para hacerle a la noche
un inventario.
No siempre estuvo así.
Hubo en momentos
que tanto era el fulgor de su negrura,
que la muerte viajaba en escayola
y hasta el ojo de Dios
miraba a tientas.
La luna le operó las cataratas
y en pago le ofreció
cuatro monedas
y el derecho a mirarse por los charcos.
Después,
la perra Laika y los condones,
la fibra de tugseno y los horarios,
nos robaron el miedo a su aventura,
y una estancia suicida
a los poetas.
Última edición por Liliana Aiello el Jue 09 Jul 2009, 21:26, editado 2 veces (Razón : normal)
Ayer a las 23:20 por Lluvia Abril
» Olga Orozco (1920-1999)
Ayer a las 21:38 por Liliana Aiello
» CÉSAR VALLEJO (1892-1938) ROSA ARELLANO
Ayer a las 16:18 por cecilia gargantini
» Manuel José Castilla- Poeta argentino (1918-1980)
Ayer a las 16:08 por cecilia gargantini
» 2020-10-27 COVID-19: UN SUEÑO
Ayer a las 15:43 por cecilia gargantini
» Rabindranath Tagore (1861-1941)
Ayer a las 15:07 por Maria Lua
» Yalal ad-Din Muhammad Rumi (1207-1273)
Ayer a las 15:05 por Maria Lua
» NO A LA GUERRA 3
Ayer a las 12:57 por Pedro Casas Serra
» EDUARDO GALEANO (1940-2015)
Ayer a las 09:24 por Maria Lua
» Khalil Gibran (1883-1931)
Ayer a las 09:17 por Maria Lua