elaboración de programas para la educación bilingüe. En 1991 aparece Mistagogia, selección bilingüe de Aposentos, en Roldanillo, Colombia, Ediciones Embalaje del Museo Rayo.
    En 1996 crea el portal “Dariana” (www.dariana.com), ciberespacio para difundir a los poetas de su país y en 2000 se anima a grabar ––como cantautora–– el disco compacto Nonatzin: 16 textos musicalizados de 9 poetas nicaragüenses contemporáneos.
    Entonces se arraiga en ella la búsqueda de otros rumbos bajo el influjo de la poesía y el pensamiento orientales (Rabindranath Tagore, por ejemplo). Así surge su preocupación por la Madre Tierra —vislumbrada en sus poemarios anteriores— abogando por la reconciliación con la naturaleza y asumiendo el papel de mistagoga, o reveladora de misterios.
    POESÍA SOCIAL IV (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores) - Página 11 251016VideoYolanda01-1024x757
    Yolanda Blanco. En una fotografía en Managua el 26 de septiembre del 2012. LAPRENSA/MANUEL ESQUIVEL.

    Premio Mariana Sansón Argüello

    Con su quinto poemario, De lo urbano y lo sagrado (Managua, Anide, 2005), obtuvo el premio del concurso nacional de poesía escrita por mujeres Mariana Sansón Argüello por “la variedad de registros temáticos y estilísticos, madurez en el dominio de recursos literarios y alta calidad formal”, de acuerdo con el jurado calificador. El 27 de septiembre del mismo año, durante “El Autor y su Obra”, ––programa del Festival Internacional de Poesía de Granada–, ejecutó un performance de su poesía, siendo presentada por Rosario Aguilar. En esa ocasión, Yolanda proclamó que su divisa vital era “escuchar el silencio / El silencio de la paz interior. / El silencio de ese espacio sagrado que llevamos dentro”.
    En una entrevista que le hizo Mario Cánepa, inserta en el volumen Con tres poetas latinoamericanos en Nueva York: Yolanda Blanco, María Negroni, Carmen Valle (Madrid, Ollero & Ramos, 2003), la nicaragüense afirmó: “La poesía es uno de los medios de transformación y elevación a la que nos es posible recurrir”.
    En otra, realizada por Ángela Saballos, sostuvo: “Creo que entre más grande es el horror en el que se vive (más guerras, desastres naturales, corrupción, violencia doméstica) mayor es el afán de belleza y trascendencia del ser humano. Estoy con Stanley Kubrick cuando confirma que no importa cuán vasta sea la oscuridad, siempre uno siempre debe emitir luz”.

    Difusión de su poesía

    Nueve antologías editadas en el extranjero, al menos, han difundido la poesía de Blanco: Open to the Sun (California, Perinola Press, 1981), Musas en guerra: poesía, arte y cultura en la nueva Nicaragua: 1974-1986, de José Miguel Oviedo (México, D.F., Joaquín Mortiz, 1987); Ixok Amar: Go Central American Women’s Poetry for Peace (Penobscot, Granite Press, 1987); Voces femeninas del mundo hispánico (Madrid, Centro de Estudios Poéticos Hispanos, 1996), Eleven Nicaraguan Poets in the USA (Miami, Fl., Casa de Cultura, 1997), de Danilo López; Poésie nicaraguayenne du XXe siècle (Suisse, Edition Patiño, 2001) de Gloriantonia Henríquez; Como ángeles en llamas: algunas voces latinoamericanas del siglo XX (Lima, Maribelina, 2004), de José Guillermo Vargas; La herida del sol.
    Poesía contemporánea centroamericana (México, D.F., UNAM, 2007), de Edwin Yllescas; y Con mano de mujer. Antología de poetas centroamericanas contemporáneas (Heredia, C.R., Fundación Interartes, 2011), de Magda Zavala.
    Por lo demás, poco se ha escrito sobre nuestra ecofeminista: una presentación de su poemario De lo urbano y lo sagrado (Anide, núm. 19, septiembre, 2005), suscrita por Fernando Antonio Silva; una nota de Julio Valle-Castillo en el tercer tomo de El siglo de la poesía en Nicaragua (Managua, Fundación Vida, 2005) y dos párrafos consistentes de Erick Aguirre (“Los rituales de Yolanda Blanco”) en Diálogo infinito. / La poesía nicaragüense y sus prolongados coloquios en el tiempo (Managua, Centro Nicaragüense de Escritores, 2012, pp. 307-308).


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 05:40

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS

    7.- INICIACIÓN

    Y me dio esta oración
    para decirla tan sólo
    a las horas de la sangre:
    Aprendo del menstruo
    Forjo mi contigüidad con la luna
    De la ubicua tierra
    arranco mi fuerza
    Sé que mes a mes hay un hijo que me sueña.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 05:46

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS

    8.-PÁJARO POETA

    Pájaro poeta
    Pájaro poeta sin nido
    Pájaro nefelibata
    sólo llevando el pico
    cuajado
    de flores
    Pájaro sin pájara
    Pájaro raro hilvanando palabras
    Pájaro retrato.


    9.- PÁJARO PARA MORIR

    ¿Por qué morís, pájaro para morir?
    –Caigo por mi hábitat desbalanceado
    Mártir de la ecología muero.
    –¡Ay, pájaro guerrillero
    pájaro para morir!
    ¡ay!


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 06:00

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS

    10.- ARROCERO O PÁJARO ÍNGRIMO


    Pasan las bandadas de pájaros arroceros
    están pasando en parejas.
    Pájaro solo
    no vuela.
    Pájaro íngrimo
    se vuelve guijarro.
    Así
    el canto para el que no hay oído:
    canto que no me oyes
    es canto íngrimo.



    11.- MERLINO O EL GURRIÓN


    De vos
    pájaro gurrión
    huyo
    huiré
    No se me den
    otra vez
    las ansias de cantar
    como sólo vos sabés.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 06:04

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS


    12.- SALTABARRANCOS


    Son de barro tus alas
    Tu cuerpo entero es de barro
    pero aun así
    vuelas
    Del mismo lodo es mi tiempo
    mi nada
    mi sola
    mi cara
    pero aun así
    sueño.
    Este saltabarrancos
    vuela a contraviento.



    13.- PÁJARO BURGUÉS


    ¿Por qué tan flacas tus patas, pájaro burgués?
    ¿Por qué tu pico insípido, pájaro en un pie?
    Cantando estás sin hacer canción
    pájaro sin color
    Sola está tu cola
    como la voz de tu boca
    Pájaro burgués:
    Pájaro con un palo
    sólo para él.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 06:09

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS


    14.- NOCTURNO DEL BÚHO


    Para la soledad del búho
    cerraron la noche.
    Costura de un sastre
    sombrío y perfecto
    es esta soledad.
    Para esta noche
    llevo un vestido
    a la medida de los tecolotes.



    15.- PÁJARO MÍSTICO


    Temprano se amaron los pájaros.
    Temprana me acerco
    pájara al pájaro
    Pájaro místico:
    pongo un dedo en tu corazón
    pongo mi oído en tu
    nido.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 06:29

    YOLANDA BLANCO


    Presentación del libro De lo urbano y lo sagrado
    de Yolanda Blanco
     
    Fernando Antonio Silva*

    Tengo el honor de presentar el libro de Yolanda Blanco, “De lo urbano y lo sagrado”, premio único del Concurso Nacional de Poesía Escrita por Mujeres “Mariana Sansón” 2005, en su tercera edición, promovido anualmente por la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE), aportando con ello a la excelencia literaria, en homenaje a esa gran mujer que fue Mariana (León, 1918-2002), una de las principales fundadoras de la literatura moderna nicaragüense, escrita por mujeres.
     
    Conocí a Yolanda a mediados de los años 70, en medio de una febril actividad cultural que se desarrollaba en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en esta ciudad de León.  Tiempos de actividad política y movimientos sociales, de lucha contra la dictadura Somocista que desembocaron al final de la década, con el derrocamiento de la misma por una Revolución Popular. Tiempos de transformación profunda en nuestras vidas individuales y colectivas que marcaron nuestra generación cultural, donde fuimos  testigos y partícipes del momento histórico.
     
    Nos reuníamos un grupo de jóvenes que estudiábamos diferentes carreras en la UNAN , alrededor de la Editorial Universitaria, cuyo Director en ese entonces era el poeta Ernesto Gutiérrez que a su vez, era también, director de la Revista literaria de la Universidad, “Cuadernos Universitarios”, siendo el secretario de la misma, el poeta Fanor Téllez.  Los estudiantes teníamos nuestro espacio en la Universidad con la publicación de la revista literaria  “Taller”, sucesora de la revista Ventana, producto del movimiento literario del mismo nombre fundado en la los años 60  durante el rectorado del Dr. Mariano Fiallos Gil  y dirigida por los estudiantes, en ese entonces, Sergio Ramírez y Fernando Gordillo.
     
    Yolanda aparece entre nosotros cuando la Revista “Taller” cursaba su segunda época (año 1974), bajo la dirección de Alejandro Bravo y quien les habla, habiendo publicado sus primeros poemas en 1971, en la primera época de la revista.  Venía ella con sus ojos vivísimos y frescura de belleza oriental,  por la cual todos nosotros, en algún momento, palidecimos. Traía su primer libro bajo el brazo: Así cuando la lluvia (ed. Hospicio, León 1974).  Aparece ella pues, con una obra, un logro, una sorpresa, con magia y virtuosismo telúrico, celebratorio de la naturaleza,  llena de ritmos en un lenguaje propio y renovador afianzando el hilo conductor de la gran poesía del paisaje nicaragüense: 
     
                              Llueve
                              en  Teotecacinte Cusmapa
                              en Tepesomoto Cuspire Soslaya.
                              Grandes charcos
                              cubrieron los caminos del Sinecapa
                              el tule Yaoya y Mayales. 
     
                              Si vas a Limay llevá capote;
                              y también llueve en Macuelizo
                              en Ciminguasca y Alcayán.
     
                              Todo es verdecito en Tisey en Totumbla
                                  
                              Garúa en Guisisil.
                              Truena en Yeluca y Apají.
                              En Nandasmo temporal seguido.
     
                              Me he mojado en todo Nicaragua
                              ya llueve.
     
    La presencia de Yolanda en nuestra generación, para mí, fue fundamental.  Era la mujer con la que discutíamos y disentíamos de teorías y experiencias literarias, de compromisos políticos-sociales, propuestas artísticas, alternativas poéticas y poses personales.  Conversaciones riquísimas sin caer nunca en palabreríos Bizantinos sino más bien retroalimentación, enriquecimiento espiritual y dialéctico aprendiendo todos de todos. Sobre todo de ella, intelectual, culta y erudita, segura de sí misma, de su belleza, de su cuerpo arisco, de su permanente asombro poético.  Porque en Yolanda la poesía sucede siempre como asombro de la creación, que luego afirma en una constante espiral  reveladora de lo creado y lo posiblemente creado: llovizna/ en las ondas del charco/ se revela el cielo. 
     
    Es así como Yolanda avanza sin apartarse de su “yo” poético consciente del oficio y gozosa del don creador en Cerámica Sol (Separata Cuadernos Universitarios, UNAN-León, 1977), soñando despierta durante el día con la alegría del alfarero creando cerámicas con rayos de sol, barro de sol, asoleado, pintado con pinceles de sol, en un jolgorio tribal de celebración y contemplación indígena al dios Sol:



    Sale el sol

    va cruzando como un niño los ríos.

    Sube el sol

    y escala el día.

    Está trepando como un cabro la cima.

    Baja el sol  hasta el crepúsculo tímido

    está recogiendo sus rizos

    y sus barbas emplumadas.  



    Nuevamente en su espiral  renueva el pasado atravesando, alegrísimo, todos lo momentos de nuestra poesía indígena, afirmado con sus propias palabras en el prólogo de este poemario: …la sangre contigua me ha impulsado, y un ardiente afán de recobrar la palabra primigenia, el decir ab-orígen de los aquellos tiempos, cuando todas las cosas eran dioses y diosas.
     
    En su siguiente libro Penqueo en Nicaragua  (ed. Unión. Managua, 1981), la sensibilidad poética de Yolanda también sufre, como sufre el ser humano del cual nunca se desvía aferrándose siempre a su persona.  Su persona-poeta, su persona-persona, su humanidad de mujer en el mundo, recordándonos que el poeta es ante todo una persona que vive su época asumiendo el momento histórico con el coraje de enfrentar la injusticia de la dictadura  somocista que le tocó vivir.  En este poemario la alegría se vuelve tragedia y su lírica sufre la épica de la guerra insurrecional.  Escribe por lo tanto poemas testimoniales de la lucha armada, poemas de denuncia a las relaciones injustas y la doble moral de una sociedad tradicional y machista, poemas que revelan la aspiración y participación activa de la mujer en una sociedad  transformada por una revolución.  La tristeza y el horror entonces, no amilanan ni estancan su proceso humano y poético salvándose con la victoria del pueblo donde su fuerza creadora busca una salida para transformarse en júbilo nuevamente:



    ¡Adelante pueblo

    ahora

    adelante siempre!.
     
    Aquí, Yolanda se detiene un poco, pero, para tomar impulso, volviendo su mirada hacia dentro de sí misma, evoluciona, involucionando casi a un estadío fetal para renacer en su yo Mujer.  Se recrea a sí misma en “Aposentos”  (conTextos del Pen Club de Venezuela, Caracas, 1985), reconociéndose en toda su amplitud de género. Con paso firme se inserta en la post-modernidad en la literatura escrita por mujeres actualmente en Nicaragua con identidad biológica, libre de ataduras, dueña de su cuerpo, de su mente, de su alma:



    Varios ánimos me habitan

    hay muchos cuerpos  aposento.

    Hay quienes les dicen abismo

    paridad dicen cuantos:

    Ver la casa de mi cuerpo

    ver el cuerpo de mi casa con amplias

    puertas y ventanas;

    techo, alero, cobija,

    nidal o hamaca;

    casa albergue o caverna,

    casa labio o espada;

    de cuatrocientos hijos

    hospedaje, posada.

    De espíritu y ansias

    y dudas, poblándome. 

    Debo decir que hubo estrógenos

    y humores cálidos balanceando

    el acidulce de mis aposentos:  

    Habitarlos. 



    Aquí la alegría se mantiene, aunque más reflexiva y a veces indómita arremetiendo furiosa contra tabúes y cortapisas, mojigaterías e hipocresías.(Cont.)


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Jue 01 Mar 2018, 07:25, editado 1 vez


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 07:23

    YOLANDA BLANCO


    Presentación del libro De lo urbano y lo sagrado
    de Yolanda Blanco
     
    Fernando Antonio Silva* (Cont.)


    Hay celebración  y adoración de su ser orgánico, ama y es amada, sin que nadie le diga cómo, dónde ni cuándo:

    Si exaltando mi existencia
    cuento la tuya
    y la canto
    -lúcida mujer mujeril-
    mi cuerpo será el texto
    para celebrar tu cuerpo
    melancólico varón varonil.


    Poesía de mujer escrita por mujer, nueva poesía, la nueva lírica de género. Así el epígrafe de Rimbaud al inicio de este libro: "¡La mujer encontrará lo desconocido!  ¿Sus mundos de ideas serán diferentes de los nuestros?  -ella encontrá cosas extrañas, insondables, repugnantes, deliciosas; nosotros las tomaremos, las comprenderemos.
    "
     
    Con este libro más reciente: "De lo urbano y lo sagrado", ganador del concurso que ahora nos reúne, Yolanda  nos presenta una antología personal, mostrándonos siempre su evolución lírica en las diferentes etapas de su vida.  Recoge nuevamente la frescura y luminosidad primigenia en  sus diferentes secciones:  1) Cerámicas  Indias: el gozo creador  se reafirma siempre con el asombro celebratorio de las cosas mínimas de la naturaleza  manifiestas en versos limpísimos y poemas de textura vegetal:

    Una hormiga es hecha de vidrio
    igual que los ojos del dios.
      

    Y en otro poema: 

    Es de hoja oscura
    la chicharra
    bate sus alas entre las ramas 
    revolotea hacia el sol.   

     
    2) En  Serenata con Luna, la poeta  uitiliza el recurso exteriorista en poemas narrativos vanguardistas con tono épico-líricos donde se rememoran nostalgias y personajes, utilizando lenguaje popular nicaragüense tanto en sus nicaraguanismos y dichos populares  como en neologismos y canciones :

    Usted,
    muy a pesar de todo
    sin embargo
    tan solo
    el soplatubas, el rascaguitarras,
    el azotapianos,
    el chichero. Yergue el clarinete 
    empina el trombón
    la tuba agacha dócil  
    chicheramente corcovea: 
    ese toro no sirve
    ese toro no sirve. 


    Y en otro poema: 

    Mi violín de talalate lo saluda.

     
    Esta tónica se mantiene en la tercera Sección: En la cola del supermercado donde sus poemas toman el giro de la denuncia y conciencia social  en solidaridad con los desposeídos y explotados: 

    Agarre un tomate
    sopese su redondez 
    y el mundo en diminuto
    que sostiene el rojo de su hilo. 
    Nunca conceda un pensamiento, 
    un  “gracias”
    a todos los espalda rotas
    a los espaldamojadas
    que los han sembrado, aporcado y recogido 
    antes de iluminar su mesa.

    Se reúnen en esta sección poemas diversos, podría decir, poemas dispersos y rescatados, desde reflexivos personales hasta los de referencias històricas  y del oficio poètico: 

    Cuando al mirarme en el espejo  
    veo en mi cara el rostro de mi madre 
    cresco en tiempo
    me ilumino inmensa.


    Y en otro poema :

    Buscando la clave 
    de lo que algún día  
    podría convertirme, 
    escribo;
    acomodo palabras 
    las amigo.


    (Cont.)
     


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Jue 01 Mar 2018, 09:09, editado 1 vez


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 09:07

    YOLANDA BLANCO


    Presentación del libro De lo urbano y lo sagrado
    de Yolanda Blanco
     
    Fernando Antonio Silva* (Cont.)



    [size=16]En la última sección,  [b]De lo urbano y lo sagrado, que le da el nombre al libro, Yolanda nos recibe en toda su amplitud de mujer de mundo en el mundo, habiendo recorrido su propio tiempo y nos lo ofrece con toda la madurez y serenidad  de haber logrado construir su obra a conciencia.  Recurre entonces a sus viejos amores intelectuales, recreándolos y renovándolos.  De esa manera nos señala en el poema a García Lorca: 

    dèjame hacerte gemir igual que un pájaro con el sexo atravesado por el viento.  Poeta sin vergüenza de romper moldes
    sin temor al ridículo o a llorar en medio de la calle poeta en Nuena York, yo tambièn sé cómo cantas por los ombligos de los muchachos que juegan bajo los puentes.
      

    Yolanda se universaliza retomando a Rubén, Salomón de la Selva, José Coronel Urtecho, Ernesto Cardenal y reflexiona sobre sí misma viéndose, reflejándose  en otros y otras, volviendo la cabeza hacia atrás, a sus orígenes para partir liberada de todos, incluyendo ella misma: 

    Un extraño destino
      me trae a Nueva York.
    Yo que he hablado con los àrboles y la  lluvia 
    yo nefelibata contenta
    ¿qué hago en esta desarbolada sabana?   Enterrada bajo el puente de Manhattan
    una olla de barro contiene un espíritu: el mío. Encuentro mi yo en el Yo. 
    Conexión con una realidad más grande que la mía,  pero en mis adentros.      

     
    Y continúa más adelante

    Otra visión ofrezco: al prepararse para dominar una técnica,
    recibir también educación para la vida.
    Aprender a no ser dividido.
    Ser ser integrado.  …El poeta: ser integrado, unido.
    … La  poesía: brotando de la luz interior del poeta,  haciendo resonar ideas, emociones, lo vivo del lector. 
    La poesìa: dàndonos la mano 
    Extendièndonos la mano para ayudarnos a subir a niveles más altos.

     
    El libro cierra con fuerza interior y frescura creadora.  Amarra y sella Yolanda su obra poética con identidad profundamente lírica, la que nos entrega con sus dones a manos llenas, riéndose al danzar con la lluvia en las nubes agitando su corona de laurel y su falda de güipil. Vuela feliz Yolanda satisfecha de su creación diciéndonos: 

    gratitud de pàjara
    que bebe el tiempo
    es la que siento.
     

     
    Con este Poemario-Antología, Yolanda recoge la bandera de sus predecesoras, de Mariana Sansón,  María Teresa Sánchez  y Claribel Alegría como iniciadoras de la poesía moderna nicaragüense escrita por mujeres como dije al inicio de esta lectura; se ubica con sus contemporáneas de los 60 y 70, Michele Najlis, Vida Luz Meneses, Ana Ilce Gómez, Rosario Murillo, Ligia Guillén, Gioconda Belli, Daysi Zamora, Carla Rodríguez, Gloria Gabuardi, Marianela Corriols, Ninfa Farach, alza vuelo con sus ahora contemporáneas de los  80 y 90: Karla Sánchez,  Isolda Hurtado, Blanca Castellón, Carola Brantome, Martha Leonor González, Helena Ramos y comparte con las más recientes del siglo XXI.  Mujeres que surgen individualmente cada una con su propia identidad,  profesionales, abogadas, periodistas, sociólogas, médicas, madres,  libres e independientes sin ataduras generacionales ni bendiciones patriarcales, abriendo las puertas de la post-modernidad a la nueva poesía, la escrita por mujeres.
     
     
    28 de mayo, 2005
    Entrega de Premio a Yolanda Blanco
    III Concurso Nacional de Poesía Mariana Sansón
    Museo y Archivo Rubén Darío. León, Nicaragua
    [/b][/size]


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 09:24

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS

    15.- MUJEREMA

    Yo, Yolanda
                        creada
                                  nacida mujer
    De pie sobre este incierto ochenta y tantos
    Yo, insulsa
                        pueril mujer
    Dicha el macho castrado
    el ser de cabellos largos
                                            e ideas cortas

    Oculta de rosa
                        de núbil doncella
                        de hembra tesoro de mi corazón
                        para febricitantes campeones
    En cuarentena
                                  paria
                                            ilegal de la familia
    Ciudadana de segunda
                                                      burócrata sin rango
    De  repente sortaria de un voto sin boca
    A destajo
                        trabajadora proletaria
                        en pleno subdesarrollo.

    Yo entonces
                                  levantándome mujer
    le pido prestado al mono su organillo
    y balbuceo:

    Doy las gracias por mi sexo
    por la luna que rige las mareas mías
    por esa sangre mensual vuelta mis hijos
    por la apremiante vindicativa de lerdos
    vilipendiosos códigos
    por mis siglos sumisos de pronto altaneros
    por las costumbres sociales que algún día
    me devolverán el día

    Porque son distintos
                                            pene      clítoris
                                            falopios      epidídimos
    porque son lo mismo
                                            retinas      aortas
                                            cisuras de Silvio
                                            adrenalinas
                                            metatarsos      metacarpios

    por mi barriga
    mis callos
    por cada uno de mis vellos
    por trepar cuesta abajo
                                                soñando
                                                        y
                                          dando con el mazo.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 09:29

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS

    16.- LEON


    Pienso en el aliento o en el resplandor de estatua
    del leon echado de la Catedral de Leon.
    Igual que la energia brava de una oracion
    me cerca.

    Pienso en mi pie hundido
    en el polvo flotante
    de las calles en piedra;
    digo que Leon
    es de un rojo amaranto
    igual que las encias de los leopardos
    igual que el sol paseando en andantino
    por el recinto de la tarde.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Mar 2018, 09:32

    YOLANDA BLANCO

    POEMAS

    17.- MANAGUA




    Dios! pesan tu corazon en balanzas
    [ordinarias
    y tus cosas las proclaman
    [las bocas ordinarias
    No!
    De la oscurana confusa
    y del hablar agitado
    surgiras de la noche
    trayendo flores en las manos
    Fluyendo del lago
    del robusto lago
    alagandote
    halagandote
    alargandote
    hallandote
    entera
    nuevamente
    y toda, Managua.


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 02 Mar 2018, 10:31


    CARLOS PEREZ ALONSO (1943)

    BIOGRAFÍA

    Carlos Perez Alonso es uno de los escritores más destacados de Nicaragua, desde muy joven publicó sus versos en conjunto con sus padres, es abogado y Administrador de Empresas, oficios que ha sabido combinar en su intensa carrera de creador.

    Carlos Pérez Alonso nació un 16 de junio de 1943, en León. Como escritor pertenece a la Generación de los sesenta, integrada por destacados autores como Sergio Ramírez, Francisco Valle, Edwin Yllescas, Beltrán Morales, Ana Ilce Gómez, David McField, Fanor Téllez, Raúl Orozco, Francisco de Asís Fernández, Carlos Rigby, Luis Rocha, Roberto Cuadra e Iván Uriarte.
    Desde muy niño, Carlos jugó con los versos, publicó con sus padres su primer libro de poemas Nosotros Tres, animado por la legendaria María Teresa Sánchez, entre su oficio de abogado y administrador de empresas ha combinado el ser poeta, que según él es un oficio que uno no interviene con el otro.

    Para el poeta Anastasio Lovo, la obra de Pérez Alonzo se caracteriza por ser una asombrosa combinatoria de emoción estética y pasión vital, expresada en textos logrados como obras de orfebrería deslumbrante, al igual el poeta salvadoreño David Escobar Galindo, opina que la poesía de Carlos es un doble tributo: a la esencia y a la cotidianidad. A la cotidianidad de la esencia. El poeta está provisto de todos los materiales e instrumentos para desarrollar su arte superior, y de pronto mira hacia los paisajes urbanos y humanos que le rodean.

    Una poesía se ha ido tejiendo a través de su larga carrera de escritor con libros como Nosotros Tres (libro publicado con sus padres), El Otro Rostro (Cardenal, Managua, 1971), Vida y Sol (El Pez y la Serpiente, Managua, 1976), Cegua de la Noche (Dolmen, México D.F., 1990) y Orígenes y Exilios (Lis, San Salvador, 2001), Estancias y Otras Consignaciones (El Salvador, 2006), y pronto va a publicar Ocaso en el Tránsito, (libro de poemas) que será editado por Cal y Arena, en México.






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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 02 Mar 2018, 10:32

    CARLOS PEREZ ALONSO (1943)


    Las hamacas

    ¡No quiten las hamacas! ¡No las toquen!
    que quede la moldeada curvatura de la espalda,
    que permanezca el murmullo de la canción,
    la tibieza del cuerpo ovillado,
    la languidez del brazo que se asoma
    de la mujer que sueña
    conservemos su sueño.

    Mantengamos el rumbo
    que marcó el pequeño marinero en el viento;
    para su memoria levantamos la proa,
    que no la rasguen los restos del naufragio.


    Compartamos el descanso de los fatigados espectros
    que por las noches se mecen con las hamacas.
    Respetemos al aire que las atraviesa
    y al tiempo que se anida en su trama.
    Recordemos cómo ateridos desde sus vientres escuchamos
    el silbo ya apagado y lejano de las primeras sirenas.

    Dejemos que la lluvia pudra las hamacas,
    que las habilidosas manos de los días desaten sus nudos.
    Una mañana encontraremos sus pieles de viejas serpientes
    arrugadas junto a los postes que las sostuvieron:
    que vuelva el viento al viento, el bejuco a la tierra,
    la oquedad a la nada.
    ¡No las quiten!



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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 02 Mar 2018, 13:58

    Una semblanza bio-poética de Yolanda Blanco

    Franklin Caldera
    Yolanda Blanco (Managua, 1954). Viniendo de una familia de músicos, es comprensible que su primera afición haya sido la música. Su tío, Julio Max Blanco, alumno destacado del maestro Luis A. Delgadillo y del pianista Francisco Soto, fue director de una famosa orquesta que amenizaba elegantes fiestas y tertulias. En Serenata con luna, Yolanda plantea cómo las limitaciones de un país subdesarrollado frustraron la ilusión de su tío de dedicarse a la música clásica.  
    Curiosamente, la Colonia Dambach, donde nació la poeta, quedaba a mano izquierda del Parque Candelaria, separada por una calle del Barrio de Pescadores, que da título a una de las mejores canciones de Erwin Krüger (1915-1973).
    En La Inmaculada, colegio donde se bachilleró, tuvo dos visiones de la célebre poetisa mexicana del Siglo XVII, Sor Juana Inés de la Cruz, con su hábito negro y blanco característico. La primera, cuando cursaba el tercer año de secundaria. La vio de pie, junto a un escritorio, en un  segundo piso de madera donde Yolanda buscaba un libro de notas; la segunda, antes de bachillerarse, en la Capilla, sentada en el extremo de una banca. En ninguna de las dos ocasiones hubo sensación de temor, por el contrario, una gran placidez.
    Estas visiones la hicieron superar el trauma de una profesora que la acusó de plagio por una composición literaria que consideró de una calidad incompatible con una niña de 12 ó 13 años. «Sin el espaldarazo de las apariciones−afirma la poeta −quizá no habría sido escritora, por el balde de agua fría que me lanzó la maestra».
    Su labor literaria comenzó en quinto año. Fue el narrador Juan Aburto (Managua, 1918-México, DF., 1988) quien la alentó a publicar sus escritos. Aburto trabajaba en el departamento de personal del Banco Nacional, del que por muchos años fue funcionario el padre de Yolanda, Eduardo Blanco.
    Cuando entró al Año Básico en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) en León, tuvo como profesor de poesía y pintura moderna al poeta Ernesto Gutiérrez (Granada, 1929-1988).
    Taller
    POESÍA SOCIAL IV (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores) - Página 11 Yolanda
    En la Editorial Universitaria, dirigida por Gutiérrez, se reunían Napoleón Fuentes, Fanor Téllez, Ramiro Argüello Hurtado, Alejandro («el Negro») Bravo, el “Che” Monterrey, subdirector de la Editorial, y poetas que llegaban de Managua a gestionar sus publicaciones. Gutiérrez le dio una lista de lecturas recomendadas, desde el Siglo de Oro hasta Saint John Perse.
    Los primeros poemas de Yolanda aparecieron en 1971 en Taller, revista literaria de la UNAN dirigida en ese tiempo por Fuentes y Argüello, y en La Prensa Literaria, que dirigía en Managua Pablo Antonio Cuadra. Su primer poemario, Así cuando la lluvia (Editorial Hospicio de León, 1974), surge de las excursiones que había hecho en su niñez y adolescencia con su familia por las zonas rurales de toda Nicaragua.
    A partir de sus primeras publicaciones, la apertura psíquica que había experimentado en varias ocasiones (visión de la casa derruida de una tía suya, unas horas antes del terremoto; visiones de ella misma como una bacante y como una mucama caminando con una vela hacia el portón de una mansión colonial…), en vez de canalizarse por el don de la clarividencia, se canalizó de forma más consciente a través de la poesía. 
    Viviendo con su familia en León, Yolanda vio en el zaguán de la Librería Icaza, dos hileras de sillas vacías contra las paredes y un ataúd al fondo. Al día siguiente supo que en esa Librería trabajaba María Haydeé Terán, esposa de Carlos Fonseca Amador. Lo que había visto era la vela del guerrillero, a la que poca gente se atrevió a asistir. «Ese incidente−dice −despertó en mí las ansias de justicia por la situación que vivía Nicaragua».
    las poetas
    POESÍA SOCIAL IV (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores) - Página 11 9cfcc03En septiembre de 1974 Yolanda organizó con Gutiérrez un recital de mujeres poetas en el Paraninfo de la UNAN. Ella fue la cumiche del grupo, compuesto por Ana Ilce Gómez, Ligia Guillén, Adriana Guillén (Carla Rodríguez), Vidaluz Meneses y Gioconda Belli, cuyo poemario Sobre la grama había sido un happening cuando se presentó en la galería Tagüe de Mercedes Gordillo en Managua. Rosario Murillo apareció en el afiche (inspirado en las técnicas del pintor neerlandés, Piet Mondrian), pero no se presentó. (Michèle Najlis vivía en Costa Rica).
    Mariana Sansón le dio un corsage a cada una de  las poetas. Después de un segundo recital, Téllez publicó en Cuadernos Universitarios, revista dirigida por Gutiérrez, una antología de las participantes, que fue el primer intento de sistematizar el fenómeno de la irrupción masiva de poetas mujeres en Nicaragua.   
    Yolanda hizo dos años de Medicina y Farmacia y un semestre de Derecho. En el 74 pasó a la UCA de Managua a estudiar Artes y Letras, pero conservando su residencia en León, ciudad a la que había sido trasladado su padre como gerente de la sucursal del BN (antes de la insurrección, don Eduardo renunció a su puesto por no estar de acuerdo con medidas arbitrarias que se estaban tomando en contra del erario).
    Interrumpió sus estudios en la UCA para trasladarse a Tours, Francia, a orillas del Loira, donde en 1976 obtuvo un peritaje en Historia del Arte de la Universidad de la Touraine. Allí entró en contacto con la poesía de Baudelaire y Rimbaud.
    Ese mismo año regresó a Nicaragua para reanudar sus estudios en la UCA. Fue ahí donde la conocí, en la cátedra de cine de Mayra Luz Pérez Díaz, que yo, graduado de abogado, visitaba ocasionalmente. De 1977 es su poemario Cerámica Sol.   
    El primer brote insurreccional generalizado en septiembre de 1978 (especialmente violento en León) obligó a la familia a fijar su residencia en Venezuela. Desde allí, ya con los sandinistas en el poder, Yolanda publicó Penqueo en Nicaragua (1981), sobre sus experiencias durante la insurrección.
    Inesperadamente, la casa de la familia Blanco en el kilómetro 86 de la carretera León-Managua, fue tomada arbitrariamente por elementos del gobierno sandinista y nunca devuelta. Yolanda sintió que los atropellos que cometía el nuevo gobierno, contradecían su visión de lo que la Revolución, con la que hasta entonces se había identificado, significaría para Nicaragua. Pero, como ella misma afirma, «Continúo manteniendo mi corazón en la izquierda».
    Manhattan, Nueva York
    POESÍA SOCIAL IV (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores) - Página 11 Ii-cumbre-libros-16-nicaragua-fotografia-yolanda-blanco1985 fue un año decisivo en su vida: Además de publicar en Caracas, Aposentos, se trasladó a la isla de Manhattan, Nueva York, donde reside actualmente y trabaja diseñando y elaborando programas de educación bilingüe.
    En 1993 sufrió una grave enfermedad. En vez de someterse a los procedimientos agresivos de la medicina occidental, optó por la medicina alternativa, especialmente la medicina ayurveda («ciencia de la vida») de la India (con más de 5.000 años de existencia), lo que le permitió adentrarse en el mundo de la filosofía hindú («vedanta»), que promueve la unión (comunión) con el Centro, que se puede llamar Dios o la Madre Naturaleza.
    Con su salud totalmente restablecida, continúa las prácticas de meditación y dieta vegetariana, que se han convertido en partes esenciales de su vida, en la que el crecimiento espiritual y el quehacer literario se alimentan mutuamente.
    Al inicio del nuevo siglo, lanzó el disco compacto Nonantzin, en el que canta, con su voz de contralto, poemas de autores nicaragüenses musicalizados por ella misma. El disco incluye su poema, Vení, lluvia, venite, con música de Julio Max Blanco. 
    En noviembre de 2003 fue invitada a leer sus poemas en la Feria Internacional del Libro de Miami. Tuve el honor de presentarla, señalando que Yolanda asume en su obra el papel de la mujer co-creadora con la Naturaleza, evocando a diosas de la Fertilidad como Deméter, de la mitología griega, o Heartha, la Madre Tierra de los germanos.
    Mi presentación esa noche es el prólogo de su poemario De lo urbano y lo sagrado (2005) ganador del premio nacional de poesía Mariana Sansón de Argüello, otorgado por la Asociación Nicaragüense de Escritoras.
    Este poemario es fundamental en nuestra literatura y el poema intertextual que da título al libro, en el que la autora expone su filosofía personal, es uno de los poemas indispensables de la generación del 60. Poema que, como Darío en la gran Cosmópolis de Jorge Eduardo Arellano o Elegía a la muerte de mi padre de Ligia Guillén, espera ser consignado en la antología definitiva de esa generación.  


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 02 Mar 2018, 14:17

    YOLANDA BLANCO

    POEMA

    Para ser un mundo
    cuentas conmigo.
    Para hacer otro Mundo
    cuento contigo.



    Y con este poema termino con esta autora ni sin advertir que, en el transcurso de artículos sobre otras autoras, vuele a aparecer Yolanda. la calidad de su poesía lo merece.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 02 Mar 2018, 14:24

    NINA FARRACH

    POEMAS

    1) NIÑA PÁJARO
    Soy Ninfa Farrach,
    la hija de Ismael y Aura Estela.

    La de las tardes sin permiso, la poeta.

    La que una vez confesó sentir lástima
    por los perros solitarios,
    la rebelde desde niña, amorosa siempre.

    Soy esa niña que ayer recorrió en bicicleta
    la finca de su abuelo palestino,
    la mayor de sus hermanos,
    la que soñaba con tener una lámpara
    maravillosa de Aladino.

    Soy esa niña de ayer, en otro tiempo,
    que juega cada tarde a ser libre
    y moviliza estas alas que se han desarrollado,
    la que en breve tiempo cruzará el océano
    para ver la luna desde otra perspectiva.





    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Vie 02 Mar 2018, 15:03, editado 3 veces


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 02 Mar 2018, 14:27

    NINA FARRACH

    POEMAS

    2) UN CUENTO DE HADAS

    En este baile no perdí mi zapatilla
    todo lo tenía puesto y se ha esfumado,
    quedé con mis andrajos nuevamente
    y he vuelto a las cenizas, a los rincones.
    Ya no hay príncipe que busque mi presencia,
    ni hadas, ni bailes, ni palacios,
    sólo castillos dibujados en el polvo,
    sin palabras, sin risas, sin ventanas.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 02 Mar 2018, 14:43

    NINFA FARRACH

    POEMAS

    3) DESTIERRO

    Hoy amanecí sobre mi lápida
    sin alas, sin aureola,
    con los dedos enterrados
    en la orilla de la tumba.
    No sé si lo que está aquí
    sea un fantasma callejero
    que ha tomado la forma de este cuerpo,
    o me han echado del mundo de los muertos
    porque allá, abajo, veo mis alas silenciosas.


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