(precursor del modernismo, que abriría paso al desarrollo de esta corriente por Rubén Darío y otros)
Síntesis biográfica y poética.
Escritor colombiano (1865-1896), de personalidad inestable, marcada por las frustraciones en los negocios y las desgracias familiares (murió una hermana que adoraba), llegó a vivir el naufragio de un barco en que viajaba, perdiéndose entonces, según él mismo, lo mejor de su obra. Con la excepción de algunas breves temporadas en el extranjero (París, Suiza, Londres, Venezuela, aquí como secretario de la Legislación de su país en Caracas), su vida transcurrió en el Bogotá poco estimulante de su época, una sociedad que le agobiaba (le llamaban “José Presunción) y le "obligaba" a ocultar su vocación literaria. Todo ello, obrando sobre un espíritu sensible en alto grado, culminó en el temprano suicidio - antes de cumplir los treinta y un años -, sin que su genio poético hubiese llegado a madurar plenamente. A pesar de que, aún en vida, algunas de sus composiciones fueron muy populares, publicó poco, y la primera edición de su obra poética, parcial y adulterada, es póstuma, de 1908 (realizada en Barcelona, con un prólogo fervoroso de su gran admirador Miguel de Unamuno).
Su producción poética conservada, no abundante, ha venido a quedar agrupada en tres núcleos muy distintivos: "El libro de versos", lo más granado de esa producción - el mejor Silva - , que él mismo ordenó y tituló; "Gotas amargas", conjunto que parece tenía destinado a mantener siempre inédito; y "Versos varios", miscelánea del resto de su obra. Entre las diferentes opciones estéticas que convergen y se entrecruzan en el período modernista, este poeta colombiano apenas aparece tocado por el parnasianismo y aún menos por el preciosismo exterior que tanto proliferó en los comienzos de la década del 1890. Por el contrario, su temperamento poético y sus lecturas y preferencias fueron principalmente hacia Poe, Bécquer, Martí... Profesó un respeto sagrado al ejercicio de la poesía: para él, "el verso es vaso santo”, y hasta desplegó, en pareados alejandrinos de dicción e intencionalidad característicamente modernistas, una poética (de arte nervioso y nuevo) que resume la naturaleza novadora y sincrética de este modo de sensibilidad y expresividad, pero con claro énfasis en el ocultamiento y la sugestión propios del simbolismo.
Voy a dejar aquí uno de sus poemas más atractivos para mí, no digo con ello que sea el mejor. Lo leí en la primera adolescencia y ciertamente lo tengo algo mitificado”:
UNA NOCHE
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
Una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,
muda y pálida
como si un presentimiento de amarguras infinitas,
hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida
caminabas,
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
y tu sombra
fina y lángida
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban.
Y eran una
y eran una
y eran una sola sombra larga!
y eran una sola sombra larga!
y eran una sola sombra larga!
Esta noche
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro,
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo
por la senda caminaba,
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida
y el chillido
de las ranas,
sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortüorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
Era el frío de la nada...
Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola
¡iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de perfumes, de
[murmullos y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las
[noches de negruras y de lágrimas!...
José Asunción Silva
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