ANTOLOGÍA DE LA POESÍA BARROCA MURCIANA. (APBM)
4. SALVADOR JACINTO POLO DE MEDINA (1603 - 1676 )
OBRAS COMPLETAS
HOSPITAL DE INCURABLES
Y
VIAJE DE ESTE MUNDO Y EI_ OTRO
Salió el portera, y dijo
Pues bien, señoras, ¿qué tenemos con toda esa prisa?
-¿Qué ha de ser sino entrar?-replicaron ellas ; y
volvió el portero a decir
-Deshínchense y entrarán ; guardainfantes fuera, porque
de otra suerte non intrabis in ignern aeternum, ni lo
verán de su ojo, que es vergüenza en la apretara que esta
mos después que han dado en meterse en esas jaulas. Y
es de manera ~jue no cabemos de pie y los incurables que
vielien los entramos con calzador, y por más costas _ que
Ies metemos no podemos levantarle el empeine ; culpa de
vuestros guardainfantes, que parecéis perros de ciego, que
os salíais por los aros y os emboscais por las argollas.
Ellas, que vieron que el negocio iba de veras, empezaron
a hojear basquiñas y a descarnarse de enaguas, hasta
que se dejaron el guardainfante en los huesos .
-Ea-dijo el portero-, acaben de quitarse esos enugadores,
que no estoy de tanto vagar.
Hiciéronlo así y desenterrando el hilo de sus cuerpos
se entraron . Avocáronlas cada una en su cama, y pusléronlas
a cada una un diablo de guarda para que no hurtasen
los tizones y los hiciesen guardainfantes.
Fuimos pasando adelante, y en otra sala vi a un incurable
que muy alegre y contento decía
Juro a N. que es verdad lo que digo. Ya sé cómo
se dice, ya le acerté el nombre ; albricias, que ya sé cómo
se llama. Yo soy el Colón que lo ha descubierto ; a mí
se me debe el hallazgo. Bien sé yo que alguno ha visto
el talle que tiene y sabe cómo es la figura, pero el nombre
ninguno lo ha sabido ; sólo yo pude dar con él.
-¿Qué es eso que vocea éste?-pregunté yo ; pero no
fué tan bajo que él no lo oyese y respondióme
-¿Preguntais lo que digo? Lo que digo es Io que
vos no sabréis en todos Ios días de vuestra vida, aunque
os queméis las cejas. ¿Sabéis vos cómo se llama uno de
los cuentos, aquel que tantas cosas dice : uno dice esto ;
uno dice aquello? ¿Sabéis vos tampoco el nombre de pila
del otro? Pues yo sí, y he dado en este tema y me he
salido con ello ; y si vos queréis saber quién son el uno
y el otro, yo os lo diré ; véislo àquí
El uno es Antón de Utrera
y el otro Rivàs se llama.
Apenas acabó de pronunciar semejante desatino, cuando
todos nos descalzamos de risa, y él siempre firme en
la tema.
Dejámoslev pasamos a otra sala, en que estaba un
mocito rubio como unas candelas, todo su cuerpo come
un pino de oro, y, en fin, tan lindo, que Narciso era un
asco para con él. Así como sintió gente, y que entraban
donde él estaba, metióse debajo de las sábanas por que
no le viesen, y con mucho melindre comenzó a decir
-No entren, que no estoy bien puesto ; deténganse,
que no estoy bien prendido ; aguarden, me acabaré de
aderezar.
Esperamos un poco mientras él, desenfrenándose de
bigoteras, sacó los bigotes de entre una rebanada de cordobán
en que los tenía pringados ; tomó el molde de rizar,
calentándole en el mismo fuego en que se estaba abrasando,
hízose las guedejas y copete, consultó en el espejo
la mejor postura de la boca, y dijo
-Entren ahora.
Entramos, y en lugar de «Buenos días», dije yo :
-Buenos jaboncillos de manos tenga V. m. ; viva rail
años .
Respondió al punto
-Por la merced que me hace que bien los he menester,
que las tengo perdidas ; porque el otro día se me descosió
un guante por un lado y me entró el sereno, con que las
he tenido acatarradas de tez.
En esto llegó el diablo enfermero, y comenzó a atizar
la lumbre, y dijo el lindo poniéndose la mano en la cara
-Hágalo con tiento que me soflama el rostro, y déme
esos papeles que, están ahí, que los quiero leer a este caballero.
-Serán versos-le dijo yo ; y él me respondió
-No, señor mío, no son versos, sino unos papeles de
arrebol que me ha escrito mi dama.
-Vaya noramala el pícaro--dije ; a que respondió
el Retor
-Pues no es lo que has visto lo mejor de éste ; lo
más gracioso es el tema en que ha dado. Has de saber
qué estando este lindo en el mundo, sentándose un día
en el servicio se le quebró, de cuya desgracia se le hicieron
muchas heridas en la grupa, o en las nalgas que dicen.
Llamaron al barbero, y estando curándole, volvió la cara
y muy lloroso y enternecido le pregùntó : «Señor mío
V. m. sabe si me quedarán señales?» . «No puede ser menos
», respondió el barbero, y él replicó : «¿Pues qué he
de hacer, desdichado de mí? que me afearán la cutis
las cicatrices ; no he de estar más donde me vean gentes» .
Y así él mesmo dióse por incurable, y se nos vino al hospital.
-¿Qué provecho sacais-dilo desde otra cama un miserable-
de oír a ese lindo?
-¿Qué provecho ha de sacar de ti, si eres un ovatiento?-
le dijo el Retor.
-Más se saca del duro que del desnudo-replicó él-,
y si no os doy dineros os daré consejos para que los ahorréis,
porque para conmigo fué un mañirroto el Caba
llero de la Tenaza. Yo para dar he sida siemprè un ignorante
; no he sabido cuál es mi mano ; lo de partir un
cabello eso para mí es como dos y tres son cinco. Aquello
de comer la olla en la mesmo olla por ahorrar los platos
y lo que se pega en ellos, eso lo sé de coro. Yo inventé
el tragar la comida a medio mascar, y daba las dentelladas
en vago muchas veces por engullirme eI bocado entero,
porque se digiere más tarde y dura más en el estómago;
todo a fin de ahorrar. También por ahorrar introduje
el no comer aceitunas y queso, que son gente que
gasta mucho pan. Hasta el «horro Mahoma» inventé yo,
mirad si es mi sutileza grande y si puedo ahorrármelas
con cualquiera. Y porque sepais mi ingenio yo hallé el arbitrio
de sustentar los caballos sin que costase una blanca
con la cosa más fácil del mundo. Si tú, vivo, lo quieres
saber, yo te lo diré, autoridad tengo que lo dice : texto
expreso hay que lo afirma. Con sólo estarte en la caballeriza
y mirar tus caballos, Ios tendrás gordos como un tocino
; mira si hay cosa más fácil . Porque no ha de faltar
é1 aI adagio de «ojo del amo engorda el caballo» . Mira si
hallarás cosa más barata. Y si los refranes son evangelios
chicos (como dicen), bien puedes creer lo que estoy di
ciendo : dí en el mundo que se pongan a mirar las tortugas,
que empollan con los ojos, y verás lo que ganas, ya
que yo he sido tan desgraciado que me han traído a
este hospital, porque predicaba esta verdad . Pero siempre
me estaré en el tema de mi sermón.
-Y os estaréis para siempre por incurable-dijo el
Retor-, que no tenéis la culpa, sino el que se detiene a
escuchar vuestras locuras. Dejémosle.
Y é1 empezó a echarse de la cama y a decir con grandísimas
voces
--Media con limpio, medía con limpio.
-¿Qué es lo que pide éste?-y respondióme el Retor
-Mira, éste, par ahorrar, cuando estaba en el mundo
y vivía en Madrid, se iba a dormir a la calle de los Negros,
donde alquilaba media cama, y ofrecen que será limpio
el compañero que tomase la otra media, y así dicen
c
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