Aires de Libertad

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Maria Lua
Pedro Casas Serra
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    José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Pedro Casas Serra
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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 20.09.10 12:47

    La lectura de la obra de José María Fonollosa "Ciudad del hombre: New York" me impactó mucho. Creo que sigue la huella de Edgar Lee Masters en su obra "Antología de Spoon River". Describen la cruda realidad desde distintos puntos de vista (cada poema nos trae la voz de un personaje distinto), por eso su lectura no resulta placentera sino que en más de una ocasión nos producirá rechazo. Pero así de compleja es la realidad.  


    José María Fonollosa


    De Wikipedia, la enciclopedia libre (http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mar%C3%ADa_Fonollosa)


    José María Fonollosa (Barcelona, 8 de agosto de 1922 – 7 de octubre de 1991) fue un poeta español de posguerra. Se le considera un caso singular de poeta secreto en la literatura española (al estilo de Constantino Cavafis o Pessoa), ya que se mantuvo inédito durante más de cuarenta años, entre 1948 y 1990, periodo en que permaneció al margen de corrientes literarias y totalmente desconocido para crítica y público.

    Biografía

    Nació en 1922 en Can Tunis, Barcelona. Posteriormente, durante la adolescencia se trasladó al barrio de Poble Sec.

    Publicó su primer libro de poemas en 1945, todavía no cumplidos los 23 años. Se trata de La sombra de tu luz donde se aprecian influencias de poetas como Salinas, Guillén, Lorca y Alberti y, en general, del estilo y los temas de la generación del 27 de antes de la guerra. Las formas métricas son las utilizadas por los poetas del 27, como las canciones de arte menor de tipo tradicional, romances, sonetos e incluso décimas al estilo de Jorge Guillén. El tema es el amoroso, al modo intelectual y distanciado del 27. No se aprecia sin embargo influencia alguna de las vanguardias o del surrealismo, en boga en la época de preguerra en que escriben los del 27.

    Dos años más tarde, en 1948, aparecen los cinco poemas de Umbral del silencio. Renuncia al arte menor y, en su lugar, aparece el verso alejandrino y, especialmente, la estrofa de cuatro versos endecasílabos sin rima. Aunque los temas siguen siendo deudores del 27, aparecen preocupaciones religiosas, propias de la época, que quedarán diluidas en sus composiciones posteriores por un tono amoral y escéptico. En 1951 en colaboración con Alfredo Papo publica Blues y cantos espirituales negros. Aquí finaliza el periodo de aprendizaje del poeta y, de hecho, aquí acaba su obra publicada hasta que en 1990 Pere Gimferrer le rescate para el público lector, al editar Ciudad del hombre: Nueva York, y Joan Manuel Serrat (1992) y Albert Pla (Supone Fonollosa, 1995) lo den a conocer al gran público al poner música a algunos de sus poemas.

    Eso no significa ni mucho menos que dejase de escribir: en 1948 preparó un manuscrito titulado Los pies sobre la tierra, que nunca llego a imprimirse, pero que tiene gran importancia porque supone el inicio de Ciudad del hombre, un vasto ciclo poético que abarcaría cuatro décadas y que no se vio mermado en absoluto porque no llegase a imprenta. Trabajó paralelamente en otra trilogía poética abortada: Soledad del hombre, formada por Destrucción de la mañana, Los rezagados (algunos de cuyos poemas se reelaborarían para Ciudad del hombre) y Tú, cotidiana.

    En 1951 marcha a Cuba, donde permanecerá durante diez años. Tras su regreso a Barcelona en 1961 colaboró en la revista Poesía Española.

    En 1987, un encuentro casual con Pere Gimferrer en Barcelona dio lugar a su primera publicación, en 1990 y tras cuarenta años, de una antología de 97 poemas a la que tituló Ciudad del hombre: Nueva York, utilizando el callejero neoyorquino para titular los poemas. Fonollosa muere el 7 de octubre de 1991 en Barcelona. Sobre su mesa, junto a varios borradores y un esbozo de testamento a lápiz, se encontró el siguiente poema:

    No a la transmigración en otra especie.
    No a la post vida, ni en cielo ni en infierno.
    No a que me absorba cualquier divinidad.
    No a un más allá, ni aun siendo el paraíso
    reservado a islamitas, con beldades
    que un libro garantiza siempre vírgenes.
    Porque esos son los juegos para ingenuos
    en que mi agnosticismo nunca apuesta.
    Mi envite es al no ser. A lo seguro.
    Rechaza otro existir, tras consumida
    mi ración de este guiso indigerible.
    Otra vez, no. Una vez ya es demasiado.

    En 1993, dos años después del fallecimiento del autor, una pequeña editorial barcelonesa publicó 14 poemas inéditos con el título Ciudad del hombre: Barcelona, donde son las calles de la capital catalana las que ahora dan título a los textos. En 1996 otra editorial publicó con el mismo título esos 14 poemas junto con otros 68 inéditos y que incluye el famoso testamento-manifiesto citado más arriba («No a la transmigración en otra especie») a quien prestó su voz rota Robe Iniesta. Un año más tarde se publicaría póstumamente Poetas en la noche, crónica novelada en la que refleja el mundo de la lírica contemporanea.

    Obras

    La sombra de tu luz (1945)
    Umbral del silencio (1947)
    Blues y cantos espirituales negros (1951)
    Ciudad del hombre: Nueva York (Sirmio, Barcelona, 1990). Prólogo de Pere Gimferrer.
    Ciudad del hombre: Barcelona (Bauma, Cuadernos de Poesía, Barcelona, 1993).
    Ciudad del hombre: Barcelona (DVD ediciones, Barcelona, 1996). Prólogo de José Ángel Cilleruelo.
    Poetas en la noche (Quaderns Crema, Barcelona, 1997)
    Ciudad del hombre: Nueva York (Ediciones El Acantilado, 2000).
    Destrucción de la mañana (DVD ediciones, Barcelona, 2001). Prólogo y edición de José Ángel Cilleruelo.

    Para más información

    Nicolás, César (2001). «Fonollosa o la ruptura de lo esperado». Ínsula: Revista de letras y ciencias humanas (649-650, págs 42-44). ISSN 0020-4536.
    Cilleruelo, José Ángel (1999). «José María Fonollosa: Poeta de la ciudad». Quimera: Revista de literatura (177, págs 14-17). ISSN 0211-3325.
    Cilleruelo, José Ángel (1996). «José María Fonollosa: Barcelona, La Habana, Nueva York». Clarín: Revista de nueva literatura (Año nº 1, nº 6, págs 15-18). ISSN 1136-1182.
    Cercas, Javier (1998). «La pureza del mal», Una buena temporada, págs 84-92, Badajoz: Junta de Extremadura, La Gaveta.



    CIUDAD DEL HOMBRE, NEW YORK (selección)


    (Sacado de: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    HELLO, NEW YORK

    No hay nada bueno en ti. Por eso te amo.


    WATER STREET

    El mundo nos resulta ajeno, inhóspito.
    Debiera ser destruido por completo.
    Construir un mundo nuevo sin sus ruinas.
    Y estrenar una vida diferente.
    Pero al pasar el tiempo el nuevo mundo
    tampoco hallarán propio nuevos hombres..
    También ellos querrán un mundo nuevo.
    Mejor fuera destruirlo y no hacer otro.


    WHITEHALL STREET

    Yo le tenía miedo. No sabía
    que un delgado cuchillo entra en la carne
    sin despertar la piel. Como entra el frío.
    Como una piedra agujerea el agua.
    Pensaba que su grito subiría,
    como una lagartija, por mi brazo,
    haciendo que soltara mi cuchillo.
    ¿Qué debe uno decir en estos casos?
    Pensaba que en sus ojos hallaría
    la sonrisa cansada de la noche.
    Aquella que yo solo causaba. Antes.
    Pero no hubo mirada ni hubo grito.
    Un delgado cuchillo entra en la carne
    sin despertar la piel. Como entra el frío.
    Y sabe hallar la vida allí escondida
    con rápido sigilo. Sin esfuerzo.
    No hubo mirada, no. Tampoco grito.
    Fue muy fácil. Tan fácil que aún me asombro.
    No llego a comprender por qué hay quien teme
    matar, cuando resulta algo tan fácil.


    BEAVER STREET

    Para lucirla por la calle, hermosa.
    Y para convivir, la razonable
    belleza que Lucrecio aconsejaba.
    Pero para la cama más bien fea.
    La hermosa y casi hermosa se te tienden
    en el lecho y esperan muy seguras
    el rápido homenaje que merecen.
    Mas son algo pasivas. Y con límites.
    La chica más bien fea, sin embargo,
    agradece el haber sido elegida
    entre otras de más bellas. Participa
    con mayor entusiasmo en el amor.
    La oscuridad ambiente la sitúa
    en plano de igualdad ante la estética.
    Y un ciego guía a un ciego, mas los dos
    -los cuerpos- hallan juntos sus caminos.
    Y deja hacer y accede de buen grado
    a cuanto la requiera aquel momento.
    Para pasarlo bien en una cama
    escoged una chica más bien fea.


    WILLIAM STREET

    Las mujeres que quiero van con otros.
    Cuando pasan prendidas de otros brazos
    miro a la que se apoya en mí y compruebo
    que yo me he equivocado de mujer.
    La gracia enrojecida de una risa,
    el rumor tembloroso de un silencio,
    la mirada furtiva que nos dice
    que está la dicha allí, en aquellos ojos...
    Esas cosas descubro sólo en otras.
    Yo sé que lo que anhelo no anda lejos:
    veo como ellas pasan de otros brazos.
    Y trato de encontrarlo, incluso en ellas.
    Mas siempre me equivoco de mujer.
    Las mujeres que quiero van con otros.


    WORTH STREET

    Un hombre muerto es nada. Sólo un bulto
    pequeño, ahí tirado sobre el suelo.
    Su incómoda postura en la calzada,
    molesta de aquel peso tan inmóvil,
    más bien causa aversión que no respeto.
    No hay grandeza en la muerte de esos hombres
    que mueren, o los matan, en la calle.


    PARK STREET

    Ama a quien quieras con el corazón,
    pero ámame, a mí solo, con tu cuerpo.
    Nadie ama solamente un corazón:
    un corazón no sirve sin un cuerpo.


    DOYERS STREET

    No vendrá. De verdad. No vendrá nunca.
    Mi cuarto es muy modesto para el éxito.
    Ni hallaría la casa tan siquiera.
    Mi cuarto es muy austero para amigos.
    Nadie viene a reunirse entre estos muros.
    Mi cuarto es también frío y muy pequeño.
    ¿Cómo cobijar, pues, un gran amor?
    No es lógico esperar. No vendrá nunca
    un éxito, un amigo, un gran amor.
    Debiera de una vez cerrar la puerta.


    CHATHAM SQUARE

    He estado en muchos sitios. Todos ellos
    guardaban algo malo para mí,
    como guarda la nube su relámpago.
    Pasé por las ciudades. Por los pueblos.
    Por casas que crecían junto al trigo.
    Ninguna voz sin daño me detuvo.
    Así me acostumbré a caminar solo
    y odiar a los que encuentro en torno mío.
    El whisky únicamente ahora es mi amigo.


    ELDRIDGE STREET

    Todos tienen derecho a usarla. Todos.
    La lluvia no mojó sólo una calle
    ni el sol nunca salió para uno solo.
    La mujer es para eso, paraíso,
    para uso de los hombres. Campo abierto.
    Es fácil de entender. Es bien común.
    Es la hembra de la especie. La de todos.
    Y ha de entregarse a aquel que la apetezca.
    Por eso va cambiando de un hombre a otro.
    Esa es su utilidad como mujer.
    Por tanto, aunque te tome por la fuerza,
    es mi derecho usar lo que es de todos.


    BOWERY STREET

    Mi placer te creó. Cuando naciste
    te destiné ya un hombre. El apropiado
    para que él y tú fuerais muy felices.
    Modelé tu figura como un barro
    precioso, tiernamente, con esmero.
    Y forjé tus costumbres con cuidado
    artesanal, aislándote del medio.
    Vigilé cada día tu sonrisa.
    Te enseñé a sonreírme dulcemente.
    Y aprendiste muy bien. Te felicito.
    Nos hemos merecido ambos el premio.
    El premio es este goce tuyo y mío.
    El placer que me das, yo lo sentía
    cuando estaba, en tu madre, elaborándote.


    ELISABETH STREET

    Hoy me ha dicho mi madre: «Ya he tenido
    en mis brazos los hijos de mis hijas.
    Quizás un día alcance a ver los tuyos».
    Yo no la he contestado. No acostumbro
    a hacerlo. Rara vez. Sigo comiendo
    mientras leo un periódico cualquiera.
    Pero ella no se queja. No se queja
    de mi duro silencio. Envejecida
    queda ante mí, distante, humildemente.
    Y ella debe haber sido, de mi vida,
    el centro importantísimo en mi infancia.
    Ahora es un casi olvido de la muerte.
    Cual si estuviera muerta su presencia.
    Yo no le digo nada. Me molesta
    que esté pendiente siempre de mis actos,
    con afán de ayudarme, de serme útil.
    Me siente desdichado. Y piensa, acaso,
    darme una solución. Dice, por eso:
    «Quizás un día alcance a ver tus hijos».
    Sin haber terminado de cenar
    he salido de casa. Tengo que huir
    de mi entorno, de mí. Ser yo, distinto.
    No es fácil escapar de lo que es uno.
    A veces se consigue, por un tiempo,
    con un libro. O el cine. O la bebida.
    Miro la cartelera de espectáculos.


    KENNAMORE STREET

    Yo quiero que tú sufras lo que sufro:
    aprenderé a rezar para lograrlo.
    Yo quiero que te sientas tan inútil
    como un vaso sin whisky entre las manos;
    que sientas en el pecho el corazón
    como si fuera el de otro y te doliese.
    Yo quiero que te asomes a cada hora
    como un preso aferrado a su ventana
    y que sean las piedras de la calle
    el único paisaje de tus ojos.
    Yo deseo tu muerte donde estés.
    Aprenderé a rezar para lograrlo.


    MULBERRY STREET

    Dicen que arrodillarse es humillante.
    Que es esta posición la del vencido,
    del sumiso, del vil, del que renuncia
    a la última esperanza de salvarse.
    Que estar arrodillado en una calle,
    en un templo o salón, afrenta incluso
    a aquel que lo contempla y no lo impide.
    Como afrenta una bomba que no estalla
    a quien confiaba actuara su explosivo.
    Sí. Es innoble actitud arrodillarse
    delante de otro ser, cuando el sujeto
    es pasivo. Mas no si éste es activo.
    Porque hay una excepción en que es victoria,
    gozo y satisfacción esta postura:
    cuando el sexo la exige ansiosamente.
    Entonces es divino arrodillarse.


    SPRING STREET

    No me vengan con cuentos. Que la vida
    es algo espiritual y, por lo tanto,
    superiores los bienes del espíritu.
    Que el ser útil, cuidar a los enfermos,
    el teatro, la pintura, libros, música,
    los deportes, el cine, el gran dinero...
    al ánimo lo colman las delicias.
    No me expliquen historias infantiles.
    El deleite supremo es el orgasmo.
    Lo demás son tan sólo leves signos,
    pobres insinuaciones del placer
    que uno obtiene acostándose con chicas
    y eyaculando en ellas como un dios.
    Para otros esos gustos secundarios.
    Para mí el goce intenso: la mujer.


    CLEVELAND PLACE

    Sé que por fin has vuelto a la ciudad
    en un suntuoso coche de gran lujo..
    La gente pensó en mí. Yo la maldigo.
    El coche se detuvo ante tu casa,
    pero tú no bajaste, no. Vino alguien
    a buscarme, mas yo no quise verte.
    El coche iba despacio por la calle
    dejando tu recuerdo en cada puerta.
    Tu cuerpo lo dejó en el cementerio.
    Tu madre me miró. Yo la maldije.
    Has vuelto a la ciudad porque estás muerta.
    Pero yo iré a escupir sobre tu nombre.


    LAFAYETTE STREET

    Esta es la mujer mía. Pueden verla,
    no tengan pena, de perfil, de frente.
    Pueden acariciarla con los ojos.
    Está desnuda bajo su vestido.
    Es hermosa, ¿verdad? Todos lo dicen.
    Ella también lo sabe. Es muy hermosa.
    Mírenla de perfil, de frente. Desde
    la uña del pie al cabello es muy hermosa.
    Hasta los automóviles más caros
    frenan para admirarla cuando pasa.
    Vean a las demás. Se han vuelto feas
    cuando ha entrado en el bar ella conmigo.
    Y nada le pregunta a la cerveza
    para hacer maravillas en la cama.
    Esta es la mujer mía. No, no hay otra
    tan completa cual ella. Es una lástima
    que no encuentren ustedes otra igual.
    Pueden acariciarla con los ojos.


    MERCER STREET

    Yo sé que a ti te gusta aunque lo niegues.
    Lo sabemos los dos. Tú te complaces
    sumisa obedeciendo mi deseo.
    Aparentas desgana, mas te agrada.
    Quiere ser dominada la mujer.
    Le gusta ser forzada. Opone siempre,
    aun débil, resistencia a ser amada.
    Le place ser tomada por la fuerza.
    Como agrada al asfalto en la autopista
    que lo recorran coches de potencia.
    Uno puede escoger cualquier muchacha.
    Disputarla, quitársela incluso a otro.
    Ella sigue contenta al que la gane,
    aunque lo disimule adusta y seria.
    No le importa quien venza. Pertenece,
    lo sabe, al que es más fuerte. Es al que admira.
    Siempre niega al principio. Luego accede.
    Y dócil se acostumbra a cualquier hombre.


    WOOSTER STREET

    No reparaste en mí, sino en los otros
    cuando nos conocimos. Me miraste
    fríamente, indiferente y enseguida
    conversaste animada con los otros.
    Las casas no conocen la piqueta
    que roerá sus cimientos algún día.
    Ni conoce la lluvia el sitio exacto
    en que caerá, agarrada a su alta nube.
    Te adulé largamente y fui paciente.
    Fui ingenioso contigo. Fui agradable.
    Soporté tus caprichos y desprecios
    sin dejar de halagarte tenazmente.
    Y un día descubriste que tu nombre
    sabía dulcemente si mi boca
    lo ponía en tus labios. Aquel día
    dejaste de ocuparte de los otros.
    Yo no reparo en ti, sino en las otras
    desde que tú me quieres. Y te miro
    fríamente, indiferente y enseguida
    animado converso con las otras.


    PRINCE STREET

    Debiera liberarse la mujer
    de la opresión en que la tiene el hombre.
    Bien es verdad que algunas son verdugos
    que sin piedad castigan a sus machos.
    Mas, por lo general, es la oprimida.
    No cuenta como igual individualmente.
    Se la ha apartado a un lado y asignado
    las funciones higiénicas más bajas:
    es cubo de basura de los hombres.
    Resulta incomprensible su obediencia
    a unas normas injustas desde siglos.
    Parece resignada o adaptada,
    incluso unas contentas, a estar presa
    de algún dictadorzuelo cruel e imbécil
    que la veja y le exige una sonrisa.
    Sus razones, supongo, habrá tenido.
    O, acaso, ha sido un simple experimento
    ese dejar hacer. Mas comprobado
    de manera exhaustiva que los hombres
    no logran resolver la convivencia,
    debiera liberarse la mujer.
    Y asumir, ella, el mando de la especie.
    Nosotros ya tuvimos nuestro tiempo
    y hay que reconocer que fracasamos.


    WEST BROADWAY

    Puede hacerlo cualquiera. Comprobado.
    Si en ti hay la aberración, rara e inútil,
    de querer ser un nombre que trascienda,
    no estudies ni te esfuerces. Simplemente
    aprende a manejar una pistola.
    Y piensa en esas rémoras que viajan,
    sin billete, montadas en ballenas.
    Tómate un whisky doble en un pub caro
    y examina la lista de importantes.
    Elige el personaje destacado
    con el que desearías asociarte
    y compartir su gloria en el recuerdo.
    Y usa acertadamente esa pistola.
    El sistema funciona desde Eróstrato.


    WEST HOUSTON STREET

    No sé qué es lo que ocurre. Los mayores
    como a un igual me tratan y los jóvenes
    me miran desconfiados, como si algo
    les hiciera de golpe distanciarse.
    Me siento como el viento al penetrar
    en alguna mansión desconocida.
    Me observo en el espejo y veo un rostro
    idéntico al que he hallado tantos años.
    No creo haber variado de maneras
    que, mejores o peores, son las mismas.
    No me explico este cambio repentino.
    No entiendo a los demás. Pero algo pasa.


    AVENUE OF THE AMERICAS

    Podemos elegir entre estar juntos
    y hacernos mutuamente desgraciados.
    O separarnos ahora y ser también
    cada uno por su lado desgraciados.


    BEDFORD STREET

    Ella me dio el cuchillo y dijo: «Clávalo
    en el segundo espacio intercostal».
    «¿Cuál es?», le pregunté. Se abrió la blusa
    y señaló, risueña, un punto: «Aquí».
    Algo debía de haber en aquel viaje
    que lo hizo diferente. Más intenso.
    Se veían más cosas. Ascendíamos
    a inéditos sonidos y colores.
    No había confusión. Hasta el detalle
    más ínfimo nos era comprensible.
    Sugerí: «¿Por qué no con barbitúricos?»
    «Es lento», me objetó. «Ya lo he probado.
    Y el lavado de estómago es horrible.
    Como un trauma mental, pero en lo físico»
    Sustituí su dedo por el mío
    y apoyé allí el cuchillo suavemente.
    Y lo empujé de súbito. No fuera
    que cambiara de idea si iba lento.


    SULLIVAN STREET

    Tener hijos es cosa de mediocres,
    ineptos sensualmente, analfabetos
    sexuales o de gente irresponsable.
    O es un pobre y mezquino agarradero
    para dejar constancia de su paso
    por el tiempo de la vida. A través de otros.
    La adopción de este medio deshonesto
    delata su estulticia y su ignorancia.
    Pues un vidrio no puede ser el sol
    por sólo reflejarlo algún momento.
    El hijo de verdad que dignifica
    nuestro paso en la vida por el tiempo,
    es la obra personal, la de cada uno,
    sin vientre, ni pulmones, ni miradas
    de odio a quien le ha traído a la existencia.
    Es la obra de la mente que se yergue
    desafiando políticas y edades.
    Y uno perdura en ella por los siglos.


    WAVERLY PLACE

    Hacemos el amor de una manera
    imperfecta, mezquina y temerosa.
    Nunca profundizamos. Nos quedamos
    en la simple epidermis del instinto.
    Y el placer obtenido se nos mezcla
    con una sensación de desagrado.
    Porque ponemos bridas al amor.
    Levantamos barreras y frenamos
    al llegar al umbral del punto límite.
    Nunca lo trasponemos por cobardes.
    Nos asusta ese paso hacia adelante.
    Y miramos, cansados, al amor
    entero, irrealizado, sobre el lecho.
    Descontentos por no alcanzar la meta.
    Como incendiar un bosque y que una lluvia
    imprevista lo apague al poco rato.
    Hacemos el amor como si fuera
    un rito y por lo tanto usamos símbolos.
    Sabemos el sentido de los gestos
    y acciones que efectuamos al amarnos.
    Morder y devorar, hender, herir...
    Y gritos o gemidos alumbrándose.
    Su significación es evidente.
    Pero nos causa miedo. Y nos frustramos.
    Habría que pasar de la parodia
    al hecho y realizarnos plenamente.


    WEST 10TH STREET

    La esperé mucho tiempo. No sé cuánto.
    No conté el sol, ni el viento, ni la nieve.
    No contaba los días. Eran largos.
    Supe que volvería. Y la esperé
    para echarla de casa como a un perro.
    Ahora la olvida todo. Yo, no puedo.


    GREENWICH AVENUE

    Estoy muy satisfecho de mí mismo.
    Yo era un ser seco, huraño y solitario
    que envidiaba a los otros su alegría.
    Pero rectifiqué. Me costó mucho
    adquirir compañía y cara alegre.
    Y así he gustado aquellos dulces bienes
    que envidiaba a los otros: amistad,
    mujer, hijos y el éxito en los negocios.
    Uno llega a obtener lo que desea
    si de veras se esfuerza en conseguirlo.
    La insistencia es la clave del acierto.
    La piedra que se encima persistente
    sobre sus compañeras de sendero,
    logrará que tropiece alguien en ella.
    Estoy muy satisfecho de mí mismo
    pues sé rectificar. Y comprobado
    que amigos, mujer, hijos y negocios
    siempre me molestaban y agobiaban,
    los dejé sin aviso y sin reparos.
    Y he vuelto con alivio a mi yo joven,
    a mi ser seco, huraño y solitario.
    Y estoy muy satisfecho de mí mismo.


    AVENUE OF THE AMERICAS

    Que con ella no iría más le dije.
    (Ella anduvo a mi lado hasta mi cuarto.)
    Que no la abrazaría más le dije.
    (Ella puso mis brazos a su espalda.)
    Que no la escucharía más le dije.
    (Sus palabras vertía ella en mi boca.)
    Que no haría el amor a ella le dije.
    Y ahora está descansando sobre mi hombro.


    WEST 32ND STREET

    No quiso comprender que había acabado.
    Se cansa hasta la rosa de ser rosa.
    Se cansa la botella de su vino.
    Esperaba en la calle cada noche
    que saliese al balcón y la llamase.
    Entonces traje a casa otra mujer.
    La sacaron del río un mediodía
    cuando el sol sudoroso caminaba
    pegándose a la sombra de las casas.
    Tumbado en la colina vi su entierro.
    Y me sentí tan leve y descansado
    como esa nube ociosa de la tarde.


    GRACELY SQUARE

    Es un hermoso cuerpo ese que viene
    hacia mí. Se detiene. Y me sonríe.
    Qué bella esa sonrisa roja y húmeda
    que se abre, como un sexo a mí ofrecido,
    para preguntar algo que no entiendo.
    Miro sus ojos claros. Pienso, mientras,
    que su maravilloso cuerpo late
    junto a mí. Están sus senos cercanísimos
    a mi pecho y el vello en su entrepierna.
    Se apretará, oprimido por las bragas,
    que adivino adorables y minúsculas.
    Y como un ruiseñor sonidos dulces
    gorjea su garganta a mis oídos.
    Ese increíble cuerpo habla conmigo.
    Le respondo: «No sé». Se aparta el cuerpo
    y veo que se alejan las caderas.
    más perfectas de todo el universo.
    He aprender inglés. Ahorita mismo.


    WEST 33RD STREET

    La pareja perfecta es uno solo
    haciéndose el amor. Ninguna chica
    conoce el cuerpo mío cual yo mismo
    y, por tanto, es más sabia mi destreza.
    Qué suave recorrido placentero
    por las zonas sensibles de mi físico.
    Qué mano que no es mía ni es ajena
    sino que es tacto, roce, soplo angélico.
    Qué en su justo momento el adentrarme
    en la medida exacta de mis límites.
    Anchura o estrechez, cuanto me plazca,
    consigo en el instante apetecido.
    Qué variación inmensa obtengo estando
    conmigo mismo, amando incluso a aquellas
    que niéganme el contacto. A todas cuantas
    me venga en gana entonces disfrutarlas.
    La pareja perfecta es uno a solas
    haciéndose el amor. En ambos sexos.
    Resulta incomprensible esa obsesión
    que nos lleva al amor en compañía.


    FIFTH AVENUE

    Ese sentirse solo a la salida
    del trabajo, del cine, al ir a casa...
    Saber que nadie espera que uno llegue
    para alegrarse al verle o rechazarle,
    hace enemiga calle la desierta
    e inhóspita la calle más poblada.
    Los amigos... Me cuentan sus problemas
    y se marchan aprisa. Y uno queda,
    de nuevo, otra vez, solo y debe, siempre,
    replegarse en su yo y su aburrimiento.
    Qué vacío descubre uno en sí mismo
    cuando uno mismo busca su yo interno.
    Qué ser desagradable se contempla
    cuando su propio ser uno examina.
    Y aquí, entre tanta gente, en la ciudad,
    siente uno que no importa nada a nadie.


    HERALD SQUARE

    El mundo lo gobierna la mujer
    con un radar inútil y vibraciones
    y mandos a distancia algunas veces.
    Como controla el sol a los planetas
    para que no se escapen de sus órbitas.
    Con un mínimo esfuerzo por su parte.
    Le basta permitir que un corto rato
    ocupe su incisión un pedacito
    de carne apasionada de los hombres.


    WEST 35TH STREET

    ¿Por qué sigo empeñado en encontrar
    la mujer que imagina uno en su mente?
    Y, además, ¿es que existe esa mujer?
    Muchos ya descubrieron al principio
    que esa mujer no existe. Al darse cuenta
    buscaron al azar una cercana.
    Renunciaron al sueño y se adaptaron
    a una pequeña dicha y su tristeza.
    La vida no da más, seguramente.


    FIFTH AVENUE

    Me niego a hacer sonetos. Su estructura
    -dos anchos ataúdes de cuartetos
    y otros dos más delgados de tercetos-
    los muestra adustos, serios de figura.
    O semejan barrotes de una dura
    prisión de endecasílabos sujetos
    por rimas consonantes; obsoletos
    modelos del rigor. ¿Poesía pura?
    Mayormente son versos preparados
    a medida del molde y presentados
    con un burdo remedo de la música.
    Abjuro de sonetos donde sobra
    o falta espacio para expresar la obra
    en su justa extensión, la exacta, la única.


    WEST 42ND STREET

    Las mujeres, comida, porros, coches
    y honores se consiguen con dinero.
    El dinero es, por tanto, lo importante.
    Lo que hay que conseguir de inmediato. Ahora.
    No voy a ser como esos que recogen
    pedacitos de dicha poco a poco
    y al cabo de los años han reunido
    un mísero caudal. Yo lo quiero ahora.
    De una vez. Mi ración entera, aprisa,
    para ya consumirla y disfrutarla.
    Mariscos, coches rápidos, botellas
    de whisky y bellas chicas para mí. Ahora.
    El porvenir -mañana- es la esperanza
    del fracasado de hoy. Yo triunfaré ahora.
    No me preguntéis cómo. No me importa
    el cómo sino el cuándo. Y cuándo es ahora.


    TIMES SQUARE I

    Me encanta transcurrir por las calles
    pobladas de muchachas que, a mi paso,
    «Rubio», «Cielo», «Tesoro», «Ven aquí»,
    susurran. Es magnífico el paisaje.
    Ni me hablen de los valles ecológicos.
    Es como disponer de un gran serrallo
    y elegir la que uno halla apetecible
    para un rato. Y después escoger otras
    si uno quiere y si tiene nuevas ganas.
    Y todo por un precio razonable.
    Qué acierto es ese oficio inestimable
    de la prostitución. Todas las partes
    involucradas sienten, satisfechas,
    que han dado menos de lo recibido.
    Debiera promoverse más su práctica.


    TIMES SQUARE II

    Contemplo como salen del local
    parejas enlazadas de las manos.
    Cuánta mujer hermosa en todas partes.
    El vestíbulo exhibe con orgullo
    su muestrario de chicas estupendas.
    Un amigo a mi lado me saluda.
    Me comenta: «Qué film más aburrido.
    Las historias de amor son soporíferas».
    Yo asiento. Y admirados vigilamos
    a una mujer preciosa. Acompañada.
    Observo cómo mira ávidamente
    las muchachas que surgen de la sala
    como los coches surgen de un garaje
    ostentando sus líneas sugestivas.
    Como las miro yo seguramente.
    También él siente el tedio. Ambos quisiéramos
    un amor, un hogar de esos que vemos
    en el cine y decimos nos aburren.
    No igual a aquel que tienen los amigos
    que en su gran mayoría se han casado.
    Ante una moto grande y esplendente,
    como un bello caballo de fuel puro,
    nos paramos: «¿Te dejo en algún sitio?»,
    precavido pregunta. Yo no acepto.
    Buscaré a alguna chica por el Village.


    TIMES SQUARE III

    Pobre muchacha hermosa que deprisa
    hacia mí vienes al cruzar la calle
    y pasas por mi lado, sin saber
    que yo soy la razón de tu existencia.
    Ni siquiera me ves. Y te sonrío.
    Admiro tu cabello, culo y piernas.
    Estás buena. Te haría muy dichosa.
    Pero tú te lo pierdes con tu prisa.
    Pobre muchacha hermosa apresurada.


    TIMES SQUARE IV

    No me reconocéis. Y sin embargo
    soy uno de vosotros. Ese mismo.


    BROADWAY

    El amor es un juego apasionante
    y el mejor sustituto del amor.
    De aquel amor inmenso, el amor único,
    que uno halla varias veces por el tiempo.
    El recíproco amor es lo más bello.
    Lo sabemos los dos. Pero es muy grande
    el vacío que se abre entre el amor
    que se ha ido y el amor que aún no ha llegado.
    ¿Por qué llenarlo, pues, con la tristeza
    si es posible colmarlo de sonrisas?
    Si se ha ocultado el sol pueden los faros
    del coche iluminar la carretera.
    Mientras llega otro amor buscando el nuestro
    juguemos, sólo juego, a enamorarnos.
    Juguemos a querernos, sin querernos,
    hasta el día en que alguno de los dos
    vuelva a sentir amor por cualquier otro.
    El amor es hermoso aun como juego.


    ROCKEFELLER PLAZA

    Me gusta contemplar las jovencitas.
    De las generaciones del amor
    son la última remesa que nos llega.
    Me complace observar su audacia tímida.
    Son nuevas promociones impacientes
    para llegar a tiempo hasta mi tiempo.
    Tal vez alguna alegre muchachita
    de esas cuatro que buscan la parada
    del autobús y ríen naderías
    suspire entrecortada entre mis brazos
    dentro de pocos años, ya hecha, entonces,
    hermosa juventud su adolescencia.
    Casi siento en mis brazos su latido.
    Lo bueno de ser hombre es que el amor
    -la mujer-, si uno quiere, siempre es joven.


    FIFTH AVENUE

    Me he puesto una sonrisa. Todo es bello.


    AVENUE OF THE AMERICAS

    No estoy bien preparado todavía.
    Eduación, familia y religión
    son unos callejones sin salida.
    Cuesta un enorme esfuerzo escapar de ellos
    para llegar al campo libre y fértil.
    Más que el entrenamiento ha resultado
    duro cambiar la piel a esa palabra
    que justifica el acto, lo hace heroico
    y hasta lo dignifica: Ejecución.
    Tenía mal aspecto su semántica.
    Pero también se vencen los vocablos.
    Y hace unos cuantos días, en mi tierra,
    sin mostrar emoción exteriormente,
    he sido ejecutor de una sentencia.
    La piedra en la cual he intervenido.
    La insoportable espera, el riesgo, el álgido
    momento en que aparece aquel que debe
    de inmediato morir y no lo sabe,
    no me causó ningún remordimiento.
    Antes bien, al contrario, me ha gustado.
    Que no estoy preparado eso demuestra.
    Aún hay en mí reflejos de un pasado
    en el que transgredir leyes y normas
    resultaba excitante sexualmente.
    He de reconocer que he eyaculado.


    CENTRAL PARK SOUTH

    Todo es acostumbrarse. El primer perro
    que uno acalla colgándolo de un árbol
    o enterrándolo vivo en algún hoyo,
    tal vez a alguien le cause una aprensión
    o le produzco un cierto escalofrío.
    Mas si sigue le llega a tomar gusto
    y amplía la experiencia a otras especies.
    Igual que el cazador que se ha habituado
    a vigilar las presas. Y a parar
    el veloz movimiento de la vida.
    Todo es acostumbrarse simplemente.
    Matar los animales no es un trauma
    para quien lo practica con frecuencia.
    Es el puro reflejo placentero
    de liquidar urgencias sin reparos.
    Y con seres humanos le es lo mismo.


    EAST 59TH STREET

    Un día la mujer se dará cuenta
    de que el hombre es adorno o mano de obra
    o un primario depósito de esperma.
    Que es ella la esencial para la especie.
    No sonriamos con sorna y picardía
    por sobrevalorarnos. Es clitórica.
    La deificación fálica es en ella
    hipocresía. Es mito varonil.
    Y el varón que lo impone es quien lo adora.
    Un día la mujer leerá la historia
    y sabrá quién es ella y quién el hombre.
    Relegará al varón a mano de obra
    y a su afición al sexo de los príapos.
    Y encuerará su real supremacía.
    La que hasta ahora ha ejercido ocultamente.


    MADISON AVENUE

    Hay que huir de la gente. Los amigos
    tienen palabras, gestos y miradas
    con una piedra dentro que hace daño.
    Hay que huir de la gente. La familia
    es la mano que aguanta la cabeza
    para que permanezca bajo el agua.
    Y el amor es tan sólo una palabra
    que una mujer nos pone entre los brazos.
    Al irse la mujer duele su nombre.
    Estar aislado es grato para el alma.
    Estar aislado es grato para el cuerpo.
    Morir es sólo aislarse un poco más.


    EAST 54TH STREET

    No me salvéis. Intento así perderme.


    EAST 52ND STREET

    Para hablar no te quiero. Tengo amigos
    para tratar de cosas que me inquietan
    y ahondar en las ideas que me importan.
    Y no nos condiciona nunca el sexo.
    Nos lo pasamos bien. Y «Adiós». Y «Hasta otra».
    Contigo es diferente. Lo que cuentas
    no me interesa nada en absoluto.
    Y he de escuchar, no obstante, atentamente
    y ocultar mi fastidio a tus palabras.
    Porque sino te niegas a mi amor.
    Y cuando a mí se ciñe tu figura
    grácil y delicada voy perdido.
    Pues al sentir tu cuerpo a mí abrazado
    nada tiene interés que tú no seas.
    Y yo ya no soy mío, sino tuyo.
    Y así debo evitar en nuestra charla
    lo trascendente; reír tus tontas gracias,
    acusarme de estar equivocado...
    Entonces sí que accedes a mi amor.
    De no mediar el sexo y ser tan bella
    te hallara aborrecible y despreciable.
    O serías perfecta si no hablaras.


    PARK AVENUE

    Me siento a gusto aquí, en esta ciudad.
    Estoy en plena selva. Un duro bosque
    de cemento con cuevas de ladrillos
    donde seres mezquinos y cobardes
    se esconden con sus bienes más apreciados.
    Mas yo con poco tengo suficiente.
    Y lo consigo pronto. Sobre todo
    en los días de frío en que con prisas
    los viandantes se centran en su abrigo.
    Van más desprevenidos por la noche.
    Y son presa más fácil para mi hambre
    de diversión, mujeres... De dinero.
    Basta solicitarlo y te lo entregan.
    Como su fruto suelta generoso
    el árbol a la mano que a él se tiende.
    No es difícil ganarse el jornal diario
    por la calle si es uno consecuente.
    Si un transeúnte se niega o lleva encima
    menos de lo que estimo indispensable
    le clavo la navaja en el estómago.


    EAST 51ST STREET

    Me miró cuando dije: «Sí, yo quiero»,
    y al volver de la iglesia entró en mi cama.
    Toda la ropa que ella poseía
    la puso con la mía en el armario.
    Todo lo nuestro estaba siempre junto.
    Dos meses nos sentamos a la mesa.
    Dos meses compartimos la almohada.
    Fue como vacaciones en el cielo.
    Mas sólo usa mi nombre lo que es mío:
    mi mujer, mi camisa, mi chaqueta...
    Aquello que he adquirido con mi esfuerzo.
    Lo supe a los dos meses. La maté.
    y nunca ha habido flores en su tumba.


    FIFTH AVENUE

    Cuando de algo me alejo más me acerco
    a ti, a quien aún no he hallado en mi camino.


    EAST 47TH STREET

    Nunca acaba esta noche. Nunca acaba.
    Ya pasa poca gente por la calle.
    Todos duermen, malditos, y descansan.
    Las ventanas, los párpados cerrados,
    reposan a su vez en las paredes.
    Sólo yo voy sin rumbo por la calle
    seguido por el ruido de mis pasos.
    Todo parece estar en paz, tranquilo,
    con la preocupación diaria arrojada
    a un rincón, como ropa que se ha usado.
    Y no acaba esta noche. Debería
    llegar en este instante el fin del mundo.


    EAST 42ND STREET

    Pienso dejarte un día. Quiero ver
    los campos de maíz cuando anochece,
    sentado allí en el porche de mi casa.
    Quiero ver nuevamente el rostro duro
    de mi madre, mirando secas nubes.
    Olvídate aquel día de que existo.
    Pienso dejar un día a las mujeres.
    Cuando la lluvia lave mi tristeza
    y no lleven mi nombre mis facciones.
    Una mujer comienza en las rodillas
    y termina en la boca. Me bastaba.
    Bastó para arrancarme del maizal.
    Pienso dejar un día a las mujeres
    y ser un forastero allí en mi hogar,
    viendo el maizal dormido junto al rancho.


    LEXINGTON AVENUE

    Si no puedes destruir a los demás
    destrúyete a ti mismo. No, no dejes
    que otros lo hagan por ti. Tiene la vida
    una meta tan sólo que es la muerte.
    Alcánzala primero que los otros.
    Morir es fácil. La naturaleza
    ha puesto mil razones en tu mente
    que invitan a la muerte a cada instante.
    Busca dentro de ti y las hallarás.
    Es la naturaleza sabia y buena.
    Quiere que te realices totalmente.
    Que obtengas tu valor óptimo al máximo.
    La plenitud del ser está en la muerte.


    UNITED NATIONS PLAZA

    Muchas veces sonrío complacido
    a mi cuerpo pletórico de aciertos.
    Tiene aspecto atrayente. Es un modelo
    de sobria perfección físicamente.
    Es un fuera de serie indiscutible.
    Un prototipo para un experimento
    cuyo exacto sentido se me escapa.
    Irradia seducción, fuerza... Es espléndido.
    A veces me deseo y me masturbo.
    He de reconocer que me entusiasma.
    Cuando pasen los años por mi lado
    él continuará siendo un arquetipo.
    Y hasta un día la muerte, enamorada
    de él, lo guardará incorrupto por el tiempo.
    Lo merece este cuerpo. Bello. Mío.


    Última edición por Pedro Casas Serra el 31.05.22 13:41, editado 2 veces
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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Maria Lua 20.09.10 19:46

    FIFTH AVENUE

    Me he puesto una sonrisa. Todo es bello.


    Impresionantes, muy fuertes
    los poemas de José María Fonollosa...
    Gracias, amigo Pedro por
    compartirlos!
    Volveré a leerlos...
    Un beso
    Maria Lua



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Gala Grosso 20.09.10 19:49

    PEDRO
    "Y aquí, entre tanta gente, en la ciudad,
    siente uno que no importa nada a nadie."

    -Jose María Fonollosa, Ciudad del hombre, NY-
    IMPECABLE TU POST
    Te felicito, amigo.
    Aplaudo de pie.
    Besitos
    Gala Grosso
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    Mensaje por Pedro Casas Serra 21.09.10 5:26

    Celebro que te hayan interesado, Maria.

    Un fuerte abrazo.
    Pedro
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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 21.09.10 5:27

    Gracias por tu interés, Gala.

    Un fuerte abrazo.
    Pedro
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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Carmen Parra 21.09.10 22:49

    Es muy tarde Pedro, he leido solo los dos primeros poemas, pero...me han encantado, seguirè visitandote
    Un abrazo
    Stella
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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 25.09.10 13:48

    Me alegro que te haya gustado lo que has leido, Stella, y espero que disfrutes del resto.

    Un fuerte abrazo.
    Pedro
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    Mensaje por Pedro Casas Serra 27.03.13 14:42

    Dejo cuatro poemas más de "Ciudad del hombre: Nueva York" de José María Fonollosa.

    Un abrazo.
    Pedro


    BEAVER STREET

    Para lucirla por la calle hermosa.
    Y para convivir, la razonable
    belleza que Lucrecio aconsejaba.
    Pero para la cama más bien fea.

    La hermosa y casi hermosa se te tienden
    en el lecho y esperan muy seguras
    el rápido homenaje que merecen.
    Mas son algo pasivas. Y con límites.

    La chica más bien fea, sin embargo,
    agradece el haber sido elegida
    entre otras de más bellas. Participa
    con mayor entusiamo en el amor.

    La oscuridad ambiente la sitúa
    en plano de igualdad ante la estética.
    Y un ciego guía a un ciego, mas los dos
    -los cuerpos- hallan juntos sus caminos.

    Y deja hacer y accede de buen grado
    a cualto la requiere aquel momento.
    Para pasarlo bien en una cama
    escoged una chica más bien fea.


    BROOME STREET

    El adjetivo "bueno" se utiliza
    para calificar a las personas
    y cosas que en principio me disgustan.

    El adjetivo "malo" se utiliza
    para calificar a las personas
    y cosas que en principio a mí me gustan.


    SUBWAY II

    Intentaba sonreír y me miraban
    queriéndome dar ánimo tus ojos.
    No hablabas. No podías, aunque a veces
    tus labios se movían sin palabras.

    Y entonces renunciabas al esfuerzo.
    Mas tu mano en la mía presionaba
    deseosa de expresar aquellas cosas
    que ya no volverías a decirme.

    "Me gustaría hacerte los espárragos
    que tanto te complacen. Ahora es tiempo.
    No creas que en el super estén caros.
    Hay muchas cosas buenas en la vida.

    Y la familia es como un sol pequeño
    que se tiene en la casa; la ilumina
    y la mantiene cálida en invierno.
    Mas temo que por fin he de dejarte.

    Pero no te preocupes. Algún día
    volveremos a estar de nuevo juntos.
    Es tan bueno estar juntos. Sí. Como ahora.
    Se está tan bien así... Mas todo acaba.

    Comprendo que ya es hora de marcharte.
    El trabajo... Lo sé. No importa. Luego,
    al regresar, me cuentas lo que hiciste.
    Te espero. no retornes hoy muy tarde.

    Me gustaría, ¿sabes?, otra vez
    volver a estar contigo otro ratito.
    No te demores mucho. Yo te espero".
    Pero te fue imposible esperar, madre.


    GRACELY SQUARE

    Es un hermoso cuerpo ese que viene
    hacia mí. Se detiene. Y me sonríe.

    Qué bella esa sonrisa roja y húmeda
    que se abre, como un sex a mí ofrecido,
    para preguntar algo que no entiendo.

    Miro sus ojos claros. Pienso, mientras,
    que su maravilloso cuerpo late
    junto a mí. Están sus senos cercanísimos
    a mi pecho y el vello en su entrepierna.

    Se apretará, oprimida por las bragas,
    que adivino adorables y minúsculas.
    Y como un ruiseñor sonidos dulces
    gorjea su garganta a mis oídos.

    Ese increíble cuerpo habla conmigo.
    Le respondo: "No sé". Se aparta el cuerpo
    y veo que se alejan las caderas

    más perfectas de todo el universo.
    He de aprender inglés. Ahorita mismo.

    ***


    .
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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Evangelina Valdez 27.03.13 16:37

    Pedro, como le has dado "movimiento" a este post, te sigo, solo esperaba que tú lo hicieras.
    ¡Cuántas "calles" interesantes! jaja.
    Gracias por compartir estos temas.
    Un abrazo, hermano.

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    -Avinguda del Marquès de l'Argentera-

    "Avinguda del Marqués de L'Argentera"

    Al verme se apartó de sus amigas
    y rodeando mi cuello con sus brazos
    les dijo alegremente: -«Quiero a este hombre».

    Los demás me miraron con envidia.
    Es muy linda en verdad y entró en mi cuarto.
    Llegué tarde al trabajo al otro día.

    Después no se movió ya de mi casa.
    Descubrí que son bellas las estrellas
    y me gustó algún tiempo. Pero pronto
    olvidé que hay estrellas en la noche.

    Ahora su amor me oprime como un peso.
    No puedo ya salir con mis amigos.
    No puedo ya sonreír a las muchachas.
    No puedo ni beber un solo trago.

    Es mala esta mujer. De verdad mala.
    Tan mala como linda. Si la dejo
    me matará, lo sé. Lo sé de veras.

    Mis amigos se ríen. Yo estoy triste
    pues no logro apartarla de mi lado.
    Ojalá no me amase o se muriese.



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    -Leroy Street-

    "LEROY STREET"

    Dirígete al Oeste, hasta que el Este
    sea el Oeste también, fin y principio

    Y entonces ve hacia el Norte, hasta que el Sur
    sea el Norte también, fin y principio.

    En su confluencia exacta tal vez halles
    qué significa el fin y qué el principio.

    Pero es mejor que apures tu cerveza
    sentado en una mesa con amigos.

    Y que otros se alucinen y extravíen
    persiguiendo ese fin o ese principio.

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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Simon Abadia 17.09.13 14:41

    Gracias Pedro, he pasado un rato muy agradable.
    Seguro que volveré porque me gusta.
    Abrazos
    Simon
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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 20.10.13 13:26

    Evangelina: Gracias por tu colaboración, generosa como siempre. Tengo entendido que el título original de la obra es "Ciudad del hombre: Nueva York". Como los poemas de la misma fueron sólo una selección hecha por el poeta Pere Gimferrer de los que le parecieron mejores, luego se publicó otro libro con el título "Ciudad del hombre: Barcelona"

    Simón: Celebro que te gusten los poemas de Fonollosa. Formalmente usa casi siempre el verso endecasílabo blanco, eso le ayuda a que su poesía adquiera un tono cercano a la prosa que se aviene con el tema de su obra, que él sacaba de las noticias de sucesos, de la prensa que leía mientras vivió en Nueva York. Su obra también está influida por su conocimiento de la obra del Marqués de Sade.

    Un abrazo.
    Pedro
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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 17.09.14 6:26

    .


    Os dejo la última obra de José María Fonollosa, “Destrucción de la mañana”, publicada en 2001, por DVD Ediciones, Barcelona, tras la muerte de Fonollosa que fue en 1991. Tenía que ser la primera parte de un libro sobre la soledad que incluiría dos partes más, pero la única que acabó fue esta primera dedicada a la soledad intelectual del hombre. Se trata de un solo poema-relato largo dividido en 42 poemas breves, que pueden tener vigencia por separado.

    Un abrazo.
    Pedro


    ….........................



    DESTRUCCIÓN DE LA MAÑANA

    A Pere Gimferrer


    1

    Y de pronto una voz, mirada, un gesto
    tropieza con mi idea de mí mismo
    y veo aparecer en el espejo
    a un ser inesperado, insospechado,
    que me mira con ojos que son míos.

    Ese desconocido que yo soy.
    Ese al que los demás se dirigían
    al dirigirse a mí,sin yo saberlo.
    Ese irreconocible ser inmóvil
    que inspeccionaba mis rasgos hoscamente.

    En vano apremio al otro, el verdadero,
    a aquel que unos segundos antes yo era.
    Sólo está frente a mí, con ceño adusto,
    ese desconocido inesperado
    que me mira con ojos que son míos.

    2

    Trato de dar con una explicación.
    -”Será un fugaz defecto de mi vista.
    O mi retina habrá atrapado al vuelo
    una imagen disforme, ahora atascada”.

    Y llamo a mis hermanas y a mi hermano.
    Mas me detengo al verlos silenciosos
    con aire interrogante. De repente
    no aparentan ser ellos los que busco.

    ¡No reconozco esas caras familiares!

    Ni esa expresión cansada, sondeadora,
    que se enfrenta conmigo, como un muro
    que se extraña que quieran traspasarlo.
    ¡No sé de esas facciones ya marchitas!

    Las capto con asombro. No hay recelo
    en sus ojos. Tal vez no se dan cuenta
    del cambio que han sufrido. O forman parte
    de una conspiración para encubrirlo.

    3

    Vuelvo a mi habitación desalentado.
    Todo se muestra igual más desconfío.
    Quedo en la oscuridad sin atreverme
    a volver a encarar al  que detenta
    el privativo espacio de mi cuerpo.

    ¡Ese con el que intentan suplantarme!
    Yo no quiero ese cuerpo ni por sombra.
    Exijo el cuerpo de antes, el que es mío,
    el que consta conmigo en los retratos.

    Este cuerpo no sirve. Cada día
    pondrá dificultades a mi mente.
    Me atará con tenaces ligaduras
    a su propio existir que desconozco.

    Corroerá el pensamiento, mis deseos
    y todo lo que soy lo echará a un lado
    para hacerme su esclavo. Y ya jamás
    seré quién soy, he sido, quién sería
    si me dieran más tiempo con mi cuerpo.

    4

    Si me dieran más tiempo con mi cuerpo,
    con el otro, el antiguo, el que era mío,
    iría apresurado a recoger
    todo aquello que me correspondía.

    Lo que debía ser mío estos años
    en que el lino elabora su blancura
    y el hombre se elabora de sus sueños.
    Lo que sentía mío aún siendo de otros.

    No puedo dirigirme ya a la cita
    donde esperan mis grandes ambiciones
    que las vaya a abrazar. Ya no es posible
    decirles: -”Aquí estoy”. Con este extraño.

    No reconocerían quién soy yo.
    Si me dieran más tiempo con mi cuerpo...
    Si mi cuerpo, el de ayer, me devolvieran
    todo cuanto yo ansío él me traería.

    5

    Salgo a la calle. Es noche. Exacta, idéntica
    a tantas otras noches. Caras jóvenes,
    tersas, ajadas, viejas... ¿Entre cuáles
    me clasificarán a mí esas caras?

    Me mezclo entre la gente avergonzado
    de la identidad falsa que conllevo.
    Temiendo que averigüen que un intruso,
    otro cuerpo, ahora ocupa el que era mío.

    No sé si disculparme de mi imagen.
    Advertirles: -”No soy este que miran”.
    Rebusco si distingo entre los otros
    un signo queme indique que soy yo,

    el de antes, todavía, el ser que muestro.
    Camino intimidado. Pero nadie
    se alarma si transito por su lado.
    Cual si fuera invisible a sus pupilas.


    (continuará)


    .


    Última edición por Pedro Casas Serra el 19.09.14 6:43, editado 1 vez


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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 18.09.14 4:46

    .


    (continuación de “Destrucción de la mañana”, obra publicada póstumamente de José María Fonollosa)



    6

    Ando con mi otro cuerpo por la calle.
    Me detengo un instante junto a un grupo.
    Unos muchachos jóvenes discuten
    con gestos impacientes. -”Que hagan sitio.
    No nos deben negar facilidades”.

    Asiento interiormente y me dan ganas
    de sumarme a sus voces. Les escucho.
    Son míos sus anhelos. Soy como ellos.
    Me siento entre los míos nuevamente.

    Como esa casa sola en un camino
    que al tener compañía de otras casas
    experimenta orgullo de ser pueblo.
    -”Debemos reclamar nos abran paso
    para así demostrar nuestra valía”.

    Con la sonrisa apruebo sus palabras.

    Mas noto que me escrutan hostilmente.
    Y entonces me doy cuenta que no soy
    sino lo que revela el yo fingido.
    Que mi sitio ha cambiado con mi aspecto.
    A mí también incluían sus palabras.

    Mas no sé qué ceder si nada guardo.
    Si a nada yo he accedido todavía.
    Si al igual que ellos grito a los mayores:
    -”Hacedme sitio, ineptos”. Pero en balde.

    No hay sitio para nadie en parte alguna.
    Apretujados todos maldecimos
    pidiendo amor, dinero y gloria a costa
    de quien sea y lo tenga. De regalo.
    O a cambio de qué sea. A cualquier precio.

    7

    Es la angustia, la angustia de existir.
    La angustia de pensar todos, cada uno,
    que en torno hay enemigos sólo y fuera
    del alcance de nuestras manos todo.

    Es una muda angustia la que fluye
    inagotable sobre las aceras.
    La que entra, desbordándose, en las casas
    e inunda los hogares de silencio.

    8

    Entro en un cine. Al fondo, la pantalla
    ilumina los sueños de la gente.
    Uno se aísla en héroe unos minutos.

    Uno vive en la vida que desea.
    Uno vive en azares, en amores,
    aventuras... Y vence todo obstáculo.
    Qué agradable es vivir de esa manera.

    Los personajes logran triunfo, amor...
    Todo resulta fácil y sencillo.
    Conmigo nada fue de esa manera.

    9

    Miro a mi alrededor. De la penumbra
    surgen enamorados que se besan.
    Otros siguen el film atentamente.

    ¿Será, quizá, el amor lo que han logrado?
    ¿O sólo una muchacha a quien besar
    como las que yo llevo algunas veces?

    Seguro que hay amor. Como el del cine,
    como aquel que palpita entre los libros
    o el que uno se imagina estando a solas.

    Mas yo no tuve suerte. O persistencia.
    No sé de un gran amor. Sí de pequeños.
    Únicamente rozo nuestras nimias.

    Breves, menudos cielos para el tacto,
    los sentidos. Tristeza que da al alma
    diminuto dolor. Amor pequeño.

    Sólo un amor minúsculo y no obstante
    me creo tan capaz de un amor grande,
    de ese amor que aparece en libros, cine...

    10

    No es posible que no haya una mujer
    igual que mi arquetipo. En las ciudades
    circulan por millares, por millones.

    Y mi única estará entre todas ellas.
    No es que sea un iluso. Lo que ocurre
    es que no di con ella todavía.

    Aún no la descubrí. Y el tiempo corre
    remolcando mi vida. No se espera
    a que acuda hasta mí la que pretendo.

    Y esa presura implica más conflictos.
    Veo emplazar barreras y abrir fosos
    en llanos que estimaba inalterables.


    (continuará)


    .


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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 19.09.14 4:53

    .


    (continuación de “Destrucción de la mañana”, obra publicada póstumamente de José María Fonollosa)


    11

    Y ha de ser cada día más difícil.
    Ya no se acercará a mí desde el alba.
    Su tierna adolescencia detendrían
    letreros de “Prohibido”, “No”, “Ya es tarde”.

    ¿De dónde llegará? Si en su figura
    deslumbra el mediodía, otros amores
    habrán puesto en su oído usados sueños.
    Y con cierta aprensión ambos tendríamos
    que perdonar minucias trascendentes.

    Cubrir con alegría la tristeza
    de no habernos hallado el uno al otro
    en la estación de amar, cuando se es joven.
    ¿y si nunca llegara yo a encontrarla?

    12

    Si pudiera volver a mi pasado...
    Quizás en mi pasado ella sí estaba
    y yo no supe verla. Está tal vez
    en él aún esperando y yo lo ignoro.

    No es posible volver. Nada es posible.
    Es todo tan distinto a lo soñado.
    He de seguir en mi hoy. Confuso, Solo.
    Aislado. Limitado yo a mí mismo.

    13

    Salgo a la calle. Dudo hacia cuál lado
    dirigirme. Da igual un sitio que otro.
    Todas las direcciones se bifurcan
    en incomodidad o aburrimiento.

    De la alta oscuridad baja la lluvia
    tropezando en las ráfagas del aire
    y se agarra al cabello, manos, traje...

    Es bueno caminar en la llovizna.
    Es bueno andar despacio bajo el agua.
    Sin rumbo uno asimismo, lluvia y viento,
    como agua y soplo, nada, por la calle.

    14

    Los nudillos golpean los cristales
    de un bar en una esquina. Hasta mí arriba
    mi nombre que me busca entre la lluvia.

    Es grato oír el nombre que uno lleva.

    Es grato descubrir que uno aún importa.
    Que importa a sus amigos que le llaman
    cuando pasa uno andando por la calle.

    15

    Me acerco adonde están. El bar alberga
    una concentración de espesas sombras
    que se agitan con ruido y gesticulan
    en el local oscuro. Como arañas

    las lámparas descienden desde el techo
    y acechan los grupitos de las mesas.
    Y unos rostros sonríen saludándome.
    ¡Esas caras no son de mis amigos!

    Son sus caricaturas despiadadas
    hechas por enemigos implacables.
    Y ellos estarán viendo al que me usurpa
    sin mostrar estupor. Por si lo ignoro.

    Es este nuevo cuerpo el que confunde
    a la gente. Son estos nuevos cuerpos
    ilícitos que a todos nos habitan
    los que impiden la antigua convivencia.


    (continuará)


    .


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    Mensaje por Pedro Casas Serra 20.09.14 10:52

    .


    (continuación de “Destrucción de la mañana”, obra publicada póstumamente de José María Fonollosa)



    16

    Es falso el entusiasmo de las voces
    y todos lo sabemos. Mas se charla
    para evitar preguntas que en las sombras
    aguardan con temor que se las llame.

    Y se beben cervezas cual si fuera
    a batirse algún record para el Guiness.

    Nadie pregunta nada. Se discurre
    y alborota de cosas que no importan
    para aclarar aquellas importantes
    que duele mencionarlas por frustradas.

    17

    Según luce en la historia, algunos hombres
    a mi edad, nuestra edad, ya disponían
    del poder, de la gloria, del dinero...
    Les llegó por la herencia o por la suerte.

    Mas miramos a aquellos, unos pocos,
    que escalaron las cimas más lejanas
    a base de un esfuerzo sobrehumano.

    El que nos propusimos emprender
    y ninguno ha cumplido. Nuestros sueños
    quedaban a jirones entre riscos
    que nos era imposible superar.

    O abandonaron demasiado pronto,
    cuando se presentaba, rudamente
    insalvable, cualquier dificultad.

    18

    Ya no me inquieren: -”¿Cómo van tus libros?
    A ver si los envías a algún premio
    de esos tan millonarios que hay a espuertas
    y te haces rico y célebre en un día”.

    Yo siempre contestaba con despego:
    -”No confío en los premios. Lo que escribo
    es muy original, muy diferente
    a lo que están haciendo los demás”.

    Tal vez ahora ya saben que mandaba
    en verdad mis trabajos a concursos,
    sin que mi nombre nunca apareciese
    ni siquiera en la previa selección.

    19

    Y pateé con tesón la senda ingrata,
    sembrada de esperanzas y amarguras,
    de las editoriales. Fortalezas
    altivas. Dura piedra. Inexpugnables.

    Nunca el Departamento Literario
    requirió mi presencia a su oficina.
    Y siempre el manuscrito repelido
    regresaba apenado hacia mi casa.

    Me faltaba el marchamo seductor
    de un nombre consagrado. Me daba ánimos:
    -”Les conturba mi modo de expresarme”.
    Me exculpaba: -”Me avanzo a los de mi época”.

    De súbito comprendo que el constante
    gotear del trato unánime avisaba
    que mis textos quedaban por debajo
    del listón que marcaba cotas mínimas.

    Me sobrevaloré demencialmente.
    Confundí vocación por mi deseo.
    Pugnaba para ser un elegido
    y ni estaba en el grupo de llamados.

    20

    ¿Cómo he tardado tanto en darme cuenta?
    Los datos anunciaban claramente,
    hasta con fluorescentes de colores,
    que había un error grave en mis esquemas.

    Me obcequé en proseguir, empecinado
    y tenaz, por la senda equivocada
    -los datos recalcábanlo insistentes-
    para llegar así a ninguna parte.


    (Continuará)


    .


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    Mensaje por Pedro Casas Serra 21.09.14 11:43

    .


    (continuación de “Destrucción de la mañana”, obra publicada póstumamente de José María Fonollosa)


    21

    Bebemos sin cesar. Copiosamente.
    Semejantes, rodeados por las sombras,
    sombras también nosotros ¿o lo somos?
    De aquellos que a ser íbamos los que éramos.

    Estamos a años luz de quienes fuimos.
    De aquel grupo de jóvenes, cada uno
    apretando en las manos sus proyectos.
    ¿Tan sólo frustración es el ser joven?

    Y les digo: -”Parece ayer clamábamos:
    “Haced sitio. Queremos ser iguales
    sin distinción de edad. Triunfe el que valga.

    Abrid paso, mediocres, a los genios”.
    Estáis aquí a mi lado. Estamos juntos
    asidos a la soga del fracaso.

    ¿Por qué gritabais, pues, por qué gritabais?
    ¿Por qué gritaba yo? ¿por qué gritábamos?
    ¿Y por qué gritan ahora los más jóvenes
    si jamás nos es dable alcanzar nada?”

    Pero nadie contesta. Ni yo mismo
    percibo el movimiento de mis labios.
    Estoy hablando solo, interiormente.
    Deprimido, me voy sin despedirme.

    22

    El aire es fresco, frío, por la calle.
    Me estremece un modesto escalofrío.
    Si pudiera arrumbar en un portal
    mi figura, tirada como inútil...

    Regalarla a un anciano y yo adquirir
    un cuerpo más acorde con mi mente.

    Si vislumbrara el medio de evadirme...
    Librarme de esta forma y ocultarme.
    Soltarla y que vegete por las plazas
    igual que esas que vagan como autómatas.

    Mas de mí no se aparta. Tercamente,
    ceñuda, va conmigo. No me deja.

    Escucho sus pisadas que son mías
    resonar duramente sobre el suelo,
    donde la altiva nube de hace poco
    se arrastra, ya vencida, humildemente.

    23

    Me detengo a fijarme en otros cuerpos.
    Gordos, delgados, altos, grandes, bajos.
    Cuerpos pequeños, ínfimos, enormes,
    huesudos, desgarbados y contrahechos.

    Vigilo cuando allegan a mi lado
    por si entre ellos surgiera, de improviso,
    el cuerpo que tenía, ansiosamente
    buscándome, él también, entre el tumulto.

    Pero no hay más que viejos en la calle.
    Cabellos blancos, calvas... Las arrugas
    aran la piel rojiza de las caras.
    Caras sonrientes, tristes. Todas viejas.

    Son montones de células extintas
    pegadas a proyectos de cadáveres.
    Las estudio con odio y repugnancia
    como si fueran copias de mis rasgos.

    24

    Paso ante un Pub y maquinalmente entro.
    El Black and tan se agita insomne, incómodo
    tras la barra del bar. El altavoz
    sibilino matiza su desgarro.

    Debe ser noche de Ellington. Creole
    love call
    se despereza suavemente.
    Su sinuosa caricia se introduce
    turbadora en la sangre y los sentidos.

    Una mujer tropieza contra mi hombro.
    Me sonríe. Sonrío. Nos miramos.
    Qué agradable es tener a una mujer
    que nos mire a los ojos y sonría.

    Es joven y es bonita. Pelirroja.
    No hay mejor compañía para el hombre
    que un cuerpo femenino de amplio escote.
    Qué bien se está a su lado revisándolo.

    Es mejor la bebida, hablar, la risa...
    Todo sabe mejor si está presente
    una mujer bonita. Más si es joven.
    Incluso estar de pie. O el ir en taxi.

    25

    ¿Qué tierno es el abrazo, el roce
    de su piel, tan suavísima, en la mía.

    Qué agradable es tener una mujer.

    Y qué grato el cansancio placentero
    que adormece la sangre dulcemente.


    (continuará)


    .


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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 22.09.14 5:02

    .


    (continuación de “Destrucción de la mañana”, obra publicada póstumamente de José María Fonollosa)


    26

    Al despertar es como haber dormido
    meses en este incómodo camastro.

    Junto a mí se da vuelta una mujer.
    Duerme profundamente. No sonríe.

    Miro el reloj. Las cuatro menos cinco.
    No es bonita. No es joven. ¿Cómo pude
    acostarme con ella si a mejores
    yo rechacé otras veces? Me levanto.

    Debía estar borracho. Aún otro día
    perdido, malogrado. Como siempre.

    En silencio me visto y al marcharme
    ella sigue en letargo. Ronca un poco.

    27

    Es absurdo vivir. Y duele mucho.
    Mi vida no era al mundo necesaria.
    No soy más que un estorbo para algunos
    y un estorbo también para mí mismo.

    Y así somos los más. Unos objetos
    molestos arrojados a la vida
    que aparta alguna gente cuando avanza.
    Todo ha salido mal. Todo mal sale.

    28

    El aire es fresco, frío, por la calle.
    Aposté mi fortuna a un solo envite
    creyendo, apresurado, que tenía
    los naipes de escalera de color.

    Y resultó un farol al enseñarlos.

    Nunca podré tener acceso al podio.
    No es válida la entrada que poseo.
    Toda mi vida he estado en la estación
    donde no pasa el tren que yo aguardaba.

    29

    Me había ya olvidado del intruso,
    el que ahora va conmigo, el que yo soy.
    Se refleja en un vidrio, mas no admira
    las muestras que se exhiben en la tienda
    pidiendo las libremos de su encierro.

    Me espía a mí. Indagamos de hurtadillas
    si hay alguien que repare en nuestro examen.
    La acera está vacía en todo el tramo.
    Y reviso sus rasgos fríamente.
    Con imparcialidad. Neutral. Ecuánime.

    Intenta sonreír, mas su sonrisa
    es un gesto forzado que desvela
    arrugas en el rostro del yo espurio.
    Me mira consternado. Con desánimo.
    Vuelvo la espalda y cruzo la calzada.

    30

    Es injusto querer justificarse
    uno ante sí arguyendo: -”No hubo suerte”.
    Esto es lo que se imparte a los demás.
    La verdad la sabemos bien cada uno.

    Uno no puede dar lo que no tiene.

    Las cosas son así. Nadie es culpable
    en la mezcla confusa, tiempo y vida,
    que nos forma y deforma indiferente.

    Soy de los más que estamos ahí, ahogándonos
    en la propia corriente que nos nutre.

    Como el sol detenido en la pared
    que empuja su calor contra las piedras,
    apretujados todos. Maldiciendo.

    Maldiciendo a los otros. Maldiciéndonos.

    Podemos, sí, decir que hemos vivido.
    Como el que ha realizado una tarea
    penosa, decir cada uno: -”He vivido”.
    Que es igual que afirmar: -”He fracasado”.


    (continuará)


    .


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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 23.09.14 12:19

    .


    (continuación de “Destrucción de la mañana”, obra publicada póstumamente de José María Fonollosa)



    31

    Me paro ante una iglesia altiva, estática,
    emboscada en la noche, como un monstruo
    enorme dormitando a la intemperie.

    Un día ella fue centro jubiloso
    de una palabra mágica, increíble.

    Una palabra sola, inmensa, grande.
    Cabía el mundo entero en ella: Dios.
    Era ella el mundo entero. Más aún.
    Era, ella, sola, el mundo. Tan sólo ella.

    Pero nuevas palabras la acosaron
    golpeando su distante placidez.

    Y roto el cascarón vertió su nada
    viscosa: no conciencia tras la muerte.
    No hay por qué lamentarse. En mí ya es hábito
    perder. Tanto en los abstracto como físico.

    Me aparto resentido. Entre unas ramas
    con precaución se asoma una farola.

    32

    Si pudiera volver a mi pasado...
    A aquella adolescencia ingenua y tímida.
    A la incógnita que representaba
    para mis familiares, para mí,
    mi porvenir repleto de promesas.

    Los diarios dedicáranme amplias páginas.
    Tendría que firmar miles de autógrafos.
    Y fuera mi intelecto celebrado.

    Me admirarían todos, Aun aquellos
    que me mostraran sólo indiferencia.
    Un día no sé cómo, por qué, cuándo,
    yo sería importante y poderoso.

    Todo ha salido mal. Quizá no he hecho
    bien las cosas. No di con la manera
    apropiada, tal vez, para que salgan
    bien las cosas. O porque emprendí cosas
    que nunca me podrían salir bien.

    33

    Y estoy envejeciendo. Mas rechazo
    esta figura mía en el camino
    del penúltimo tramo de la vida.
    Antes tengo que usar la juventud.

    Estos años atrás, que dicen jóvenes,
    tuve que dedicarlos a buscar
    amor, gloria, dinero... No podía
    detenerme a vivir. Era lo urgente
    atrapar el amor, gloria, dinero.

    Debía sorprenderlos en atajos
    que irían señalándome mis obras.
    ¡Estaba tan seguro! Ganaría
    un lugar preminente en el Olimpo.
    Y trabajé y sufrí. No tengo nada.

    Necesito más tiempo de ser joven
    pues trabajé y sufrí para poseer
    amor, gloria y dinero siendo joven.
    Y nada he conseguido. Ni ser joven.

    34

    Debía haber vivido diariamente.
    Vivir no más allá de cada día.
    Plenamente vivir todos los días
    pensando en cada día que se vive.

    No en el vivir de ayer, mañana... El día
    solo de la existencia cotidiana.
    El día que se vive diariamente.
    Ese día que nunca yo he vivido.

    35

    Si oteo mi pasado sólo avisto
    recuerdos agradables de películas
    y libros. La ficción y personajes
    asumidos por mí como algo propio.

    Y sueños inventados que sembraba
    para segar amor, gloria, dinero.

    Cual si mi vida real hubiera sido
    la vida no vivida por mi cuenta.
    Cuando he debido hacerlo por mí mismo
    todo ha salido mal. Y aún mal me sale.


    (continuará)


    .


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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 24.09.14 11:27

    .


    (continuación de “Destrucción de la mañana”, obra publicada póstumamente de José María Fonollosa)


    36

    ¿Acaso soy mejor yo que los otros?
    ¿Son mi cuerpo y espíritu especiales?
    ¿Acaso soy yo un héroe excepcional
    de esos de las películas y libros?

    He de asentar los pies sobre la tierra.
    Verme como el sinónimo ruinoso
    de uno más del tropel de los humanos.
    Alguien muy parecido a aquellos otros
    que yo he menospreciado muchas veces.

    ¿Por qué, pues, no sumarme en el gran número?
    ¿Y por qué no me acepto en mi destino
    si es vano rebelarse? No se puede.
    No es posible escapar de lo que es uno.

    37

    Es triste, y tal vez grato, demostrarse
    ínfimo, incomprendido, desdichado.
    Deambular por la vida como gota
    minúscula aferrada a una gran nube.

    El ser ha regresado a sus fronteras
    primeras, las recónditas, su esencia.
    Casi aturdido germen reducido
    a sí mismo, en sí mismo únicamente.

    Solo consigo mismo. Aun excluyéndome
    a mí que formo parte de ese yo último.
    De ese yo incomprendido, desdichado,
    capaz de renunciar hasta a sí mismo.

    38

    ¿Qué experimentarán los que han triunfado?
    Los que el éxito ha aupado a los altares
    de la televisión en horas punta.
    Su existencia será maravillosa.

    Se instalan en lujosas suites de hoteles
    con los precios de vértigo, asediados
    por mujeres bellísimas, fruyendo
    bebidas y manjares exquisitos.
    Admirados, mimados, envidiados
    por una multitud que les aplaude.

    Y es risible que enuncien que los célebres
    de hoy son los olvidados de mañana.
    Yo paso por la vida de olvidado
    sin haber sido célebre un instante.

    39

    Nada ha salido igual a lo pensado.
    Pero entonces ¿por qué se nos impuso
    guardar en la razón la miel del sueño
    si nos impiden luego degustarla?

    Hubiera sido mucho más piadoso
    el habernos dejado en la frontera
    del no pensar, sentir, no soñar nada.
    Quedar en el no ser, nunca haber sido.

    Cuánto dolor se ha ahorrado y cuánto odio
    ése, el que no ha nacido, aunque lo ignore.
    Lo sabemos nosotros que vivimos,
    que intuimos la nada. Y lo envidiamos.

    40

    Subo las escaleras de mi casa
    despacio, descontento, taciturno.
    Tan sólo un pensamiento me conforta.

    Las casas están llenas de frustrados.
    De seres, como yo, sin aptitudes
    para ser singulares en enjambres
    pese a aspirar brillara su luz propia.

    Y poco apoco fueron acogiéndose
    a un amor, profesión, final destino
    que no era el que anhelaran. Y están solos.


    (continuará)


    .


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    Fonollosa - José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas Empty Re: José María Fonollosa (1922-1991): Ciudad del hombre: New York, y otros poemas

    Mensaje por Pedro Casas Serra 25.09.14 11:44

    .


    (terminación de “Destrucción de la mañana”, obra publicada póstumamente de José María Fonollosa)


    41

    Entro en mi habitación. Entramos ambos
    mutuamente eludiéndonos, sombríos.
    Está cansado. Noto su cansancio.
    Antes no me cansaba con mi cuerpo.

    Le miro en el espejo. Está en silencio.
    Abatido. Presume su derrota.
    Pesaroso. Le escupo varias veces.
    Tal vez me compadece y le doy lástima.

    Acaso me comprende y me disculpa.
    Quizá él también sufre al conocerse
    indeseado en mí y juzga que es inútil
    pretender que tolere su presencia.

    Le aborrezco, es verdad. Y mi desprecio
    se extiende por su rostro palidísimo
    como áspera maleza por el monte.
    Y golpeo el cristal que me lo muestra.

    Hasta que lo hago huir de mi mirada
    sangrándole las manos. ¿O son mías,
    por el dolor que corre entre los dedos
    y vocifera alertas a mi mente?

    Pero está ahí, en el suelo. En mil lugares
    se distingue su faz atribulada
    que me observa. Y transforma su expresión
    en la actitud absorta que era mía.

    42

    Dejo correr la sangre de las manos.
    Acostado en la cama la examino.
    Las sábanas la sorben dulcemente
    con la quieta avidez de su blancura.

    Brota incesantemente. A borbotones.
    Tibia y curiosa asoma a mis muñecas
    y escapa presurosa de mis manos.

    Son manos de vencido. Ellas debían
    coger la gloria, amor, coger dinero.
    Un día las creí capaces de ello.

    Pero nada aprehendieron. No eran hábiles.
    O el empeño excedió su exigua fuerza.
    Pobres manos humildes y vacías.

    Tiemblan un poco. Tiemblan asustadas.
    Asustadas y débiles parecen
    pedir escusas porque son mediocres.
    Les sonrío a mis manos. Las levanto
    y las uno. Las siento desvalidas.
    Y atisbo como repta sigiloso
    ese zumo tan rojo de la vida.

    JOSÉ MARIA FONOLLOSA



    José María Fonollosa (Barcelona, 8 de agosto de 1922 – 7 de octubre de 1991) fue un poeta español de la generación de la posguerra. Se le considera un caso singular de poeta secreto en la literatura española (al estilo de Constantino Cavafis o Pessoa), ya que se mantuvo inédito durante casi treinta años, entre 1961 y 1990, periodo en que permaneció al margen de corrientes literarias y totalmente desconocido para crítica y público.

    Biografía

    Nació en 1922 en Can Tunis, Barcelona. Posteriormente, durante la adolescencia se trasladó al barrio de Poble Sec.

    Publicó su primer libro de poemas en 1945, todavía no cumplidos los 23 años. Se trata de La sombra de tu luz donde se aprecian influencias de poetas como Salinas, Guillén, Lorca y Alberti y, en general, del estilo y los temas de la generación del 27 de antes de la guerra. Las formas métricas son las utilizadas por los poetas del 27, como las canciones de arte menor de tipo tradicional, romances, sonetos e incluso décimas al estilo de Jorge Guillén. El tema es el amoroso, al modo intelectual y distanciado del 27. No se aprecia sin embargo influencia alguna de las vanguardias o del surrealismo, en boga en la época de preguerra en que escriben los del 27.

    Dos años más tarde, en 1948, aparecen los cinco poemas de Umbral del silencio. Renuncia al arte menor y, en su lugar, aparece el verso alejandrino y, especialmente, la estrofa de cuatro versos endecasílabos sin rima. Aunque los temas siguen siendo deudores del 27, aparecen preocupaciones religiosas, propias de la época, que quedarán diluidas en sus composiciones posteriores por un tono amoral y escéptico. Ese mismo año preparó un manuscrito titulado Los pies sobre la tierra, que nunca llegó a imprimirse, pero que tiene gran importancia porque supone el inicio de Ciudad del hombre, un vasto ciclo poético que abarcaría cuatro décadas y que no se vio mermado en absoluto porque no llegase a imprenta. En 1951 en colaboración con Alfredo Papo publica Blues y cantos espirituales negros. En 1951 marcha a Cuba, donde permanecerá durante diez años. Durante su estancia en Cuba publicó por entregas, en el rotativo El País de La Habana, el Romancero de Martí, una obra de 4.000 octosílabos. Tras su regreso a Barcelona en 1961 colaboró en la revista Poesía Española, donde publicó cinco poemas ese mismo año.

    Aquí finaliza el periodo de aprendizaje del poeta y, de hecho, aquí acaba su obra publicada. Eso no significa ni mucho menos que dejase de escribir: junto al ciclo de Ciudad del hombre trabajó paralelamente en otra trilogía poética abortada: Soledad del hombre, formada por Destrucción de la mañana, Los rezagados (algunos de cuyos poemas se reelaborarían para Ciudad del hombre) y Tú, cotidiana.

    En 1987, un encuentro casual con Pere Gimferrer en Barcelona dio lugar a su primera publicación, en 1990 y tras veintinueve años, de una antología de 97 poemas a la que tituló Ciudad del hombre: New York, utilizando el callejero neoyorquino para titular los poemas.2 Pocos años después Joan Manuel Serrat (1992) y Albert Pla (Supone Fonollosa, 1995) lo dieron a conocer al gran público al poner música a algunos de sus poemas.

    Fonollosa muere el 7 de octubre de 1991 en Barcelona. Sobre su mesa, junto a varios borradores y un esbozo de testamento a lápiz, se encontró el siguiente poema:

    No a la transmigración en otra especie.
    No a la post vida, ni en cielo ni en infierno.
    No a que me absorba cualquier divinidad.
    No a un más allá, ni aun siendo el paraíso
    reservado a islamitas, con beldades
    que un libro garantiza siempre vírgenes.
    Porque esos son los juegos para ingenuos
    en que mi agnosticismo nunca apuesta.
    Mi envite es al no ser. A lo seguro.
    Rechaza otro existir, tras consumida
    mi ración de este guiso indigerible.
    Otra vez, no. Una vez ya es demasiado.

    En 1993, dos años después del fallecimiento del autor, una pequeña editorial barcelonesa publicó 14 poemas inéditos con el título Ciudad del hombre: Barcelona, donde son las calles de la capital catalana las que ahora dan título a los textos. En 1996 otra editorial publicó con el mismo título esos 14 poemas junto con otros 68 inéditos y que incluye el famoso testamento-manifiesto citado más arriba («No a la transmigración en otra especie»), al que prestó su voz rota Robe Iniesta en el disco Supone Fonollosa de Albert Pla.

    En 1997 se publicaría póstumamente también Poetas en la noche, crónica novelada en verso en la que refleja el mundo de la lírica contemporánea.


    .


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